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hippies

Los hippies norteamericanos
Daniel Samoilovich
Transformaciones
Centro Editor de América Latina
1972

Hacer un trabajo de análisis e interpretación sobre un fenómeno cuyos protagonistas rechazan precisamente "toda la ensalada ideológico-interpretativa" implica desde el vamos una suerte de traición. Consciente de ella, he tratado de limitarla. Es por ello que el trabajo intenta aprehender, en el plano del estilo y el lenguaje, algo de la vida del movimiento.

El "American way of life"
Norteamérica, segunda mitad del siglo. Un árbol cuya fronda crece demasiado, y cuyas raíces no crecen, cae derribado por su propio peso.
Una nación que ha desarrollado una tecnología formidable y cuyos habitantes, sin embargo, no están preparados para asimilarla es una nación enferma. Y cada nuevo paso en su desarrollo material hace crecer esa enfermedad que la devora.
"Los Estados Unidos —dice el novelista Norman Mailer en un pasaje lleno de violenta amargura— son una nación esquizofrénica: la llamamos hipocresía, pero es esquizofrenia, una modesta vida de apacible campesino con aventuras militares draconianas; una nación que proclama el principio de la igualdad de oportunidades para todos con una cultura blanca sentada encima de una cultura negra; una sociedad horizontal de amor cristiano con una jerarquía vertical de las iglesias. . .; una nación de familias, una nación de calenturas ilícitas; una política de principios, una política de propiedad; un país de higiene mental, con un cine y una televisión que son verdaderos chiqueros mentales; patriotas que detestan la obscenidad, pero ensucian los ríos; ciudadanos que detestan el control gubernamental y no pueden soportar las situaciones descontroladas. La lista tiene que ser interminable, los réditos del humorismo mínimos, a la hora del balance —la sociedad era capaz de seguir caminando, a los tumbos, como un policía que pesa doscientos kilos trepando por una pendiente. . . la vida se seguía viviendo. Los chicos podían seguir yendo pacientemente a la iglesia, hasta que les tocara el turno de incendiar aldeas en Vietnam". (Norman Mailer. Miami y el sitio de Chicago)

El sueño americano
Los Estados Unidos, quizás más pronunciadamente que ninguna otra nación contemporánea, han alimentado desde su creación un sueño, una mística que para sus ciudadanos constituía su razón de ser. Los puritanos que en el siglo XVI emigraron de la persecución religiosa en Inglaterra traían el sueño de una nación con igualdad de oportunidades para todos, con tolerancia religiosa, con una vida sana basada en el trabajo del campo, una moral incorruptible. Esta mística está expresada en la Constitución Norteamericana, que fue previa a inspiradora de la Revolución Francesa; este sueño desde un principio se separó de la realidad cuando en su nombre se exterminaba a los indios, cuando a su costado subsistía la esclavitud de los negros y comenzaban las guerras de anexión. Y sin embargo, cuando más se separaba la imagen de la realidad, más se aferraba Norteamérica al viejo sueño americano.

La opresión de los negros
En nombre de la igualdad los negros eran sometidos a la esclavitud. Evidentemente, para eso hacía falta considerar que eran una bestia sub-humana de carga. Cuando nuevas relaciones de producción hacían necesario contar con trabajadores libres, en nombre de la igualdad se los libertó. Pero se creó entonces la doctrina de "separados pero iguales", que establecía que ciertas ramas de la producción les eran accesibles y otras no; que no podían tener acceso a los mismos barrios, a los mismos transportes y sitios de diversión que los blancos. Esta doctrina subsistió hasta la época de que nos ocupamos: sólo fue empezada a derogar parcialmente en 1954. El norteamericano medio creía en la doctrina de separados pero iguales. Pero por debajo de las palabras se halla la más absoluta opresión: limitados a las ramas peor pagadas de la producción, los negros son constreñidos a vivir en suburbios miserables, junto a las otras minorías: portorriqueños, mexicanos, etc. En total, constituyen 30 millones de personas en un país de 240 (nota al desprevenido: recuerde que el autor escribe a principios de los 70's). En los alrededores de la sociedad de la opulencia, 30 millones de personas condenadas a la miseria; la otra cara de la opulencia, 30 millones de personas condenadas a la miseria; la otra cara de la propiedad privada, la privación de la propiedad. "Durante todos estos años, a los blancos se les ha enseñado a creer en el mito por ellos predicado, en tanto que los negros han tenido que encarar la feroz realidad de lo que los Estados Unidos practicaban" —dice Elridge Cleaver, líder de los Panteras Negras.

