LAS CIENCIAS Historia de una
intervención
La Comisión Nacional nació
en 1968. En principio, su destino fue estudiar las
relaciones del sistema Sol-Tierra. Esas
investigaciones abarcaban el campo de la
geofísica, la astrofísica y la geoheliofísica. Sin
embargo, los sucesivos decretos aprobados por el
gobierno de Onganía ampliaron su área de acción.
Castex no vaciló en utilizar el poder que le
confería su carácter de asesor científico del ex
presidente para iniciar un proceso que algunos
consideran de monopolización de la ciencia. Para
el audaz ex jesuita fue un triunfo largamente
esperado. Sus fracasos anteriores no habían
logrado desanimarlo. Nombrado director del
observatorio de San Miguel en 1968, no escatimó
esfuerzos para convertirlo en un centro
interuniversitario de investigación. "Mi proyecto
—afirmó— no pudo prosperar a causa de la
mentalidad de las universidades privadas, que no
sabían siquiera en qué consiste una investigación
científica. A partir del vacío creado en la
facultad de Ciencias Exactas, se me ocurrió crear
un organismo paralelo al Consejo de
Investigaciones. Ese fue el origen de la Comisión
Nacional de Estudios Geoheliofísicos." Para
poblarla, Castex recurrió, precisamente, a los
científicos renunciantes la noche de los
bastones largos. El comité que lo asesoraba contó,
entre sus miembros, a Carlos Varsavsky. "El
objetivo —precisó Castex— era crear un organismo
que fuera ejemplo de planificación científica, con
una política a largo plazo y que exigiera
resultados." A lo largo de tres años, la Comisión
edificó tres dependencias: el Observatorio de
Física Cósmica de San Miguel, el Observatorio
Nacional Solar, ubicado en La Rioja, y el centro
Puerto Madryn-Patagonia. El estilo característico
de la Comisión pretendió ser radicalmente opuesto
al del CONICET. Para obtener un subsidio, los
investigadores debían defender sus proyectos ante
un tribunal integrado por cuarenta personas. El
espíritu de estos trámites pretendía ser
democrático y condescendiente "Esto posibilitó un
intenso desarrollo de la Comisión —dice Lorenzo
Aristarain, que dirige el grupo de Geología
Económica— y creó grandes expectativas entre los
investigadores. Muchos de ellos, residentes en el
extranjero, no vacilaron en solicitar su
incorporación."
LA INTERVENCION. El 17 de
septiembre de 1971 los investigadores de la
Comisión verificaron la certeza de una amenaza que
pesaba sobre el organismo desde tiempo atrás. Un
primer decreto de la Junta de Comandantes ordenaba
la intervención y designaba al comodoro Juan José
Tasso como su titular. Sin embargo, olvidaron
destituir a Mariano Castex. Fue una gaffe
burocrática, claro. Pero no pasó inadvertida. Un
segundo decreto, destinado a disimularla, no evitó
los irónicos comentarios. En el ambiente
científico arreciaron las versiones. El episodio
demostraba —claramente— una prisa inusual para
decidir los destinos de un organismo. Los
argumentos enarbolados pronto provocaron una
alarma creciente. El comunicado sostenía que las
actividades de la Comisión se superponían "en
muchos campos con los que corresponden a otros
organismos". Agregaba que este hecho demoraba "la
conformación del Sistema Nacional de Ciencia y
Técnica" y que excedía "los propósitos que
aconsejaron su creación". Para Castex. la
premura no resulta extraña: es un reflejo de
viejos enconos. "El ataque proviene de una fuente
bien clara: el brigadier Carlos Bosch, que no
puede perdonarme la eficiencia que demostré en mi
labor", recrimina Castex. Esos roces comenzaron
cuando el ex jesuita declaró públicamente que la
Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales
—el reinado de Bosch— no cumplía ninguna función.
"No me faltaban argumentos —sostiene ahora— porque
Bosch era incapaz de obtener fondos para su
organismo. Tuve que preocuparme yo mismo de
resolver ese problema. El ministro de Defensa
Cáceres Monié me sugirió una vez, que como yo
defendía tanto sus intereses, podía ocupar su
lugar." Existieron, al parecer, otros motivos.
"Tuve ataques de todos los frentes. El grupo de
Juan Tramezzani —director del Instituto de
Neurología— no vaciló en formular algunas
acusaciones inadecuadas. Han dicho que la Comisión
no sólo avalaba la infiltración comunista sino
que, además, subvencionaba guerrilleros."
