Córdoba tiene sus beatniks

Son alegres, excéntricos, ululantes, pero pacíficos. Visten y cantan como sus iguales estadounidenses o europeos. Sus lemas son también los mismos: "vivir y dejar vivir" "Queremos abolir las guerras".
beatniks cordobeses
Con el paso cansado y sus acostumbradas caras de hastío, se internaron por la calle San Martín, la más concurrida de Córdoba. Eran apenas unos 20, dirigidos por un muchachito de barba rala y largos cabellos cayéndole sobre las orejas. En medio del tumulto que provocaron con su presencia, iniciaron el extravagante rito que los une y por el que decidieron autodenominarse "los primeros beatniks de Latinoamérica". Al compás de sus guitarras, de gritos desafinados y chillones, comenzaron a contorsionarse rítmicamente. Casi gateando, con pies y manos en el suelo, ululaban al oído de los sorprendidos cordobeses. A una orden de su líder, un silencio brusco aquietó los movedizos cuerpos. Uno, con voz altisonante, leyó un fúnebre poema de paz. Finalmente, en tropel desenfrenado, esta vez dirigidos por un jovencito enjuto y desinhibido, Alvin, se dirigieron al parque más tradicional de Córdoba, el Paseo Sobremonte. Allí, con sus rabiosas melodías, con su desgano y sus lemas volvieron a sacudir los cimientos de esta ciudad que, durante siglos, fue cuna del orden, la cultura, la solemnidad y las "buenas costumbres".
Córdoba, como otras grandes metrópolis, es actualmente el escenario de una incruenta y divertida revolución, nacida probablemente a causa de su inusitado desarrollo industrial. Sus beatniks, a falta de cuevas, se reúnen en la calle y en las plazas. Tienen un líder e ideólogo indiscutido, Alvin, de 19 años. Pero siguen también los designios de Marisa, 20 años, audaz jovencita que adquirió esa sutil mezcla de sexo e inocencia que caracteriza a todas las adherentes de los modernos grupos beats del mundo. Entre sus filas hay de todo: un obrero, estudiantes, vagabundos. Pero, para la mayoría, "el trabajo es un mal necesario". Es Alvin quien los define: "Nuestro lema es vivir y dejar vivir. Estamos contra la guerra, contra las costumbres estúpidas que nos quitan libertad. Creemos en el amor libre como la única manifestación pura del hombre". Sostienen que su única religión es la paz, y que creen en Cristo como paladín de la justicia, y "no como fundador de un culto".
Proféticos, casi pedantes, los beatniks cordobeses sólo copian las poses y actitudes de sus contemporáneos compinches norteamericanos y europeos. Pero tienen un mérito propio: son los primeros en Córdoba que tratan de no dejar tradición, prejuicio o costumbre sin remover. En el "pop" y sus extravagancias encontraron una manera cómoda de divertirse y de hacer que no pasen inadvertidos sus ansiosos años juveniles.

Revista Siete Días Ilustrados
11/07/1967
beatniks cordobeses
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