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Trescientas personas toman, también en Rosario, la sede de la Dirección de Rentas
de la provincia para reclamar la renuncia de su actual director.
Las emisoras rosarinas que habían sido tomadas siguen en poder de la Juventud
Sindical Peronista, que responde a la conducción nacional de la CGT.
Doscientos ocupantes en la Dirección de Paseos de la Municipalidad de Buenos Aires
reclaman el cambio de autoridades.
Militantes de la Juventud Peronista ocupan la Capitanía de Puertos.
En Córdoba, activistas de la JP, JTP y JUP ocupan instalaciones de radio y
televisión de la Universidad Nacional. Mantienen la programación habitual y se limitan a
pasar comunicados.
En Neuquén, jóvenes peronistas ocupan durante una hora y media las instalaciones
de LU19, La Voz de Comahue. Imponen el nombre de General Juan José Valle a la emisora y
luego de emitir algunos comunicados proceden a devolverla.
Este es un extracto de las ocupaciones
de dependencias estatales, medios de comunicación, hospitales, universidades, etcétera,
que se publican en "La Opinión" del 12 de junio.
Este relevamiento no sólo no es exhaustivo, sino que tomamos sólo un día para mostrar
el clima que existía. Como dijimos antes, el país se había convertido en un campo de
batalla. Por un lado, las 62 Organizaciones y todas las agrupaciones que le responden; por
el otro, la Juventud Peronista, detrás de la cual actúan en las líneas directrices las
organizaciones armadas Montoneros y FAR.
Al mismo tiempo, la "Comisión Organizadora por el Regreso Definitivo del general
Perón a la Patria" da a conocer su primer comunicado para anunciar que centraliza
las tareas bajo la autoridad del Consejo Nacional del Partido Justicialista.
La comisión estaba dirigida por el teniente coronel de Investigaciones, Jorge Manuel
Osinde, que tuvo a su cargo, durante la primera y segunda presidencia de Perón, diversas
tareas en el Servicio Secreto del Comando en Jefe del Ejército y en la Dirección de
Coordinación de la Policía Federal. En 1973, gracias a su amistad con José López Rega,
obtuvo la Secretaría de Deportes y Turismo del Ministerio de Bienestar Social.
Además de Osinde, encargado de la seguridad del acto, los organizadores responsables eran
Norma Kennedy, por la Rama Femenina; el secretario general del Movimiento, el joven doctor
Juan Manuel Abal Medina; por las 62 Organizaciones, Lorenzo Miguel y por la CGT José I.
Rucci.
La Comisión Organizadora se aboca a resolver
aspectos prácticos del gran acto
La tarea más importante que tenía en
sus manos esa comisión, si deseaba crear un verdadero clima de fiesta popular, era la de
terminar con estas ocupaciones. Pero comenzó por resolver aspectos prácticos del acto:
Levantar una tribuna sobre el
puente denominado "El Trébol", en la intersección de la autopista a Ezeiza y
el camino de comunicación con la ruta 205, a unos tres kilómetros del Aeropuerto
Internacional de Ezeiza.
Reservar espacio en el palco oficial para la comitiva que acompañaría a Perón,
para una orquesta sinfónica nacional y para el periodismo.
Establecer el lugar donde aterrizaría el helicóptero que trasladaría al general
desde el aeropuerto al palco.
En esos días se supo también que el
cuerpo de Evita no sería trasladado en el charter, para no romper el sentido de
"festejo" de la fecha.
Dentro de esto, le tocó desempeñar un papel protagónico al Ministerio de Bienestar
Social, el cual tomó a su cargo las tareas de salud, movilidad y prensa, y dispuso la
instalación de 117 puestos de auxilio fijos y móviles y siete hospitales de campaña,
además de disponer en estado de alerta a todos los nosocomios de la zona. Como
precaución, el Ministerio editó y distribuyó una "cartilla" con instrucciones
elementales.