UN ELENCO SINGULAR. Dos meses después de la
intervención, el gobierno designó un grupo de
representantes de varios organismos científicos
para que estudiara una actitud coherente respecto
de la vapuleada Comisión. El elenco fue integrado
por el brigadier Carlos Bosch, el coronel Luis
Martínez Vivot (director del Instituto Geográfico
Militar), el comodoro Reynaldo Bertinotti
(director del Observatorio Meteorológico
Nacional), el capitán de navío Jorge Suárez
(delegado del Comando en Jefe de la Armada), el
licenciado Horacio Cadeneu-ve (representante del
general Luis Leal, que dirige el Instituto
Antártico Militar), dos representantes de la
Comisión Nacional de Energía Atómica, uno de la
subsecretaría de Ciencia y Técnica y un
representante del Ministerio de Educación. El
abigarrado equipo está dirigido por el general de
brigada Alberto Vicente Nieto, ex secretario de
Comunicaciones durante el gobierno de Levingston.
La composición del elenco no dejó de llamar la
atención. Algunos sostienen que no es casual ni
irrelevante la mayoría militar. Podría significar
de parte de las Fuerzas Armadas un intento para
incrementar el control sobre el conjunto de los
organismos científicos. Existe, sin embargo, una
alternativa. Algunas versiones señalan que las
Fuerzas Armadas estarían dispuestas a disolver el
antiguo reinado de Mariano Narciso Castex. Las
causales estarían determinadas, sobre todo, por el
deseo de acaparar los laboratorios, equipados con
valioso instrumental. "El Servicio Meteorológico
Nacional —supone Castex— tiene interés en llevarse
los elementos de trabajo que hay en San Miguel."
INCERTIDUMBRES. Después de ocho meses de
debate, los delegados todavía no han resuelto el
dilema: el status del organismo permanece
invariable. Su disolución acaba de ser postergada
por segunda vez. En julio deberán optar por
disolver la Comisión, reestructurarla o, en última
instancia, asegurar algún tipo de continuidad.
Los argumentos exhibidos en el comunicado del
gobierno suscitaron la reacción desfavorable de la
mayoría de los científicos. Varias solicitadas
poblaron anchos espacios de los diarios; advertían
que esa actitud podría generar grave crisis. "Si
el organismo fuera repartido entre varias
instituciones, como señalan ciertos rumores, las
consecuencias serían desastrosas", afirmó ante
Panorama Juan José Giambiaggi, ex director del
Departamento de Física de la facultad de Ciencias
Exactas hasta 1966. "Es evidente la similitud que
existe entre este proceso y la intervención a las
universidades", continuó. "Las críticas atacan,
fundamentalmente, el famoso concepto de
superposición que fuera el argumento más sólido de
la intervención militar. Si fuera cierta esa
superposición —sostiene Giambiaggi— no veo por qué
es necesario —y, sobre todo, tan escandaloso—
considerarla negativa. Los grupos de científicos
que trabajan en el país, acerca de cualquier tema,
son aún muy débiles. En lugar de destruir equipos
que estudian los mismos rubros, habría que
coordinar esos esfuerzos." Los investigadores
de la Comisión —que no ganan para sustos— se
preguntan por qué el elenco de delegados aspira a
proponer innovaciones. Dudan de que la continuidad
de la Comisión Nacional de Estudios
Geoheliofísicos gravite negativamente sobre el
presunto Plan de Ciencia y Técnica. Eleonora
Gosman
CIENTIFICOS El consejo de Perón
"La búsqueda de hacer ciencia no tiene la máxima
prioridad. Para mí la primera consiste en tratar
los problemas de los cuales puedo extraer
consecuencias inmediatas para la acción: la toma
de decisiones aquí y ahora con las condiciones tal
como están dadas, con los medios disponibles, con
los recursos humanos y materiales que están a
nuestro alcance, con el tipo de enemigo que
tenemos por delante, con la dureza y la duración
de la lucha que enfrentamos." Cualquier otro
intento de encarar las prioridades de la actividad
científica resulta, para Rolando García, mera
tecnocracia. En la tibia tarde del jueves 13
Panorama logró, por fin, una entrevista largamente
postergada. García no sólo acaba de estrenar una
típica casa de barrio porteño —con diminuto
jardín— en pleno Villa Urquiza. También ha
inaugurado, hace poco, una posición ante la
ciencia y la política que resulta insólita para
los intelectuales de su generación. En los últimos
años se atrevió a dar un salto casi escandaloso.
