El 3 de septiembre de 1966, con
falso pasaporte uruguayo, extendido a nombre de Adolfo Mena, el argentino Ernesto Che
Guevara penetró clandestinamente en territorio boliviano para vivir su última etapa
guerrillera. Nadie hubiera sido capaz de reconocerlo: usaba anteojos de gruesos vidrios,
se había afeitado la característica barba, tenia corbata y lucía una calva reluciente,
lograda a fuerza de navaja. Parecía un funcionario -eficiente y serio- de algún
organismo financiero internacional. Claro que en su abultado cartapacio no llevaba las
supuestas y habituales estadísticas monetarias, sino un plan revolucionario, largamente
meditado en su oficina de La Habana, cuando todavía ocupaba el puesto de Ministro de
Industrias en el gobierno de Fidel Castro.
Un año después -el 9 de octubre de 1967-, en el rancherío de La Higuera, en
plena selva boliviana, el Che perdía la vida durante un encuentro armado con fuerzas
gubernamentales, al mando del capitán Gary Prado. Eso, al menos, es lo que sostiene la
versión oficial, difundida por el gobierno del altiplano. uno de los biógrafos más
documentados del guerrillero -el periodista argentino Hugo Gambini- asevera, en cambio,
que Guevara fue capturado vivo la tarde del 8 de octubre de 1967 y ajusticiado al día
siguiente, por órdenes expresas originadas en La Paz.
De cualquier forma, lo cierto es que en 1962, en La Habana, dos izquierdistas
bolivianos, los hermanos Roberto (Coco) y Guido (Inti) Peredo, le presentaron a Ernesto
Guevara un plan político-militar, destinado a organizar en Bolivia una milicia
guerrillera, que fuera capaz de tomar el poder por la fuerza. Esa estrategia es la que
intentó llevar a cabo, como ya se sabe sin éxito, el controvertido comandante Ramón
(nuevo nombre de batalla adoptado por el Che), al frente de sus menguadas legiones
armadas.
LA ESTRATEGIA DE LOS PEREDO
El plan imaginado por Coco e Inti
(aceptado por el Che con algunas variantes estratégicas) pretendía instalar un foco
armado en el desolado Sur boliviano. La zona, en efecto, prometía inmejorables
condiciones para la lucha guerrillera: el aislamiento de la región, la densa selva que la
cubría y lo escarpado del terreno se prestaba muy bien para las articulares acciones
subversivas.
El sitio seleccionado para las primeras operaciones fue el eje formado por el río
Grande, que divide el país de Norte a Sur, originando dos grandes sectores geográficos,
el Oriental y el Occidental, antes de describir una curva y correr paralelo a la frontera
argentina. A unos 100 kilómetros al Sur del mencionado río hay un profundo cañadón,
cubierto por una tupida selva virgen, que puede ser trasformado en un inexpugnable
bastión fortificado. Ese lugar, poblado sólo por grandes cantidades de pájaros y
anímalas salvajes, recibe el nombre de Ñancahuazú, que en idioma quechua significa
"cabeza de río".
En ese enmarañado monte, Ernesto Che Guevara dispuso erigir la primera y
fundamental base de operaciones. Para convertir el terreno en un bunker, se hacía
necesario plantar escondites atiborrados de municiones y armas y disimular grandes
reservas de alimentos, medicinas y toda clase de vituallas.
Guevara, después de fortificar el cañadón de Ñancahuazú, planeaba guiar sus
hombres hacia el Norte, vadear el río Grande y dividir sus fuerzas entre las zonas de
Samaipa y Vallegrande, con el objeto de asediar las importantes ciudades de Cochabamba y
Santa Cruz. En ese punto, luego de ir sembrando por el camino un verdadero rosario de
polvorines y puestos de aprovisionamiento, las tropas guerrilleras iniciarían las
hostilidades contra el ejército boliviano. El cumplimiento de esa etapa inicial estaba
calculada para principios de setiembre de 1967: justo un año después de que el Che
entrara clandestinamente en Bolivia. Las maniobras imaginadas por Guevara respondían a
los clásicos axiomas de la guerrilla: no presentar batalla al enemigo si no se cuenta con
la más amplia seguridad de triunfo. Los bastiones proyectados y los pertrechos escondidos
respondían a esa consigna.