El imperio
No sólo los negros: la mitad de la tierra ha soportado la otra cara del sueño americano. Desde la temprana anexión de Texas y Puerto Rico hasta la conferencia de Yalta, al fin de la Segunda Guerra Mundial, que aseguró a los Estados Unidos el control de una vasta parte de la tierra, la política de los monopolios lleva una carrera ascendente. El destino manifiesto de los Estados Unidos era el de ser los guardianes de la democracia. Por otra parte, las nuevas condiciones imponían nuevas veladas modalidades de dominación (neocolonia); y sólo en la última instancia la abierta intervención político militar.
Mientras esta política triunfó, todo fue bien. Los monopolios habían conseguido superar la época de la depresión con el New Deal de Rooseveit, y habían terminado de tapar la lucha obrera bajo un manto de abundancia y una sutil combinación de represión, infiltración y lisonja que en 1950 arrojaba los siguientes resultados "Las dos centrales sindicales se reconciliaron al fin bajo la égida del Departamento de Estado, se integraron con igual servilismo en el aparato de dominación mundial del imperialismo norteamericano. Jamás, en toda su historia, el movimiento obrero ofreció un espectáculo tan trágico". (Daniel Gerin. Estados Unidos: Movimiento obrero y campesino)

El consumo
La maquinaria productiva de los monopolios, puesta en marcha pensando exclusivamente en la ganancia, y no en las necesidades, no vaciló en someter a la opresión política y a la miseria a la mitad de la humanidad. Y la misma ley de la ganancia que produce en un polo miseria, en el otro produce un estímulo artificial! del consumo, donde éste aparece como un fin en sí mismo. La propaganda estudia todos los resortes que pueden aumentar la venta. No hesita en estimular la competencia (una cocina más completa que la de su vecina), en tocar todos los resortes sexuales. . . y esta palabra expresa ya una concepción del individuo: resortes, como si se tratara de una máquina, que, apretando un poco acá, se consigue tal resultado allá. Éxito con el sexo opuesto, fama, aprecio de los demás, autoaprecio, todos los deseos humanos son manipulados, todos los terrores son puestos en juego (nadie lo querrá si tiene mal aliento, y solo XX saca el mal aliento). Primero en forma más burda, luego a través de costosos estudios, cada año son volcados millones de dólares a esta empresa de sistemática subversión de los valores y las necesidades, de los miedos y los deseos. Se trata simplemente de "estimular la venta"; el lenguaje tecnológico, aséptico, puede hacer pasar por normales acciones que esconden el más absoluto desprecio por lo que la gente realmente quiere y necesita. La producción incontrolada arroja productos residuales: envenenamiento de los ríos con los residuos industriales, envenenamiento del aire, nivel de ruidos intolerable en las ciudades. El smog altera los climas benignos, lo cual se arregla con acondicionadores de aire, que a su vez producen nuevos desequilibrios. Una escalada sin fin, en la cual los hombres se alejan cada vez más de su propia naturaleza y corrompen cada vez más la naturaleza de lo que los rodea. No se trata simplemente de los males del progreso; se trata de un sistema donde cada uno de los que controlan la producción piensa exclusivamente en su ganancia, y en conjunto generan un progreso deformante, más parecido a un cáncer que a una búsqueda de las condiciones en las cuales el hombre pueda vivir armoniosamente sobre el planeta.

Dios y tecnología
Una nación cristiana; una nación fundada sobre el candido amor al Hijo de Dios; no importa cuánto este amor haya sido a lo largo de la historia el manto bajo el cual se escondía la violencia y la opresión; pero no cabe duda de que este amor existía, y que de algún modo los Estados Unidos se las habían arreglado para mantener este amor por un lado, y la miserable realidad por otro; y cada vez más la adoración del progreso y la tecnología había de crear una esquizofrenia en el alma enferma de Norteamérica. La fe en la Tecnología no reemplazó a la Fe en Cristo; más bien, por horrible que parezca este matrimonio, se casaron una y otra. La tecnología lo invadió todo: comida en latas, gustos condicionados por la propaganda, ideas condicionadas por la prensa, una arquitectura de líneas rectas, una educación para saber exclusivamente lo necesario para aquello en que cada uno iba a trabajar, diversiones programadas, una vida programada del principio al fin. Una vida sin misterios casada con el Misterio del Hijo de Dios. Una nación de individualistas —ese otro gran credo norteamericano— donde los individuos eran sólo números, vidas pequeñas deseando secretamente la Aventura.

