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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

La censura


Fragmentos del programa
Yo fuí testigo
1986

Lutero y su miedo al autoritarismo
Lutero sentía un reverente temor a la autoridad y lo expresó en estos términos:

"Dios preferiría la subsistencia del gobierno, no importa cuan malo fuere, antes de permitir los motines de la chusma, no importa cuan justificada pudiera estar en sublevarse. El príncipe debe permanecer príncipe, no interesa todo lo tiránico que pueda ser. Tan sólo puede decapitar a unos pocos, pues ha de tener súbditos para ser gobernante. (...) Por lo tanto dejemos que todos aquellos que puedan hacerlo castiguen, maten y hieran, abierta o secretamente, pues debemos recordar que nada puede ser más venenoso, perjudicial o diabólico que un rebelde. 

 

 

Es exactamente lo que ocurre cuando debe matarse a un perro rabioso, si no lo abates, él te abatirá a ti, y contigo todo el país".
Curiosamente la Iglesia, a la que había combatido tanto Lutero, tomó esta doctrina del "perro rabioso" e implemento para llevarla a cabo el Tribunal de la Santa Inquisición. Años y años de persecuciones implacables, de hogueras humanas, de listas infinitas que engrosaban el índex. Carlos V y Felipe II de España fueron el brazo secular de la Iglesia. La conquista de América se realiza con la fachada de la fe, y la verdad del poder económico. El conquistador venía a ganar fortuna para él y para su rey. Sentían que los innumerables padecimientos que soportaban en estas tierras justificaban que no tuviesen en cuenta al nativo. Dicho de otro modo, un indio no los iba a parar. Hasta se cuestionan si los indios son personas. Se hacen ceremonias colectivas de evangelización para pasar inmediatamente a distribuir el trabajo que debían realizar los indios. El régimen de encomiendas mermó en gran medida a la población nativa. Algunos miembros de la Iglesia protestan ante esto, como el padre Las Casas, Montesinos o Sepúlveda, que se convierten de algún modo en los moderadores de la conquista.

Los ingleses y su moral victoriana

Con todo, los que no profesaran la fe venida de España eran anatematizados (véase "Antisemitismo" en "Yo fui testigo"), con las persecuciones a los judíos portugueses en el Perú y los confinamientos en la Argentina. Sin embargo, los cristianos no católicos ingleses eran muy bien tratados en nuestro país. Naturalmente, por un lado Inglaterra era la otra conquistadora y los ingleses nuestros compradores.
Con su liberalismo, Inglaterra trae también su moral victoriana. Y la Iglesia apoya esta moral. Su baluarte será -y es- la defensa contumaz de la "pureza", entendida tal como supresión de todo lo sexual que no obedezca al principio que dice que el sexo tiene como única función la procreación.
Freud analiza este aspecto en su ensayo "El malestar en la cultura":
"La estructura económica de la sociedad influye también sobre la medida de la libertad sexual (...). Así, la cultura se comporta respecto de la sexualidad como un pueblo o un estrato de la población que ha sometido a otro para explotarlo. La angustia ante una eventual rebelión de los oprimidos impulsa a adoptar severas medidas preventivas (...). La elección de objetos del individuo genitalmente maduro es circunscrita al sexo contrario; la mayoría de las satisfacciones extragenitales se prohiben como perversiones. El reclamo de una vida sexual uniforme para todos, que se traduce en esas prohibiciones, prescinde de las desigualdades en la constitución innata y adquirida de los seres humanos, segrega a buen número de ellos del goce sexual y de tal modo se convierte en fuente de grave injusticia. (...) Lo único no proscripto, el amor genital heterosexual, es estorbado también por las limitaciones que imponen la legitimidad y la monogamia. La cultura de nuestros días deja entender bien a las claras que sólo permitirá las relaciones sexuales sobre la base de una ligazón definitiva e indisoluble entre un hombre y una mujer, que no quiere la sexualidad como fuente autónoma de placer y está dispuesta a tolerarla solamente como la fuente, hasta ahora insustítuida, para la multiplicación de los seres humanos".

Los eternos rebeldes

Sometido a tales presiones, siendo objeto de la mirada admonitoria de quien vela por "la pureza", o perseguido por los indignos manes de quien, en nombre del "bien común", amputa toda posibilidad de cambio o creación, el hombre común pierde su espontaneidad, abandona el hábito de la reflexión, se va transformando en un repetidor de zonceras aceptadas por "los . de arriba".
Pero no todos se someten. El científico y el artista dan pautas de que no es así, enfrentando -a veces a costa de su vida- a la autoridad del momento.
G. B. Shaw, en el prefacio a "La profesión de la señora Warren", dijo: "Toda censura existe para impedir a todos poner en tela de juicio las concepciones corrientes y las instituciones existentes. Todo progreso se inicia poniendo en tela de juicio las concepciones corrientes, y se lleva a cabo suplantando las instituciones corrientes por otras; por consiguiente, la primera condición del progreso es la supresión de la censura."

