SUSPENSO ATOMICO EN ARGENTINA Y BRASIL

Crece el clamor de la prensa carioca: "Buenos Aires tiene la bomba". Mientras, nuestros silenciosos científicos construyen una potencia nuclear

Bomba Atómica
Un día, alguien oprimirá un botón, y las bombas atómicas recorrerán los centros estratégicos: borrarán del mapa a Nueva York y Moscú, a París y Pekín. Pero quizá, si hay tiempo suficiente, Buenos Aires se incorporará a la nómina de las ciudades que destruiría una eventual guerra nuclear.
Para agregarse a esa lista macabra, la Argentina solo necesita una cosa: tener la bomba.
En Brasil se cree que, efectivamente, Buenos Aires prepara todo un armamento nuclear, y que la primera bomba atómica de América latina está a punto de nacer. Pero un impenetrable secreto rodea estas conjeturas, y solo una voz se alza para romper el silencio: la prensa carioca, que insta al gobierno de Brasilia a apretar el paso en la carrera atómica.

¿QUIENES TIENEN LA BOMBA?
"Argentina prepara la bomba" proclamó a principios de julio la "Folha de Sao Paulo". Al mismo tiempo, la conocida revista "O Cruzeiro" aseguraba que Brasil estaba en condiciones de ingresar a la era nuclear: "Tenemos inmensas reservas de minerales atómicos, producimos uranio y torio enriquecidos, contamos con los elementos para construir reactores de potencia, y nuestros técnicos manejan la teoría y la práctica del armamento y las explosiones nucleares". La nota finalizaba con un llamamiento preciso: "Es nuestro turno en el mundo. ¡Infeliz de Brasil si lo pierde!"
La tradicional carrera armamentista —azuzada por un no menos tradicional celo entre ambas escuelas militares— de Argentina y Brasil tiene relación con la competencia entre ambos países por el liderazgo diplomático de América Latina. Pero en este caso se mueve en un marco mayor, el de la "política atómica" mundial. Actualmente, sólo cinco potencias cuentan con la bomba: Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China Comunista. El grupo de las llamadas potencias medias realiza programas atómicos que, al menos en su aspecto público, se limitan a los fines pacíficos, industriales o médicos: los más avanzados son Canadá, Alemania Occidental, Italia, Holanda, Bélgica, Israel, Japón, India, Argentina, Suecia, Brasil y México.
La publicidad pronuclear brasileña ha creado en estos sectores una gran inquietud: muchos países de América Latina firmaron el pacto de proscripción de armas atómicas. Es evidente que los brasileños están cada vez más convencidos de que Argentina posee ya la bomba, o está a punto de lograrlo.
¿Hay algo de cierto en eso?

EL GRAN SILENCIO
El presidente de la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos, Dr. Glenn Seaborg, estuvo pocas horas en Buenos Aires. Sin embargo, SIETE DIAS llegó a entrevistarlo. Cuando se le pidió una comparación entre el poderío nuclear de Argentina y el de Brasil, prefirió evitarla: "Ambos están muy adelantados", respondió.
—¿Considera Ud. que la Argentina estará en condiciones, en un futuro más o menos cercano, de hacer explosiones nucleares?
—He dicho ya que la Argentina es uno de los más eficientes países del mundo en materia de investigaciones atómicas, en las que, además, es un pionero en esta parte del hemisferio.

