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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Opiniones
sobre el regreso de Perón

 

Revista Extra
diciembre 1972

 

 

 

 

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Los que se ponen la "camiseta"
Horacio Sueldo

...y el "cuero" de Perón resultó extensible. Como el de todos. Nadie nace y muere con un mismo caudal de coraje o de voluntad, de memoria o de inteligencia. Se achica o se agranda según su ejercicio, incluso según las circunstancias; "no hay nada como el peligro para refrescar un mamao", nos enseria el "Martín Fierro". Hasta la virtud y el vicio, hábitos en el bien y en el mal, respectivamente, dependen de un cierto entrenamiento o enervamiento volitivo.
Lanusse no meditó en estas verdades, a pesar de que el "cuero" podría haberle dado para eso, pues no le viene faltando gimnasia, y a fe que parece haberlo estirado bastante. Se equivocó, pues, juzgando a Perón cobarde, en una medida fija y definitiva, tomada .veinte años atrás y con su propio metro, poco objetivo por ser propio. Y volvió a equivocarse al provocarlo reiteradamente, poniéndolo al borde del abismo. ¿Quién puede dejar de reaccionar entonces?
En esa pendiente, el tercer error resultó casi inevitable: si el tipo viene forzado, representando una comedia, agradeceré que se lo ayude a pegar la vuelta encerrándolo en Ezeiza, aislándolo, humillándolo. La improvisación táctica seguía fiel a un presupuesto estratégico rígido: la cobardía de Perón. ¡Y volvió a fallar! El preso de lujo aceptó nuevamente el reto: si no dejaban llegar a la gente, había que salir en busca de ella. ¡Y vaya si la encontró! Aunque ésta es otra tela para cortar|
Tanto desafió Lanusse al mito, que lo hizo realidad. Frotó sobradoramente la lámpara de "su" verdad, pero en vez de Paladino, se le apareció Aladino. Y ahí lo tiene, instalado en Vicente López, nombre a la medida para Pablo Vicente y para López Rega, algo así como el precursor y el administrador del retorno. ¡SI parece mentira! Ahí está, ahicito nomás, como decimos tierra adentro (pero no con "s" como lo escribe YPF); y no ha pasado gran cosa, que es quizá lo más admirable del asunto.
También del otro lado alguna gente ha cometido errores durante diecisiete años, tal vez a la inversa: desafió a la realidad, hasta que se quedó sólo con el mito. Todos los años, de setiembre a diciembre, se agitaba el fantasma del retorno; una suerte de "Rito de Primavera", sólo que cambiando a Stravinsky por Sciammarella en la música de fondo. Tres lustros largos y pesados parecen haber desgastado parejamente a los actores y al público, un público que solo podía seguir de reojo la función, apremiado hasta la angustia por implacables exigencias económicas y sociales, por cambiantes presiones y frustraciones políticas.
Anduvimos por Ezeiza a campo traviesa, bajo la lluvia y los gases. Creímos que nuestro lugar era ése, con la gente "prohibida"; no en los salones abiertos para las tarjetas oficiales de acceso. Si hablamos exhortado a una concurrencia masiva para ahorrarle a Perón un solo instante de debilidad política, nada teníamos que hacer en el resguardado besamanos de tantos que —dicho sea con la jerga peronista— "se ponen la camiseta" y se quitan la vergüenza para merecer a Papá Noel cuando vaya a .distribuir sus regalos. Debíamos compartir el desamparo popular, calados hasta los huesos por entre los pastizales inundados, atravesando arroyos, esquivando granadas, llorando sin querer...
Muchos jóvenes, casi todos; la mayoría, estudiantes. "¡No se vuelvan, que es nuestra última oportunidad!'", clamaba una mujer con más años que estudios.
"¡Adelante, compañeros, que ya llega la U.O.M. con mil quinientos!", exhortaba un ansioso activista sindical. "¿Y qué hacemos con eso? Necesitamos doscientos mil!", replicaba con amargura un militante. "Compañero que yo vea bajo un árbol o un porch, compañero que retrocede, no es un compañero", arengaba estremecido un dirigente. Iban y venían, por acá, por allá, hasta el repliegue final, rumbo al televisor.