Una nación de familias, una nación de calenturas ilícitas
Es sabido que las figuras de marido y mujer no aparecieron solas en la historia: junto con ellas apareció la figura del cornudo, la mujer adúltera, el amante de la mujer, la prostituta. . . todos vinieron en un mismo paquete, porque la moral de la burguesía tiene esa duplicidad desde la base. Pero los Estados Unidos eran además una nación cuáquera, o sea, una nación que creía seriamente en el pecado de la carne; trató a toda costa de salvarse: y cuanto mayor es la prohibición que pesa sobre el deseo peores son los caminos para satisfacerlo, mayor la culpa, y entonces cada vez la sociedad se halla más lejos de encarar francamente un debate sobre el tema porque la Prohibición alimenta a lo Prohibido, y esta verdadera enfermedad moral puede no detenerse nunca. Por otra parte, cuanto más la clase media se dedicaba a tareas de administración, y dejaba para los negros y los pobres las tareas corporales, más se acentuaba la separación del cuerpo de la mente; y si los negros quedaban reducidos a bestias de carga, un Cuerpo sin Mente, la suerte de los administradores no era mucho más halagadora: Una Mente sin Cuerpo, una mente que desprecia al propio cuerpo, es una fuente interminable de aberraciones sexuales. Porque el sexo, las relaciones sexuales, constituyen un fenómeno del cuerpo y la mente a la vez: y si se desprecia al propio cuerpo las posibilidades de la impotencia son mayúsculas, y las posibilidades de que por lo mismo el sexo ocupe un lugar preponderante en las conversaciones, en las preocupaciones, en la propaganda, son también y en el mismo grado, mayúsculas. "Obsérvese —dice Norman Mailer— que las clases dominantes están muy preocupadas por el sexo, pero contienen muy poco sexo ellas mismas." Y así se agrega a la lista interminable de las contradicciones: una Nación puritana donde pululan las publicaciones pornográficas, la manipulación de los temas sexuales por la publicidad, la prostitución masculina y femenina, etc.

Violencia
Pero no se conserva impunemente la fe en Cristo y se vive en el agua helada de la tecnología; no impunemente se cree en el individualismo mientras todos los gustos son modelados por una máquina totalitaria; no impunemente se cree en la igualdad y una raza camina encima de otra raza; no impunemente un pueblo se acostumbra a pensar que la vida de los otros, si son amarillos y comunistas, no importa. La sociedad está fundada sobre una serie de mitos no revisados: se trata de una locura colectiva, apenas contenida por la frágil convicción de que cada uno es bueno y sano. Pero debajo de esa convicción hay una conciencia inconfesada de que no se es ni bueno ni sano, se es un engranaje de una máquina sin alma, una serie de frustraciones sin límite: y el único nombre de esta vida destruida y que no se confiesa destruida es la violencia, el odio: un odio irracional por los otros, por todos los otros que son los culpables, una marea salvaje de odio que corre por debajo de las buenas maneras republicanas y la placidez del "american way of life". Y esta marea explota por cualquier lado, y los Cristianos Estados Unidos son una sociedad de la violencia, una sociedad donde los ciudadanos se encierran a las siete de la noche en sus casas porque después de esa hora la Muerte está en todos lados, y "cualquiera puede matarlo a uno para sacarle cualquier cosa que él quiera y uno tenga, o porque sí", y el aumento desmesurado de la delincuencia, de la indiferencia, del arréglese cada uno como pueda es la otra cara de los sanos y buenos Estados Unidos. 
Si una persona se accidenta en la calle, nadie se acercará a ayudarla. La explicación es "luego podría acusarlo a uno de haber empeorado su situación". Por supuesto, es cierto; en muchos casos estas acusaciones se producían: ¿no es esto violencia, odio? "Si un hombre sigue a una mujer por la calle, ella seguramente pensará que es para matarla". "De noche los subterráneos sólo paran en la tercera parte de las estaciones, porque no alcanzaba la policía para controlarlas todas, y se producían infinidad de asesinatos, violaciones, robos". Los testimonios se acumulan unos sobre otros. Los Estados Unidos están locos. "Un árbol cuya fronda crece demasiado. . ."

Hipsters y beatniks
En la Norteamérica de posguerra habría de comenzar la rebelión de los primeros sectores de la juventud blanca contra el "american way". Los Estados Unidos estaban empeñados en la guerra fría contra la Unión Soviética, el imperialismo dominaba su parte del mundo con relativa tranquilidad, la lucha por los derechos civiles de los negros todavía no había comenzado, Pat Boone tocaba una música de sonámbulos y aparentemente nada sucedía: eran los vacuos años del gobierno de Eisenhower. Entonces aparecen beatniks y hipsters; no hay diferencia precisa entre uno y otro vocablo; "beatnik" significa el hombre que está replegado en el fondo de sí, y que es precisamente por eso sensible a lo que sucede; "hipster" deriva del vocablo hip, que significa "consciente". Viajeros incansables, iban de una a otra ciudad tratando de vivir una nueva vida, lo más lejos posible del american way of life, escuchando la música de los negros, deseando secretamente ser ellos mismos negros, otros, distintos de los opresores, de cualquier modo, a cualquier precio crear una nueva vida, explorar las infinitas zonas de la experiencia que la máquina totalitaria había aplastado, buscar en el peyotl, en la mescalina, en la marihuana, en las religiones orientales, en la locura, buscar incansablemente las razones y el misterio de ser que Norteamérica había perdido. Muchos de ellos novelistas y poetas, expresaron la conciencia que en ellos despertaba: Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Gregory Corso, Philip Lamantia, Michel Mc Clure, Alexander Trocchi, William Burroughs, etc.

