Política Nacional Existen
algunos síntomas sobre el gobierno que haría
Arturo Illía
En la semana pasada, en que recrudeció la
acción psicológica contra la fórmula
Illia-Perette basada esencialmente en un
presunto izquierdismo y estatismo de su
programa de gobierno, los conservadores
tradicionales de la Federación de Partidos de
Centro anunciaban que votarían en los Colegios
Electorales a los candidatos presidenciales de
la UCR del Pueblo. Este hecho demostraba una
vez más que "las usinas de acción
psicológica", como son llamadas en la jerga
militar, tendrán que crear respecto de Illía y
Perette métodos y argumentos distintos a los
que dieron muy buen resultado en el caso de
Frondizi: la UCR del Pueblo se presenta como
un partido al cual por ahora resulta difícil
calificar de peligroso o catastrófico para el
país por encubrir planes secretos e
inconfesables. Para los observadores
atentos e imparciales de la situación, parecía
evidente que Illía había ganado dos
elecciones: la primera el 7 de julio, en las
urnas; la segunda, a partir del 8 de julio, en
la opinión pública. Si bien la consagración de
su presidencia deberá producirse mediante la
negociación de posiciones provinciales con los
demás partidos políticos, existe consenso
unánime que esto es lo lógico y natural; pero
el mismo consenso existe en suponer que si una
negociación, similar la realizan Aramburu o
Alende, la opinión pública se sentiría
defraudada y un gobierno de cualquiera de
estas dos figuras tendría siempre un
interrogante sobre su legitimidad. Sin
embargo, es en la esfera militar donde más
preocupan los interrogantes sobre las posibles
actitudes de Illia desde la presidencia de la
Nación. Interrogantes sobre la relación que
establecerá con las Fuerzas Armadas. El doctor
Luis Caeiro, íntimo colaborador de Illía.
aseguraba el viernes último a un oficial de la
Secretaría de Guerra que; •Illía seguiría
respecto del Ejército la política que ha
fijado el general Onganía. •Illía y
Onganía son caracteres muy similares que se
llevarán muy bien. •Illía designará un
secretario de Guerra en consulta directa con
Onganía. Por su parte, el doctor Caeiro
comprendió que el temor mayor del Ejército es
que el gobierno Illía, asesorado por el doctor
Zavala Ortiz, intente introducir en sus filas
el espíritu deliberativo que los mandos
denominan toranzismo. El colaborador de Illía
se enteró también de que en el Ejército se
adjudicaba a Zavala Ortiz haber asegurado que
el próximo secretario de Guerra sería el
teniente general Carlos Severo Toranzo
Montero. Hasta ahora, un hecho parece
indudablemente cierto, sin embargo: el doctor
Illía no ha ofrecido aún ninguna cartera
ministerial y parece verosímil que no lo haga
en un futuro inmediato. No sería menos cierto
que ha recibido enorme cantidad de sugerencias
sobre quiénes podrían integrar su equipo
ministerial. Para los allegados a Illía
resultaba seguro, a fines de semana, que el
gabinete sería una verdadera sorpresa para los
medios políticos, así como para su propio
partido. Convencido de que necesitará en el
Parlamento la colaboración de legisladores de
otros partidos, Illía intentará algo que hasta
ahora parecía ser la antítesis del radicalismo
del Pueblo: colocarse por encima de la
estructura netamente partidaria. O, en caso de
recurrir a su partido, buscar hombres que no
signifiquen por su trayectoria un aislamiento
de los sectores diversos en que se dividirá el
Parlamento. Con esta argumentación, uno de sus
colaboradores desechó la idea de un Zavala
Ortiz ministro, y aceptó la sugerencia de un
Zavala Ortiz embajador. Probablemente, en esta
ubicación del veterano dirigente radica la
esencia de las intenciones de Illía.
