CASO SATANOWSKY
por R. J. WALSH
Debe seguir la comisión

Caso Satanowsky
AL salir a la calle este número, habrá cumplido cincuenta días de labor la Comisión Parlamentaria Investigadora del Caso Satanowsky, presidida por Rodríguez Araya e integrada por los diputados Calabrese, Tortonese, Tello Rosas y Rodríguez del Rebollar.
Como todavía no me he referido a ella, salvo accidentalmente, creo llegada la oportunidad de hacerlo. No para dar cuenta de su existencia —pues sobre eso han corrido ríos de tinta—, sino por estos dos motivos fundamentales:
1º Porque si bien disiento abiertamente sobre parte de los métodos de investigación utilizados, y prefiero reservar opinión sobre algunas actitudes en el plano personal, sigo creyendo que este grupo parlamentario es todavía la única (y la última) instancia capaz de aportar pruebas legales que conduzcan al juzgamiento y condena de instigadores y ejecutores.
2º Porque considero desmesuradamente optimista, y erróneo, el criterio sustentado por Rodríguez Araya (declaraciones producidas en Córdoba al cierre de esta edición) según el cual el homicidio estaría "totalmente esclarecido".
No hay nada de eso. El homicidio está relativamente aclarado para la opinión pública, pero ese tipo de esclarecimiento —lamento tener que señalarlo— ya se había producido aquí, en estas columnas, mucho antes de que existiera la Comisión Investigadora. Y el que lo dude, consulte en general las veinticuatro notas publicadas en MAYORIA, y en particular la del 18 de agosto, donde ya se señala la intervención de Pérez Griz. su vinculación con Cuaranta y su amistad con Lorenzo.
Es otro el esclarecimiento que nos debe la Comisión. Es la PRUEBA JUDICIALMENTE VALIDA, que permita detener y condenar, sin excepción, a los cuatro ejecutores materiales, a todo el grupo de extorsionistas y al o los instigadores, cómplices y encubridores.
Esa prueba judicialmente válida sólo está lograda en un veinte por ciento. Y esta proporción es tan exigua que si el grupo parlamentario se conforma con ella y da por cerrado el caso, bastará un juez abúlico o mal intencionado para mandar todo al diablo.
Para que nadie crea que exagero, voy a dar una reseña de lo que se ha hecho hasta aquí. Y otra de lo que falta hacer.

Lo actuado
Antes que nada debo aclarar que no tengo acceso al sumario, secreto, de la Comisión. Sé que uno o dos colegas de la prensa grande han protestado, con poco generosa intención, al verme en el grupo parlamentario. Tal vez ignoran que he declarado y aportado documentos e informes en más de diez o quince oportunidades, y que es por eso que me han visto. Si alguna vez existe la posibilidad de un cotejo, se comprobará que he sido yo quien ha contribuido al sumario, y no a la inversa; que he ido a llevar y no a sacar; y que inclusive he tenido alguna sorpresa mortificante, como la de ver reproducido en la portada de un semanario un documento inédito cuyo único poseedor era yo y que en carácter confidencial entregué a la Comisión. No hablemos de la célebre confesión de Pérez Griz, que al parecer figura en el expediente como tomada por la policía paraguaya, cuando no es sino la fotocopia de la que personalmente le tomé a máquina a Pérez en Asunción.
La reseña que haré de lo actuado por la Comisión no proviene, en consecuencia, del sumario, sino del conocimiento previo que he tenido de la mayoría de los testigos, documentos y circunstancias; complementado con las numerosas conferencias de prensa de los señores diputados, con la atenta lectura de los diarios y con el recuerdo de mis propias declaraciones testimoniales...
He aquí entonces las constancias esenciales del sumario, según tengo derecho a reconstruirlas, aunque no necesariamente en el orden en que figuran:
1º Declaración de Elsa del Pin de Estévez, corroborando la que personalmente le tomé el 23 de setiembre y publiqué en MAYORIA el 23 de octubre. Esta declaración acusa a Pérez Griz y Palacios e invoca el testimonio de Marcos Ozanic y Atilio Cocha.
2º Declaración de Ozanic y secuestro del arma utilizada para matar a Satanowsky.
3º Denuncia (8 de octubre) formulada por mí sobre las actividades y posible participación en el crimen de Carlos Roberto Delgado Chalbaud, aventurero venezolano y ex agente del SIDE.
4º Prueba, sobre denuncia igualmente formulada por mí, de una vinculación, anterior al crimen, entre Cuaranta y Pirán Basualdo.
5º Comprobación de todas las denuncias contra Pérez Griz formuladas en estas columnas desde el 18 de agosto.
6º Comprobación del nexo entre Castor Lorenzo y Pérez Griz, también adelantado en MAYORIA del 18 de agosto.
7º Reconocimiento positivo de Lorenzo, efectuado por el ascensorista Aladino Blanco.
8º Admisión, por parte del testigo Claudio Mange, de que oportunamente había reconocido a Lorenzo, y de que ese reconocimiento no quedó asentado en las constancias judiciales y policiales.
9º Reconocimiento positivo de Pérez Griz, efectuado por el ascensorista Raúl Ramírez.
10º Decenas de testimonios que prueban la vinculación entre Pérez Griz y Cuaranta.
11º Por lo menos un testimonio (el de Atilio Cocha) que vincula a Castor Lorenzo con Cuaranta.
12º Confesión de Pérez Griz, donde acusa a Lorenzo, Palacios. "Allende" y Cuaranta.
13º Resultado positivo de la pericia balística, y varios testimonios (Elsa del Pin, Ozanic, Isabel Rodríguez Botto) que atribuyen la propiedad del arma a Pérez Griz.
14º Testimonios de Cuaranta y Cardalda, admitiendo su conexión con Pérez Griz, pero no su participación en el crimen.
Esto es lo que hasta el momento ha conseguido la Comisión. Por un lado, el que toca a la convicción pública, es mucho y puede calificárselo de verdadera hazaña. Mas por otro lado, el que linda con la justicia tribunalicia, es sobradamente poco. Los tres procesados que se encuentran en el país (Palacios, Lorenzo, Fleitas) niegan.
La confesión de Pérez Griz, por elocuente que sea, carece de valor jurídico hasta que no sea ratificada en Buenos Aires. Casi toda la evidencia reunida es de tipo circunstancial, tradicionalmente desdeñada por nuestra justicia. Y por si fuera poco, él juez de la causa ha dado no pocas muestras de hostilidad hacia la Comisión, hacia el ex querellante,
y en general, hacia todo el que postule la culpabilidad del trío Cuaranta -Pérez Griz - Castor Lorenzo.
Lo único que se tiene en pie por si solo, lo único que constituye una evidencia completa en sí misma, es la pericia balística. Pero ésta señala e identifica a un arma, y no a quien la empuñó en la mañana del 13 de junio de 1957.

