Para la revista Life, "la rebelión fue dirigida contra la mayoría de las fuentes de
autoridad: universidades, padres, policía norteamericana, partido comunista ruso. Iglesia
católica romana, etc.". Se plantea una pregunta general: cuando esa autoridad es tan
seriamente cuestionada, e incluso socavada, ¿cómo puede restablecerse? Creo que la
rebelión de 1968 continuará prácticamente con el mismo ritmo durante los próximos diez
años. Fuera de moda en los años 50, las utopías vuelven a estar a la orden del día. Y
seguirán estando. La rebelión permanente contra las instituciones y contra los modos de
acción y de pensamientos antihumanitaristas está en marcha.
Es probable que esa evolución tome la forma de violencia pregonada por la "gran
revolución cultural" de Mao o el neo-Ba-bouvismo (Referencia a las doctrinas
comunitarias de Gracus Ba-boeuf) de Castro en las sociedades que experimentaron
humillaciones por parte del extranjero.
En resumen, considero que la revolución mundial de 1968 dio un impulso irreversible a lo
que el doctor Glenn Seaborg (Premio Nobel, presidente de la Comisión norteamericana de
energía atómica) ha anunciado como "el alba de una nueva era científica; una era
científico-humanitarista, una revolución pacífica que triunfará porque predica una
verdad esencial". Exigir que las instituciones humanas sean construidas, o
reconstruidas, para que cada uno pueda "seguir su propio camino", es la
reivindicación fundamental de todas las rebeliones antiburocráticas y antiautoritaristas
de 1968. Esto traduce al lenguaje contemporáneo la preocupación esencial del humanismo
del Renacimiento: saber que el hombre debería poder elegir y practicar un estilo de vida
compatible con su naturaleza, sus aptitudes y su constitución. Pero para un mundo que
sólo disponía de la ciencia y de la tecnología moderna, el individualismo humanista
sólo podía ser un voto piadoso, pero no un programa.
Personalmente, considero que por su naturaleza misma, la modernización es un fermento
revolucionario. Tiende a desarrollar formas de organización susceptibles de realizar el
principio humanista de la autodeterminación. Evidentemente, las burocracias centralizadas
crecen con la complejidad de las instituciones. Esta tendencia llega a su apogeo en un
cierto estadio del impulso hacia la modernización y la extensión de los medios de
comunicación. Pero en seguida comienza a declinar.
En un mundo en vías de modernización, cubierto por una red cada vez mas densa de medios
de comunicación, el hundimiento de una sola institución burocrática o autoritaria
libera fuerzas que, a su turno, causan la caída de instituciones similares. No es
indispensable que esas instituciones sean geográficamente contiguas, o del mismo tipo, o
que hayan alcanzado el mismo grado de irresponsabilidad y de autoritarismo burocrático.
Así, manifiestamente, los progresistas checos, que en enero tuvieron en ascuas a Novotny,
llevaron a los estudiantes norteamericanos a asociarse con la cruzada del senador McCarthy
contra la administración del presidente Johnson. Esta cruzada ha reportado una gran
victoria, primero en marzo, al obligar al presidente a abdicar, y luego en abril, al
llevar agua al molino de la rebelión en la universidad de Colombia, rebelión que
contribuyó a desencadenar la insurrección de los estudiantes franceses en mayo,
insurrección que, a su vez...
Comportarse como un hombre que sabe o como
un hombre que hace
Soy incapaz de enunciar una
teoría general y coherente que explique el fenómeno sin precedentes de 1968.
Sin embargo, me parece posible formular tres proposiciones, que nos ayudarán a comprender
lo que hemos visto en el curso de ese año. Y apoyarán la predicción de que la
"revolución autónoma" ya es irreversible.
Para liberarse del dominio de una naturaleza hostil, y tomar un cierto ascendente sobre
ella, los hombres siempre se esforzaron por comportarse como un homo sapiens o un homo
faber: un hombre que sabe o un hombre que hace. En mil setecientos años, la ciencia se ha
convertido, en el mundo occidental, en una rama tan dinámica y expandida de la actividad
social, que en lo sucesivo podemos considerarla como una empresa autónoma. Por otra
parte, la última guerra, poniendo brutalmente a prueba las posibilidades de la ciencia,
provocó un deseo universal de aprovechar los beneficios de la Revolución científica. Y
más particularmente del confort material que se desarrollaba de una manera tan particular
en Occidente. Por primera vez en su historia, el mundo entero descubrió que la abundancia
para todos era posible. Y también que los hombres no estaban forzosamente condenados a
desgarrarse entre sí en guerras estériles (o que, evidentemente, lo que ganan unos, lo
pierden otros).
Esta es mi primera proposición: el desarrollo acelerado de la ciencia y de la tecnología
(y su expansión de un punto al otro del globo) son irreversibles.
La segunda proposición se desprende de la primera: las naciones cuyos pueblos tienen por
objetivo aumentar su bienestar material, deben desarrollar continuamente sus empresas
científicas y tecnológicas, y en consecuencia, elevar continuamente su nivel medio de
instrucción.
Y mi tercera proposición se desprende de las dos anteriores: cuanto más rápido es el
desarrollo científico y tecnológico, más elevado es el nivel medio de instrucción,
cuanto más importante es el crecimiento económico de la nación, la autonomía del
individuo o del grupo cultural (canadienses, franceses o afroamericanos, por ejemplo) es
mayor, y la participación de todos los hombres en todas las formas de elaboración
colectiva de las decisiones es importante.
Cuantos más esfuerzos intelectuales reclama un trabajo, más inclinado a reclamar su
independencia está quien lo ejerce. Cuando mayor es la proporción de empleos que
necesitan un esfuerzo intelectual fuerte en un país, la autonomía personal y la
autonomía del grupo se exigen con más virulencia.