Existir sin raíces
Jack Kerouac, en su novela "En Camino", contó la historia de un beat que va de ciudad en ciudad hablando, soñando, leyendo y escuchando la nueva poesía, viviendo una nueva libertad. El desarraigo de los beatniks es una de sus características más distintivas. En una sociedad donde todo ha sido codificado, donde cada uno tiene un sitio determinado (en la jerarquía del orden social, en los valores, en los lugares), la primera respuesta vital es negarse a ese sitio que está preparado para uno. Pero los beatniks no sólo niegan los valores y los sitios que les están establecidos; también hay una zona de la experiencia establecida. Esta zona es: la vigilia, en contraposición al sueño; la cordura, en contraposición a la locura; la percepción normal, en contraposición a las alucinaciones, las fantasías, la imaginación. Pero si la cordura es el conformismo, y la normalidad es creer que el infierno de la realidad norteamericana es el paraíso de la Constitución; entonces la verdad debe estar en otra parte. Y entonces, sobre el filo peligroso de la locura, los beatniks realizan con las drogas, a través de las puertas de la percepción, un viaje hacia las zonas vedadas de la experiencia. "Si la formación misma está fuera de ruta, la persona que quiera volver a la ruta debe abandonar la formación."

El budismo
Muchos de los beatniks se inclinaron hacia las religiones orientales. En uno de los pasajes de Los Vagabundos del Dharma, Kerouac dice: "En esa época yo me consideraba un antiguo bikkhu con ropa moderna que deambulaba por el mundo (generalmente el inmenso arco triangular de Nueva York a Ciudad de México y San Francisco), con objeto de hacer girar la rueda del Verdadero Significado o Dharma y hacer méritos como un futuro iluminado o Buda". Los beatniks se interesan en todas las variedades del budismo y otras religiones orientales; el punto común es la valoración de la contemplación. Un momento de detención en una sociedad irreflexiva; un punto para sentarse y meditar acerca del sentido de toda esa agitación; pero además el sentido religioso de los beatniks es opuesto a la religiosidad oficial de Norteamérica. La fe del norteamericano medio es una creencia en un misterio que no experimenta: vive una vida donde lo misterioso no tiene sitio, y entonces Dios no es más que un velo, un agregado absurdo; por el contrario, para los beatniks el budismo significa la búsqueda de la armonía, un equilibrio, un ser que buscan también con sus propias vidas.

Negritud
Norteamérica no sólo había perdido a su Dios al asociarlo a una empresa sin alma; también sus héroes aparecían como villanos, y la misma blancura de la piel se revelaba como un estigma, el sello de una sociedad antiséptica. Sólo en la negra música del jazz había cuerpo y había alma, y hacia allí se dirigían los beatniks. Charlie Parker, Telonius Monk, la tierna música de los negros les devolvían la belleza que Norteamérica blanca ya no tenía. "Lo que ha ocurrido —dice Elridge Cleaver hablando de esa época— es que de pronto la raza blanca ha perdido sus héroes. Y, lo que es peor, sus héroes han demostrado ser villanos y sus más grandes héroes supervillanos. . . Y tal como la revolución mundial ha incitado a los oprimidos a revalorar la imagen que de sí mismos se hacen en función de las condiciones cambiantes, a deshacerse de las actitudes serviles inculcadas por largos años de subordinación, la misma dinámica en cambio ha llevado a los blancos del mundo a revalorar también la imagen que de sí mismos se hacen, a desengañarse de la psicología de la Raza de Señores desarrollada a lo largo de siglos de hegemonía imperial... Los mayores no están dispuestos a aceptar que estos jóvenes tengan la capacidad de entender lo que está ocurriendo. Cuando se ponen a hablar de la delincuencia juvenil, o de la actitud rebelde de los jóvenes de hoy, los mayores emplean una retórica voluble. Hablan de la alienación de la juventud; del deseo de los jóvenes de ser independientes, de los problemas de la 'imagen de la madre' y de la imagen del padre y de su influencia en el desarrollo de los niños, que carecen de modelos sólidos a los cuales imitar. Pero consideran de mal gusto conectar los problemas de la juventud con el acontecimiento capital de nuestra era, el de los movimientos de liberación en el exterior y el de la revolución de los negros en los Estados Unidos. El aullido de los beatniks y su condenación airada y mordaz del sistema (del que Ginsberg dijo que era un Moloch, una deidad semítica sedienta de sangre ante la cual las tribus de la antigüedad sacrificaban a su hijo primogénito) fue una declaración seria e irrevocable de guerra. Nos dice mucho el que los mayores hayan considerado a los beatniks como meros desajustados carentes de vergüenza, demasiado perezosos para bañarse y demasiado tacaños para pagarse un corte de pelo. Los mayores tenían ojos, pero no veían; tenían orejas, pero no oían. . . ". (E. Cleave. Alma encadenada)