Conocido por su trayectoria de izquierdista
liberal durante los años 60, fue acercándose
lentamente hacia el peronismo. En 1968 se reunió
por primera vez con Perón. Tuvo lugar, entonces,
el comienzo de una comunión que se caracteriza, al
parecer, por sus intenciones duraderas. A partir
de esa primera entrevista, Perón y García
comenzaron a esbozar la idea de un Consejo
Tecnológico encargado de estudiar desde todos los
ángulos la realidad nacional. Desde hace varios
años, Perón no se cansa de repetir que "las tareas
de preparación humana como de preparación técnica
han de ser la razón de ser de organismos políticos
y tecnológicos, que es preciso poner en marcha
cuanto antes a fin de aprovechar el tiempo que nos
queda disponible hasta la toma real del poder.
Tomar el gobierno sin una adecuada preparación es
exponerse a un fracaso. Sería mucho mejor no
llegar al gobierno que llegar para fracasar".
PASAJES. Tampoco para la comunidad científica
los 20 últimos años han pasado en vano. Muchos
consideran que los organismos de investigación y
promoción actuales —CONACYT, CONICET y
universidades— no tienen relación alguna con las
necesidades reales del país y, más bien, resultan
útiles para estimular la formación de la peor
especie de investigadores puros. A través de
textos especializados, conferencias y entrevistas
periodísticas, Oscar Varsavsky o Manuel Sadosky
(ver, por ejemplo, Panorama 358) han analizado
desesperanzadamente la crisis de la ciencia
argentina. Cualquier intento de solución
sobrepasaría, al parecer, las buenas intenciones
personales —y aún tribales— de los científicos.
Entre los intelectuales que consideran que antes
de preocuparse por refinamientos técnicos, es
necesario definir el marco social y político, se
encuentra el escaso número que —tras trabajosa
evolución— decidió enrolarse en el peronismo. A
principios de este año, Conrado Eggers Lan
—profesor de Filosofía Antigua de la facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires— publicó Izquierda, peronismo y socialismo
nacional. Eggers asegura allí que sus opiniones
surgen desde dentro del peronismo mismo. Esa
declaración, sugiere Eggers, "puede acaso
desconcertar a distintos lectores, ya sea porque
me han conocido como activo militante
antiperonista en 1954 y 1955 y desconozcan mi
evolución posterior; ya sea porque les cueste
creer que un profesor universitario de filosofía
manifieste su compromiso con un movimiento que
parece haber conferido a la historia argentina del
último cuarto de siglo sus mayores ribetes de
irracionalidad ...". Eggers señala un error que
suele surgir de las conversaciones políticas
demasiado apresuradas: "Cuando el peronismo ha
pasado largo tiempo en el gobierno con la
hostilidad casi generalizada de los intelectuales,
es demasiado frecuente la tentación de éstos, una
vez reconocido su anterior error, de convertirse
en "cerebros" del movimiento y "darle sus ideas" a
algo que en ese aspecto ha estado aparentemente
huérfano y consiguientemente amorfo. Esto acontece
con mayor facilidad si el esclarecimiento proviene
de la izquierda marxista, cuyos esquemas se
mantienen incólumes así como su metodología, que
parece bastante segura para la praxis, aun cuando
en el terreno nacional no haya acreditado esa
seguridad en una eficacia histórica. Mientras
la mayoría de los científicos, que el profesor
especializado en Platón califica como
aterrorizados por la historia, se afana por
encontrar coincidencias personales entre ciencia y
política, el meteorólogo Rolando García —una de
las víctimas de la noche de los bastones largos
que logró recuperarse— se esmera por concretar uno
de los sueños de Juan Perón.
ESTRATEGIA Y
TACTICAS. A principios de abril la Mesa Nacional
Coordinadora para el Trasvasamiento Generacional
presidió, en Santa Fe, la Primera Jornada de
Ciencia y Técnica. Alrededor de 200 profesionales
y técnicos de varias especialidades —arribados de
Capital, Rosario, Mar del Plata, Córdoba, Entre
Ríos, Misiones, Corrientes, San Luis y Mendoza—
debatieron durante un sábado. El domingo por la
mañana redactaron un documento y resumieron los
puntos clave de la charla sabatina. Saturado de
estribillos, fue leído el domingo por la tarde.