TAL VEZ ESTO LE SIRVA PARA ORIENTARSE,,.
Días después, en Lima, estalló la alarma: el propio Seaborg declaró que tanto Argentina como Brasil estaban en condiciones de producir, eventualmente, bombas atómicas.
Solo una persona podía responder a las preguntas que sugiere esta especie de incertidumbre nuclear: el contraalmirante Oscar Quihillalt, presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
—El doctor Seaborg ha evaluado por su cuenta —opinó, parsimoniosamente, el contraalmirante— nuestros conocimientos en materia atómica y nuestra reciente evolución. Seguramente, debe tener un juicio propio sobre la circunstancia actual.
Pero fíjese que el organismo a mi cargo sólo se dedica a la investigación atómica con fines pacíficos, es decir, desarrollo económico y bienestar social.
—Pero . . . Cuando un país ha llegado a dominar los secretos del átomo. . . ¿Qué distancia existe para él entre los usos pacíficos y la construcción de armas nucleares?
—¡Un gran salto!
—¿La Argentina puede darlo?
Impávido, Quihillalt duda un instante y después sonríe: "Sin conformar precisamente su pregunta, debo decirle que por la probada capacidad de nuestros científicos, estamos en condiciones de encarar grandes empresas para el futuro . . ."
Vista la parquedad del contraalmirante Quihillalt, el diálogo toma otros rumbos.
—¿Conoce Ud. los adelantos logrados por Brasil en el campo atómico?
—No.
—¿Produce ya Brasil uranio y torio enriquecidos, y está listo para fabricar reactores de potencia, como se asegura en ese país?
—Ignoro todo eso.
—En esferas diplomáticas y militares, así como en algunos órganos de prensa, se cree también que Brasil está listo para efectuar explosiones nucleares. ¿Es cierto eso?
—Para mí es una novedad.
Ni la pregunta directa ni los atajos llevan a otro lado que no sea este silencio empecinado. Los medios oficiales quieren seguir callando.

LO QUE HAY QUE TENER
La Comisión Nacional de Energía Atómica —el primer organismo de este tipo en Latinoamérica— fue creada hace diecisiete años, con un personal de apenas 200 empleados y profesionales. Hoy son más de 2.500, de los cuales unos 700, científicos y técnicos, casi todos argentinos.
Hay yacimientos y depósitos de uranio en Salta, La Rioja, Mendoza, Córdoba, Catamarca y Chubut, con un área total de intereses uraníferos que supera 1.300.000 kilómetros cuadrados, o sea más de las dos quintas partes de la superficie total de la República.
Hay tres plantas para el tratamiento de los minerales: Córdoba, Salta y Malargüe, en Mendoza. Además, cuatro reactores proyectados y diseñados íntegramente por científicos y técnicos argentinos. Entre ellos se cuenta el primero de América Latina, instalado en 1958. El más nuevo quedó terminado en mayo de este año.
La CNEA se apresta, ahora, a dar un paso fundamental en su política atómica netamente "pacífica": la Central Nuclear Buenos Aires. Brindará energía eléctrica al Gran Buenos Aires y a todo el Litoral en forma muy económica. Será instalado en Atucha, sobre la margen derecha del Paraná de las Palmas, y su potencia alcanzará el rango de los 300-500 megawatt eléctricos. El proyecto será completado hacia 1972, con una inversión total de 100 millones de dólares.
Se trata de dar cabida en el plan a la industria nacional: en el reactor instalado en Ezeiza colaboraron casi 60 firmas argentinas: la CNEA está intentando crear una suerte de "conciencia atómica" en ciertos sectores de la población.
Un reciente convenio intensificará el intercambio nuclear con los Estados Unidos: se sueña con dominar la técnica de la conservación de alimentos, como ser carne, cereales, pescado, con lo que los átomos pacíficos lograrían gran popularidad.
Cuando el contraalmirante Quihillalt se despidió de SIETE DIAS, no pudo reprimir una sonrisa culpable.
—Debo pedirle perdón . . .
—¿Por qué?
—No he respondido a ciertas preguntas. Pero, créame, es mejor así.
Aunque la Argentina está logrando un notable poderío nuclear, el silencio seguirá rodeando a la posible bomba por mucho tiempo. Es algo que, sin duda, el Gobierno brasileño también tratará con la máxima discreción.
Argentina y Brasil están, pues, condenadas al suspenso atómico.
Revista Siete Días Ilustrados
25.07.1967

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