Síntesis
En primer lugar debe decirse que los beatniks representan el primer contingente de esa cruzada que, a partir de la tierra de la Tecnología, habría de partir en busca del Espíritu; desde un punto de vista político, en cambio, constituyen el primer movimiento de la incorporación de los jóvenes blancos a la revolución norteamericana: no un movimiento políticamente activo, pero sí un "momento expresivo" del proceso revolucionario (este concepto está desarrollado más adelante); por último, si los Estados Unidos constituían un Cuerpo separado de la Mente, una imagen separada de la realidad, los hipsters o beatniks constituyen el primer intento de superar esta distancia, superarla en sus propias vidas. Pero, a modo de síntesis, es mucho más vivo este pasaje de Mailer, que estuvo ligado directamente a los hipsters: "Es en este escenario de desolación (consecuencia de la Segunda Guerra Mundial) donde el fenómeno se ha manifestado: el existencialista norteamericano, el hipster, el hombre que sabe que si nuestra condición colectiva ha de vivir bajo la amenaza de la muerte instantánea por una guerra atómica, de la muerte relativamente rápida de parte del Estado como universo concentracionario o de una muerte lenta al conformarse con que todo instinto creador y de rebelión sea sofocado (los daños a la mente y al corazón y al hígado y a los nervios no podrán ser medidos tan de prisa por una fundación investigadora cualquiera), si el destino del hombre del siglo XX es vivir con la muerte, desde la adolescencia a una senectud prematura, pues entonces la única respuesta vital es aceptar las condiciones de la muerte, vivir con la muerte como peligro inmediato, divorciarse de la sociedad, existir sin raíces, viajar por esa ruta desconocida hacia los rebeldes imperativos del ser. En pocas palabras, sea la vida un crimen o no, la decisión es alentar lo psicópata en uno mismo, explorar ese campo de la experiencia en que la seguridad significa aburrimiento y, en consecuencia, enfermedad, y según la cual uno existe en el presente, en ese enorme presente sin pasado ni futuro, memoria o intención premeditada, esa vida a la que uno tiene que dirigirse hasta ser abatido, en la que hay que jugar con todas las energías a través de esas pequeñas o grandes crisis de coraje que le asedian a diario, en la que tiene que estar 'en órbita' o ser condenado a estar fuera de ella. La esencia no planteada del hip, su brillantez psicopática palpita con el conocimiento de que nuevas victorias aumentan la capacidad para nuevos tipos de percepción; y que las derrotas, derrotas erróneas, atacan al cuerpo y encarcelan las energías hasta que uno es encarcelado en las prisiones de aire creadas por las costumbres de otros, por las derrotas de otros, por el aburrimiento, la callada desesperación y la ira muda, helada y autodestructiva de los otros. O uno es 'hip' o es square' (convencional) (alternativas que cada nueva generación que entra en la vida norteamericana empieza a sentir), o uno es rebelde o se conforma, o uno es fronterizo en el Salvaje Oeste de la vida nocturna norteamericana o es una célula 'square' atrapada en los tejidos totalitarios de la sociedad norteamericana, condenada a adaptarse de buena o mala gana para triunfar".

 

pie de fotos
1- Elvis Presley
2- El rock y sus derivados se extiende con rapidez por Estados Unidos
3- La adicción a las drogas comienza desde edades tempranas

Los hippies
El período que va de los años 60 a 65 se caracteriza por el desarrollo de las luchas civiles de los negros, la incorporación de vastos sectores de la juventud a estas luchas, la música folk de los baladistas Joan Baez, Peete Seeger y Bob Dylan (cuyo "Blowing in the Wind" se transformaría en el himno de los combatientes de los derechos civiles) y, por último, la creciente resistencia estudiantil a la guerra de Vietnam.
Esta es una etapa políticamente activa, que tiene su epicentro (en lo que hace a la juventud blanca) en los estudiantes concentrados y organizados de las universidades: en su momento "activista" de la revolución. Pero por debajo y a los costados de este movimiento crecía una revolución cultural que habría de involucrar a nuevos y mayores sectores de la juventud: los hippies.