Equipo Arturo Illía: Algunos vaticinan que
gobernarán los subsecretarios En la última
semana, jóvenes asesores del candidato radical
del Pueblo — Arturo Illía— eludían
definiciones, descripción de antecedentes
personales y planes para el futuro. También
evitaban hablar sobre la posible composición
del gabinete, aunque todos coincidían en
algunas seguridades negativas ("Hay candidatos
inventados por los diarios, como Zavala Ortiz
o Eugenio Blanco para Economía. No se dará
nada de eso"). La extrema cautela radical se
debía, obviamente, a la proximidad de la
reunión de los Colegios Electorales: "Un solo
dato indiscreto puede crear problemas
gravísimos". Muchos recordaban que más de una
revolución había fracasado porque sus jefes se
apresuraron a formar "gabinetes" y a sumar,
así, resistencias antes de tiempo. Coincidían,
de ese modo, en que la mejor estrategia era
obligar a los enemigos de la consagración de
Illía en los Colegios Electorales a pelear
contra un programa, suficientemente genérico
como para ser explicado de distintas maneras,
y no contra personajes o procedimientos
concretos, que siempre movilizan más
resistencia. Uno de los problemas
"procesales'' que deberá encarar Arturo Illía
es el de la formación de sus equipos de
gobierno. En ese aspecto, quizá, la cuestión
más delicada es la formación del gabinete
militar (y algunos vaticinaban que sobre ese
tema ya se habían iniciado conversaciones, en
las que fue gestor importante el ex ministro
de Defensa Nacional, doctor José Luis
Cantilo). La teoría que le atribuían sus
adversarios frentistas indicaba que Illía
trataría de cubrir las carteras militares con
"azules moderados" y "conciliacionistas", al
estilo del general Loza. Pero, posibles
problemas castrenses aparte, lo que definirá
primordialmente el rumbo de la gestión de
Illía es la integración de su equipo político,
de su equipo económico-social y de sus equipos
técnicos. Un periodista allegado a los
radicales del Pueblo vaticinaba que en un
gobierno de Illía habría neto predominio de la
línea de los subsecretarios, al estilo de lo
que ocurrió durante el primer gobierno de
Hipólito Yrigoyen. La tesis, aquí, sería la
siguiente: para la designación de ministros se
deben tomar en cuenta complejas motivaciones
políticas y no menos complejas relaciones de
"public relations"; la designación de
subsecretarios por el presidente es siempre
"más libre" y con mayores posibilidades de
espontaneidad. Además, Illía tratará de dar
una "fachada de lujo" a su ministerio,
colocando allí a varias personalidades
representativas, con antecedentes políticos
destacables desde el punto de vista
publicitario. Pero a los jóvenes y dinámicos
hombres de los equipos técnicos de Illía les
pueden estar reservadas importantes
subsecretarías y direcciones en los
ministerios-claves. Como en el proceso que
culminó con el triunfo de Frondizi (aunque la
propaganda desarrolló menos el tema), los
equipos de trabajo tuvieron importancia en la
campaña electoral de Illía y su labor se vio,
muchas veces, obstaculizada por los celos de
la estricta estructura partidaria. "Nosotros
—dice Pablo Valle— creemos que los comités
cumplen una tarea importante como contacto
directo con el pueblo, pero también creemos
que no están capacitados para desarrollar
funciones técnicas específicas." Pablo Valle,
un universitario de alrededor de 30 años,
periodista, con alguna actuación anterior en
la Federación Universitaria de Buenos Aires,
es uno de los hombres que coordinó los enlaces
entre el candidato Illía, los periodistas y
los equipos de trabajo. Queda ahora por ver si
en el gobierno de Illía los "equipos" tendrán
la vigencia que tuvieron sus similares
ucristas durante la primera etapa del gobierno
de Frondizi. A los equipos que trabajaron
con Frondizi se les atribuyó determinada
concepción político - ideológica. Los
observadores se preguntan cuáles son las tesis
principales de los asesores de Illía que se
agruparon, básicamente, en la "Junta Promotora
Illía-Perette". Esa junta, por tener su sede
en la calle L. N. Alem 1074, es llamada
generalmente, en la jerga partidaria, el
"grupo Alem". Curiosamente, Frondizi tuvo
también su "grupo Alem" durante la campaña
electoral (que estaba a cargo de Isidro J.
Odena y funcionaba en L. N. Alem al 400).
La mentalidad del "grupo Alem" (el de Illía)
puede ser extraída, en gran parte, de una
revista radical que algunos de esos equipos
editaban: "Definición". Algunas tapas, tomadas
al azar de la colección, nos presentan la
primera imagen: una manifestación obrera; una
villa miseria con la siguiente inscripción:
"Oligarquías latifundistas, ejércitos
pretorianos, atraso, miseria y barbarie" (el
texto alude luego, genéricamente, a América
latina); una fotografía de Crisólogo Larralde;
otra tapa compuesta con recortes de diarios
que aluden a la difícil situación
económico-social. En "Definición" colaboran
Germán López, ex presidente de FUBA, ex
director nacional de Trabajo durante la
Revolución Libertadora, un típico liberal
nacionalista de izquierda); Bernardo Grinspun
(asesor del bloque de senadores de la UCRP de
la provincia de Buenos Aires durante el
gobierno de Alende, que se define a si mismo
como un "nacionalista popular"); Félix
Elizalde (subsecretario de Hacienda del doctor
Blanco, cuando éste fue ministro del general
Aramburu, observador por el partido —junto con
el doctor Grinspun— en la reciente reunión de
la CEPAL); J. J. Alfredo Concepción, Alberto
J. Chueke y Roberto Pena (diputado electo por
la provincia de Buenos Aires). Este grupo
formó parte del "equipo de Germán López" que
estuvo asesorando en cuestiones económicas al
doctor Balbín como presidente del partido y
que, durante la campaña electoral, pasaron a
trabajar directamente con Illía. Son los que
elaboraron la parte económica de la plataforma
radical del Pueblo. También con ese equipo
trabajó Luis Schvartzer, que asesoró a Illía
en respuestas a los reportajes económicos.