Para la generación del trasvasamiento, "la ciencia
de la sociedad mercantil competitiva es un
instrumento para la realización de los fines de
esa "sociedad y, consecuentemente, un arma de
guerra que continúa esa política". Los 200 jóvenes
profesionales se proponen adueñarse de la ciencia
—como si fuera un instrumento más, ni sagrado ni
intocable— y no dudan en destruirla cuando se
convierta, para ellos, en propaganda,
justificación o enmascaramiento". Citaron, por
cierto, el capítulo VI del Segundo Plan
Quinquenal: "El objetivo fundamental en materia de
investigaciones científicas y técnicas será crear
todas las condiciones necesarias a fin de que la
ciencia y la técnica argentinas se desarrollen
plenamente como instrumento de la felicidad del
pueblo y de la grandeza de la nación". Hace dos
semanas, Roberto Grabois y Alberto Álvarez,
integrantes de la Mesa Coordinadora, invitaron a
Rolando García a participar de la jornada
santafecina. Pero el ex decano de la facultad de
Ciencias Exactas recién llegó el domingo por la
mañana. Tuvo tiempo, sin embargo, de informar
acerca de su misión, insólita y casi intolerable
para muchos popes de la ciencia argentina: la
organización del Consejo Tecnológico del
Movimiento Peronista. Este organismo se ubica —muy
específicamente— en el nivel estratégico de los
planes de Perón, y no en el táctico. Aunque
Rolando García se entrevistó con el ex presidente,
por última vez, el primero de marzo —una fecha
cercana al diálogo con Arturo Frondizi—, el
proyecto del Consejo es una tarea a largo plazo,
ajena a los vaivenes del Frente Cívico de
Liberación Nacional. "Estuve en Madrid durante
esos días porque coincidió con mi viaje anual a
Ginebra por razones de trabajo." Rolando García
permanecería, entonces, alejado de las discutidas
instancias tácticas.
HASTA EL PODER. "Hemos
planteado siempre los problemas
científico-técnicos —informó a Panorama— en forma
democrática. Este concepto estuvo muy claro en mis
conversaciones con Perón y a mí me satisfizo
plenamente. Hay que acabar con los grupos técnicos
y de científicos cuya función es proponer la
solución universal a los problemas de la vida
nacional. Ejemplo: una carpeta para energía, otra
para 'soda solvay', etcétera. Para el Consejo
Tecnológico, la prioridad es el análisis político,
antes de los aspectos técnicos. Si hacemos primero
la planificación científico-técnica, pecamos de
tecnócratas y somos mercenarios de la ciencia, de
la técnica y del país." Mientras ambulaba en su
living todavía escaso de muebles, García explicó:
"Para realizar esta misión, curiosamente, no tengo
ningún modelo previo. Estoy, en serio, con
aquellos que van a ser los colaboradores futuros
del gobierno. Existe, sin embargo, una dificultad:
su estructura. Si persigo los modelos clásicos,
corro el riesgo de formar núcleos de
especialistas. Pero los conflictos de la realidad
son, de por sí, complejos y tienen facetas
integradas entre sí. Los problemas son, por
naturaleza, interdisciplinarios. Es necesario
evitar los compartimientos estancos y los
investigadores enamorados del detalle. Es
imprescindible ponerse al servicio de la
trasformación de la sociedad." Tanto la
estructura como los objetivos concretos del
Consejo son todavía un misterio. Pero las
consecuencias del análisis político —previo a los
ajustes técnicos— serán descubiertas a fines de
mayo. "Cuando empecé a hablar de esto con Perón,
me sentí optimista. Le dije que aquí había muchos
profesionales —valiosos y jóvenes— para cumplir
esta tarea. Y resultó cierto. Apegados a
concepciones sociales progresistas, cansados de
ser alienados por el ambiente, le dedican a este
trabajo —largo y difícil— todo lo que saben.
Quieren ser actores y trasformar esta sociedad que
ya no resiste más." El titular de este organismo
descentralizado, que sólo debe rendir cuentas a
Perón o a su delegado personal, recibe diariamente
los llamados ansiosos de grupos de técnicos.
García sólo acepta a los que se declaran
antitecnócratas. Ana Basualdo PANORAMA,
ABRIL 20 DE 1972
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del sitio
"Cuando el gobierno intervino la
Comisión tuve que abandonar el campo
de la ciencia. Ahora me veo obligado a
criar gallinas." Mariano Castex,
director de la Comisión Nacional de
Estudios Geoheliofísicos y ex zar de
la ciencia argentina, no pudo menos
que revivir las amarguras que
sucedieron a su deposición. Sin
embargo, su queja más que expresar un
lamento personal, descubre el drama
que desde hace tiempo envuelve el
ambiente científico argentino: la
falta de planes coherentes y las
luchas encarnizadas por el poder.
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