Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO

ezeiza00.jpg (57090 bytes)
LA MASACRE DE EZEIZA
(Yo fui testigo 1986)

-continuación-

 

EN 1972 LA DICTADURA MILITAR NEGOCIA SU SALIDA
COMO HACER PARA IMPEDIR QUE PERÓN LLEGUE A PRESIDENTE

Existen muchas maneras de contar la historia y múltiples posibilidades para la interpretación de los hechos que la configuran. Señalar —por ejemplo— que el 20 de junio de 1973 un avión Boeing 707 se desvía de la ruta estipulada y aterriza en la base aérea militar de Morón puede resultar, además de anecdótico, algo tan arbitrario como prescindible. Sobre todo si en aquel avión regresaba definitivamente a la patria uno de los hombres fundamentales de la historia argentina de las últimas décadas.

 

El general Juan Domingo Perón sobrevoló los cielos de su país un día en que la memoria congelaría tres expresiones sintetizadoras de la alegría y el desconsuelo que emparentó a millones de seres: "retomo. Ezeiza, matanza".
Pero no podemos contentamos con la arbitrariedad de lo anecdótico. Y aunque siempre existe la dificultad de establecer el instante preciso en que cada acontecimiento descubre su punto de partida, no nos equivocaremos al proponer el fracaso de la llamada Revolución Argentina como el renglón inaugural de esta página de nuestro pasado reciente.

Cuando resuena el Cordobazo la Revolución Argentina da un sencillo paso al costado

El 20 de junio de 1973 el general Perón aterrizó en la base aérea de Morón. Siete anos antes —exactamente el 28 de junio—, la Junta de Comandantes en Jefe se dirigía a la ciudadanía explicando las razones del derrocamiento del doctor Arturo Illia, y los objetivos de la Revolución Argentina.
"Unámonos alrededor de los grandes principios de nuestra tradición occidental y cristiana —concluía el texto de la declaración— que no hace muchos años hizo de nuestra patria el orgullo de América, e invocando la protección de Dios iniciemos todos juntos la marcha hacia el encuentro del gran destino argentino. Que así sea."
Una vez más, el pueblo asistía a la promesa de un horizonte próspero y atractivo, una vez más se invoca el orgullo de un pasado fatalmente perdido. "El presente —advirtió en alguna ocasión Santiago Kovadloff— ante dos instancias tan presuntuosas no puede ser otra cosa que una medida devaluada". La Revolución Argentina devaluó su tiempo pero, además, contaminó el futuro. El general Juan Carlos Onganía —conocido por su fervoroso anticomunismo— gozaba de la simpatía de los Estados Unidos, y aunque también era un entusiasta antiterrorista asumió la presidencia avalado :por la "pasividad expectante" de un buen número de sindicalistas.
Los sanos propósitos enunciados por el general de mirada fría y firme no tardaron en opacarse y perder la credibilidad que, en un principio, pudieron haber concitado. El amordazamiento de la actividad política, a clausura de Tía Vicenta -publicación dirigida por el humorista Landrú -, la muerte del estudiante Pampillón durante una manifestación en Córdoba aumentaron el descrédito del régimen.
En setiembre de 1969 es desbaratada la primera aventura guerrillera conocida en el país. "Nuestro objetivo principal era desarrollar la lucha por el retorno de Perón a la patria y al poder", explicaría después un miembro de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), capturado en el operativo de Taco Ralo, en la provincia de Tucumán.
El 15 de noviembre se espera una sublevación contra el "onganiato", pero ésta no se efectiviza. La resistencia comienza a sumar diversos matices. Por un lado recrudecen los asaltos extremistas contra puestos militares, or el otro tienen lugar violentos enfrentamientos callejeros entre estudiantes y efectivos policiales, en Corrientes, Rosario y Tucumán.
Corre el año 1969, y Córdoba emerge del mapa aliando a obreros y universitarios en las jornadas de agitación más intensas jamás vividas hasta esos momentos. El saldo conmueve a la opinión pública: 14 muertos, 93 heridos y centenares de lesionados entre civiles y uniformados. Las llamas que consumen los supermercados "Minimax", como repudio a la visita de Nelson Rockefeller, seguirán encendidas por una extensa etapa que, simbólicamente, esas mismas llamas prenuncian. Al día siguiente de este operativo incendiario —el 27 de junio— muere Emilio N. Jáuregui durante un acto en Plaza Once. El 30 es asesinado el gremialista Timoteo Vandor, a quien la tendencia revolucionaria peronista acusa por sus "buenas relaciones" con el gobierno.
El secuestro y asesinato del ex presidente Aramburu, en 1970, acelera la caída de la "administración Onganía", y el 8 de junio de ese año la junta militar reasume el poder político de la República. Ni horizonte de gloria, ni pasado de orgullo. La impiedad ya era presente.

