La guerra por la Avenida Gaona
Cuando Vialidad Nacional desenterró su proyecto de construir el postergado Acceso Oeste, el fantasma de la expropiación agitó a 6.000 vecinos. Nadie duda que beneficiará a millones de personas, pero sólo será realidad cuando el diálogo substituya al clima de violencia.
Acceso Oeste
—Propongo que formemos grupos de choque entre todos los vecinos, y prendamos fuego a todos los jeeps de Vialidad que encontremos dentro de la zona.
—Su propuesta será considerada junto a las demás.
No era broma. La semana pasada, la guerra fría entablada entre Vialidad Nacional y los vecinos afectados por el proyecto del Acceso Oeste a la Capital Federal, amenazaba convertirse en caliente. Iniciativas tan insólitas como la anterior, fueron debatidas durante una asamblea
realizada por la Comisión Pro Acceso Oeste Sin Expropiaciones. La alarma cundió cuando, semanas atrás, la administración anterior de Vialidad dio amplia difusión a un supuesto trazado definitivo del acceso, que dejaría sin vivienda a unas 6.000 personas, afectadas por la proyectada ampliación de la avenida Gaona.
Pese a la rápida desmentida oficial ("no hay hasta el momento ninguna resolución definitiva", afirmó el secretario de Obras Públicas, ingeniero Bernardo J. Loitegui), el anuncio provocó el asalto de las casas de remates, que se encontraron de pronto con cientos de interesados en malvender su casa antes de que sea expropiada. "Esto es una atrocidad. Yo vivía en el centro y hace cuatro años se me ocurrió comprar en Ramos Mejía. No sabía nada del proyecto. ¿Qué voy a hacer ahora?", confesó a SIETE DIAS una llorosa vendedora.
Los testimonios recogidos son múltiples y variados, pero igualmente dramáticos. "Tanto que el gobierno habla de las villas miseria, y ahora quieren hacer esto", dijo una vecina de Ciudadela. "Esto va a traer la guerra al oeste —pronosticó un mecánico de Ramos Mejía — ¡Altro que las guerrillas del norte! Una cosa es mirar el problema detrás de un escritorio, y otra palpar aquí la realidad". No cree en las indemnizaciones: un hermano de él hace dos años que espera el pago de los lotes que Vialidad le expropió entre La Reja y Rodríguez. Hay también exageraciones; un anciano de Liniers Norte se lamentaba por su incierto futuro: "Mi único capital es un ranchito que valdrá 5 ó 6 millones. Todos los días nos preguntamos con mi mujer ¿qué vamos a hacer si quedamos en la calle? A los 70 años no podemos empezar de nuevo..."
La histeria es colectiva. No hace mucho, un técnico de Vialidad se apostó con un teodolito en Gaona y General Paz para tomar algunas medidas. Creyendo que empezaba el "operativo Acceso Norte", los vecinos, en una rápida acción de comandos, corrieron para atacarlo. De la paliza lo salvó la rapidez de su jeep. Pero en
el campo de batalla perdió el destrozado teodolito.
Todo empezó en 1958, cuando Vialidad Nacional desenterró su viejo proyecto de construir el famoso Acceso Oeste. Los propósitos son desahogar el tránsito automotor que agobia a la avenida Rivadavia, único enlace directo entre la Capital Federal y la ruta 7, que la vincula con San Luis, Mendoza y Chile. Hasta aquí, todos de acuerdo. Las divergencias comienzan cuando se trata de cómo hacerlo.
La iniciativa oficial consiste en una autopista de 120 metros de ancho, con 28 metros de cinta asfáltica y el resto parquizada. El eje del acceso sería la avenida Gaona, pero desde la General Paz hasta la calle Rosales (Haedo), su ancho es de apenas 30 metros. Es preciso expropiar casas y terrenos para su ampliación. Los afectados pertenecen, en su mayoría, a los partidos de Morón, 3 de Febrero, Matanza, Merlo y Moreno. "Cuando los vecinos amenazados conocieron el proyecto, se movilizaron de inmediato —recuerda Juvenil Plaza, secretario de Obras y Servicios Públicos, de Morón—. Sabían muy bien que una expropiación realizada por un ente oficial, podía considerarse casi como una confiscación."
El vecindario formó entonces la Comisión Pro Acceso Oeste Sin Expropiaciones (CPAOSE), encargada de lograr la concreción de la obra, pero sin dañar los intereses de los pobladores. Los técnicos convocados por CPAOSE estudiaron el problema, y se definieron por aceptar el trazado de Vialidad, desde Luján hasta Haedo; de allí hasta
la General Paz, aconsejar el asfaltado de varias arterias descongestionantes (Lambaré, Martínez de Hoz, Marcelo T. de Alvear, Díaz Vélez, Luis Güemes). Paralelamente, proceder a la subterranización del Ferrocarril Sarmiento desde Once hasta más allá de Haedo, y sobre él construir la autopista proyectada, la avenida Rivadavia quedaría reservada para el tránsito lento e interzonal.

ABRIR EL DIALOGO
"Pero durante nueve años no hubo diálogo con Vialidad; se creía un ente sobrenatural que podía hacer y deshacer a su antojo, sin poner en consideración sus decisiones", se lamenta el coronel ingeniero Alberto Romero Oneto, intendente de Morón. La opinión es compartida por Ernesto García Camiña, presidente de la CPAOSE: "La ventaja de nuestro proyecto es que resulta mucho más barato, y no se perjudica a nadie. Tenemos esperanzas que, de la reunión entre el intendente de Morón, el secretario de Estado Loitegui y nosotros, salga en breve la solución definitiva."
No es tarea fácil. Detrás de este espinoso asunto se mueven muchos intereses creados: los de algunos empresarios vinculados a Vialidad, los de importantes propietarios de tierras que aspiran a que el nuevo trazado pase por sus terrenos, valorizándolos, los de ciertos municipios que ven en la carretera un beneficio inmediato para sus partidos, por la progresiva población que atraería.
Hasta ahora, y pese a las desmentidas, el Acceso Oeste ya le costó el puesto a un funcionario: el ex administrador de Vialidad, reemplazado recientemente por el ingeniero Víctor S. Mangonnet, en quien los vecinos ven a un hombre dispuesto al diálogo. De no ser así, es posible que se haga realidad el agorero vaticinio de un vecino de Merlo: "La próxima revolución, comenzará en el Oeste."
Revista Siete Días Ilustrados
11.07.1967
Acceso Oeste

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