El demonio del rock
Si el jazz había sido para los beatniks el alma del negro, y si un puñado de los mejores espíritus norteamericanos se había volcado hacia allí y había formulado nuevas pautas de vida, poco después iba a aparecer el mismo fenómeno en sectores mucho mayores de la juventud. El punto de partida fue Elvis Presley. En cierto sentido, Presley es lo contrario de los beatniks: un camionero de 20 años toma el ritmo negro del "rythrn and blues", lo simplifica, lo vulgariza y aparece moviéndose torpe, histéricamente al compás de un ritmo agresivo, brutal; en otro sentido, es lo mismo: lo que ellos habían hecho en pequeño, al margen de la sociedad, en el más alto nivel espiritual (Ginsberg, el mejor poeta norteamericano; Mailer y Kerouac, los mejores novelistas de la última generación), Elvis lo hace para la masa de la juventud, desde el centro del aparato comercial, con una torpeza ilimitada; y sin embargo es lo mismo: Elvis devuelve las razones para vivir, devuelve el cuerpo, la sangre a la tierra de la tecnología, a la pálida legión de los sin cuerpo. Jerry Rubin cuenta el efecto que hizo en su generación la aparición de 'Elvis, the Pelvis': "En apariencia, el mundo de los años cincuenta tenía la misma placidez que la cara de Eisenhower. Satisfecho y beato como él. Papá miraba con orgullo su casa y su automóvil, su jardincito cortado con la máquina de cortar el césped. Todos estos bienes justificaban su vida. Él intentaba darnos una buena educación: quería enseñarnos a caminar rectamente por el camino del Éxito:
Trabaja, no juegues; estudia, no vagues; obedece, no hagas preguntas; intégrate, no te hagas el
distinto; sé serio, no te drogues; haz dinero, no hagas historia. . .
Ya no se sabía dónde estaba uno. Cómo comprender que hacía falta trabajar mucho para comprarse perreras cada vez más altas, coches cada vez más largos, jardines cortados
a máquina cada vez más grandes?
Uno se volvía loco. No se podía tener más.
Elvis mandó al diablo la cara de torta de Eisenhower, sacudiendo con todo nuestros jóvenes
cuerpos que antes estaban atrapados. La energía salvaje del rock explotó en nosotros, hirviente,
ardiente, viva, y el ritmo liberó nuestras pasiones.
Música para liberar el espíritu, música para unirnos, libertad.
Elvis nos decía: ¡¡déjate ir, déjate ir, déjate ir!!"
El rock se extendió con una rapidez y una violencia únicas; tras él, el hoola-hoop, el twist,
el hully-gully, el mashed potato, el dog, el smashed banana e infinidad de nombres más,
cada uno manteniendo el loco ritmo del rock yampliando su circuito.
En esa música encarnaban algunas de las necesidades más profundas de la sociedad norteamericana; y ella misma se transformaría en el punto de partida de una revolución en la conciencia y en el modo de vida de los jóvenes blancos. "Lo que algunos condenaban como signo de degeneración y decadencia moral era realmente un signo de salud, una señal de esperanza, de recuperación plena. Los negros, en la lucha por los derechos civiles, se habían puesto a decir: 'Tengo una mente'; los blancos respondían: 'Tengo un cuerpo' ".(E. Cleaver)
El delirio del rock trascendió incluso las fronteras de los Estados Unidos; cuando en 1957 se estrenó en un cine céntrico de Buenos Aires "Al compás del reloj", de Bill Halley y sus cometas, la gente salía a bailar a los pasillos o encima del tablado por adelante de la pantalla; la policía cuidaba la salida del cine porque temía que se produjeran motines; evidentemente, el rock, que captaba profundas necesidades de la sociedad norteamericana, respondía al mismo tiempo a ciertas cuestiones más universales. "El canto y la danza —dice Cleaver— son, quizá, tan sólo un poco más viejos que el hombre mismo. Con su música y su baile, que son la recreación mediante el arte de los ritmos implícitos en el movimiento de su vida y de su ambiente cultural, el hombre limpia su alma de las tensiones del diario esforzarse y mantiene su armonía con el universo. En el ambiente crecientemente mecanizado, automatizado, cibernetizado del mundo moderno (un mundo frío, incorpóreo, de ruedas y engranajes, de suaves superficies plásticas, de tubos, botones, transistores, computadoras, etc.) la necesidad que el hombre siente de afirmar su biología se ha vuelto en esa misma medida mucho más intensa. Siente la necesidad de una definición clara que le diga dónde termina su cuerpo y comienza la máquina, dónde termina el hombre y comienzan las extensiones del hombre. Esta gran hambre de las masas, que trasciende las fronteras nacionales y raciales, retrocede ante las sutiles subversiones del ambiente mecánico, que la tecnología está creando más rápidamente de lo que el hombre, en su actual relación salvaje con sus prójimos, es capaz de asimilar." Y a esta inadecuación fundamental, a este desajuste al que responde el rock, a través de formas socialmente aceptadas. Elvis Presley era al fin de cuentas un ciudadano ejemplar: no bebía, no fumaba, pagaba sus impuestos y leía la Biblia: pero sembró una semilla más rebelde que él mismo: él decía: "Déjate ir"; y a partir de los años 60 comienza una gran transformación, miles y miles de jóvenes toman literalmente en serio lo que Elvis les decía y se "dejaban ir": lo abandonarán todo, sus familias, sus casas, sus universidades y marcharán hacia las verdes colinas de San Francisco, hacia los barrios pobres de las grandes ciudades, dejándose ir, buscando nuevos valores, nuevas vidas; no se conforman con alternar el rock con la misma vida de antes; si durante tantos años habían podido tener un cuerpo sin saberlo, y ahora él aparecía con toda la fuerza de la revelación, entonces todo, todo debía andar muy mal. Y, como el rock había devuelto el cuerpo, las drogas abrirían las posibilidades de la mente.

