Afirmamos así nuestra posición soberana y nuestra personalidad
independiente. Lo hacemos sin jactancia, pero con serenidad de
juicio y con el indomable orgullo característico de los pueblos
fuertes y de los hombres libres. Si, en definitiva, el orgullo de
algunas naciones ha constituido una virtud que todas han reconocido
y muchas han envidiado, no veo la razón de que la Argentina, nuestra
Patria, haya de prescindir de esa virtud. |