El padre Julio Meinvielle,
esta vez, denuncia a los generales
   
El nombre del senador Mc Carthy hace tiempo que pasó a ser un adjetivo calificativo aplicable a ciertas mentalidades estrechas. Como se recordará, Mc Carthy dominó los Estados Unidos con una de las armas más dolorosas: la difamación. Su actitud discriminatoria llegó a convertirlo en el terror del país, hasta que un día pidió que se eximiera del servicio militar a uno de sus jóvenes ayudantes. La solicitud le fue denegada y entonces Mc Carthy acusó al Pentágono de estar infiltrado de generales comunistas. Una vez más se dio la verdad evangélica de que "el que cava la fosa perece en ella", y el Pentágono sirvió de fosa para Mc Carthy.
"En todas partes se cuecen macarthys", comentó un sacerdote hace pocos días, mientras los diarios argentinos y extranjeros agitaban el "caso Meinvielle". El conocido sacerdote, que adquirió popularidad a fuerza de lanzar definiciones consideradas, por muchos, contradictorias de su cristianismo, fue protagonista de una conferencia en Curuzú Cuatiá (Corrientes), en la que acusó de "castrocomunistas" a un respetable número de generales y oficiales del Ejército argentino.
Las denuncias del padre Julio Meinvielle ya le ocasionaron más de un trastorno. El 13 de setiembre de 1961 fue "advertido" por la Curia a causa de un artículo en el semanario "Presencia", en el que acusó de comunista al entonces presidente Arturo Frondizi, suspendiéndose por la misma autoridad la edición del periódico. Otra "advertencia" le fue hecha el 6 de junio último por su intervención en política. Pero ahora ha producido un hecho cuyas consecuencias no se duda de que irán mucho más lejos de la Curia. De allí que se recuerde a Mc Carthy y la similitud de la fosa cavada.

El sacerdote
El padre Julio Meinvielle adquirió notoriedad cuando ejerció funciones de párroco en el barrio porteño de Versailles. Allí se lo conocía por su vida austera y su dedicación a los necesitados. Pero si el llamado "padre Julio" era querido por sus fieles, no por eso dejaba de tener actitudes desconcertantes: todavía se recuerda el día en que se instaló una "carpa protestante" en las inmediaciones de su iglesia, y Meinvielle entró "manu militari" en la precaria construcción, rompiendo todo lo que halló a su paso.
"Meinvielle pone en tela de juicio todo lo que no sea católico, pero católico tal como él lo interpreta", dijo uno de sus críticos. La discusión mayor en torno de su figura, la engendró su postura frente a los judíos. Sindicado como "nacionalista", muchas veces se lo señaló como asesor del "grupo Tacuara"; esto fue negado por Meinvielle pero aseverado por integrantes del grupo. La revista "Look" publicó una gran fotografía del sacerdote cuando se ocupó este año del conocido grupo de choque.
Lo cierto es que su libro "El Judío" fue acerbamente criticado por sacerdotes de gran notoriedad. El padre Joaquín Adúriz, en una audición de televisión, cuando se le leyó un párrafo del mencionado libro, preguntó si pertenecía a "Mi lucha", y acto seguido aseveró que las afirmaciones de Meinvielle estaban en contra de lo establecido por el Santo Oficio y que el "nihil obstat" dado por la Curia "estaba mal dado".
El padre Meinvielle en sus publicaciones se muestra proclive a interpretar la palabra del Evangelio y de la Iglesia Católica a la luz de su propia postura. De allí que la última encíclica de Juan XXIII "Pacem in Terris" no podía pasar inadvertida por el sacerdote, ya que el Papa introducía una concepción revolucionaria, en cuanto al tratamiento de las doctrinas contrarias a la Iglesia, que hacía peligrar seriamente la posición de Meinvielle. No tardó en aparecer un libro con comentarios a la "Pacem in Terris" en el que Meinvielle vuelve sobre uno de sus temas favoritos: la distinción restrictiva entre el que yerra y el error. Dice en su libro: "La afirmación que hace el Pontífice según la cual debe distinguirse entre el que yerra y el error no comprende a la persona de los comunistas o, al menos, a las personas de aquellos que se han convertido al materialismo consecuente. El Papa habla de los que se equivocan, no de los que mienten."
Juan XXIII no menciona al comunismo en su Encíclica, pero Meinvielle se encarga de enmendar la plana introduciendo la distinción donde la palabra del Papa no la introducía, y descuenta que todos los comunistas mienten.

Curuzú Cuatiá
El nombre del padre Julio Meinvielle era escuchado más de una vez en los regimientos, a los que llegaban sus "noticias" sobre una presunta revolución "castrocomunista" que llevarían a cabo los llamados generales nasseristas.
El proceso culminó con la conferencia en Curuzú Cuatiá (23-5-63), en la que Meinvielle acusó directamente al comandante del II Cuerpo del Ejército, general Carlos J. Rosas (nota MR: es interesante leer este enlace sobre Carlos Jorge Rosas http://depoliticaehistoria.blogspot.com/2019/05/el-general-carlos-jrosas.html), como cabeza de la revolución, agregando, entre otros, los nombres de los generales Osiris Villegas, Guglialmelli, Iavícoli, Díaz de Vivar y Salas Martínez. También acusó a civiles y a la propia familia del general Rosas.
El hecho, del que se ocupó ampliamente el periodismo, trajo como consecuencia la intervención del comandante en jefe del Ejército, general Juan C. Onganía, quien remitió el asunto al secretario de Guerra, pidiéndole que se inicien las acciones correspondientes por calumnias e injurias y por delitos contra la seguridad de la Nación. En su pedido comenta y acompaña el folleto de Meinvielle titulado "Toma bolchevique del poder a través de generales nasseristas".
La Curia también se dejó oír, previniendo al sacerdote de que se le aplicaría la pena de suspensión "a divinis", es decir, inhabilitación para celebrar misa y administrar sacramentos, si persiste en su actitud.
Todo permite suponer que esta vez el padre Meinvielle no conseguirá el "nihil obstat".
2 de julio de 1963
PRIMERA PLANA

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Cura Meinvielle