Insisto en lo que otras veces he dicho. La riqueza de una nación
sería despreciable si únicamente sirviese para el bienestar de unos
pocos a costa de la miseria de la mayoría. Una situación de pobreza
general se puede llevar con dignidad y de ella se puede salir
mediante el esfuerzo colectivo. Una situación de egoísta privilegio
económico, sólo conduce al envilecimiento moral y material del país.
Nuestros actos no pueden ser más congruentes con nuestras palabras.
En nuestro banderín de combate inscribimos en 1945 el lema:
"Recuperación económica". Y hoy, a los dos años de haber votado esta
consigna, yo, vuestro Presidente, yo, parte de este mismo pueblo,
digo: "Pueblo argentino: tuyos son todos los bienes que antes
poseían los ferrocarriles extranjeros. Haz buen uso de ellos;
respétalos, consérvalos, mejóralos, porque haciéndolo así vivirás
mejor, tus hijos vivirán más felices y no conocerán los sacrificios
que tú has conocido. Y tú, trabajador, que has sufrido y te has
sacrificado, reconfórtate y levanta tu ánimo. Nada tiene valor si no
nos cuesta algo de nuestra sangre o de nuestra alma, y el gozo
inmenso que hoy sentimos bien nos compensa de todos los dolores, de
todas las angustias, de todas las privaciones que antes habíamos
sufrido.
Hoy tenemos conciencia de nuestro poder y sabemos lo que valemos.
Esta conciencia no ha de servir para envalentonarnos ni para
incurrir en grotescas provocaciones. Ha de servir, sí, para afirmar
y acentuar nuestra voluntad de que nada en el mundo vale lo que el
honor de nuestra Patria y la dignidad de pertenecer a una estirpe
que sabe hacerse respetar.
Hoy mantenemos relacionen cordiales con todos los países del mando.
Nunca habíamos tenido acreditado ante el Gobierno argentino a un
cuerpo diplomático tan nutrido como ahora. Rogamos cada día a Dios
para que esta paz y amistad cordiales no se vean nunca turbadas.
Pero este deseo nuestro ha de ser realmente correspondido y
correctamente interpretado. Nadie podrá interpretar que nuestro
anhelo de paz oculta, un temor; nadie podrá simular una amistad si
quiere llevarse el fruto de nuestro trabajo. Y en la Argentina,
sépanlo una vez más quienes no quieren darse por enterados,
admitimos, seguiremos admitiendo y serán bien recibidos los
capitales extranjeros que quieren venir a colaborar, pero no a
esquilmar, a especular, a saquearnos |