En verdad, toda la campaña se basaba en lo siguiente: una vez que las tropas
gubernamentales descubrieran la presencia de la guerrilla, éstas comenzarían su
repliegue hacia e! Sur, dividiendo sus fuerzas en pequeños grupos de gran capacidad de
movilidad, para desorientar a las fuerzas regulares. La táctica, en verdad, no era
demasiado novedosa. Con todo, desde el punto de vista exclusivamente militar, no dejaba de
tener un costado original, pues las futuras batallas habrían de darse en un terreno ya
conocido por los milicianos, con grandes disponibilidades de armas y pertrechos a su
alcance.
Por supuesto, esa circunstancia no era la única variante que podía desprenderse
del plan de los hermanos Peredo. Ernesto Guevara (con experiencia guerrillera en Cuba y en
el Congo, por donde había transitado antes de recalar en Bolivia) suponía que el brote
podía extenderse hacia Brasil, Paraguay, Perú y Argentina. En el calendario guerrillero
trazado por el rebelde comandante Ramón, estaba previsto que una fuerza de 50 hombres
cruzara la frontera argentino-boliviana en abril de 1969.
Pero nada de este plan habría de cumplirse: detectadas prontamente por el
ejército boliviano, las huestes de Guevara se vieron obligadas a entablar combate en las
peores condiciones y poco a poco fueron aniquiladas. Finalmente, el 9 de octubre de 1967
cayó el líder máximo y sólo cinco milicianos lograron refugiarse en Cuba, después de
ingresar a territorio chileno y llegar a La Habana vía isla de Pascua, Tahití y Praga,
discutido periplo ampliamente publicitado.
LA LUCHA Y LA MUERTE
Preparar y montar las piezas
iniciales de la guerrilla boliviana les costó a los rebeldes una cifra equivalente a los
73 mil dólares, 25 mil de los cuales fueron entregados a un peruano apodado Capac para
que reclutara, en el Perú, a los primeros 20 combatientes. El segundo jefe de la
guerrilla boliviana -que respondía al apelativo de Chino- se encargó de comprar armas y
municiones antes de partir para Ñancahuazú, a donde llegó en marzo de 1967, en
compañía del argentino Ciro Alberto Bustos.
Un mes antes, los hermanos Peredo habían iniciado la operación comprando una
propiedad en las inmediaciones y almacenando allí las armas y los víveres. En esa
oportunidad, un carnicero de la zona, de nombre Ciro Algañaraz, terminó advirtiendo los
preparativos y los denunció a la comandancia militar de Camiri. Aún no se sabía que
Ernesto Guevara era el jefe de la partida. Sin embargo, como su ausencia de La Habana era
muy notoria, los servicios de información del ejército boliviano no tardaron en asociar
los preparativos hilvanados en la finca de los Peredo, con la presencia del Che Guevara en
Bolivia.
A todo esto, el grupo inicial de rebeldes ya había viajado hasta el sitio elegido
para fundar la primera base guerrillera. Al puñado de bolivianos y peruanos se sumó un
contingente de cubanos, que penetró en Bolivia luego de viajar en avión hasta la URSS y
hacer pequeñas escalas en Leningrado, Moscú, Praga y Berlín. De esta última capital,
.los cubanos volaran hasta Río de Janeiro, San Pablo y Buenos Aires: quince días
pasearon por las calles porteñas antes de viajar a La Paz y de allí a Ñancahuazú,
donde los esperaba el comandante Ramón, con un frugal banquete guerrillero: era la
Navidad de 1966.
