Córdoba
la capital opositora
Volver al índice
del sitio

Córdoba: Se necesita comisionado popular y de buena presencia

En realidad, la opción de Levingston fue tan rápida que las sugerencias habrían llegada tarde. Amigo personal de Uriburu desde hace un cuarto de siglo (según declara el propio gobernador), le ha confiado una tarea nada fácil: la provincia enfrenta, agudizados, los problemas surgidos durante las gestiones de los siete mandatarios anteriores. Pero no sólo el tinte político de Uriburu causó escozor: al parecer, sus antecedentes no conforman a sus comprovincianos. En los bares y esquinas de la ciudad se comentaba, la semana pasada, que no duraría el tiempo suficiente para disfrutar su primera adquisición como ejecutivo provincial: un hermoso portafolios de cuero que mandó a comprar con la orden de "conseguir el mejor que haya en la ciudad".
Tal vez por eso los detractores se apuraron a encontrar motes adecuados que endilgarle; primero le llamaron Carnaval, suponiendo que sólo duraría tres días. Otros, más tremendistas, hacían circular el sobrenombre de Nerón, pensando que incendiaría la ciudad. Las chanzas se mezclaron con una suerte de indignación que se manifestó primero en los muros del centro, donde el martes amanecieron pegados recortes de diarios que informaban la designación junto al dibujo de un bicho cascarudo de firme caparazón en el que asoman coquetas pintitas negras; el coleóptero, que abunda en el verano cordobés, es llamado, desde hace muchos años, Uriburu.
Claro que asuntos más graves que la simple crítica humorística aguardaban al gobernador en sus primeros pasos. El martes al atardecer asumió el cargo frente al ministro Arturo Cordón Aguirre y el comandante del Tercer Cuerpo del Ejército, Alcides López Aufranc, quince horas antes que la CGT local iniciara un paro activo de catorce horas. Uriburu llegó tarde para disuadir a los caudillos gremiales, pero prometió dialogar con ellos ante eventuales huelgas futuras. Con todo, para impedir alguna virulencia durante el paro que se efectuó en la plaza Vélez Sarsfield, ordenó al jefe de Policía, mayor San Martino (a quien confirmó en el cargo), que mantuviera ocultos, pero listos, a sus ochocientos efectivos. Por entonces el funcionario policial había
comunicado a Buenos Aires que no sería necesario el viaje de refuerzos federales.
Pasadas las once de la mañana del miércoles 3, unos cinco mil trabajadores se habían estacionado frente al monumento de la plazoleta; sostenían carteles tan dispares en sus matices políticos como uno que preguntaba "¿Señor gobernador, podría usted vivir con 16 mil pesos?", hasta otros que pedían "El pueblo al poder. Revolución o muerte". Toda la gama ideológica de la oposición cordobesa se congregó en el mitin, lo que se podía considerar, según los observadores políticos, como un triunfo de los sindicalistas, en su mayoría desgastados luego del cordobazo. Ausente Elpidio Torres (SMATA), cada vez más alejado de sus bases; sumergido Atilio López (UTA) en la burocracia que le permite manejar a nueve gremios rebeldes dentro del grupo legalista de las 62 Organizaciones, el peronismo ortodoxo, acaudillado por el metalúrgico Alejo Simó, disputó la preeminencia en la reunión con los empleados públicos y unos quinientos obreros de Fiat, alineados en SITRAC y SITRAM. Pero una presencia más radical se hizo ver en el monumento a Vélez Sarsfield: una bandera celeste y blanca con una estrella roja avisaba de la presencia de miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP); compartían la protesta con bulliciosos jóvenes del grupo Montoneros que fueron vivados por la mayoría de los trabajadores, salvo un sector disconforme que tronaba: "Ni yanquis ni marxistas: peronistas". La columna más numerosa respondía a Agustín Tosco, de Luz y Fuerza, quien fue ovacionado durante su perorata. En cambio, cuando el secretario gremial de la CGT, el metalúrgico Alfredo Martini, segundo de Simó, intentó hablar, una rechifla lo bajó del pedestal que ocupa Vélez Sarsfield. Ofuscado, Martini comentó a Panorama: "¿Ve cómo son? No me dejaron denunciar los asuntos pendientes con la Justicia que tiene el gobernador".