Algunos artículos de "Definición" permiten
completar conclusiones sobre ese grupo: en el
número 7 (febrero de 1962) publica una nota de
Pierre Mendes-France con el título de "Un
socialismo moderno"; elogiaron la apertura a
la izquierda de la democracia cristiana
italiana; atacaron, sin embargo, a Santiago
del Castillo cuando se solidarizó públicamente
con la revolución cubana; defendieron "Mater
et Magistra" y la posición de los países
neutralistas; censuraron constantemente la
política petrolera de Frondizi; publicaron
notas de los sociólogos norteamericanos
liberales Wright Mills y Erich Fromm.
"Definición" estuvo dirigida por Roberto M.
Pena. Cuando se organizó la "Junta
Promotora Illía-Perette", se designó
presidente de la misma a Héctor Llorens (amigo
íntimo de Illía, rematador, diputado electo
por Córdoba, con vieja formación yrigoyenista
y sabattinista), y secretario coordinador a
Luis A. Caeiro (cordobés, cuarentón, abogado,
nacionalista-liberal, de larga actuación en el
radicalismo sabattinista, nunca fue golpista).
Caeiro fue influyendo decisivamente sobre el
grupo y tuvo a su cargo la estructuración de
los equipos; tomó contacto con el núcleo de la
revista "Definición" e incorporó a sus hombres
a los equipos de Leandro Alem. En el grupo
Caeiro propiamente dicho trabajaron también
Carlos Biaggini y Hugo Schiller,
especialistas en asuntos agrarios; el
ingeniero Hugo Tolosa, que se dedicó a
estudiar una posible planificación de los
transportes; el doctor Edelmiro Solari
Yrigoyen, preocupado en el análisis —desde el
punto de vista legal— de los contratos de
petróleo; Horacio Vivo, colaborador de March,
sindicalista (junto con Germán López se ocupó
de problemas gremiales); Marcos Zimmerman, que
—también junto con Germán López— estudió
cuestiones de relaciones exteriores; los
ingenieros Julio Iglesias y Alejandro Ciará,
investigadores en asuntos referentes a energía
y combustibles (con ellos colaboró también el
ex frondizista Gregorio Meira, en cuya casa se
hicieron algunas reuniones). Estos equipos
—que trabajaron además con colaboradores
universitarios dedicados a diversas
especialidades en las facultades de la
Universidad Nacional— produjeron numerosos
memorándum dirigidos a los candidatos, sobre
desocupación, contratos petroleros, el
protocolo de garantía de inversiones con USA,
política internacional, moralidad
administrativa, contrabando, anulación de la
legislación restrictiva y sobre reglamentación
del artículo 14 bis de la Constitución
(derecho de huelga). Casi todos son radicales
jóvenes; todos tienen una ideología que podría
ser calificada como de "nacionalismo liberal
de izquierda". Pese a los antecedentes
laicistas de todos ellos, tomaron contactos
con la Universidad Católica (a través de José
Luis Cantilo) y con la Universidad del
Salvador (por intermedio de Edelmiro Solari
Yrigoyen). A ambas universidades se les hizo
conocer la opinión de los equipos que
trabajaron con Illía, en el sentido de que el
problema de un retorno al laicismo estricto ha
quedado superado hace tiempo. De todos
modos, el tono que pueden dar estos equipos a
un futuro gobierno resultará inquietante para
algunos sectores. Quizá tan inquietante como
el de algunos equipos que tuvo Frondizi en su
campaña electoral y en su primara etapa de
gobierno. Los antecedentes de algunos de ellos
serán utilizados, seguramente, para "asustar"
a los peronistas (Germán López se dedicó a la
"acción directa" —terrorismo— durante el
régimen justicialista), pero muchas heridas
parecen ya definitivamente cerradas.
Posiblemente, sectores conservadores se
inquietarán por la presencia en el gobierno de
algunos hombres programáticamente
izquierdizantes, y esas inquietudes aparecen
como más perdurables. Illía, sin embargo, no
parece pensar en renunciar a la colaboración
de hombres jóvenes que —estima— llevarán una
presencia técnica efectiva a importantes
funciones de gobierno. PRIMERA PLANA 23
de Julio de 1963
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