Cuanto más moderna y rica sea una nación, más sujetos serán, un día u otro,
independientes.
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Los estudiantes constituyen
un grupo efímero
Pero las grandes ideas y los
principios abstractos no se realizan solos. Para darles vida, se necesitan hombres que los
enuncien y luchen por imponerlos. ¿Quiénes son capaces de hacerlo? ¿De qué grupos
sociales saldrán los nuevos Prometeos que roben el fuego del cielo por amor a la
humanidad?
Karl Marx, observando la revolución industrial de mediados del siglo XIX, había estimado
que esos Prometeos saldrían de la clase obrera, del "proletariado". Por exacta
que haya podido ser la opinión de Marx a fines del siglo XIX (era mucho más válida de
lo que algunas críticas recientes dicen), tomó por mal camino al suponer que el mismo
grupo social continuará en esa función. El proletariado no es el principal grupo social
susceptible de engendrar nuevos Prometeos en los años 70 y 80.
Evidentemente, siempre se puede dar al proletariado una definición tan extensiva que se
convierta en un concepto no sólo inútil sino dañino. Para eso alcanza con reunir
artificialmente grupos sociales diferentes en el plano de la conciencia de clase, el
género de vida y los temas de interés. Los laureados con el premio Nobel de física
teórica y los obreros no especializados que trabajan en la cadena Ford "no poseen
los medios de producción". Pero querer considerar a esos dos grupos de
"trabajadores" como miembros de un mismo "proletariado" tal como lo
hacen algunas izquierdas nuevaolistas,'es caricaturizar la doctrina de Marx, y hacerle
perder todo derecho a la consideración en cualquier terreno que fuera...
Mi respuesta a la pregunta: ¿cuáles serán verdaderamente los nuevos Prometeos? se
desprende de las tres proposiciones antes enunciadas. Considerando el papel cada vez más
importante que tienen los colegios y las universidades en las naciones modernas, y
considerando la influencia creciente y el desarrollo constante de la clase de
"intelectuales prácticos" (corolario de la influencia creciente y del
desarrollo constante de la clase de "intelectuales teóricos"), el grupo social
que constituye actualmente la vanguardia de la revolución mundial permanente por la
independencia puede ser considerado como un complejo constituido por los intelectuales,
los científicos y los universitarios.
Los estudiantes, diplomados o no, y sobre todo aquellos que pertenecen a familias
acomodadas o ricas (para las cuales la instrucción tiene un carácter menos práctico)
son, tal vez, el elemento más activista, el más constante y el más "purista"
de ese complejo. Pero porque los estudiantes (en sentido amplio) constituyen un grupo
efímero, física y psíquicamente inestable, tienen pocas posibilidades de formular los
principios de base, o de crear y mantener las organizaciones indispensables para
transformar su deseo de autonomía en realidad.
"Lo único que les interesa,
es jugar con teorías"
Si existe una ilusión en la
vida, es creer que los conflictos con la burocracia y las organizaciones autoritarias
pueden ganarse sin contraorganización, sin una estructura racional. Esta ilusión
tenderá a desaparecer el día en que los activistas sensatos se tomen el tiempo de
estudiar las "lecciones de 1968".
El movimiento disperso que eligió al senador McCarthy como emblema podrá servirles de
ejemplo. Ese movimiento modificó de una manera decisiva la estructura de la política
norteamericana, demostró que un impulso de masas podía dirigir la orientación política
del gobierno. Esas decenas de miles de estudiantes (y de no-estudiantes) aprovecharon con
entusiasmo la ocasión de participar que se les ofrecía. Pero el movimiento McCarthy
quedó muy por debajo de sus posibilidades porque no supo constituir una estructura
organizada que hubiese permitido a los ciudadanos "seguir su propio camino".
Ilustró de una manera muy viva la tendencia que manifiestan los rebeldes contemporáneos
a contar con la "espontaneidad anárquica".
Y esta tendencia puede ser superada. Cuando los jóvenes checos fueron a Berlín Oeste a
discutir sus problemas con los estudiantes de la Universidad Libre, el corresponsal del
Christian Science Monitor se asombró por la diferencia que existía entre su tono y su
estilo y el de los estudiantes activistas berlineses. "Eran reservados, prudentes,
corteses." Se manifestaron rápidamente profundas diferencias ideológicas. Los
berlineses adoptaron una posición ultraizquierdista, exagerada e idealista, según los
jóvenes checos.
"Lo único que les interesa, les dijo una muchacha checa, es jugar con las teorías.
Desde hace veinte años, nosotros intentamos vivir con esas mismas teorías."
Otra agregó: "Somos la vanguardia del movimiento progresista (en Checoslovaquia) ...
Podemos expresar los sentimientos y las opiniones de todo el pueblo, porque somos jóvenes
y más libres que la mayoría. El resto de la población nos sostiene y somos conscientes
de nuestra responsabilidad ante ellos." En un país como los Estados Unidos, la
libertad universitaria está sólidamente anclada en las costumbres. La "industria
del conocimiento" es el sector económico cuyo desarrollo es más rápido. La
condición material y social de los profesores está en constante progresión. Creo que
entre nosotros, y probablemente en otros lugares, el profesorado formará la vanguardia
del movimiento por la independencia.
Los estudiantes tienen la energía de la juventud y su idealismo todavía no ha sido
corrompido por la experiencia, ni ahogado por las responsabilidades. Probablemente
continúan en el camino de la agitación. .Y si juzgo por mi propia experiencia y la de
mis colegas, el deber más importante será incitar a otros elementos del complejo
intelectuales-científicos-universitarios a emprender una acción socialmente responsable. |