Lo que falta
Sin la pretensión de agotar el tema, veamos ahora lo que aún no se ha hecho y es necesario hacer antes de dar por terminada la investigación:
1. Concluir el interrogatorio de los ocupantes del edificio de San Martín 536. que suman varios centenares.
2. Concluir el interrogatorio de las relaciones conocidas de Pérez Griz, que también suman varios centenares.
3. Probar de manera más decisiva la participación de Marcelino Castor Lorenzo.
4. Probar la participación de Rodolfo Ladislao Palacios, ya por medio de nuevos interrogatorios o reconocimientos, o bien hallando contra él una prueba material terminante. Cabe recordar que al día siguiente del crimen, Elsa del Pin le lavó un traje manchado de sangre. A pesar del lavado, el análisis de laboratorio podría aún dar resultado positivo. Palacios "regaló" ese traje, pero no sabe a quien y dónde vive.
5. Identificar y detener al cuarto integrante del grupo ejecutor.
6. Establecer qué grado de veracidad tiene la denuncia de que Marcos Satanowsky fué golpeado con una estatuita perteneciente al capitán Caffarini.
7. Establecer la participación en el hecho; del o de los ciudadanos extranjeros que con el nombre de "Delgado Chalbaud" desempeñaban funciones secretas para el SIDE. Según referencias en mi poder, hubo por lo menos dos individuos en esas condiciones.
8. Determinar el papel de un presunto entregador, amigo de Cuaranta e inquilino del mismo piso en que mataron a Satanowsky.
9. Establecer la conexión, que ambos niegan y otros afirman, entre Cuaranta y Castor Lorenzo.
10. Idem, la conexión entre Castor Lorenzo y el capitán Molinari o familiares de éste.
11. Establecer, mediante una pericia, la procedencia de los panfletos y recortes de diarios que se encontraron sobre el escritorio de la víctima.
12. Identificar al personaje que he llamado "El Escenógrafo".
13. Hacer oír a todos los testigos la voz grabada del extorsionista que habló telefónicamente con miembros de la familia Satanowsky, con el fin de que alguien la identifique.
14. Someter a pericia caligráfica la letra de Palacios, Pérez Griz, Cocha, y en general, todos los sospechosos y testigos de este grupo, para determinar si alguno de ellos escribió los anónimos amenazantes que obran en el expediente judicial.
15. Someter a pericia el papel de dichos anónimos para determinar su procedencia. Preguntar al general Cuaranta en qué se funda para decir (como consta en el expediente de la Comisión) que ese papel pertenece al Servicio de Informaciones Navales.
16. Reconsiderar el incidente Fleitas - Feijó y determinar cuál de ellos estuvo complicado en la extorsión.
17. Revisar el expediente de extorsión y completar las diligencias truncas, sobre todo la relativa a la persona que "ayudó a empadronar" a la esposa de Isidro Satanowsky.
18. Determinar él móvil del homicidio, tomando como base la reiterada denuncia de los Satanowsky relativa al diario "La Razón".
19. Establecer si Marcos Satanowsky tuvo en su poder un documento que por sí solo determinase la propiedad del diario "La Razón". Si ese documento era un contrato de compra y venta. Y si ese documento existe todavía, quizá en manos del mismo Perón, como se ha sugerida
20. Analizar las acusaciones de Cuaranta contra jefes de la Marina de Guerra, y exigir que las fundamente.
21. Verificar las acusaciones de Pérez Griz contra Cuaranta.
22. Continuar indagando las deficiencias de las anteriores investigaciones.
Podríamos seguir, pero creo que con esto basta para demostrar que la investigación dista mucho de estar terminada.

