ATROPELLOS
EL DELITO DE OPINAR
-Sí, yo soy Casiana Ahumada.
-Tenemos orden de arrestarla.
-Claro, sí... , pero tendrán que esperar a que mi madre se lleve la nena: tiene sólo dos años.

Casiana Ahumada

La historia —suele suceder—encierra paradojas. Mañana, cuando las redacciones festejen el Día del Periodista, un representante del gremio comparecerá ante la Cámara Federal. Casiana Ahumada, una profesional de 32 años (directora de Cristianismo y Revolución) , tendrá que responder, entonces, ante un organismo que, por su origen, no ofrece mayores garantías. Al menos, los abogados Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, defensores de C.A., no encontraron en la Constitución Nacional un solo artículo que justificara el procedimiento.
Para Ahumada, éste no es más que otro paso en un largo proceso, iniciado el 23 de diciembre del año pasado. Ese día, Superintendencia de Seguridad Federal (SS) la detuvo en su casa —en el barrio de Núñez— y la condujo a la sede de la calle Moreno. La inmediata intervención de sus defensores evitó, tal vez, algún sistemático interrogatorio: antes de 24 horas, su nombre se incorporó a la lista de presas de Villa Devoto.
Pero su reclusión en la cárcel porteña no duró mucho. Semanas después daba con sus huesos en el penal de Rawson. Para ese entonces había fracasado un recurso de hábeas corpus presentado por sus defensores. La periodista debía responder a dos causas judiciales, por incitación a la violencia y apología del crimen, instruidas en las vocalías de Fernández Badessich y Jaime Smart. Los magistrados excarcelaron a la acusada, quien podía gozar de libertad mientras se resolviera el juicio. Pero siguió presa, por voluntad del Ejecutivo, que mantuvo su decisión por encima del hábeas corpus y del dictamen de la Justicia.
Otra vez en Villa Devoto, la directora de CyR —mensuario clausurado en octubre— tuvo al menos una certeza: dos fiscales pedían para ella uno y cuatro años de cárcel, la pena máxima de los artículos 209 y 213 del Código Penal. El primero propone "prisión de seis meses a cuatro años" y el otro "de un mes a un año".

AL MARGEN DE LA LEY
Para el fiscal de Cámara Osvaldo Fazzi, quien tiene el mérito de exigir la pena más alta para C.A., todo comienza en Misiones en el mes de octubre, con el secuestro de Liberación. El responsable de este periódico, Esteban Osvaldo Veli, tuvo una mala idea: reprodujo textos del Nº 30 de Cristianismo y Revolución. Para él, Fazzi solicita tres años y medio de meditación tras la reja.
Siempre en octubre, la policía secuestra en Buenos Aires la edición N° 31 de CyR, antes de que salga a la venta. El mensuario había sufrido ya una baja. Su fotógrafo, José Lamarca —hoy expatriado en Madrid—, fue preso en mayo, acusado, sin fundamento, de tener vinculación con la guerrilla. Durante dos largos meses los competentes estudian los ejemplares citados de CyR. Recién el 23 de diciembre deciden que su directora es una instigadora sin escrúpulos y feroz apologeta de la depredación y el crimen, y por eso debe guardar cárcel.
Así los hechos, la defensa de C.A. comienza por negar competencia a la Cámara Federal para juzgarla. El organismo, que se especializa en presos políticos —generalmente peronistas—, nació el 15 de julio de 1971, según la ley 19.053, firmada por Lanusse. "Ese tribunal —sostienen Ortega y Duhalde— es incompetente. La ley que le dio origen viola los artículos 67, inc. 11, y 17 de la Constitución. Sustrae a Casiana Ahumada de sus jueces naturales y la somete a algo que tiene todas las características de una comisión especial, también prohibida por la Constitución, Nacional."
El dúo defensor destaca, asimismo, que el artículo 209 contiene una reforma también inconstitucional: es la que se aplica a Ahumada. Si los planteos no prosperan, los abogados tropezarán con un serio inconveniente: "Hemos encontrado especial dificultad en la preparación de nuestra defensa, para el hipotético caso que se pasaran por alto aquellas irregularidades, debido a la falta de fundamento, de desarrollo y de exposición de las razones por las que el fiscal acusa a nuestra defendida. No describe ni en qué consiste la apología ni cuáles son los delitos apologetizados".

