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Pero esta historia se enlaza con un comienzo en Montevideo, donde dos niñas
-María y Máxima Hourquet- concurren al circo donde actuaban los Podestá, sus vecinos.
Allí María se enamora de un artista múltiple, Mezzadra y pronto contraen matrimonio y
llevan consigo a la adolescente Máxima, que aprende con sorprendente facilidad el número
de ecuyére de volteo. Es ella luego la segunda esposa de Manuel Padín, el 77. El
matrimonio tiene siete hijos -uno muere pequeño- y los otros son Pilar, Manuel, Julio,
Mariana, Fausto y Margarita. Todos ellos tuvieron y tienen que ver con el teatro, donde
sin duda descolló Margarita en sus creaciones cómicas, seguida de cerca por su sobrina,
Pilar Padín -Lidia Pilar Del Vecchio-, hija de conocidos actores.
Padín el 77 adquiere su circo, que pronto se incendia. Máxima, en una pequeña
máquina de mano, cose la nueva carpa. Pero el inquieto hombre se enamora de la localidad
de Chacabuco y decide radicarse allí, donde nacen sus tres hijos menores. Se convierte en
el primer fotógrafo de ese rincón provinciano. Pero la muerte de un hijo pequeño le
hace retornar a los caminos, afianzando su fama de tony en los circos "Lowandi",
"Pabellón Japonés" de Olimecha, Lestrade, Raffeto, Casali, etc.
En el programa de una de las habituales funciones en honor y beneficio, escribe:
"Doctores sed de mi mal / que tengo enfermo el bolsillo / el remedio es muy sencillo
/ y es el circo mi hospital. / Y para curar mi mal / os ruego que me escuchéis: / la
botica no olvidéis / que en boletería está. / Localidades habrá / a no ser que os
descuidéis. / Hoy es mi santo y por tanto /aunque no es mi natalicio / festeje a San
Beneficio /porque me conviene el santo / He gastado no sé cuánto /para estar con
firulete / sin decirlo por paquete / siempre fue voto a una muela / el nietito de su
abuelo-Padín, el setenta y siete.
Y seguimos con ellos
No resistimos la tentación de
seguir con esta familia, ya que en tanto María y Mezzadra continúan trabajando en el
Uruguay. El marido enferma y reciben la ayuda de todos los compañeros, especialmente de
un joven que se ha incorporado al elenco, conformándose con ser sólo un ayudante de
pista o como se los llamó, un zanahoria. Es guapo y tiene una potente y bella voz. A la
muerte de Mezzadra y con el tiempo, el reconocimiento de María se transformaría en amor
y se casan. El joven se llama Alfredo Gobbi. Siguen en el circo y la pareja tiene una
hija, Orfilia y poco después muere María. El actúa como clown, acróbata, actor,
cantante. Se casa con Flora Rodríguez con quien formaría la famosa pareja musical, los
conocidos "duelos" de entonces. Gobbi se incorpora a las filas de los hermanos
Petray, que llevan Juan Moreira a España y así se va cumpliendo su destino de artista y
de hombre, perpetuado en sus tres hijos: Alfredo, Virgilio y Juan Carlos.
... y con otros
En este apasionante e inagotable
devenir del circo criollo rescatamos al tony Totó, tucumano, hijo de Juan Antonio
Palacios y Carmen Villagra, quien fallece de parto, dejando ocho hijos. Los más
pequeños, Eudoro y Segundo, son internados en el Seminario de Tucumán, provincia a la
que un día, con el correr del tiempo, llegaría un circo, el del "Niño
Rosales". Cuando son llevados por las autoridades del Seminario.la fascinación que
el espectáculo ejerce sobre ellos es tan poderosa, que escapan por tres veces para
incorporarse a la caravana. Tal obstinación vence la resistencia paterna y pronto
ejecutan los números de maroma y barras fijas. Además, Eudoro posee condiciones
histrióncas y comienza a interpretar al tony Totó. También se enamora de Teresa
Pascual, contorsionista, actriz e hija del empresario, pero este declara una lucha sin
cuartel. Con los hermanos Palacios, también había dejado su casa tucumana el músico
José Luis Padula que actuaba con un número de guitarra a la que adosaba una armónica,
ejecutando ambos instrumentos simultáneamente. Los tres muchachos huyen con la enamorada
joven y José Luis es quien provee el sustento, tocando de noche en los boliches, hasta
que nace Margarita Palacios, nuestra conocida artista nativa, quien, siendo ya su padre un
prestigioso empresario, aprende trapecio y fuerza capilar, número que ella recuerda
siempre, le enseñó Carlos Melegrano. El Circo "Palacios", ya de gran
nombradía, se va acercando a Buenos Aires, donde Totó actúa con Frank Brown y hace
pareja con Paco primero y Paquito Busto después. Pero retornará a su propio circo, que
tiene importancia económica y artística, llevando caballos para cuadreras y carreras,
como "Capricho", "Mama Quilla" y "Pacha Mama", viajando con
ellos, jockey y compositor. Margarita, como su hijo Kelo, dejaría el circo, pero la
gloria mayor de la carpa quedó en aquel famoso tony Totó.
