Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

1º de marzo de 1948
Nacionalización de los Ferrocarriles

Nacionalización de los ferrocarriles
Considero tan extraordinario el acto que estamos celebrando, que creo firmemente que no sólo mi trayectoria política, sino mi propia vida física podría terminar hoy con satisfacción íntima de que ya había cumplido con mi deber de argentino. No se necesita larga vida ni muchas obras para justificar nuestro paso por la tierra cuando una y otras están consagradas al bien y al servicio de la Patria, pero tengo la clara intuición de que la incorporación de los ferrocarriles al activo de nuestro país, aparte del valor simbólico que representa, constituye la piedra de toque en la que podrán contrastarse todas las demás realizaciones que materializan nuestra ambición de hacer una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Por esto, el pueblo de la República entera, comparte este desbordamiento de entusiasmo. De este entusiasmo auténtico que nace de la alegría del corazón y que asoma a nuestros ojos con la misma ternura con que ofrecemos un regalo a nuestra madre con el fruto de nuestros ahorros.
Algo de esto tiene el acto de hoy.
El gobierno argentino, el gobierno que yo presido, que es vuestro gobierno, el gobierno que vosotros quisisteis, ha ahorrado en un año y pocos meses, mucho más de lo que habían dilapidado los poderosos "financistas" del pasado.
Pero ha hecho mucho más: ha obturado, ha taponado los agujeros y las grietas por donde se escurrían los dineros de los argentinos. Y con un poco de lo ahorrado y un poquito más de lo que no hemos dejado que nos llevaran, hemos podido hacerle este hermoso regalo a nuestra querida madre: la Argentina.
¡Ved, pues, si no tenemos motivos para enorgullecemos y para alegrarnos! Por esto quisiera que iniciáramos una época de contento, de satisfacción y de constante. alegría; que nada separase ya a la gran familia argentina; que todos, sin conocernos, pudiésemos sentir el deseo de hablarnos en mitad de la calle para decir, libres de prejuicios políticos y de conveniencias sociales: ¡Compatriota!, desde hoy, las venas y las arterias de nuestra circulación económica tienen un solo punto de partida y de llegada: ¡el corazón de los argentinos! La riqueza de nuestra Patria, ya no viajará por nuestros caminos de hierro dejando adheridas partículas a cada milímetro cuadrado de riel; ya no será posible llevar a los puertos nuestros productos malbaratados y malvendidos. La explotación de los ferrocarriles, puesta a punto por manos argentinas, estará al servicio, para siempre más. de los intereses de la economía
argentina y no de ningún otro interés.

Nacionalización de los ferrocarriles

 

 

siguiente
en la
sección