Mercader (25 años) nació en
Madrid, de padre español y madre francesa. Vive en Uruguay desde 1953 y estudia Derecho.
Ingresó al periodismo en 1964 en el diario La Mañana y pocos meses después pasó a ser
redactor de El Diario, donde trabaja actualmente. Viajó en misión periodística por
varios países de América latina y Europa. Fue a Chile en 1965 gracias a una beca
convenida entre el Círculo de Periodistas Chilenos y la Asociación de la Prensa
Uruguaya. Tiene en televisión un programa periodístico semanal. También varios cuentos
y una novela escritos, sin publicar.
Por su parte, Jorge De Vera (37)
nació en Montevideo y actúa en periodismo desde 1955. Trabajó en el matutino El Bien
Público y actualmente es cronista policial de El Diario. Comparte esa actividad con su
labor en el Museo Histórico Nacional, donde ocupa un alto cargo y gana merecida
reputación como investigador. En la actualidad prepara un libro sobre el gaucho, su
historia y su interpretación. En el ambiente periodístico uruguayo se lo considera el
cronista especializado con mayor experiencia y capacidad.
Mercader y De Vera concluyeron el informe que se edita en estas páginas apenas
unos días antes de que el gobierno uruguayo dictara un decreto prohibiendo la difusión
de noticias referidas a los Tupamaros (medida que motivó el secuestro de la edición del
libro) y antes, también, de que el MLN cometiera los atentados del 7 de julio cuando
atacó y desarmó a ocho agentes policiales, matando a uno de ellos (Germán Garay Lamas,
51 años, cinco hijos) que intentó resistirse. En suma, lo que sigue es el trabajo más
completo publicado hasta el presente, en la prensa argentina, sobre el más terrible azote
terrorista que opera en América. Mercader y De Vera lo escribieron especialmente para
SIETE DÍAS.
En la madrugada del 20 de Junio
dos policías armados con ametralladoras de mano detuvieron sus motocicletas ante la sede
uruguaya de la General Motors, en el barrio suburbano de Sayago, en Montevideo. Su
presencia no sorprendió al sereno Andrés Aspiroz (52): se custodiaban empresas
norteamericanas en previsión de atentados por la visita al Uruguay de Nelson Rockefeller,
comisionado por el presidente Nixon para trazar un relevamiento latinoamericano. Pero los
policías no eran tales. En 15 minutos las oficinas de la GM se convirtieron en una enorme
pira. El fuego quemó instalaciones, archivos, tanques de combustible, surtidores y cinco
coches estacionados en el patio. Las pérdidas alcanzaron fácilmente el millón de
dólares. Al día siguiente, los periodistas que acompañaron a Rockefeller en su periplo
latinoamericano quedaron estupefactos: la moderna filial de la General Motors era un
montón de escombros. Las imágenes -en colores- se .vieron en las pantallas de la TV
estadounidense, mientras un locutor informaba que todo era obra de los guerrilleros
urbanos uruguayos: los Tups.
El .Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros había asestado, en efecto, uno de
sus más rudos golpes. No el último, porque al día siguiente, cuando el sonriente
gobernador de Nueva York se aprestaba a brindar su única conferencia de prensa en el
Uruguay, .los Tupamaros interfirieron una emisora radial para lanzar una proclama. El
contenido de este mensaje, al igual que el de los panfletos dejados en la GM, podía
resumirse en dos palabras: "Fuera Rockefeller".
En los últimos siete años los uruguayos han recibido con regularidad mensajes por
el estilo, aunque no logren acostumbrarse a ellos. Quizá porque les cuesta convencerse de
que en su país actúa un grupo armado clandestino que asestó ya medio centenar de golpes
acumuló un nutrido arsenal, obtuvo el apoyo directo de un millar de hombres y recaudó en
sus "expropiaciones" el equivalente de unos 200 millones de pesos argentinos.
Para una sociedad conservadora que sumió en el olvido la furia desatada por los
anarquistas en la década del 30, la violencia sistemática -como forma de protesta
política- le resulta extraña e inquietante. Sin embargo, los Tupamaros forman parte ya
de la realidad nacional y mal que les pese a los uruguayos la imagen de su país aparece
ligada en el exterior, por culpa de los terroristas, con la palabra "guerrilla".
¿ROBÍN HOOD EN EL SIGLO XX?