De ahí a Vicente López la cosa no ha cambiado mucho. Menos agua y gases, la misma gente, el entusiasmo satisfecho de cambiar la imagen de la pantalla por el hombre real, cerquita, al alcance de la mano para algunos. Y con guardia propia: ¡ya es nuestro! Pero, ¿dónde están los demás? ¿Por qué tantos en el fútbol y en las carreras, con la vieja y con Nicolino, con.., vaya uno a saber con quién? Tal vez el mitin monstruo en el Autódromo, tal vez el tren especial por Rosario, Córdoba, Tucumán...
A no engañarse, ni unos ni otros. La gente está, no se ha entregado como la amante infiel; pero requiere motivaciones más profundas que la anécdota, más convincentes que el "milagro", precisamente porque, más madura que muchos universitarios, ya no cree en milagros políticos. Lejos del oportunismo electoral y del ventajerismo burocrático, lejos del mimetismo intelectualoide y del triunfalismo de las "vedettes", millones de argentinos guardan su afecto recóndito, su fe replegada, su anhelo de definiciones, de claridad, de renovación.
Perón, gran intuitivo, se muestra un hombre nuevo, ante un país que adivina cambiado. Tanto, que asimila su presencia con masiva serenidad. Un país que necesita y quiere cambiar más aún, desde adentro hacia afuera. Y Perón habla en secreto (sesión del Plenario de la Unión Nacional) como en público: por la instituclonalización y la no violencia, por la cooperación y el trabajo, por el progreso y la seguridad. Promotor de un acuerdo popular amplio, que permita a la civilidad (la gran fuerza de todas las naciones, dijo) superar la resistencia y la parálisis del régimen militar de hoy, las acechanzas golpistas de mañana.
Modelo: Europa occidental, cuya reconstrucción él ha presenciado desde muy cerca. Ante estos objetivos nacionales que nos congregan —añade— serla pequeño, quizás mezquino, ponernos a discutir sobre frentes electorales; en esta materia, ¡que cada partido haga lo que quiera! Esto cayó como un balde con cubitos de hielo sobre una docena de cabezas frentistas, seguras hasta entonces de poseer la herramienta de la "salida electoral". El peronismo parece aprestarse a afrontar solo la batalla electoral, destruyendo las Ilusiones de quienes especularon con un Perón distante (esforzándose en demostrar que no debía regresar) para montar aquí el negocio electoral en su nombre.
Claro está que ésa puede ser una táctica momentánea de Perón, para desembarazarse de compromisos inmediatos, reunir el máximo de amigos y obtener así la mayor libertad posible para su movimiento. Después, probablemente torne a buscar aliados. O tal vez no. ¿Quién lo sabe? Los que no hemos condicionado de modo absoluto nuestro juicio y nuestra conducta a decisiones ajenas, por más estimables que sean, no nos sentimos torturados por esa incertidumbre. Desearíamos, por supuesto, compartir en la mayor medida esta gran aventura nacional, con el justicialismo y con otras fuerzas populares.
¿Hasta dónde lo permitirá este nuevo Perón? ¿Hasta dónde su propia masa se sentirá representada por las nuevas consignas? Las respuestas no podrán ser dadas ya por el mito, sino por la realidad.

