Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO

 

 

CANCION DE PROTESTA
¿Banderas limpias en manos sucias?

Entiéndase que el objetivo de  la mayoría de las notas de estas páginas es de simple exposición. Las contradicciones históricas que hayas heredado o mezclado sobre los distintos temas y épocas corren por tu cuenta.
La nota que sigue es de enero de 1971; vivíamos en dictadura de Levingston y es de la revista Extra dirigida por Bernardo Neustadt. Al margen de lo testimonial que puede resultar, si se toman el laburo de analizarla, con algo más que una rápida leída, puede salir a brotar una cuestión: las deformaciones de imágenes adquiridas que las historias simplificadas nos han metido en el bocho.
Tito demoron

protesta2.jpg (21589 bytes)

 

 

 

El envase dice:
Canciones de Protesta

La publicidad dice: "Auténtica, revolucionaria y agresiva toma de conciencia social y política de los creadores de música popular.
El envase es seductor. Los avisos, convincentes. Pero, ¿y el producto? Antes de comprarlo, le recomendamos se pegue una vuelta por esta nota. En ella, algunos de los "protestones" más insignes reniegan de la etiqueta. Rechazan el título que los embarca en un triste negocio: el de la frívola y superficial industrialización de frustraciones, males y tristezas de los argentinos. El síntoma es significativo. Los que saben protestar en serio y con talento son los primeros denunciantes de la "industria-de-la-protesta-con-música". Sin embargo, cabe respetar el auge del pseudo-invento ("siempre hubo canciones de protesta"): la Gran Mufa Nacional busca cauces y en su desesperación puede encontrarlos donde no existen. Hasta en los rezongos inconsistentes de "Las cosas que me alejan de ti"...

Ellos mismos no saben muy bien quienes ni cuantos son. Tampoco se hermanan por el estilo, el género y -digámoslo- por la calidad. Su denominador común es algo indefinido, nebuloso y hasta equívoco.
Movidos todos ellos, eso sí, por una discrepancia con el statu quo, establishment, sistema o como quiera usted llamar a la realidad que le disgusta, no tienen una coherencia filosófica, política, ni siquiera musical definida. Lo que pocos saben es que protesta no es rezongo. Según el Pequeño Larousse, rezongar es gruñir o refunfuñar; en cambio, protesta significa una promesa positiva, por ejemplo, promesa de amistad.
Y como es difícil ordenar material tan heterogéneo doy la palabra -o el canto- a los indiscutidos; así, en una de esas, y a pesar de la falta de guitarra, la nota se va haciendo sola.
Nadie con más derechos que María Elena Walsh para abrir el debate.
-María Elena, ¿existe la canción de protesta?
-No. En todo caso uno no las conocería, porque una verdadera canción de protesta estaría prohibida aquí y en cualquier parte.
-¿Cómo definir tus canciones que hacen referencia a la realidad política o social?
-Son simplemente canciones. Siempre existieron, responden a un estado de ánimo individual y colectivo. Esto de que la canción de protesta es un invento actual es un disparate. Yo considero si una canción es buena o mala. No me gusta rotularlas de otra manera. Las grabadoras y las editoriales han tenido mucho éxito al hacer llamar protesta a ciertas canciones y suscitar así un alboroto periodístico en torno de ellas.
-¿Crees que la canción cambia o "conscientiza"?
-Creo que son una de las tantas armas que utiliza nuestra sociedad para perpetuarse, al contrario de lo que podría pensarse.
Pero diga lo que diga, no puede negársele elocuencia al humor de que hace gala. Escuchemos sus dos últimas:
The Kana
Ella me cuida,
ella veía por mi vida,
me defiende del ladrón,
me da siempre la razón;
es justiciera
cuando menos uno espera
y a la salida de la Facultad
lucha por la libertad.
La policía mamá,
La policía,
vela por el ciudadano,
lo protege noche y día
y lo lleva de la mano
por la buena vía,
en todo el mundo hace el bien
sin mirar a quien,
le brinda paz y bondad
a la humanidad.