A pesar de las presiones
El domingo 2 de noviembre, a las diez de la noche, un locutor de Radio Excélsior, formuló a Isidro Satanowsky esta pregunta:
—¿Tiene usted conocimiento de que, aparte del general Cuaranta, estarían implicados en el asesinato otros miembros de la Revolución Libertadora?
Obsérvese bien lo que respondió el doctor Isidro Satanowsky, porque en torno a su respuesta iba a desencadenarse una verdadera tempestad:
—Según manifestaciones del general Cuaranta mismo, formuladas delante del que habla y de su hijo Mario, dicho miembro de las fuerzas armadas manifestó que en el crimen habían intervenido el capitán de navío Manrique, el capitán de fragata Molinari y el capitán de corbeta Mesina, ya sea como instigadores o encubridores.
No habían pasado dos horas, cuando el impetuoso capitán Manrique se acercó a los diarios con un comunicado que empieza así:
"Me he enterado de que el señor Isidro Satanowsky ha declarado en una audición radial que yo sería uno de los instigadores del crimen del doctor Satanowsky."
Obsérvese el curioso error. Porque no es Isidro Satanowsky, es Cuaranta el presunto acusador de Manrique. Y sin embargo, sobre esta equivocación básica creció el tumulto originado por las declaraciones de Isidro Satanowsky.
Dentro de las cuarenta y ocho horas, el Ministerio de Defensa y la Marina de Guerra emitieron amenazantes declaraciones. El propio Rodríguez Araya se vió obligado a desautorizar al hermano de la víctima. Pero lo extraño es que nadie se haya detenido a averiguar si, efectivamente, Cuaranta le había dicho eso a Isidro Satanowsky.
Pienso que puede interesar mi propio testimonio. Cuando a fines de mayo llegué al estudio para realizar las averiguaciones preliminares, encontré que tanto Isidro como Mario Satanowsky sospechaban de los tres marinos citados. Contra el capitán Molinari existían, efectivamente, algunos elementos de juicio, no así contra Manrique y Messina, sobre los que sólo pesaban alusiones y confidencias vertidas justamente por Cuaranta. Contra el capitán Manrique no encontré nada, en el curso de una investigación bastante minuciosa. Y en relación con el capitán Messina, no sólo no hallé nada en contra, sino que descubrí algo a favor, pues fué justamente él quien desbarató la extorsión contra Peralta Ramos, ensayada por un testaferro de Cuaranta.
Fué éste quizá el primer elemento de juicio que me hizo sospechar del ex jefe del SIDE. Si él pretendía desviar las sospechas hacia otro lado, ¿no sería porque el culpable era él?
Las palabras se las lleva el viento. El general Cuaranta podrá negar lo que dijo a Isidro y Mario Satanowsky. Lo que no podrá negar, porque consta en el expediente, es que en presencia de Rodríguez Araya y de Belnicoff, acusó a todo un Servicio de la Marina de Guerra de estar complicado en el homicidio.
Y si el capitán Manrique o la Marina lo dudan, pidan vista del sumario de la Comisión. En la primera foja hallarán la prueba de lo que afirmo.
El episodio, sin embargo, sirvió para que se desencadenaran todas las fuerzas que pretenden parar la investigación. Se ha afirmado que el fin de la misma es desprestigiar a la Revolución Libertadora. Lo que no se quiere admitir es que todos los denunciantes, inclusive el que esto escribe, han sido en algún momento partidarios de la Revolución Libertadora
Ni las amenazas, ni las presiones, ni las frases pomposas, deben interrumpir el trabajo de la Comisión Parlamentaria Investigadora del Caso Satanowsky. Tiene en sus manos todas las cartas para seguir adelante y triunfar. Si cesa en este momento, inevitablemente habrá fracasado. El juez seguirá poniendo en libertad a los sospechosos, hasta que llegue el anhelado momento de sobreseer. El caso morirá definitivamente. Y se habrá perdido una oportunidad única para sanear el país.
Revista Mayoría
27/11/1958

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