LA NUEVA ESTRUCTURA. Desde el cordobazo —un pico de oposición cuyo fantasma se agita en cada huelga—, el deterioro de la cúpula sindical peronista y muchos elementos de base castigados en varias refriegas con la policía, asoma una nueva estructura obrero-estudiantil. Esta neo-oposición no excluye, junto al planteo netamente clasista de los sindicatos de Fiat, la participación callejera, desembozada, de los grupos de choque. El estudiantado, disperso en una multitud de fracciones, divide sus opiniones entre los que pretenden una acción conjunta —yuxtapuesta— con los gremios combativos y los que sostienen una teoría más calma: trabajar dentro y desde las facultades. Es imposible, de cualquier manera, suponer un trabajo de oposición activa sin la participación del estudiantado; sorprende, en cambio, la adhesión cada vez más avanzada de los jóvenes profesionales, comerciantes y hasta industriales, que también piden revolución.
Claro que no se trata de la misma revolución. Mientras núcleos obreros proponen un orden socialista, los industriales y la pequeña burguesía aspiran a un cierto estatismo que les permitiría desprenderse de la presión de los monopolios extranjeros: en trance de teoría, ese nacionalismo moderado puede confundirse con algunos postulados de la revolución argentina a la que, sin embargo, han dejado de pedirle profundización. El otro cauce por el que tal vez la clase media hubiera conducido sus inquietudes, está cerrado: los políticos, sin un caudal importante de base, se enganchan como furgón de cola tras las columnas de obreros y estudiantes. Sólo la aparición de La Hora del Pueblo y el Encuentro de los Argentinos puede anotarse como iniciativas propias de los políticos, aunque sin mayor repercusión. Más adecuado a ciertos postulados sociales, asociado al Partido Comunista, el Encuentro de los Argentinos intenta atraer a Agustín Tosco y su tentador caudal sindical. La ultra izquierda, por supuesto, trata de rescatar a Tosco, con el argumento de que saldrá deshecho de los bloques partidarios.
No cabe duda: Córdoba se ha convertido en la vanguardia opositora. No es, por supuesto, un hecho casual: su industria mueve el 7 por ciento del producto bruto industrial del país. Para ello cuenta con la participación de 145 mil obreros (80 mil en la capital), dentro de una concentración compacta que permite un mayor desplazamiento en la unidad de combate. Esa oposición parece cundir de tal manera que, ante la amenaza de nueva violencia, las fuerzas policiales operan con suma cautela, mientras el general López Aufranc ha advertido que no tolerará disturbios de ninguna especie. Por de pronto, en la provincia se dan hechos casi increíbles, que muestran de alguna manera la capacidad de maniobra de los grupos subversivos: el miércoles pasado, finalizado el acto gremial, las columnas marcharon por el centro de la ciudad y terminaron concentrándose frente a la cárcel. Allí, desde las rejas que desde lo alto recogen el bullicio callejero, asomó una bandera con la inscripción PV, esgrimida por los montoneros Eduardo Gusso Conté Grand, Luis Lozada Cairo, Luis Rodero, Ignacio Viró y Carlos Sorata Martínez. Alguno de ellos entonó una exhortación a la masa y un "Viva Perón", al que siguió "Viva la lucha del pueblo".
Osvaldo Soriano
______________
Agustín Tosco: Quieren ponerle mordaza a la rebeldía del interior

De lunes a viernes ocupa ocho horas, enfundado en un overall clásico, para cumplir con sus tareas de asalariado en la Empresa de Energía de Córdoba. Desde un año atrás pervive como caudillo del sindicato de los electricistas a pesar de que su gremio fue intervenido por las autoridades provinciales. Cabecilla del quinteto de organizaciones Independientes, suele intervenir en el pleito interno del peronismo cegetista como tercero en discordia, una posición que a veces lo convierte en árbitro. De origen radical, con alianzas firmes en los variados núcleos del marxismo, cosecha la adhesión de las líneas más radicalizadas del movimiento obrero y estudiantil de la provincia. Su figura política es un dato insoslayable de la realidad provincial. Para llegar a la cita con Panorama apenas si tuvo tiempo de conseguir un automóvil de lujo —"prestado", aclaró— que piloteó con su uniforme de obrero. Esta es la síntesis de sus declaraciones:

Panorama. —Acaba de finalizar el mitin de la CGT ¿Qué piensa de esta nueva medida de fuerza?
Tosco. —Creo que ha sido una demostración de que en la clase obrera y en amplios sectores del pueblo existe un fuerte espíritu de oposición a la política oficial.
—¿No cree que el acto fue copado por los grupos más radicalizados?
—De ninguna manera; los distintos estribillos dan la idea de una concientización política en marcha. Eso no lo daña; por el contrario, activa el intercambio de ideas y además pone de manifiesto el común denominador de la lucha antiimperialista, en defensa del pueblo y por la justicia social. Tal vez sean distintas concepciones, distintos métodos, pero hay una coincidencia creciente: la convicción de que un sistema de estructuras caducas, con este gobierno o con otro, no puede aportar soluciones a los males que aquejan a la mayoría de los argentinos.
—¿Sus puntos de vista son los de la conducción de la CGT local?
—En estos momentos la Regional está dirigida por el plenario de gremios, aunque eso no significa que no tiene conducción. Están las bases, a través de sus representantes, quienes acceden cada vez más al puente de mando. Eso nos satisface mucho a nosotros
—¿Sucede lo mismo en la CGT nacional?
—Al contrario; allí predomina un verticalismo cerrado que dificulta toda verdadera expresión de las bases. Por eso, entre los reclamos de nuestra lucha cordobesa figura la crítica a la pasividad y la complacencia de los dirigentes de la central nacional.
—¿Y ustedes lo aceptan?
—Nada de eso; para el último plenario de delegaciones regionales la posición de los delegados cordobeses y de otras provincias exigía que se convocara de inmediato al Comité Central Confederal para resolver posiciones de lucha. En lugar de hacer caso a estas demandas, José Rucci declaró secreto el plenario: después dijimos que había puesto una mordaza a la rebeldía del interior.
—¿No piensa que Rucci tiene razones valederas para esa táctica?
—Lo que ocurre es que el secretario general de la CGT sigue una línea especulativa: quiere ver primero qué pasa en la alta política, aunque en realidad lo que ocurre es que le gusta el calor oficial.
Tosco siguió hablando largo rato, hasta parecer reiterativo. Sueña, en definitiva, con una revolución popular y labora con paciencia de pescador para ese día que lo entusiasma. Cuando calló, ya se había agotado la hora libre para almorzar que le concede el reglamento laboral de la empresa.
______________
Simó y Martini: Ni yanquis ni marxistas.
En la vieja casona que sirve de sede a la Unión Obrera Metalúrgica de Córdoba, Alejo Simó (35), jefe del sindicato, y Alfredo Martini (46), secretario gremial de la CGT local, dialogaron con Panorama cinco horas después de los actos del miércoles último. Lo que sigue es un resumen de esa conversación:

Panorama. —¿Puede dar una evaluación del paro desde su punto de vista, Simó?
Simó. —Está muy fresco, todavía; pero creo que fue magnífico; el acto de mayor magnitud después del cordobazo.
P. —Sin embargo, a usted, Martini, no lo dejaron hablar. Menudearon los incidentes y los gritos de repudio contra la dirección de la CGT. Martini. —Ya conocemos cómo actúan las minorías infiltradas, tratando de levar agua a su propio molino.
P. —¿A quién llama infiltrados?
M. —A elementos de ideologías extrañas al pensamiento peronista de las mayorías obreras. Están interesados en dividir al movimiento popular.
P. —¿Cree que esos "elementos infiltrados" son ajenos al cuadro sindical de Córdoba?
M. —Bien, es difícil de precisar. Hay gente de gremios (aunque no manejan). Hay gente del gobierno. Pero todos los que marcan las divergencias en el momento de unificar la lucha contra el gobierno, en última instancia juegan para éste.
P. —Simó, ¿Cuándo se normaliza la CGT local?
S. —Pronto. Aún no hay acuerdo en cuanto a su composición, pero probablemente en la dirección formarán 5 hombres de las 62 Organizaciones y 2 independientes. En cuanto a SITRAC y SITRAM hemos coincidido en que, aun sin ser entidades confederadas, no serán excluidas.
P. —¿Cómo son las relaciones con la CGT nacional?
S. —Hemos coincidido con su línea hasta noviembre. Desde entonces, marcamos nuestras diferencias: creemos que hay que endurecer la actitud.
P. —¿Qué opinan del nuevo gobernador?
S. —Su designación es un atentado a la democracia y a la soberanía popular. Se ha incurrido en la provocación de elegir para el cargo a un hombre a quien no sólo se le discute la trayectoria política, sino el propio ejercicio de su profesión. A eso se agrega su alejamiento de la provincia. Por lo menos los anteriores eran de acá.