Los tonys de nuestro circo, como ya hemos dicho adquieren características propias,
pero se distinguen por otra peculiaridad: Pepino el 88 tiene ribetes porteños y Totó
bien provincianos, sobre todo porque desarrollan sus carreras en determinados ámbitos.
Hay quienes, prácticamente, viven en giras por el interior y otros no salen de la capital
o sus alrededores.
Un típico tony porteño fue Sixto Vinelli, conocido como Sacudile. En el año
1902, en las calles Rivera y Cánning, el circo de los hermanos Formento hacía emocionar
al chiquilín que por allí vivía. Sus diez años de edad ya habían decidido un destino.
Conociendo la generosidad y bonhomía de aquella prestigiosa familia no es difícil
imaginar cuánto abrieron su corazón y su estímulo a las inquietudes del muchacho. Claro
que tal inquietud no entraba en los planes de don Aníbal, padre de Sixto y su vocación
hubo de esperar dos años hasta presentarse con una autorización ante Formento.
Estaba firmada por Aníbal Vinelli, para que su hijo saliera en gira con el circo.
Así llegó a iniciarse, pero al llegar a Bahía Blanca -después de un tiempo- la
policía reclamó al menor, que había fraguado el permiso paterno. Aunque en plena
adolescencia actúa en teatro, no olvida su pasión por la pista. La ocasión es realmente
eso, puesto que enferma el tony del circo "Politeama Nacional" y él lo
reemplaza. Allí nacería Sacudile, ya que usaba un latiguillo que pronto prendía en el
público con aquello de ¡Sacudile nomás!. Sus parejas más celebradas fueron con los
payasos Scarpini y Lucho, ambos de vasta tradición en la tabla.
Chocolate y Pachequito, Camilito y Chorlito, Chichi y Polo (formada por los
Guglielmi, padre e hijo), Pepino Sacchi y Orlafi fueron, entre muchas otras, parejas de
imborrable recuerdo, fusionando su labor en perfecta armonía y entrega. Tonys encarnados
por Emilio Casali, Canuto, Argentino Gani, Argentinito, Mister Zsett, o Tony Napoleón,
Blas La Corte, Blasito, José Wilde Esponjita, Lindolfo Verdaguer, Luis Pereira, Luigi son
importantes nombres de la serie de otros que no lo son menos y que figurarán en el
diccionario del circo que tenemos en preparación.
Los aportes europeos
Además de las razones expuestas
anteriormente para llamar "criollo" a nuestro circo, nos asiste aquella de que
fue formada con el aporte incesante de artistas europeos, enraizados en la Argentina: los
italianos Raffeto, Gani, Casali, Tomeleri, Pollastrini, el inglés Frank Brown, el alemán
Rukstull, el triestino Stanco, franceses como Ellies y como la famosa familia Henault.
El primer Henault de esta dinastía que llegó a nuestro país pasó antes por el
Uruguay, donde conoció y enseñó las artes circenses a los Podestá, luego traído desde
la otra orilla por el inefable Raffeto. Se llamaba Félix y aquí falleció en 1895. El
último de esa larga familia dedicada al circo, también se llamaba Félix; era actor y
autor, pero prefería entre todas sus actividades ser reconocido como el Clown Pepino. Con
su muerte, acaecida en 1979, la familia Henault ha puesto un melancólico final para el
circo.
Contratados por Frank Brown llegaron a nuestras playas los integrantes de la
familia Pollastrini. Traían tras de sí una larga trayectoria artística. Es en el mismo
elenco del "Casino", donde actúa otro grupo familiar itálico: los Gani. No
será esa la única vez que han de hallarse y fundar su criollismo, ya que con el correr
del tiempo y como uno de los más bellos timbres de honor del gremio, la familia se hace
una, puesto que dos hijos de Gani, Alfredo Atilio y Miguel Ángel, se casan con Mariana y
Brasilina Pollastrini, respectivamente. Ocho son los famosos hermanos Gani y a los
mencionados debemos agregar los nombres de ítalo José, Raúl, Julia, Friné, Argentino y
Félix.
sigue |
La familia Rivero en pleno (1929)
Los hermanos Julio y Hercilia Podestá en 1919
La pulpera de Santa Lucía, de Blomberg y Viale Paz representada
en 1930 en el Circo Campos
Programa del Circo Totó en 1943
Esto de la hermandad
es casi una constante tradicional: los Campos: Pedro, Enrique, Avelino e Indalecio; las
siete hermanas Rukstull: Flora, Susana, Clementina, Eugenia, Blanca, Augusta y Anita; los
Gelabert: Mercedes, Rosita - a quién populariza hoy el Tony Firulete, su esposo, con
aquello de "Rosita, prepárame los ravioles", a través de la televisión- y
Jaime, el Tony Piolini. Esta mención fugaz, como muchas omisiones, no hacen en nada
justicia a todo lo que estos singulares artistas han dado y siguen dando en el arte
popular.