En las paredes se escribe Perón vuelve. Levingston escucha "La Hora del Pueblo"

A la caída de Onganía sobrevino la incertidumbre: no se sabia quién iba a ocupar la primera magistratura ni cuáles serian los pasos a seguir por el elegido para tal responsabilidad. La tragedia y la farsa se combinaron implicando a la mismísima Junta Militar.
Finalmente un general, desconocido por la mayoría de los argentinos, debió interrumpir sus funciones en los Estados Unidos y entró en la Casa Rosada. Se llamaba Roberto Marcelo Levingston y, aunque le costara creerlo, era el presidente de la República. "Un ascenso", según la tradición de ciertos hombres de armas.
El flamante mandatario no tenía demasiadas alternativas: profundizaba los objetivos de la declinante Revolución Argentina o abría las puertas a la ciudadanía mediante una salida política. La demora en la definición cubrió un tiempo, el que se requirió para el desgaste de un juego a dos aguas, anticipadamente perdido.
La tarea de los grupos armados iba en aumento. Cada acción afloraba en los titulares de última hora concitando reprobación y consenso. El copamiento de la localidad de Garín el 30 de junio por parte de las F.A.R. (Fuerzas Armadas Revolucionarias) constituye un dato sobresaliente. Aquel despliegue advierte sobre la envergadura que asumía el accionar guerrillero. El asesinato del dirigente sindical José Alonso, poco después, hace decir a Levingston: "Otra vez, el crimen sin Dios y sin patria ha estado entre nosotros".
Con Dios o sin Dios, con patria o sin patria, el crimen, lo siniestro, continuó su escalada. Fernando Luis Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus son muertos en William Morris sospechosos de haber intervenido en el secuestro y asesinato del general Aramburu. Un abogado, Néstor Martins, y su cliente, Nildo Zenteno, son secuestrados. Nunca se volvería a saber de ellos.
Pero antes de este suceso una noticia alienta expectativas en el terreno político. Jorge Daniel Paladino —delegado personal de Peron— anuncia que el líder regresará al país antes de finalizar el año. Si bien la actividad partidaria continúa prohibida, peronistas, radicales, demoprogresistas, bloquistas, conservadores populares y socialistas confluyen en lo que se conoce como "La Hora del Pueblo".
"Ya no tiene sentido, hoy, como se ha venido diciendo durante todos estos años —expresaba su declaración—, discutir si la prioridad es económica o política. El hecho innegable es que no hay salida ni económica ni social porque los argentinos no pueden influir políticamente... Tampoco se puede seguir hablando de pacificación y unidad nacional; ahora, la pacificación y la unidad hay que hacerlas. No existe mejor forma de expresión y decisión política que la manifestada por sus órganos naturales y específicos: los partidos políticos".
Simultáneamente, los comunistas y otras agrupaciones de izquierda conforman el Encuentro Nacional de los Argentinos.
Desde los distintos balcones del frente político eI clamor es uno solo; "lEleccionesI"
En un último acto por prevalecer en su sillón, el general Levingston destituye al comandante en jefe del ejército. El gesto no está exento de patetismo. Al día siguiente —el 23 de marzo de 1971— Levingston renuncia a la presidencia, y el 26, Alejandro Agustín Lanusse se convierte en el primer mandatario con retención de su cargo como comandante en jefe del Ejército.