_____________
SITRAC-SITRAM: Somos clasistas
Desde mayo de 1970 conducen a cinco mil obreros, afiliados en dos organizaciones: SITRAC (Sindicatos de Trabajadores de Concord) y SITRAM (Sindicato de Trabajadores de Materfer). Antes de esa fecha lograron desalojar al caudillo peronista Jorge Lozano, acusado de "connivencia con la patronal", tras una asamblea que desembocó en la ocupación de las plantas de Fiat Concord. Lozano y sus adictos alcanzaron a escapar de las iras de sus rivales. Adueñados del comando, no tardaron mucho en escindirse de la conducción de la CGT regional, alcanzando en los últimos meses una justificada notoriedad los jóvenes Carlos Massera (33) y Florencio Díaz (38), secretarios generales de SITRAC y SITRAM, respectivamente. Sus adversarios suelen denominarlos "trotskistas peronizantes" o "ultraizquierdistas", aunque ellos insisten con tozudez en calificarse genéricamente como "clasistas". Ambos fueron entrevistados por el cronista de Panorama pocas horas antes de la huelga del miércoles 3. Sus respuestas eran consultadas, a veces con un simple cambio de miradas, para que al fin resultaran únicas. En síntesis, ese diálogo —ocurrido en una pizzería céntrica de Córdoba— ocurrió así:

Díaz-Massera: —Estamos realizando, en estrecha consulta con nuestras bases, un proceso democrático de elaboración de la línea sindical y política de los dos sindicatos de Fiat.
Panorama:—¿Con qué objetivo concreto?
—Para evitar que los trabajadores sean enganchados como furgón de cola en alguna de las llamadas salidas democráticas que ofrece el régimen o en frentes de apariencia popular. Ninguna de esas alternativas posee dirección política y programas afines al proletariado.
—¿Quiere decir que pretenden el poder sólo para los trabajadores?
—Lo que queremos es construir organizaciones clasistas e independientes políticamente de la burguesía, en especial de sus alas nacionalista-populista y liberal-progresista.
—¿Y esa organización no es la CGT?
—Los dirigentes tradicionales de los gremios se dividen, para nosotros, en tres variantes: Traidora (participacionistas, colaboracionistas, agentes policiales infiltrados), Burocráticas (vacilantes y negociadoras, divorciadas de sus bases, sin ninguna capacidad de lucha) y Reformistas (buscan reivindicaciones gremiales, sin atreverse a quebrar los carriles del sistema en la lucha política, y forjan alianzas con sectores más o menos avanzados de la burguesía).
—No se salva nadie..., todos son corruptos.
—Claro que no. Estamos en la búsqueda constante de la unidad en la lucha con todos aquellos sindicatos que demuestran en mayor o menor prado aspiraciones o capacidad combativa.
—¿Pueden ser más precisos?
—Sí. Por ejemplo, los gremios enrolados en el sector Independiente, donde existen organizaciones como Luz y Fuerza; también el sector rebelde del peronismo (9 sindicatos de los llamados chicos). En cuanto al ongarismo, social-cristianismo revolucionario y peronismo de base, fracciones ligadas en forma más o menos elástica a la CGT de los Argentinos, funcionan aquí estrechamente ligados al SITRAC y al SITRAM.
—¿Ustedes son peronistas?
—En el campo estrictamente gremial nuestra lucha pretende presentar una alternativa claramente socialista.
—¿Se han desafiliado de la CGT?
—El repudio al sindicalismo amarillo enquistado en la central obrera es tan amplio, que en los últimos mítines sus representantes no pudieron siquiera hacer uso de la palabra. Hasta que no haya cambios en la composición y la política de la cúspide cegetista, tenemos mandato de nuestras bases para no aceptar cargos en la dirección de la central.
El tiempo de diálogo se había agotado: faltaban pocas horas para que comenzara el paro activo. Díaz y Massera abandonaron la pizzería con cierta premura: tenían que ir a firmar contrato de locación para su nueva sede social.
PANORAMA, MARZO 9, 1371

___

Ir Arriba

 

Cuando se supo, la tarde del lunes 1°, el nombre del nuevo comisionado cordobés, los círculos políticos de la provincia se resistían a creerlo. El presidente Roberto Marcelo Levingston había tomado una decisión personal al designar a un conservador, José Camilo Uriburu (55), un día después que los rumores señalaran al general Jorge Raúl Carcagno como interventor para apaciguar a la agitada ciudad. Es más, los reproches de algunos lugareños se alzaban contra el secretario de Asuntos Políticos del Ministerio del Interior, Hugo Taboada, a quien imputaban no haber intervenido para advertir al presidente de lo que para ellos era un error.
Panorama
Córdoba
SITRAC-SITRAM
Agustín Tosco
Tosco