LSD
El LSD fue descubierto por el científico Albert Hoffman en 1938; fue bautizado en alemán Lysergic Saüre Diethylamid. Hoffman describiría asi sus efectos: "Mi campo visual ondulaba y se distorsionaba como una imagen en un espejo cóncavo. Es particularmente notable el hecho de que todos los sonidos se transforman en sensaciones visuales. De manera que por cada ruido se produce una imagen de color y forma cambiante como un caleidoscopio". Pronto científicos y militares se interesan en la nueva fórmula: los militares, porque calculan que, con solo veinte litros, el ácido podría hacer efecto durante seis horas a todos los habitantes de una nación como los Estados Unidos o la Unión Soviética; los científicos porque les interesan ciertas posibilidades psiquiátricas de la droga. Durante treinta años, el lisérgico tiene una difusión limitada a laboratorios universitarios, investigadores, psiquiatras. Pero en el curso de 1961 el doctor en psicología Timothy Leary amplía el círculo de las experiencias al proporcionar el LSD 25 a los estudiantes del Centro de Investigaciones Psicológicas de Harvard. Este se extiende entre los estudiantes de Harvard, y muy pronto en los círculos intelectuales de toda California. Reemplaza y supera a la difundida marihuana, y aun a la mescalina y el peyotl (hongo alucinógeno mexicano); sus efectos son más rápidos e intensos: mil veces más "alto" que la marihuana es la comparación usual. En marzo de 1963 Leary y Alpert son expulsados de la Universidad de Harvard; el escritor Aldous Huxley, amigo de Leary, interviene por él, pero será en vano.
Para Leary, se trata fundamentalmente de una experiencia religiosa. Como tal continúa su campaña a favor del LSD. En la División Teológica de la Universidad de Filadelfia, en agosto del 63, Leary declara: "Hace tres años, en el transcurso de una hermosa tarde de sol, en el jardín de una villa de Cuernavaca, ingerí siete hongos de los llamados sagrados que me había proporcionado un sabio de la Universidad de México. Durante las cinco horas siguiente fui transportado en una experiencia arremolinadora que podría ser descripta con extravagantes metáforas, pero que, por encima de todo y, sin duda alguna, fue la experiencia religiosa más profunda de mi vida. . . No estéis tristes. El verdadero Dios no ha muerto. Ni siquiera se ha perdido. Nos espera sencillamente en la profundidad de nuestro espíritu. Estoy convencido de que sólo una espiritualidad exacerbada o mejor aún, por ser más rápida, una droga psicodélica puede conducirnos hasta el poder infinito. Haced como yo y conoceréis la alegría y el terror totales. Os será dado mirar a Dios de frente." La mayoría de los concurrentes a la reunión eran severos luteranos que se escandalizaron de las declaraciones de Leary. En el mismo mes Leary es detenido e interrogado por la policía; defiende el uso religioso de la droga. La discusión se desata en todos los Estados Unidos: teólogos, científicos, escritores y poetas entran en ella. Ginsberg y los demás componentes de la Beat Generation se declaran partidarios de su libre uso. En 1964 fundan con Leary la "Revista Psicodélica": en ella están, además de Ginsberg, Ferlinghetti, Schulberg, William Burroughs, Snyder. El prólogo del primer número dice: "Los últimos años han sido testimonio del profundo aumento de interés en lo que concierne a la alteración y el florecimiento de la conciencia. . . Hombres de ciencia y eruditos de las más diversas tendencias han reconocido la importancia de ciertas sustancias psicodélicas como poderosos instrumentos de exploración de la conciencia, haciendo posible la realización de experiencias visionarias".
La revista inicia un serio debate, en el que participan desde los expertos del gobierno hasta personalidades extranjeras; encara también el estudio y comentario sobre las experiencias de Henri Michaux y Rene Daumal. La Revista Psicodélica encuentra pronto gran difusión y lanza verdaderas campañas contra las frívolas tergiversaciones de la gran prensa. Con ella se completa un circuito del LSD, que había abarcado en una ardua polémica al gobierno y a los círculos académicos norteamericanos. Como antes había pasado con la marihuana, los comités científicos designados por el gobierno no consiguen demostrar que la droga provoque adícción física o psicológica. Pero pronto habría de abrirse el circuito del ácido: cuando éste confluye con la creciente cultura del rock que florecía en San Francisco.