"Es lamentable que se los
presente como modernos Robin Hood", reaccionó el embajador uruguayo en Washington,
Héctor Luisi, ante un articulo sobre Tupamaros publicado en el semanario Time. En efecto,
ésa es la imagen que los Tupamaros buscaron cultivar en sus acciones desde que se
lanzaron a la lucha en 1963. La sutileza y el esmero en los golpes, el "toque
humano", el "gran respeto a todas las normas y tradiciones de la gente" que
reclamó el Che Guevara, y el afán publicitario, son atributos en la trayectoria del
Movimiento que contribuyen a delinear una apariencia única con respecto a otros grupos
guerrilleros. En las últimas semanas, sin embargo, dos hechos contribuyeron a desvirtuar
la leyenda de capa y espada alimentada desde diversos sectores: 1) El citado incendio de
la GM amenazó con liquidar la fuente de trabajo de 150 obreros y puso en peligro a
personas y bienes de la zona. La policía informó que el fuego pudo alcanzar el depósito
central de combustibles; de haber ocurrido, un par de manzanas de Montevideo hubieran
saltado por el aire. 2) Quince días atrás, diez hombres penetraron en la casa de)
senador Manuel Flores Mora, que se encontraba ausente. Tras amenazar con armas a sus
familiares, los Tupamaros revolvieron su escritorio en busca de ciertos documentos.
"¡Cobardes! -bramó después Flores Mora desde la televisión-; si tienen algo
contra mí díganmelo cara a cara, pero no se metan con mi mujer y mis hijos."
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Antonio Mercader
EL HOMBRE: RAÚL SENDIC
El influyente The New York Time
sostiene que los Tupamaros abren rumbos con una nueva estrategia de lucha armada en
América latina; la guerrilla urbana. Si es así, el proceso no fue voluntario sino
forzado. "En países con mayor proporción que el 50 por ciento de la población en
las ciudades (Uruguay tiene el 84 por ciento) la lucha revolucionaria no debe ser en
montañas y campos, sino guerra urbana, pues donde está la población reside la
revolución", señala un documento tupamaro incautado en 1967 por la policía. En sus
comienzos, el Movimiento no pensaba de la misma forma. Aunque la piedra de toque se ubica
en el fracaso de la Unión Popular (una alianza de los socialistas con otros sectores de
izquierda) en las elecciones de 1962, el grupo de jóvenes "ansiosos" de la
acción directa que fundó el MLN ensayó sus primeros pasos en el interior del país, no
en Montevideo. Miembros del partido Socialista, conjurados con elementos procedentes del
anarquismo y del enjambre de grupos que ya merodeaban la violencia, reciben su bautismo de
fuego el 31 de julio de 1963, diez años después del asalto al cuartel Moncada, en Cuba.
Ese día, el primer comando tupamaro asaltó la Sociedad de Tiro Suizo en el departamento
de Colonia (frente a la provincia de Buenos Aires). El botín: 35 armas largas y
municiones pero no irían muy lejos . Semanas después la policía los capturó a todos
excepto a su conductor: Raúl Sendic Antonaccio.
Calificado por la derecha como "delincuente común", respetado y admirado
por la izquierda, Sendic (Bebe para sus cofrades), de 42 años -los 7 últimos en la
clandestinidad-, ha sido sindicado hasta hoy como líder absoluto del Movimiento. Los
mitómanos hicieron su obra: su modesto origen rural fue rastreado al igual que su
fulgurante carrera dentro del partido Socialista y sus estudios en la Facultad de Derecho
(dos materias lo separan de una graduación a la que renunció voluntariamente). Estudioso
y apasionado, Sendic cobró relieve dentro de su partido.
En 1958, siguiendo instrucciones del PS, moviliza a los remolacheros de Paysandú y
a los cañeros de Salto. Hace lo propio en Artigas (departamento limítrofe con Brasil y
Argentina), donde se erige en conductor de los cañeros de las empresas norteamericanas
Cainsa y Azucarlito. El PS está hilando fino. Con rara visión comprende que sólo en las
islas proletarias del desolado campo uruguayo puede germinar la semilla de la subversión.
Sendic va más allá de lo previsto. En 1962 lanza a sus hombres en la primera marcha
sobre Montevideo, en reclamo de "tierras para trabajar". A raíz de un choque de
los cañeros con un grupo gremial opositor, una mujer muere baleada. Sendic es detenido.
Semanas después, cuando se abren las puertas de su prisión, tiene decisión tomada. Pero
debe aguardar: los hombres capaces de acompañarlo apuestan su suerte en la Unión
Popular. Mientras espera, escribe un artículo en el diario Época (clausurado en 1968),
que titula: "Esperando al guerrillero".