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El triunfo del pueblo

Opina Jorge Sábato del pueblo peronista y del no peronista

Hacer análisis políticos, sin la información necesaria, es como hacer ejercicios relativamente retóricos y vanos. Yo no soy analista político, por lo tanto no me gustaría hacer análisis sobre la situación actual. Yo quisiera hablar como lo que soy, una persona que se cree independiente y que es independiente. Soy un ciudadano más que tiene interés por lo que ocurre y me gustaría decir qué es lo más válido de todo lo que ha pasado.
"Según lo siento, en primer lugar, es el triunfo del pueblo. Aquí está muy mal hablar de quién ganó ó de quién perdió, sobre todo cuando se plantea a la gente si ganó Perón, si ganó Lanusse, si ganó Balbín, si ganaron cada uno de los tres. Aquí, por suerte para la Argentina, hay un protagonista que supera abiertamente a los hombres y que ha ganado, es decir, el pueblo. Porque así es: este es un triunfo del pueblo peronista porque, efectivamente, durante todo el exilio de Perón, el pueblo resistió los cantos de sirena así como todas las tentativas bastardas de conquistarlo. Resulta un poco así como el juego de los espejos, los que les mostraban a los indios para atraerlos, pero la gente no se dejó atraer y sencillamente les dio la espalda.
"Resulta admirable, desde un punto de vista sociológico, humano, que tanta gente, durante tantos años, haya resistido de esa manera, además con esa cordura, con esa inteligencia, con ese olfato de las cosas.
"También ha sido, en mi opinión, un triunfo del pueblo no peronista, que creo que no debe ser olvidado en este momento porque parece que no existe, pero todos sabemos que existe, independientemente de quienes lo dirigen o de quienes pretendan dirigirlo, no solamente porque no haya perturbado los actos de los adictos del peronismo durante su fin de semana. sino también porque el pueblo no peronista no fue cómplice de las trampas. Porque el pueblo no peronista no acompañó a los tramposos. Hubo trampas permanentemente durante los últimos años y el pueblo no las convalidó, y por eso es que cada vez que los tramposos eran desalojados del poder el pueblo no peronista no movía un dedo. Eso explica la soledad absoluta de Frondizi y en alguna medida la soledad de Illia, también.
"El pueblo no peronista podía haber trampeado, como sus dirigentes pretendían, en cuyo caso los dirigentes tramposos hubieran seguido falsificando el proceso; sin embargo, la intuición del pueblo no peronista los llevó a no ser cómplices, y por eso es que asistimos a gobiernos que no solamente no tenían apoyo popular legítimo, sino que la ilegitimidad del apoyo que creían tener les quitaba apoyo, validez y viabilidad, y por eso fueron fracasando uno detrás del otro Creo que ésta es la parte más interesante de este proceso: ver cómo grandes masas populares, incluso mal informadas, con una prensa que distorsionaba la verdad, tienen una especie de intuición sabia.
"A pesar de este largo periodo de luchas, en las masas populares no se engendraron odios, pese a los intentos realizados por la clase dirigente de la masa peronista de engendrar odios contra la masa no peronista. El odio nunca prendió, y también a la inversa: no hubo deseos de venganza en los no peronistas contra los peronistas, pese, también, a los esfuerzos de los dirigentes. Y me estoy refiriendo a las masas no a los dirigentes, y que esto quede claro. Reitero: pese al empeño del mismo Perón del «cinco por uno» y pese al intento de los gorilas de crear lo mismo del otro lado. Yo tengo amigos de uno y otro bando y siempre nos hemos respetado. Y no hablo de odios, estoy hablando de algo más serio como lo es la no delación. Y esto es único. No ha pasado en otros países o en otros pueblos.
"La cordura de un pueblo, que ha superado la incapacidad de sus dirigentes, explica que el pueblo en los grandes acontecimientos —sea en la caída de Perón como en el retorno de Perón — no haya entrado en luchas populares. Los periodistas extranjeros que venían acá esperaban entre 500 y 5000 muertos; en el extranjero se levantaban apuestas sobre esto.
"Yo creo que esto puede producir un fenómeno (entrando en el terreno de las predicciones) si tomamos conciencia que las masas tienen una especie de olfato histórico para marcar cómo deben seguir las cosas, si agregamos que la falencia fundamental de la Argentina en los últimos 30 años han sido dirigentes que han estado siempre a contramano, al costado, arriba o abajo, pero nunca con; a lo mejor ahora se produce un fenómeno de maduración de la clase dirigente. Proceso histórico que cada uno ha cumplido de distinta forma, pero que indefectiblemente se cumple. En algunos países se ha tenido que matar un millón de personas, por ejemplo en México a través de su revolución, para reemplazar una clase caduca. En otros, hubo también que matar un millón, como en la guerra de secesión americana, para cambiar la clase conservadora del Sur por la del Norte, industrialista y progresista. España es un caso similar con su guerra civil. La Argentina hace 20 años que intenta cambiar su clase dirigente sin pasar por una guerra civil como la de los americanos, los mexicanos o los españoles. Claro que a mucha gente ululante esto le parece conservador y reaccionario. Yo no soy de ninguna manera timorato, pero digo que la sangre generalmente toca a mucha más gente de lo que uno piensa, y que la sangre la proveen no los intelectuales, que escriben sobre el problema, y no los generales, sino la pobre gente de todos los días. Yo no veo por qué necesariamente tenemos que pasar por la sangre. El pueblo hasta ahora ha dicho que no a eso, a pesar de todo lo que ha ocurrido. Porque el pueblo tiene una sensatez histórica y una cordura histórica que llevan al país a hacer una cosa muy original.
"Pero entendámonos: el original, aquí, es el pueblo y no sus dirigentes."

 

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