 

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al margen

_________________El yage
Los beatniks hicieron numerosos viajes a México y otros países de América en busca de alucinógenos. El que sigue se un fragmento de una carta enviada por Ginsberg a Burroughs desde Perú el 10 de junio de 1960. Relata los efectos de una infusión que los indios llaman yage:
"Anoche asistí a una sesión habitual del curandero durante la cual se bebe la noche íntegra con unos treinta hombres y mujeres en una choza de las afueras selváticas de Pucallpa... Tomé una taza, un líquido preparado hace varios días y por consiguiente algo fermentado; me acosté y al cabo de una hora (en una choza fuera de su cabaña, donde cocina) empecé a ver o sentir lo que me pareció el Gran Ser, o algún sentido de Eso, que se aproximaba a mi mente como una gran vagina húmeda, me acosté en ella durante un rato, la única imagen que puedo identificar es la de un gran agujero negro de la Nariz-Dios a través del cual yo atisbaba un misterio, y el agujero negro rodeaba por toda la creación, en especial serpientes de colores, todo real. Su sentido era de tal manera real que me pareció ser yo mismo lo que esa imagen representaba. El ojo es una imagen imaginaria que da vida al cuadro. También una sensación de gran bienestar en mi cuerpo, nada de náuseas.
Se prolonga en distintas fases durante dos horas..."

_________________Rock

Elridge Cleaver cuenta la conversación de un grupo de negros que miran bailar una furiosa sesión de twist a los blancos.
"— ¡UUUy! —dijo un músico negro que había estado tocando en un baile y que ahora se dedicaba a observar a los bailarines—. Hombre, no entiendo nada de esto. ¡Oye, pellízcame, para que pueda creer lo que veo! ¿Qué habré estado haciendo todos estos años? ¿Por dónde habré estado? Oye, me he pasado toda la vida soplando la trompeta y jamás he visto nada como lo que está ocurriendo ahora. Sabes qué, que me voy a cortar de la marihuana. ¡Uuuuuy, mira esa
vieja! ¿Qué carajos está tratando de hacer? ¿Lo quiere menear o lo quiere romper? ¡UUUUy!
—Un negro barbado dijo—. No es nada, están tratando de regresar, nada más.
—¿De regresar? ¿De regresar de dónde?
—De dondequiera que hayan estado.

__________________ "Mi karma era nacer en los EE. UU."
Un personaje de la novela "Los vagabundos del Dharma", de Jack Kerouac, dice: "Los bodhisvastas del Tibet, todos ellos, hombres y mujeres, meditaban, ayunaban, tenían fiestas como ésta, volvían a comer, beber y conversar, peregrinaban, vivían en bijaras en la estación lluviosa y al aire libre en la seca, sin que se plantearan cuestión alguna en relación con el sexo, que es lo que siempre me ha gustado en la religión Oriental. Y lo que siempre he tratado de indagar entre los indios de nuestro país... Mirad, cuando era un chiquillo en Oregón, nunca tuve la impresión de ser un norteamericano, con todo ese idealismo suburbano, esa represión sexual y esa gris censura periodística, tan general y aburrida, separada de cuanto constituye un valor humano auténtico. Y cuando descubrí el budismo y todo lo relacionado con él, comprendí de pronto que yo había pasado por otra vida, hacía muchísimo tiempo, y que, a causa de mis defectos y pecados en esa vida, se me había degradado a esta más lastimosa clase de existencia. Mi karma era nacer en los Estados Unidos, donde nadie sabe divertirse ni cree en nada, especialmente en la libertad..."

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1- Uno de los principales conflictos internos que sufren los Estados Unidos es el racial
2- Norman Mailer: "Los Estados Unidos son una nación esquizofrénica"..
3- Elridge Cleaver: "Durante todos estos años, a los blancos se les ha enseñado a creer en el mito por ellos inventado, en tanto que los negros han tenido que encarar la feroz realidad".

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1 - "Una nación cristiana; una nación fundada sobre el cándido amor al Hijo de Dios". Tal parece ser el lema adoptado por los políticos norteamericanos.
2 - Richard Nixon.
3 - Los beatniks marcaron el retorno a las religiones y filosofìas orientales.

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1- Jack Kerouac, cronista del movimiento "hipster".
2- El punto común de la mística beatnik es la valoración de la contemplación. Los beatniks se interesan en todas las variedades del budismo.
3- Disturbios en la Universidad de Berkeley.
4- Bob Dylan
5- Joan Baez

 

 

 

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