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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Diputados peronistas
Entre Vandor y Jorge Antonio

 

 

Revista Leoplán
Mayo 1965

 

El actual año legislativo se Inicia con un enigma:
¿cómo se comportarán los diputados justicialistas? La respuesta a esta pregunta también contesta el futuro político del Parlamento y la Nación.

Una de las características más notables de la política argentina es la inexistencia virtual de una izquierda clásica: la Confederación General del Trabajo -por ejemplo- es una de las pocas centrales obreras del mundo donde casi no existe influencia marxista y cuya doctrina, por lo demás, parece limitarse -en los hechos- a una suerte de social-democracia con fuerte matiz personalista y mítico. La circunstancia de que el principal dirigente de la CGT -José Alonso- haya realizado la apología de una estrecha colaboración interclasista, define el tono heterodoxo del nucleamiento sindical.

 

 

En el nuevo parlamento esa peculiaridad quedó nuevamente reflejada: sobre 192 diputados, tan sólo los cuatro socialistas argentinos (poco más del 2 % de las bancas, en representación del 2% de la ciudadanía) significan algo que se aproxima a la izquierda marxista (aunque en una variante generalmente reformista). Hay algo más: de los 180.000 votos socialistas argentinos, 150.000 fueron reunidos en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires.
Posiciones políticas vinculables al centro y a la derecha (dentro de la discutible clasificación tradicional) muestran, en cambio, su fuerza; la derecha contaría con unos 20 diputados (conservadores, udelpistas, socialistas democráticos) y el centro con 116 (radicales oficialistas, ucristas, frondizistas. demoprogresistas, democristianos, federaciones provinciales, independientes). El total de diputados se completa con los 52 legisladores peronistas (50 que forman el bloque y dos disidentes) y los cuatro socialistas argentinos.

LA ORTODOXIA HETERODOXA

El peronismo, que recoge la mayoría de tos sufragios provenientes de las clases trabajadoras, es definitivamente inclasificable dentro del esquema tradicional: mientras por su electorado se situaría a la izquierda, por la ideología de muchos de sus dirigentes se acercaría a las concepciones de derecha. y más aún, de extrema derecha (el periódico oficial del movimiento, "Retomo" -dirigido virtualmente por Raúl Jassen-, muestra abiertas simpatías por las concepciones fascistas)
La actitud del peronismo es, lógicamente. la más tentadora para los analistas políticos. Paulino Niembro, que dirige férreamente -con criterio de disciplina sindical- el bloque mayoritario, no parece tener relaciones excesivamente amistosas con los representantes del sector político del movimiento. Hombre de la Unión Obrera Metalúrgica, decidido vandorista, se muestra por momentos dispuesto a resistir las presiones del sector político de origen neoperonista (canalizado, muchas veces, a través del mendocino Serú García) y de algunos hombres de extracción sindicalista (como Carlos Gallo), embarcados aparentemente en la linea jorgeantonista.
En fin: ¿Qué se discute ahora en el peronismo? Cuando el bloque ortodoxo elegido el 14 de marzo resolvió invitar a los neoperonistas para integrar una bancada homogénea -pese a que los "neos" no habían suspendido sus ataques a la conducción oficial-, el oficialismo pareció respirar tranquilo: los justicialistas (se dijo) se disponían a "hacer buena letra". La explicación era obvia: los "neos" procedían de una rebeldía frente a Perón, que algunas veces fue adjudicada a intensas gestiones -oficiosas- del vicepresidente Carlos Perette. Antioficialistas decididos, de acuerdo con sus declamaciones públicas, los neoperonistas se habían avenido a apoyar en los hechos importantes iniciativas gubernistas, como la preelectoral emisión de dinero; opuestos desde siempre a las gestiones "profrente nacional*' -que marcaron el comienzo de su rebeldía política-, los neoperonistas parecían más cómodos como sospechosos de oficialismo que como hombres catalogables en el frigerismo. El magnate Jorge Antonio (financiador de "Retomo", periódico ubicado, por lo demás, en un categórico antifrondizismo) influía de alguna manera en los neoperonistas, aunque sin adherirse a la rebelión heterodoxa y manteniendo su lealtad formal hacia Perón.

LAS TRES VERSIONES...