Aria del Salón Blanco
El Sr. Jorge Garrido
escribano de gobierno
bajo el busto de la patria
vio pasar más de un invierno
vio mandar más de uno al cuerno.
El filósofo escribano
piensa de los juramentos
como a las hojas de otoño
siempre se las lleva el viento
o quizás un regimiento.
Bombas y comunicados
no le alteran nunca el gesto
él inscribe en la historia
al funesto y al depuesto
y al que ponen de repuesto.
El está firme en su puesto
ante páginas tachadas
y en el fondo de su almita
piensa que no somos nada
que uno se hunde y otro nada.

protesta1.jpg (25508 bytes)


Hablo luego con alguien que tiene antiguos títulos como cantor de protesta: Facundo Cabral. Sin embargo, con esa dulce reciedumbre que la hace hilvanar poesías mientras habla declara:
-Yo ahora no protesto. Aunque, pensándolo bien, todo canto es una protesta. Sí, todas las letras que ahora canto son mías, es muy difícil cantar la experiencia de otro. Sólo cuando se llega a un nivel muy alto, por ejemplo, Atahualpa en Los ejes de mi carreta, o José Martí, se hace de uno la experiencia de otro. Eso debe ser la canción y ésa es la canción que tiene un compromiso, la que compromete al que canta y al que está escuchando. Atahualpa había solamente del ruido de los ejes de la carreta, pero yo los oigo, los hago míos.
-¿Usted cambió últimamente de actitud?
-Sí, cambié este año. La protestita no sirve. Se ha convertido en un negocio. Ahora estoy identificado con la canción testimonial.
-¿Usted fue uno de los primeros que cantó protestando o que protestó cantando aquí, en la Argentina?
-Sí, yo fui el primer. Estaba Yupanqui, a un nivel muy gordo. Y Discépolo. Pero estoy más cerca de Atahualpa que de Discépolo. Atahualpa discutía, Discépolo lloraba. Atahualpa vivía al aire libre. El camino de la canción es construir, no destruir. Los temas que yo hacía antes, plantear la situación gris, ya no me interesan. Es mejor que la gente conozca los colores. Aunque la mayoría no elija, mejor dicho, acepte lo que le dan. Si uno es poeta, si uno quiere hacer arte, tiene que tener como meta los dioses, no la gente; no hay que descender al nivel medio, uno el poeta, piensa la vida;la gente en lugar de pensar, trabaja. Entiéndase bien, yo también trabajo, pero si yo soy un hombre, la lata no vale nada.
-¿Nota usted un cambio de actitud en el público?
-El cambio es total. Es que han pasado muchas cosas. Hay una obra gigantesca en las ciencias y las artes, Fellini, Buñuel (y muchos más que cita tan rápido que no puedo tomar nota), María Elena Walsh, replantean muchas cosas. Imagínese a Machado escuchado por un tipo como Serrat, que tiene todo el derecho a hacerlo. El cantor es un juglar es el que representa el optimismo, no el que está detenido. Si hay un compromiso, éste es cantarle a la gente lo que le pasa a uno.
Entramos en el salón de La Cebolla. Con una guitarra que apenas rasguea, Facundo dice y canta lo que acaba de explicar. Le doy la razón.
Hay alguien que no puede faltar en una nota sobre la protesta: Alejandro Mayol, el sacerdote rebelde y casado, que no ha renunciado ni a su fe ni a su vocación. Lo visito en casa de Juanito Fernández Madero, escribano, cantor muy diferente del que mereció el Aria del Salón Blanco. Ambos, Alejandro y Juanito, son compositores y poetas, y me hacen escuchar viejas y nuevas canciones algunas de ellas conocidas por el público a través de recitales y discos y todas referidas a problemas de actualidad.
Dice Alejandro: "No hay canciones de protesta. Hay canciones. Yo no soy cantor de protesta. Ahora parece que eso es comercial, hasta cierto punto digerible. La canción es poesía, es el resultado de una alquimia que te produce el mundo dentro de tu ser.
Si hay un "cordobazo" lo expresarás de una manera, si hay una "invasión inglesa" de otra"
Dice Juanito "Hay un cambio de mentalidad. También en la música con letras no agresivas.La poesía de Los Beatles, por ejemplo busca otros valores. Hay dos cosas: una expresión artística que busca justificar el sistema (sería el desarrollismo del arte), no cambiarlo, sino modernizarlo, y la otra, que quiere salir del sistema y tratar de quedarse sin puntos de referencia. Esto es lo que se ve en poesía, en pintura. La ruptura de esquemas es dejar a la gente desarmada, una necesidad de trascendencia".Después del pequeño recital privado escuchamos otra voz que merece una adhesión sin retaceos por su calidad musical y vocal y por su repertorio. 