A mediados de marzo de 1967. después del informe de Algañaraz, el grupo de
guerrilleros sufrió un nuevo golpe: Vicente Rocaval, un combatiente reclutado un mes
antes, desertó pasándose a las fuerzas militares de represión. En realidad, según se
supo más tarde, Rocaval era un agente de los servicios castrenses de la Cuarta División
de Ejército, que lo envió a la zona guerrillera con la precisa instrucción de enrolarse
en las filas rebeldes. De esta forma los generales bolivianos tuvieron la certeza de que
el Che se encontraba en el altiplano.
Justo en ese momento engrosaban la guerrilla el francés Regis Debray, llamado
Danton, el Chino con varios hombres y Laura Gutiérrez Bauer (Tanía), que se convertiría
en la única mujer de las escuadras guerrilleras de Ernesto Guevara. Cuando todos
estuvieron reunidos en Ñancahuazú, el Che impartió la orden de fortificar rápidamente
el cañadón y .poner rumbo hacia el Norte, tal cual estaba calculado. Pero el 23 de marzo
se produjo el primer encuentro armado con el ejército y los planes debieron ser
modificados. En ese choque cayeron bajo las balas guerrilleras 5 soldados y 2 oficiales.
Aunque no hubo bajas en las tropas rebeldes, Guevara comenzó a darse cuenta que el
triunfo de la guerrilla era muy difícil, ya que no contaban con el factor sorpresa y ya
era imposible mantener un frente de batalla móvil. Lo único que pudieron hacer fue huir
hacia el norte y dividir las fuerzas en dos grupos: uno al mando del Che y otro a las
órdenes de Joaquín. El 3 de abril se pusieron en marcha, fuertemente armados: eran 42
milicianos, incluyendo a los dos jefes.
El día 7, el pelotón de Joaquín atacó a la guarnición militar de El Mezón. En
ese mismo momento, el Che asaltó el pueblo de Tiraboy, donde compró víveres y arengó a
la población de campesinos. El día 11, un batallón guerrillero comandado por el mismo
Ramón emboscó a una partida de rangers bolivianos y les asestó un rudo golpe: en sólo
unos minutos de combate fueron abatidos 11 soldados y 7 más cayeron heridos. Fue el más
sangriento encuentro de toda la campaña del Che. El último (después de ser detenidos
Debray y Bustos y de ser muertos Joaquín y Tanía en diversas escaramuzas) ocurrió cerca
del rancherío de La Higuera, en , la quebrada del Yuro, en el Norte boliviano.
A las 8 de la mañana, gracias a los informes de un campesino, un destacamento de
rangers al mando del capitán Gary Prado localizó y cambió algunos disparos con las
disminuidas tropas del Che. Al mediodía se produjo un encuentro frontal entre los dos
bandos, en el cual cayeron dos soldados gubernamentales. Los guerrilleros se parapetaron
detrás de unas peñas y poco a poco los rangers fueron ganando terreno hasta situarse a
unos 70 metros de los rebeldes. A las 15.30 se lanzaron al asalto de la fortaleza
guerrillera y dos de los defensores rodaron cuesta abajo, tocados por los disparos de las
metralletas gubernamentales. Cuando Prado y sus hombres se arrojaron sobre ellos,
comprobaron que uno de esos guerrilleros era el argentino Ernesto Che Guevara. Así, un
año después de iniciada, concluía la quimérica guerrilla boliviana, montada por el
obstinado comandante Ramón.
Guevara
al centro un retrato hecho por Ciro Bustos
el desaparecido General Barrientos almorzando con uno de sus
colaboradores. Después el cadáver desapareció; previamente alguien le cortó las dos
manos para que técnicos policiales lo identificaran
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Guevara y Tania
Urbano, Miguel, Guevara, Marcos, Chino, Pocho,
Pombo, Inti Peredo y un guerrillero no identificado
según sus biógrafos el Che fue ajusticiado el 9 de octubre de
1967 cuando se permitió a la prensa fotografiar el cuerpo yacente, la cabeza de Guevara
había sido levantada con una tabla ubicada de canto
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