El 15 de marzo, pocas horas después de las elecciones. Paulino Niembro (hombre de Augusto "Lobo" Vandor, dirigente gremial casi todopoderoso que -según se insiste en afirmar- no vería con malos ojos un "pronunciamiento" azul o, caso contrario, una alianza electoral con el frondizismo) anunciaba a periodistas amigos una rápida sucesión de actitudes que tendían a irritar al gobierno (votar contra la reelección de Arturo Mor Roig como presidente de la Cámara de Diputados, sufragando quizá por el midista entrerriano Raúl Uranga) y a provocar a los militares, todo en favor de una actitud que debilitara la estabilidad del propio gobierno (reclamar restos de Eva Perón, regreso de Juan Perón, etcétera). Con la conducción de Niembro, el peronismo ortodoxo parecía así dispuesto a reeditar una vieja alianza política (peronismo-MID) y a favorecer, simultáneamente, a algunos militares azules. presuntamente disconformes con el gobierno y deseosos de actuar.
Sin embargo, pocas horas después, el bloque "ortodoxo" abría sus brazos e invitaba a los "neoperonistas" a integrarse en el sector. Niembro, aparentemente, retrocedía en favor del "jorgeantonismo". Unos días más y. cierta declaración del bloque aclaraba que el peronismo no seria perturbador en la Cámara: los justicialistas parecían decididos a jugar en favor de la estabilidad del gobierno, de su propio crecimiento en la legalidad, con vistas a las elecciones de gobernador de 1967.
Esa actitud promovió comparaciones: el peronismo se inclinaba por una linea detonante en su oposición verbal al gobierno, pero casi oficialista en la practica. Como el radicalismo alvearista en la época de la Concordancia, se promovería una gran violencia declamatoria, pero se seguirían apoyando las leyes que el gobierno necesitara. "Jorge Antonio quiere un peronismo alvearista", se expresó entonces. No faltaban las interpretaciones, jugadas en tres niveles no excluyentes:
• Si el peronismo llega a un "statu quo" que permita su lenta integración pacífica en el régimen parlamentario liberal, nadie podrá impedir que dentro de dos años se encuentre gobernando en muchas provincias, incluyendo Buenos Aires. Se despojará de todo pretexto al "proscripcionismo".
• El movimiento necesita el apoyo financiero de Jorge Antonio; las finanzas de Jorge Antonio necesitan da conversaciones con el gobierno (interdicción de bienes, etcétera).
• Los peronistas se encuentran ideológicamente cercanos a algunas de las soluciones económicas propuestas por el oficialismo.

...Y LAS DOS TÁCTICAS

A fines de abril, "La Nación" destacaba en un comentario las óptimas relaciones existentes entre diputados peronistas y radicales del Pueblo: "Por su parte -decía el matutino- los diputados justicialistas decidieron no irrumpir en masa en la vida parlamentaria con actitudes explosivas. Las tácticas del sector contemplarían esencialmente consolidar su permanencia legal en el escenario político. Por el momento, se convino en no colocar al oficialismo en posiciones desairadas y concurrir a escuchar el mensaje presidencial del primero de mayo.


Augusto Vandor, el color "azul" no le disgusta


Jorge Antonio, dominaría el sector político

Esto ha traído en el peronismo otra preocupación: evitar que grupos partidarios pudieran perturbar con actitudes destempladas el desarrollo de ese acto. Finalmente, una reunión conjunta mantenida el viernes por representantes de ambos sectores pareció marcar la iniciación de un periodo de buenas relaciones entre radicales del Pueblo y peronistas" ("La Nación", 25 de abril de 1965).
En el peronismo gremial, sin embargo, se insistía a favor del mantenimiento de una posición rígidamente antioficialista (línea Vandor-Niembro, con apoyo desde las sombras del afrondizado dirigente de la carne, Eleuterio Cardoso) que debía tender a lograr las dos alianzas paralelas que buscan los sindicalistas peronistas y que resisten los políticos peronistas (y algunos gremialistas cercanos al neoperonismo): con el MID por un lado; con las Fuerzas Armadas por el otro.
Así, mientras el grupo de políticos y "neos" quieren mantener en el fondo la independencia del movimiento frente al frondizismo y los azules, los gremialistas insisten en que esa independencia es en realidad, una cobertura para disimular el acuerdo con el oficialismo.
¿Cuáles son las motivaciones de las dos tácticas? Fundamentalmente, cada grupo parece jugar a favor de la preservación de la propia especie: los políticos entienden que una alianza con el MID los desplazaría de la conducción del movimiento (los equipos políticos e ideológicos serían suministrados por el frondizismo), obligando a una alianza entre midismo como estructura partidaria y 62 organizaciones como estructura gremial que anularía las perspectivas de los "doctores" peronistas. Los gremialistas, en cambio, entienden que retomarían la iniciativa dentro del movimiento en tanto anulen a los políticos de adentro y obliguen a los políticos de afuera a entenderse con los sindicatos. El esquema, por supuesto, admite excepciones (como lo prueba la adhesión del político Iturbe al frentismo), pero lo cierto es que el justicialismo oscila entre el juego radical del Pueblo (que significa su autonomía política, pues es impensable una alianza con el oficialismo) y el juego con el MID (que significa frentismo) o los azules (toma de fábricas, agitación gremial).

(sigue)

 

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