Se trata del uruguayo Daniel Viglietti uno de cuyos long-playings, "Canciones para el hombre nuevo", incluye recopilaciones de Yupanqui y letras de Liber Falco, García Lorca, Rafael Alberti, Cesar Vallejo, amén de las suyas. Una de éstas, la milonga "A desalambrar", dice así:
Yo pregunto a los presentes
si no se han puesto a pensar
que esta tierra es de nosotros
y no del que tenga más.
Yo pregunto si en la tierra
nunca habrá pensado usted
que si las manos son nuestras
es nuestro lo que nos dé...
A desalambrar, a desalambrar,
que la tierra es nuestra,
es tuya y de aquél.,
de Pedro y María y Juan y José...
Daniel Viglieti, que es excelente músico y cantor declara:"Necesito la palabra. La circunstancia histórica y social me exige decir, no sólo cantar. No es que otros sentidos y otros contenidos de la música no valgan. Pero yo, en este momento, necesito la palabra: la palabra que sugiera, que desentrañe, que impulse".
Otra voz excelente, pero de personalidad muy diversa, Marikena Monti, declara:
"Creo que la canción de protesta es una etiqueta que se usa como se han usado la iracundia, el hippismo y la rebeldía. Esas cosas han existido toda la vida y de repente se ponen de moda. Wagner, Beethoven y, guardando las distancias, Discépolo fueron rebeldes. Picasso protestó contra la guerra con sus pinturas: aquí lo hizo Raquel Forner. Lo malo, o lo bueno (yo creo que lo malo), es que se hace un comercio de todo esto. Aunque creo que toda persona debe tener conciencia social, estoy en contra de la gente que sólo canta la tragedia, que los obreros se mueren de hambre y los chicos están abandonados. El artista debe dar testimonio pero también hay que hablar del amor, de Dios, el sol, la belleza y las injusticias sociales de las que nadie habla, de los seres marginados como, por ejemplo los marineros de los puertos de una canción de Brel".
Marikena ha preferido hasta hace poco canciones francesa, del citado Brel, de Brassena. Ahora está cambiando su repertorio, en el que incluye canciones de Spinetta, de los Almendra: Plegaria para un niño dormido (se le dice al niño que es mejor que no despierte para no ver el mundo en el que le tocará vivir);, de Mercedes Sosa, de Yupanqui, de Cortés, de Shussheim y Orgambide dedicada al quizás primer cantor de protesta de la historia, Francois Villón. Marikena acaba de componer su primera canción con música de Roberto (camaleón) Rodriguez. Al escuchar la noticia del terremoto del Perú sólo pensó en los chicos huérfanos, que tal vez ni siquiera sabían hablar el castellano, y escribió una canción dedicada al chico de América.
Entrevisto pues, a Jorge Schussheim músico y Orgambide escritor, en su agencia de publicidad. Schussheim saca una guitarra debajo del escritorio y canta:
Con sus pordioseros Francois Villon
con las prostitutas y todo su amor
toma el vino fuerte de la amistad
una vez y otra vez y otra vez más.
Le robó a los ricos, partió su pan
hizo lo que hizo, quién lo va a juzgar
era lo que era Francois Villon
un puñal, un violín y una canción.
Luego dice: "Las canciones de protesta existen, no por capricho ni por partenogénesis, sino porque hay un medio hostil contra el cual protestar. Se explica que en Estados Unidos haya un movimiento de más envergadura. Pero es ridículo hacer aquí canciones contra la guerra. Aquí se debe cantar contra la apatía, la censura, la tristeza, la estupidez. El arte es protesta contra las cosas viejas. Si no rompe esquemas antiguos deja de ser arte. No me gusta protestar por cosas grandes. Protesto por cosas chiquitas. Chejov decía:Describe un pueblo y habrás descrito al mundo entero. Yo no canto contra nada sino a favor de la libertad, la inteligencia, yo soy anti muy pocas cosas. Mi música no es popular porque el estilo de lo que debe ser popular se digita comercialmente, hay que respetar ciertos módulos, por ejemplo cantar las condiciones meteorológicas, además, las canciones populares están mal escritas porque es mas fácil vender lo fácil. Pero se ha producido un cambio. Ahora se escuchan las letras además de la música. El público quiere entender, de ahí la demanda de canciones inteligentes. La gente quiere que le digan cosas. Está buscando un nivel. Hay un receso de las ventas de cosas estilo Leo Dan. A pesar de la resistencia de las casas editoras, el nivel ha subido por la demanda del público. Un ejemplo es que le hayan dado el premio del Festival de Buenos Aires a Carlos Bisso. Dice poco (se refiere a la canción "Qué difícil es vivir entero") pero algo dice".