DE JUAN A CASIANA
A esta altura, conviene rastrear un poco los orígenes de Cristianismo y Revolución. Su fundador, Juan María García Elorrio, era un cristiano tercermundista nacido en una familia de clase media alta. Ex seminarista, revitaliza su catolicismo monacal y encuentra una nueva forma de amar a Cristo: comprometiéndose políticamente en la lucha de liberación que desarrollan los pueblos. De ese parto interior nace CyR. en 1968.
Casiana Ahumada, que ya forma pareja con Elorrio, participa del alumbramiento. Ella también es una joven de familia acomodada que se cuestiona su origen social y su función en el mundo. "Era servidora incondicional de la obra de Juan —recuerda Raimundo Ongaro, amigo de aquél—. Muchas veces Juan me decía: La estoy fundiendo a Casiana. Y yo mismo escuché diálogos como éste: «Juan, ¿hay plata para el próximo número?» «Me parece que vas a tener que vender otro pedazo de campo.» Y ella lo hacía, se desvestía para vestir a la revista", se asombra hoy Ongaro.
Cuando García Elorrio muere, víctima de un extraño accidente, su compañera lo reemplaza con la espontaneidad de las mujeres fieles. "CyR sirve para que se puedan expresar todos los movimientos revolucionarios que deseen difundir o explicar el sentido de sus acciones", escribe C.A. en el 28 de su revista. Y agrega, hablando de Juan: "Esa fue siempre su bandera: la unidad en la lucha. El mensuario, que se peroniza en forma paralela con los curas del Tercer Mundo, cumple una doble función: llega a ser la única revista que denuncia torturas y es la única que brinda elementos e información completa sobre organizaciones revolucionarias del país y del continente. Preciada labor si se tiene en cuenta que los veinte mil ejemplares que alcanza a tirar en la época de su clausura los agotan los universitarios y los cuadros más jóvenes de las organizaciones políticas y sindicales.
El día 7, C.A. será juzgada por la Cámara del Terror, acusada de incitar a la violencia y apologetizar el crimen. Como prueba, el fiscal exhibirá la publicación (N° 30) de una carta del cura chaqueño Rubén Dri ("Perón o muerte") y de un documento donde la organización armada Montoneros explica su origen y el porqué de sus acciones ("Perón o muerte. Viva la Patria").
Por su parte, los doctores Ortega Peña y Duhalde demostrarán —ya se dijo— que un juicio tal contradice de frente a la Constitución Nacional. Tal vez convenga recordar una cosa: la Cámara Federal, que juzga a la periodista Casiana Ahumada por aquellas causas, nació de un Gobierno que subordinó la Constitución a un Estatuto propio mediante un golpe de estado violento.

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CASIANA: LA FE COMPARTIDA
"No podrán encadenar las ideas de los pobres. No podrán doblegarnos en nuestra lucha contra la explotación de los que tienen dinero y armas. Sí podrán retenernos entre cuatro paredes. Pero si así lo hicieran, nuestro nombre y nuestros esfuerzos ya habrán pasado a manos de miles de compañeros que seguirán avanzando hacia la Sociedad Nueva. Un abrazo de tu compañera y hermana americana."
Ángela Davis (Telegrama a Casiana Ahumada)

"Yo estuve once años en una escuela católica y procedo, además, de una familia profundamente cristiana. Tengo tíos presidentes de Acción Católica. En mi casa, el ambiente es cerrado, bastante reaccionario; mi formación es similar a la que tuvo Juan."
Así explica su origen Casiana Ahumada en febrero de 1971. Hace rato ya que viene profundizando el cristianismo para "buscar esas raíces que pudieran modificar la trayectoria de cada uno de nosotros". Cuando, en 1966, el régimen militar de Onganía intenta convertir al catolicismo pre-conciliar en la doctrina del Estado, Casiana, junto a Juan García Elorrio y a otros jóvenes, funda seminarios de estudios cristianos tercermundistas.
Profundizan primero el contenido teológico del cristianismo, pero entienden que deben llevar a la práctica política semejante vocación. En principio visitan las villas miseria, con un mensaje y alguna ayuda material. Comprenden, entonces, que el sistema es total y no admite soluciones parciales.
Nace Cristianismo y Revolución. Desde sus orígenes, la labor de García Elorrio es compartida por Casiana Ahumada, que asume su responsabilidad de mujer. Reniega de la formación ideológica heredada de la burguesía e ingresa en el camino trazado por las mujeres argentinas con mayúscula. Ve en Evita un ejemplo y se convierte, decididamente, en una militante.
En marzo de 1971 razona así: "Ya tenía el convencimiento de que dentro de los marcos institucionales de la Iglesia no había ninguna posibilidad de concretar la liberación del pueblo". Su adhesión a Eva Perón fue primero algo espontáneo, no razonado. Una admiración de mujer a mujer, un respeto impuesto por la figura de la Conductora. Descendiente de las clases medias, termina finalmente incorporada al peronismo, movimiento nacional de masas.
En su número del mes de setiembre del año pasado, Cristianismo y Revolución dice: "Eva Perón murió a los 33 años. Ese día hubo llantos sinceros. Pero también hubo lágrimas cínicas. Los obsecuentes, los futuros traidores, los próximos contrarrevolucionarios también desfilaron frente a su cadáver, fingiendo sentimientos que no experimentaban. Perón queda solo y el puesto de la Conductora es repartido entre los sectores burocráticos y reaccionarios de dentro y de fuera del peronismo".
Cuando reemplaza a su compañero muerto, Casiana esperaba tamaña responsabilidad. Pero la revista continúa editándose. Las denuncias prosiguen, la documentación —valiosa para quienes aspiran a liberar nacional y socialmente a la Argentina— se sigue publicando en sus páginas. Por largo tiempo CyR es una isla honesta entre tanto silencio oral y escrito.
Quienes juzgan a militantes como Casiana Ahumada, juzgan al mismo tiempo al pueblo, a los cristianos, a los peronistas, a todos. Su delito es disentir, es opinar en contra. Es pensar, como muchos, que en el país gobiernan unos pocos para propio provecho.
Casiana Ahumada, con treinta y dos años y una hija de dos, ya está pagando con la prisión su necesidad de pensar más allá de sí misma. Por eso se suma a la numerosa juventud que perdió la vida o la libertad pensando y trabajando para la Patria.
MARIANO MARRERO DIAZ desde Madrid
6/VI/72 • PRIMERA PLANA

 

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