El posterior fracaso de la UP (1962) confirma su propósito: él será ese
guerrillero. Desde el asalto al Tiro Suizo, Sendic permanece en la sombra. Desde entonces,
su fantasma recorre el Uruguay. Lo reconocen como autor de varios golpes, es el cerebro,
el dirigente supremo del MLN. Sin embargo, hay quienes aseguran que Sendic renunció al
liderazgo del Movimiento cuando éste optó, en 1965, por la guerrilla urbana como forma
de lucha.
Jorge De Vera
Comunidad Eduardo Pinela: disfraz de una base tupamara
GUERRILLA URBANA, ÚNICA OPCIÓN
Condiciones geográficas por un
lado ("no tenemos lugares inexpugnables en el territorio") y, por otro, el
descalabro de la guerrilla rural intentada en la Argentina (1964) y Perú (1965), inducen
al Movimiento a establecerse en Montevideo ("'un bosque de cemento de 300 kilómetros
cuadrados"). La decisión se formaliza en agosto de 1965, cuando el MLN sabotea la
planta de los laboratorios Bayer ("por suministrar gases tóxicos a los yanquis en
Vietnam") y deja en el lugar, por primera vez, panfletos con la rúbrica
"Tupamaros". La organización ha encontrado nombre para sus seguidores.
Tupamaros proviene de Túpac-Amaru, el caudillo peruano que en 1780 sublevó a los indios
contra los invasores españoles. Tupamaros: sinónimo de criollo, rebelde y patriota por
oposición a los godos opresores, según se llamaba a unos y otros en la Banda Oriental a
comienzos del siglo XIX.
En 1965 los Tupamaros cortan los últimos lazos con sus grupos de origen. El
Movimiento decide abandonar su posición de "brazo armado de la izquierda" y
asume la "vanguardia revolucionaria" como grupo independiente. Según el
brigadier norteamericano Samuel B. Griffith -experto en contraguerrilla, prologuista de
las obras de Mao Tsé-tung publicadas en América-, es el pasaje de la Fase I
(organización, consolidación y preservación) a la Fase II (expansión progresiva).
Asentado en la ciudad, el MLN afronta a fines de 1966 una dura prueba cuando una camioneta
en que viajaba un grupo de adictos es interceptada por la policía. En el tiroteo, en
plena calle, muere el primer complotado, Cartos Flores. La opinión pública se conmueve
ante el hallazgo de una célula extremista en plena acción; la policía se lanza a la
calle y desmantela una tras otra cada base del MLN. Se practican detenciones y
allanamientos. En uno de ellos (el 27 de diciembre de 1966. a 30 kilómetros de
Montevideo), los tupamaros enfrentan a los agentes y mueren el guerrillero Mario Robaina y
el jefe del Comando de Radiopatrulla, Antonio Silveira. Este último a mano de otro
policía que dispara su arma por error.
Es un verano trágico para el MLN. La policía incauta ficheros y los primeros
tupamaros entran en la clandestinidad. La organización se repliega y aguantaría a pie
firme el aluvión policial a lo largo de todo 1967. "Hemos pasado el periodo mas duro
, donde son liquidados la mayoría de los movimientos revolucionarios sufriendo muertes y
presos, pero sin ser destruidos", explican en la carta dirigida a la revista semanal
montevideana Al Rojo Vivo, en marzo último.
En 1968 el MLN se consolida y ejecuta golpe tras golpe. Tras el atentado de julio
contra radio Ariel, del doctor Jorge Batlle (líder colorado de la fracción Unidad y
Reforma, que apoya al actual gobierno), los tupamaros secuestran el 7 de agosto al
presidente de Usínas y Teléfonos del Estado (UTE). UIysses Pereira Reverbel. Cinco mi
hombres de la policía y del ejército registran Montevideo inútilmente: los guerrilleros
entregarán con vida a Pereirá en el momento oportuno (5 días después) sin dejar el
más leve rastro.
La policía investiga en las cloacas de Montevideo
América García Rodríguez (alias Mariela) una de las muchas
mujeres enroladas en el Movimiento. Permanece prófuga
Raúl Sendic Antonaccio: para muchos, el líder indiscutido del
MLN. Permanece en la clandestinidad, y esta foto (tomada en 1962) es la única que
atesoran los archivos de la policía uruguaya
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