Lanusse, hábil negociador, anuncia que Perón no vuelve porque no le da el cuero

El cambio acontecía en un panorama marcado por la vertiginosidad y la proliferación de hechos que amenazaban con tornarse ingobernables . Arturo Mor Roig –un militante radical- acepta su designación como ministro del Interior, y anuncia el levantamiento de la veda política. Al mismo tiempo lanza el "Gran Acuerdo Nacional", una convocatoria a la participación y la unidad que se publicitó de las maneras más absurdas que recuerde este tipo de propaganda.
Lejos de desactivar la tensión y el clima de emergencia alimentado por los atentados, secuestros y muertes que la contienda guerrilla-represión arrojaba cada día, el GAN tuvo un efecto irritante para más de uno. La presunta candidatura de Lanusse a la presidencia y el tono "negociador" con que éste dirigía los contactos con Perón, quedaron evidenciados en la devolución de los restos de Evita y el cierre de los procesos que se le seguían al líder justicialista desde su derrocamiento en 1955.
Mientras tanto, la publicidad del gobierno mostraba a un jugador de fútbol, con la casaca de la selección nacional, que hacía "jueguito" en las pantallas de televisión: invitaba a todos "a participar en este partido". Algunos, claro, quedaban descartados: el matrimonio Verd es raptado en San Juan el 2 de julio, y el descargo del gobierno que se declara interesado en apurar las investigaciones del caso, consiste en apuntar la filiación peronista de los desaparecidos y su conexión con una célula subversiva. "Desaparecidos", todavía, era una palabra poco usada.
Juan Pablo Maestre y su mujer, Mirtha Misetich son secuestrados y asesinados el 13. El vecindario del porteño barrio de Belgrano era el escenario del estupor. Maestre tenía vinculaciones con las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), responsables del asesinato del teniente Asúa.
La ley de la selva aplicada por los organismos de seguridad, y las tácticas urbanas utilizadas por la guerrilla acompañaban el proceso de reactivación institucional. En cualquier esquina, a cualquier hora, una emboscada podía dictar el título de la noticia. Se sabe que las elecciones tendrán lugar el 25 de marzo de 1973, y que el presidente electo asumirá el 25 de mayo.
Se sabe, además, que 27 agentes policiales fueron muertos en enfrentamientos dentro de las jurisdicciones de la Capital y la provincia de Buenos Aires. Por su parte, Jorge Daniel Paladino renuncia como secretario general del Justicialismo y el nuevo delegado personal de Perón es Héctor J. Cámpora.
La simpatía del renunciante Paladino hacia el Gran Acuerdo Nacional lo lleva a manifestar su contrariedad ante la formación de un frente. Y de eso se trataba.
En marzo del '72 ocurren tres hechos sintomáticos: María Estela Martínez de Perón deja la Argentina y regresa a Madrid junto a José Lopez Rega; en Puerta de Hierro Perón recibe a Frondizi, y allí se habla de la necesidad de lanzar un frente; el autodenominado ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) secuestra al director de Fiat Concord, Oberdán Sallustro.
López Rega, el frente y el ERP ingresaban a la historia, y la historia acortaba los plazos: el Gran Acuerdo Nacional había fracasado. "Me devuelven a mi Evita. Si quisieran podrían devolverme mi pasaporte, pero no voy a andar mendigándolo", había dicho un año atrás Perón. La respuesta que confirmaba la frustración del GAN fue un guantazo lanzado a la cara del exiliado en Madrid por el propio Agustín Lanusse:
"...ahora la trampa es ésa: después de 17 años en que no se lo dejaba venir, y por eso se le hacía trampa, la trampa consiste en que se le dice: Venga, señor. Los otros días tuve una reunión con dirigentes gremiales, que pude conducirla como si fuera, ni más ni menos, que una simple conversación entre varios argentinos. Y al referirme a ese tema les dije que si Perón necesita fondos para venir, para financiar su venida, el presidente de la República se los va a dar. Pero aquí no me corren más a mí, ni voy a admitir que corran a ningún argentino, diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: porque no quiere. Pero en mi fuero íntimo diré: porque no le da el cuero para venir".


sigue

ezeiza0002.jpg (11971 bytes)
Cámpora organizó el regreso de Perón y volvió con él

ezeiza0003.jpg (19230 bytes)
El C. de O. en un acto celebrado
el 12 de mayo de 1973

ezeiza0004.jpg (10456 bytes)
José Rucci, protagonista de una
época cargada de violencia

ezeiza0005.jpg (8583 bytes)
"...preparen el cuero 5 X 1,
Trelew, ni olvido ni perdón ¡paredón!"

ezeiza0006.jpg (14465 bytes)
José Lopez Rega era una sorpresa
en el gabinete de Cámpora

ezeiza0007.jpg (20909 bytes)

Perón vuelve un 17: todavía no han terminado los ecos de la tragedia de Trelew

El desafío —o el convite— de Lanusse reactualizaba una visceral "asignatura pendiente" de la realidad argentina. A las tradicionales antinomias, a los viejos rencores, se le agregaba esta vez el dolor y la crueldad de una violencia inusitada.
El anuncio hecho por Héctor J. Cámpora sobre el regreso de Perón al país antes de finalizar el año, coincide con el intento de fuga que tiene lugar en el penal de Rawson el 15 de agosto de 1972.
El operativo permite a seis guerrilleros —de un contingente de 25— huir en un avión a Chile. El resto se entrega a los efectivos que rodean la base aeronaval de Trelew. Pero allí no concluye el episodio. De acuerdo con las autoridades, los 19 recapturados intentaron otra fuga un día que se transforma en paradigma de aquel periodo sangriento: 22 de agosto.
El comunicado difundido por el comando de emergencia de Rawson fue el acta de defunción para el asombro de los argentinos:

"Siendo las 3.30 del día de la fecha, en la guardia de prevención de la base aeronaval Trelew, lugar de detención de los 19 delincuentes subversivos evadidos del penal de Rawson, se produjo el siguiente acontecimiento: al realizar el jefe de turno una recorrida de control en el alojamiento de los detenidos, mientras los mismos se encontraban en el pasillo, al llegar a uno de sus extremos es atacado por la espalda por el detenido Mariano Pujadas, quien logra sustraerle la pistola ametralladora con la que iba armado. Escudándose en el mismo, intentan evadirse; el jefe de turno logra zafarse y es atacado a tiros resultando herido. En tal circunstancia, la guardia contesta el fuego contra los reclusos que se abalanzan hasta la puerta de salida, encabezados por Pujadas. Se inicia así en el local un intenso tiroteo a raíz del cual resultan muertos Mariano Pujadas, Jorge Alejandro Ulla, Humberto Adrián Toschi, Carlos Heriberto Astudillo, Eduardo Adolfo Copello, Humberto Segundo Suárez, Mario Emilio Delfino, José Ricardo Mena, Alberto Carlos del Rey, Clarisa Rosa Lea Place, Susana Lesgart, Ana María Villarreal de Santucho, María Angélica Sabelli y quedan heridos Rubén Pedro Gonet, Miguel Ángel Polti, Miguel Alberto Camps, Alberto Elias Kohon, Ricardo Rene Hidar, María Antonia Berger, los que son de inmediato atendidos en las instalaciones sanitarias de la base, no obstante lo cual fallece Miguel Ángel Polti. El resto es evacuado con destino a Bahía Blanca. Es de hacer notar que el lunes, el juez federal que entiende en la causa del copamiento de la cárcel y aeropuerto, hizo identificar por los testigos —según declaraciones de éstos— a los posibles asesinos del guardiacárcel Valenzuela, muerto en la oportunidad de la fuga de los detenidos de la cárcel de Rawson. Actualmente se instruyen las actuaciones en los fueros penal y militar, respectivamente".
Nadie en el país aceptaba esta versión. Más bien se pasaba al otro extremo y se pensaba que había sido una matanza a sangre fría, y el repudio generalizado, junto al temor por las posibles represabas de la guerrilla, caracterizó ese mes de agosto.
El 7 de noviembre, Cámpora anunció el retomo de Perón. Y efectivamente, el 17, tras 17 años de exilio, pisa el asfalto del aeropuerto internacional de Ezeiza. No era la vuelta definitiva, pero era la vuelta.