La hermosa comunidad
La comunidad circense se destaca
por no tener otra relación con la crónica policial que la que supone accidentes propios
a la tarea que desarrollan. No es pequeño tal mérito, que implica una conducta
íntimamente relacionada con el sentido de la familia. Esa notoriedad se inscribe en el
drama, de mayor o menor hondura.
Por ejemplo, el 8 de junio, en San José de Feliciano (Entre Ríos) en el circo de
los "Hermanos Altamirano", uno de ellos hiere mortalmente al otro, convencido de
que el arma utilizada para la obra que representaban tenía balas de fogueo. Se repite la
tragedia que mucho antes tuviera como protagonistas a los hermanos Henault: Alberto mata a
Teófilo Augusto durante una representación de Santos Vega en la escena donde el mítico
personaje elimina, también sin quererlo, a Carmona, a quien llama "su hermano."
En 1971, en la localidad de Albardón (San Juan) muere trágicamente Manuela Llanes, al
caer del trapecio. El mismo año, en Rosario, al producirse un corte de luz, cae del
trapecio Alfonso Guzmán, sufriendo serias heridas en la columna vertebral. Hechos de tal
naturaleza son infinitos, pero el material circense tiene también enemigos implacables en
el viento y el fuego. Este tipo de accidentes es tradicional, como ocurrió con Raffeto en
1892, con el circo que funcionaba entre las calles San Juan y Sarandí.
Un circo que se quema devora sueños y esfuerzos, a veces de manera irreparable,
como sucediera en la ciudad de Mercedes (Buenos Aires) en 1957, donde el fuego dio cuenta
de uno de los circos más antiguos y queridos del ambiente: el "Casali". En ese
cálido rincón del país, donde siete años se habían celebrado los cincuenta de labor
de don Emilio Casali, el material se convirtió en cenizas. Era un poco tarde para
recomenzar, sólo quedaba la esperanza en sus hijos Emilio y Miguel, que miraban con
estupor y lágrimas el desolador espectáculo.
Pero no fue posible: Miguel no tuvo fuerzas y Emilito, artista integral, como su
padre, el muchacho que hacía maravillas en las barras fijas, en el alucinante trapecio al
vuelo, el que pulsaba su guitarra y cantaba y actuaba como el mejor, tuvo una muerte
trágica, no en el riesgoso trabajo de pista, sino al volante de un automóvil.
El dolor es, para el cirquero, como el fuego que templa el metal. En La Razón de
Chivilcoy.en 1962, se registra una nota llena de lirismo. Relata el periodista de qué
manera impiadosa una tormenta había deshecho, prácticamente, el circo que funcionaba en
la Plaza Rivadavia y cómo, ese pueblo generoso que había recibido el aporte de la
alegría y la ternura, en un grupo representativo del pensamiento y el músculo del lugar,
se apersonó al empresario para ofrecerle ayuda: "Lo hallaron -dice- en un trabajo
empeñoso de reconstrucción, ayudado por la gente que le rodeaba en sus diarios
quehaceres y a pesar de sufrir una herida en la mano, afanosamente removía escombros,
buscaba retazos aprovechables, impartía órdenes; aguja en mano cosía trozos de la carpa
y otros procuraban levantar el palo mayor. Cuando le fue expuesto el motivo de la visita,
una sonrisa grande iluminó su rostro y las palabras no se hicieron esperar, porque
salieron espontánea y nítidamente, sin esfuerzo. Agradecía el noble gesto: la ofrenda
retemplaba su espíritu que no se había doblegado ante la fatalidad, pero lo rehusaba de
la manera más terminante. La reconstrucción debía ser obra de su exclusivo esfuerzo. No
era la primera vez que la vida lo castigaba y siempre lo había superado. Ahora mismo,
esta actitud de los vecinos lo reconfortaba y los estimulaba a seguir luchando sin
desmayos y con fe. Ayudado por su pequeño séquito, el circo sería levantado otra vez y
los espectáculos reanudados. Entonces Chivilcoy demostraría su estímulo concurriendo a
sus funciones. Esa era la sola y afectiva ayuda que aceptaba, además de lo que
significaban para su vida de hombre, esos brazos que se le abrían generosos. Y un bravo
apretón de manos y quizá el intento de dos lágrimas detenidas en un rictus amable.
Quedó así escrita una página de fraternidad, pero sublimada en el desenlace."
Esto no admite comentarios. Sólo dice de un hombre, uno más del circo y de su
dignidad, común a los que son cirqueros de raza. |