 

La Censura y el Cristianismo Católico

El ex sacerdote Felipe Goyanas nos da su testimonio sobre el tema:
"La Iglesia es la guardiana de la verdad de Dios y de la Iglesia misma. Dios es concebido como un señor todopoderoso que tiene intereses en todo el mundo; algunos' hombres atentan contra esos intereses y por eso la Iglesia sale en defensa de esos intereses. La Iglesia conoce los intereses de Dios mediante el "magisterio auténtico", y éste consiste en que la Iglesia es la maestra de la verdad, la entiende y la enseña. Esta fundamentación viene de San Agustín, interpretado dogmáticamente, y en parte de Santo Tomás, también dogmáticamente interpretado. La Iglesia es una corporación de poder y cuando aplica la censura se justifica afirmando que algo va en contra de Dios, cuando, de hecho, lo que defiende es su poder. Ese poder intenta alcanzar todo el territorio de la existencia de los hombres, por ejemplo se mete en la vida íntima de los hombres y las mujeres por medio de la administración del sacramento del matrimonio. Cuando se implementa el matrimonio civil, la Iglesia ve lesionado el territorio de su gravitación.
Siendo la Iglesia la depositaría de la verdad revelada, entiéndase la confirmación de que Cristo es Hijo de Dios, todo el que la niegue, es encarnación del Demonio. Es necesario demonizar a todo lo que se oponga a la Iglesia: marxismo, judaísmo, anarquismo, existencialismo, protestantismo, psicoanálisis, etcétera.
Por medio de la resurrección queda certificada para la Iglesia la divinidad de Cristo, y a partir de esta "certeza", y sólo a partir de ella, se entiende la virginidad de María y los demás misterios.
La Iglesia tiene que.ser necesariamente dogmática, porque si no caería presa en contradicciones insalvables. Si existe una verdad revelada, ésta no puede cuestionarse en ninguna de sus partes.
El cristiano católico no puede cuestionar ninguna de las verdades de la Iglesia, son inmutables ya que Dios es inmutable.
Una Iglesia revolucionaria, que cambie con los tiempos, que modifique sus leyes, resulta imposible porque devendría en la desintegración, desaparecería como entidad. La censura es su arma de defensa con la que combate todo para no desaparecer."

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Títulos y nombres prohibidos

Entre los prohibidos nacionales y extranjeros figuraron Sam Peckinpah, Mauro Bolognini, Damiano Damiani, Pier Paolo Passolini, André Cayatte, Marco Ferreri, Gillo Pontecorvo, Marco Belloccio, Costa Gavras, las productoras Wamer Bros, United Artísts, Columbia, Paramount, Nonna-Vigo, Producciones del Plata.
Algunos considerandos para prohibir fueron: "El Pibe Cabeza", por apología del delito; "Los años infames" por trata de blancas; "Mi novia el travestí" por corrupción y planteo de la homosexualidad; "Boquitas pintadas" por pornográfica de los pies a la cabeza; "La madre Mana", más perniciosa que muchas películas subidas de tono; "La Patagonia rebelde" (Olivera) por innecesariamente agresiva contra el Ejército...
Octavio Gettino, en total desacuerdo con Tato, dijo: "La censura más eficaz que existe es la del pueblo cuando no concurre a una sala y la película debe ser retirada de cartel" ("La Opinión, Sept. de 1974). Otros hombres de cine afirmaron: "La censura me da asco" (Raúl de la Torre); "La resolución 464/020 del '69 es tanto o más retrógrada que la misma ley de censura. Según ella se puede merecer prisión por el solo hecho de proyectar la realización de una película. Esto es, sólo por pensar". Carlos Ferreyra, crítico cinematográfico, expresó: "De la simple censura en si se desprende siempre una acción destructora que afecta el espíritu y ataca directamente la obra de creación. Es que la censura, siempre ambigua y arbitraria -pero deliberada desde luego en este caso- ni prescribe ni cambia ni reforma: engendra odios. El señor censor, lejos de mostrarse como celoso guardián de la moral de la familia argentina, como él lo sostiene, se mostró más bien celoso custodio de la única idea política que al parecer cultiva con deleite: la del nazi-fascismo" (declaraciones a "La Opinión", 26 de Sept. de 1975).
Tato amplió el porqué de su fobia a las artes marciales: según él era un pretexto para manoseos homosexuales ("Ultima Hora", 18 de mayo del '75) y anunció que abriría cines "condicionados" con un precio cien veces mayor, porque "así por lo menos tamizamos que no lleguen al gran público, que es lo que interesa" (ibid). Es decir, cine de elite. De donde la "moral de la familia argentina" es nada más que una cuestión de pesos, de status.
Interrogado también por "La Opinión" si se oponía a los desnudos femeninos por aversión personal, Tato dijo: "En absoluto. El cine argentino se beneficia con muy lindos desnudos. Lo grave es que ahora están desnudando a los hombres, eso es terrible. Pero los desnudos de mujeres no tienen nada de malo, sobre todo cuando no se hacen con un sentido o una intención morbosa. El desnudo femenino es un excelente elemento de decoración, de belleza, para enaltecer el arte" (marzo de 1975).

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Leopoldo Torre Nilson


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Isabel Sarli
"tabú sexual" del cine nacional

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Emilio Ognenovich

A poco de instaurarse la dictadura militar reclamó una  exhaustiva investigación de quienes ejercieron cargos públicos durante el gobierno peronista anterior, y entre otras cosas dijo: "Queremos una Argentina grande, generosa, limpia; una Argentina que retorne a Dios (...) Ahora se han multiplicado con demasía los lugares nocturnos, los boliches de pocas luces y mucho humo, con música estridente, los hoteles alojamientos, sobran los feriados en los almanaques, se han reducido las jornadas de trabajo, ha crecido gigantescamente la burocracia estatal" Luego se refirió a la proliferación de publicaciones pornográficas, la calidad de los programas de televisión que "atacan los valores fundamentales" y agregó "si a esto lo llamamos progreso, no es nada más que la antesala del desastre

 

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