La fórmula Cámpora-Solano Lima gana las elecciones con cifras indiscutibles

Sólo 28 días permaneció en la Argentina. Fueron Jornadas de reunión tras reunión, conferencias de prensa, ansiedad por conocer "de cerca" el pensamiento del jefe del movimiento justicialista. Balbín y Frondizi asistieron a la casa de la calle Gaspar Campos donde la multitud no dejaba de corear el nombre del líder y hacer retumbar sus bombos.
El 15 de diciembre el FREJULI (Frente Justicialista de Liberación) proclama la fórmula presidencial Héctor J. Cámpora – Vicente Solano Lima.
El frente desechado por Paladino reunía a frondicistas, conservadores populares, populares cristianos y peronistas. El radicalismo también había resuelto sus candidatos: Balbín – Gamond.
A comienzos de 1973, la Junta de Comandantes intenta la disolución del frente peronista adjudicándole un significado subversivo al lema "Cámpora al gobierno, Perón al poder". La solicitud fue rechazada por el fuero judicial, lo que robusteció el ánimo de los adherentes al FREJULI y favoreció el estrechamiento de sus fila.
El gobierno no cejaba en sus equívocos: el 6 de febrero prohibió el regreso de Perón a la Argentina hasta que no asumiera el gobierno emergente de las siguientes elecciones. Tales actitudes, desprovistas de toda practicidad política, eran entendidas como "berrinches" de la mejor escuela infantil por los observadores de la coyuntura. Esta opinión queda confirmada con la advertencia que Arturo Mor Roig hace públicamente, al esgrimir su virtual renuncia para el caso que el FREJULI fuera impedido de participar en los comicios.
Se difunde entonces un documento del Ejército destinado a subsanar las gaffes cometidas. Se titula "Compromiso de conducta que el Ejército Argentino asume hasta el 25 de mayo de 1977 para organizar la continuidad del proceso de Institucionalización y estabilidad del próximo gobierno".
"... los generales en actividad –rezaba el documento- en nombre y en representación del Ejército Argentino, resuelven... Asegurar su inquebrantable propósito de sostener la continuidad del proceso político y de acatar el pronunciamiento que manifieste la ciudadanía en las urnas, exigiendo que todos los que participan en él cumplan la Constitución y las leyes vigentes de aplicación.
"...descartar la aplicación de amnistías indiscriminadas para quienes se encuentren bajo proceso o condenados por la comisión de delitos vinculados con la subversión y el terrorismo".
El 11 de marzo se realizan las elecciones generales. La victoria del FREJULI es incuestionable: obtiene el 49,59% de los sufragios emitidos, sobre el 21,30 que consigue la Unión Cívica Radical. Terceros se ubican Manrique y Martínez Raymonda, por la Alianza Popular Federalista, con el 14,90%.
Pese a que la ley electoral preveía el ballotage para el caso de que ninguna agrupación alcanzara el 50%, se acordó dejar sin efecto la convocatoria a una segunda vuelta. Era evidente que en ese caso el triunfó de la fórmula Cámpora-Solano Lima habría resultado mayor aún.
Los grandes derrotados fueron los candidatos de la Alianza Republicana Federal, liderada por el brigadier Ezequiel Martínez (considerada ésta la fórmula del gobierno), y los de la Nueva Fuerza, una idea animada por Alvaro Alsogaray, famosa por la costosísima campaña que emprendieron (la más cara de todas) y que sólo logró un magro 1,96% de votos.
En el Congreso, la composición de la Cámara baja fue la siguiente: sobre 234 bancas, 145 correspondieron al FREJULI, 51 a la UCR y las 47 restantes se repartieron entre otros nucleamientos. En el Senado, sobre 69 bancas, 43 correspondieron al FREJULI, 12 a la UCR, y 14 se repartieron.

Cámpora asume en medio de un "Se van y no volverán" gritado por toda la plaza

La violencia recrudece durante el mes de marzo. En una declaración a la prensa, desde España, Perón opina que la misma desaparecerá una vez que se extingan las causas que la originan.
El vaticinio tiene como telón de fondo un lamento de sirenas interminable. Los estallidos, los tiroteos y los "ajusticiamientos" eran incesantes. Los nombres Montoneros, ERP, FAP y FAR eran familiares en las primeras planas y la audacia de ciertos operativos formaba corrillos en las esquinas.
Héctor A. Irribarren, jefe de Inteligencia del 3" Cuerpo de Ejército, es muerto por los Montoneros; el almirante Hermes Quijada, por el ERP; Dirk Kioosterman, secretario general de los mecánicos (SMATA), es acribillado a balazos que no reconocen procedencia segura, aunque se coincide en que se lo acusaba de "vandorista".
El 25 de mayo se vuelve una jornada imborrable. El presidente electo debe asumir el cargo. La Plaza de Mayo no llega a contener el caudal humano que hasta allí se ha desplazado. La multitud es pluripartidaria y los cánticos manifiestan la satisfacción generalizada: el regreso de los militares a sus cuarteles.
Al acto de asunción son invitados representantes de todos los países, pero se destacan las figuras del líder de la Unidad Popular de Chile, Salvador Allende, y de Dorticós por él gobierno de Cuba.
El gabinete queda integrado por Esteban J. Righi al frente del Ministerio del Interior; Juan Carlos Puig en Relaciones Exteriores; José Ber Gelbard en Hacienda; Ricardo Otero en Trabajo; Jorge A. Taiana en Cultura y Educación; José López Rega en Bienestar Social; Antonio J. Benítez en Justicia, y como comandante en jefe del Ejército, el general Jorge Raúl Carcagno; de la Fuerza Aérea, el brigadier Héctor Luis Fautario, y de la Armada, el vicealmirante Carlos Alvarez.
La noche de ese 25 centenares de militantes marcharon hacia las cárceles de Caseros y Devoto. Las consignas reclamaban la liberación de los presos políticos. El decreto no se hizo esperar, y la amnistía entró en vigencia.
Un estallido saludó la resolución. En la atmósfera flotaba una brisa juvenil, cargada de idealismo; era la primavera, esa que desconocía el sabor de las "castañas amargas".