Por otra parte, las autoridades del movimiento quedaron perplejas ante la renuncia del
subsecretario de Obras y Servicios Públicos, ingeniero Jorge Horacio Zubiri. Mientras
Cámpora partía hacia Madrid en el charter, acompañado por importantes personalidades
del peronismo y sus aliados del FREJULI, un núcleo de obreros y empleados de la
Secretaría, de afiliados de ATE y UPCN, exigía la admisión de Zubiri.
Como reacción a estos actos que colmaban la paciencia de Perón, ese mismo día, el
secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, Juan Manuel Abal Medina, hizo un
enérgico llamado a las bases y militantes peronistas para que abandonasen las
ocupaciones. "La presencia y acción del pueblo pierde toda eficacia si no se
canaliza orgánicamente", señaló. Y luego añadió que cualquier actividad
"que escape de este principio esencial sirve objetivamente a los propósitos del
continuismo contrarrevolucionario".
¿Fue este un llamado a la obediencia en vísperas de acontecimientos importantes?
Los grupos en pugna entran en una lucha de
solicitadas como preludio a la guerra
"Perón y su pueblo" es el
título del mensaje del Movimiento Nacional Justicialista publicado el viernes 15 en una
extensa solicitada en todos los medios, con la firma de Abal Medina, secretario general,
Lorenzo Miguel por las 62 Organizaciones, José Rucci por la CGT y Silvana Roth por la
rama femenina. El texto termina diciendo:
"... señalamos a los compañeros peronistas que se encuentran en estos momentos
participando en la ocupación de edificios y dependencias públicas o privadas que deben
desalojarlas en el más breve plazo, dentro del mayor orden y controlando severamente que
no se produzcan daños contra bienes que son del pueblo.
"Finalmente dice el mensaje, el pueblo peronista y todos los argentinos
incorporados a la tarea de la reconstrucción y de la liberación nacional, deben volcar
sus energías para crear el marco de este 20 de junio. Día de la Bandera, que nos une a
todos y que marcará el histórico y definitivo reencuentro del pueblo con su
conductor."
Al mismo tiempo que se pide el abandono de las ocupaciones se convoca a Ezeiza como si con
estas palabras se estuviera llamando a trasladar allí, justamente, el campo de batalla.
Por supuesto, no era esa la intención de los firmantes.
La Juventud Peronista, por boca de su representante, Carlos Dante Gullo, que acaba de ser
nombrado asesor presidencial para asuntos de la juventud, acata la iniciativa del
secretario general hermano de un combatiente caído en la resistencia, pero
advierte enérgicamente que la JP "va a impedir, de cualquier manera y apelando a
todos los recursos con que cuenta, a los efectos de frenar y destruir cualquier intentona
de provocación maccartista y continuista por parte de sectores que desaparecieron en los
momentos de lucha y pretenden arrogarse representatividades que no le corresponden".
El mismo día en que se publican estas palabras, el barrio de emergencia de Loyola, por
ejemplo, es "tomado" por hombres de civil armados, que expulsan de las unidades
básicas a los militantes de la Juventud Peronista.
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La Juventud Sindical tampoco se queda en silencio. Por medio de una solicitada acusa
voladamente a la Juventud Peronista de elaborar una estrategia propia con la pretensión
de imponérsela al general. Se corren rumores de que la conducción de Montoneros le
habría hecho una propuesta a Perón, en tono exigente, haciendo pesar su poder de
movilización y su capacidad armada. Posteriormente la JSP subraya: "Toda acción se
neutraliza si se pretende obrar independientemente, sin adecuación a las directivas
impartidas por .la conducción del movimiento, desde sus más altos niveles."
Los miembros de la Juventud Sindical Peronista se autodefinen como
"integrantes del sector gremial-político, que es lo mismo que decir de las 62
Organizaciones". Además de proclamar su verticalidad, consideran que el 20 de junio
"debe ser la culminación de este pensamiento que debe comprender todo peronista, que
es lo mismo que decir todo argentino".
Con nítidos rasgos de intolerancia, es evidente que este sector quiere hacer pasar la
verticalidad justicialista no sólo a todos los que invocan el nombre de Perón para su
accionar político.