Hace poco, Shusshein cantó ante 3000 personas en Resistencia, junto con Marikena y Jorge de la Vega. Este me cuenta: "Tuve la más grande satisfacción y el mayor susto de mi vida. Había diarieros, lustrabotas, toda clase de gente humilde que decía:·que lindo es que nos canten sobre nuestros problemas hablando de manera tan clarita·". Jorge de la Vega, igual que Shusshein, que María Elena Walsh, apela al humor para expresarse, escuchamos su Inadaptación:
Esta canción es para usted
que vive más tranquilo
si toma té de tilo
Es para los que, con uso moderado
de alcohol y nicotina
nos hemos adaptado
Nos adaptamos a estar sonrientes
aunque seamos indiferentes,
nos adaptamos a los parientes
a los ministros y al presidente
De La Vega cree que todo el arte es protesta. Pero "la experiencia ha demostrado que la protesta artística favorece la evolución del sistema. La protesta es esperada. Y me parece inútil protestar contra el hambre, por ejemplo, porque si éste no se soluciona, es porque no se lo quiere solucionar. ¿quiere un alegato más vigoroso contra la guerra que ·Sin novedad en el frente· de Remarque?. Sin embargo, no evitó otra guerra. Lo único que puede hacer el artista es despertar las conciencias. Pero mire lo que pasó con Woodstock. El antisistema fue absorbido por el sistema y se convirtió en un producto vendible. El movimiento hippy es fallido porque también ha sido absorbido por la sociedad de consumo. Yo no quiero entrar en la sociedad de consumo con mis canciones como si fueran un dentífrico. No quiero imponerlas. Que gusten solas y a su debido momento".
Una voz totalmente distinta, singular que no apela al humor sino al "pathos" de la experiencia cotidiana, a la ternura y a la desazón de estar vivos en un mundo que no sabe dónde va, es la de Moris. Este podría encantar con su melodiosa voz de hombre joven, pero él le arranca sonidos desgarrados al son de su guitarra eléctrica y su ritmo beat, para cantar temas "como pedazos del rompecabezas incompleto que soy yo mismo".
-Yo no estoy con la rebeldía, no me dejo el pelo largo, no me visto de colores, ya pasé la rebelión contra los padres a los 20 años, no me gusta que se me diga "los jóvenes" porque yo soy yo; en primera instancia, le doy a cada uno la posibilidad de que sea distinto.
Cuando canté la última canción que compuse, la policía cargó.
-¡Es increíble!
-No es increíble. Es lógico dentro del sistema, porque vivimos en la violencia. Estoy contra eso, que es la cosa ma´s injusta y triste del mundo, atenta contra la dignidad del hombre. Sin embargo, ¿qué es un palo comparado con los misiles atómicos que están volando sobre nuestras cabezas?
-¿Cómo era la canción?
-Así:
El coche de la policía
está estacionado en la concentración
hay cinco hombres adentro
son encargados de la represión
Representantes del orden
de un orden que nos va a asfixiar
si matan algún obrero
será en defensa de la sociedad.
Moris aclara:"No utilizo la música para hacer política. Soy músico porque me gusta la música".
La voz de Moris brota del fondo de la experiencia y de la emoción. Por eso, dulce o disonante, aunque hable de "Pato, que trabaja en una carnicería" o de "Una tarde de sol", está hablando de nosotros y para nosotros.
No hemos hablado de la ya consagrada Mercedes Sosa, que testimonia al hombre de tierra dentro, ni del ganador del Festival de Río, el suave Piero, que le canta a "Pedro, campesino de campo ajeno, de la Juana, de la chacra, del arado, de la miseria", y que acaba de invitar a todos, a cualquiera a escribir y mandarle canciones; no he hablado de la promisoria Irene Morak, una de nuestras pocas "cantautoras" que en "La juguetería", una aparente canción infantil, hace una crítica social antibélica; no he hablado de "Pajarito" Zaguri y su Barra de Chocolate, ni de Gian Franco Pagliaro, quien por primera vez resultó ganador en un festival con una canción "de protesta", ni de las canciones de Miguel Abuelo, ni de las de Manal, etc. Tampoco de las de Nacha Guevara, que sofisticadamente ha dicho entre gracias y deliciosas zafadurías unas cuantas verdades.
Puede que, como manifestaron algunos de los entrevistados en esta nota, el sistema se trague a la protesta implícita en este tipo de canciones. No obstante, cabe desearles que superen su origen mercantilizado y cumplan con la misión que, lo quieran o no los autores, les impone la adhesión popular.
Martha Mercader