El ingeniero Zubiri es restituido en su cargo. Entra en el despacho acompañado por el
ministro de Economía, José Ber Gelbard, y por el secretario general del Movimiento, Abal
Medina. El gobierno oficial y el partido le dan su aval. Al día siguiente lo irá a
visitar personalmente el doctor Vicente Solano Lima, a cargo de la presidencia desde que
partiera Cámpora. Pero las cosas vuelven a la normalidad sólo en apariencia.
Los dos sectores en pugna se han declarado en guerra. Para la Juventud Peronista los
ocupantes son "provocadores marxistas". Para la Juventud Sindical Peronista se
trata de "infiltrados izquierdistas", con pretensiones
"independentistas" que atentan a la concreción del "Proyecto de
Liberación".
Perón rompe el protocolo al declarar que de
Ezeiza no piensa ir a la Casa Rosada
Cámpora, en Madrid, tiene un encuentro
breve con Perón, que por una ligera indisposición se abstiene de ir a la cena que brinda
el generalísimo al presidente argentino y a la cual estaba especialmente invitado.
En Buenos Aires se tejen mil versiones: que es un desaire al caudillo para no
comprometerse en la política que acaba de lanzar España de "cabeza de puente"
con América... Que Perón está en desacuerdo con la política "camporista"...
Lo cierto es que con el beneplácito o no del general Perón y no tenemos por qué
pensar que no, el dirigente español Francisco Franco afirma esa noche que el
programa del justicialismo "coincide con el que los españoles hemos tratado de
cumplir durante las últimas décadas". Continuó el paralelo entre una y otra
política subrayando que ambas propugnan la transformación del país "de un modo
profundo, que ha constituido una verdadera revolución fundada en los mismos principios
humanistas y cristianos que inspiran vuestra doctrina".
Es evidente que Franco no estaba "ofendido" por la ausencia de quien recordó
así en su alocución:
"El general Perón nos tendió generosa su mano amiga cuando éramos víctimas de un
asedio injusto."
Campara, luego de haber sido agasajado con todos los honores, de haberse entrevistado con
los principales hombres del gobierno y de haber gozado de un caluroso recibimiento,
también a nivel popular, se despide de Franco reafirmando los vínculos entre ambas
naciones, no tanto por su similitud en cuanto a proyectos de gobierno como por su
carácter "antiimperialista".
El anciano líder, que ha vivido 13 años en España, prefiere la retirada silenciosa y
anónima como su llegada y su estada. Por eso deja el protocolo, la pompa y el
recibimiento formal para el representante del gobierno argentino.
Finalmente, Perón tuvo varias entrevistas con Cámpora pero no trascendieron desacuerdos.
El único enfrentamiento lo tuvo, sí, con la Comisión Organizadora que había anunciado
a todos los medios que Perón, desde el palco en el puente "El Trébol", se
dirigiría directamente a la Casa Rosada donde se reuniría con los ministros alrededor de
la que fuera su mesa de trabajo, y de allí se trasladaría a Olivos a una cena ofrecida
por el presidente.
Esto era usurpar abiertamente los lugares que le correspondían al presidente y Perón, un
hombre con rígida formación militar, no iba a cometer semejante torpeza. Por eso, el
día anterior a su retorno, manda un terminante mensaje a los organizadores en el que
confirma su decisión irrevocable de ir, luego del acto en Ezeiza, directamente a su casa
en Gaspar Campos. También pide que no vaya la multitud, así puede descansar después de
tan largo y agitado viaje. Así, Perón reconoce su rol de líder popular pero no se
confunde con el aparato de gobierno.
La pretensión de la Comisión Organizadora, hasta último momento, de llevarlo a Perón a
la Casa Rosada, ¿obedece a un proyecto político o es un mero capricho?
¿Por qué, si los integrantes de la Comisión proclaman a viva voz la
"verticalidad", Perón tiene que salir casi en forma personal, y el día antes,
a desmentir el plan previsto por ellos?
¿No están todos jugando a la "verticalidad" pero tratando, al mismo tiempo, de
hacer pesar su proyecto propio? ¿Será verdad la teoría del cerco que empieza a elaborar
la Juventud Peronista? |