UCR, ALIANZAS Y PARTIDOS La
elección y las minorías
Luego, las conversaciones se hicieron
sordas; la elección radical era débil, y las
esperanzas se diluían en silencio. Cerca de la
medianoche la llegada de Ricardo Balbín —un
hecho insólito, ya que Balbín acostumbra
quedarse en La Plata en esas ocasiones—
coincidió con una variación favorable de los
porcentajes; los resultados generales
asignaban el 42 por ciento al FREJULI, y el 23
por ciento a la UCR. Frente al 53 por ciento
inicial, los radicales respiraron con alivio y
recibieron a Balbín como el futuro ganador de
la segunda vuelta. Desde las 23.30 hasta la
1 de la madrugada del lunes 12 creció la
confianza en la posibilidad del ballotage; una
verdadera nube de simpatizantes pugnó por
acercarse a Balbín mientras declaraba ante las
cámaras televisivas. Pero los dirigentes
experimentados sólo esbozaban sonrisas de
simpatía; para los radicales fogueados, nada
de lo que sucedía se parecía, un triunfo, y
sólo partidarios fervientes, poseídos de un
entusiasmo que poco tenía que ver con la
realidad, seguían cantando y gritando en los
pasillos y escaleras. Cuando las noticias
de la madrugada disiparon las últimas dudas, y
los cómputos alcanzaron la mayoría de los
votos nacionales, Rafael De Stéfano, jefe de
prensa del Comité Nacional, explicó la
derrota: "Es el precio político de una alta
labor. El partido y Ricardo Balbín fueron sus
principales protagonistas, y su gestión —que
posibilitó el comido e impidió las
proscripciones— tuvo un doble efecto:
convertir en inexplotables las diferencias del
radicalismo con los peronistas y con el
gobierno militar". La síntesis de De Stéfano
compendió, en una sola frase, los dichos y los
silencios tácitos de Balbín ante la
requisitoria periodística.
MOTIVOS DE
UNA DERROTA. Para sus dirigentes, en el
trascurso de toda la etapa precomicial la UCR
desempeño un doble papel: al levantar la
bandera de la pacificación, desistió de toda
beligerancia con el peronismo. Al subrayar
mesuradamente sus diferencias con el gobierno,
cuidó no extremar la altura de un tono
político que ya consideraba agudo. Los
radicales opinan que estas dos premisas fueron
cumplidas, y que Balbín se empeñó en ellas
hasta las últimas instancias, aunque muy pocas
veces se refirió a esta situación, y sólo la
admitía en una forma implícita, cuando aludía
el pago de "un precio político personal".
La UCR advierte que el cumplimiento
sistemático de sus dos propósitos provocó el
alejamiento de los sectores antiperonistas, ya
que el partido no ejercía con la fuerza
necesaria un enfrentamiento imprescindible
para convencer a ciertos sectores del
electorado. Y también, que la permanente
alusión a la existencia de un pacto
subrepticio, alimentada por Perón, Chamizo y
Manrique, se sumó para ensanchar una vía por
la que escapó una cantidad considerable de
sufragios. Por fin, no enfrentar con
virulencia al gobierno, produjo el alejamiento
de quienes creían que la opción se situaba
contra Lanusse; y la UCR señala que, mientras
llovían las acusaciones pactistas, el segundo
flanco lo poblaban las denuncias de Oscar
Alende, Juan Carlos Coral y Jorge Abelardo
Ramos, que no vacilaban en mencionar el
"continuismo" del partido.
DEFENSA DE
LA ESTRATEGIA. "Si bien esto ha originado una
mala elección, es evidente que el clima de
pacificación lo fundó la UCR. Puede decirse
que el peronismo ha podido triunfar merced a
la lucha del radicalismo, y, con precisión, de
Balbín", afirmó un dirigente del Comité
Nacional en la madrugada del lunes 12. El
martes 13, por la mañana, otro importante
radical explicaba que "lo que no se entendió
es que, programáticamente, y con el respaldo
de la conducta de Balbín, la UCR era la llave
maestra para esta coyuntura histórica del
país, incluso para posibilitar el reintegro
paulatino de peronismo a las palancas del
poder sin correr el peligro que significan
ciertos sectores, nerviosos ante la animosidad
de un FREJULI violento y desvaído en su
programa". Sin embargo, no todos estaban de
acuerdo sobre las causas del porcentaje
electoral, ni conformes con la estrategia.
Para algunos, los votos se perdieron por no
enfrentar el peronismo al viejo estilo; y
entre los que pensaron de esta manera
—remarcando, además, que la política debía
variar si había segunda vuelta— se encontraban
hombres que comulgan con la facción interna de
Raúl Alfonsín. La réplica balbinista apelaba a
la buena memoria; recordaba, por ejemplo, que
poco antes de las elecciones internas del 26
de noviembre de 1972, Héctor Cámpora mantuvo
conversaciones con la UCR para arribar a un
acuerdo sobre la fórmula presidencial. La
intransigencia de Raúl Alfonsín impidió el
progreso de las negociaciones, y la proximidad
de los comicios interpartidarios descartó
hasta la continuación de las tratativas. "Pero
esto se puede relatar recién ahora", farfulló
quien hacía la reseña. En la Casa Radical
de Tucumán 1660, el martes 12 por la noche, la
mesa directiva y la comisión de acción
política de la UCR se reunieron; se trataba la
política que seguirá el partido frente al
gobierno del Justicialismo, cuya victoria el
radicalismo acepta en todas sus instancias. Se
conversó también sobre la situación castrense;
algo que preocupa a los radicales, que piensan
que sería un error incalificable tratar de
burlar la decisión popular. "Si el pueblo se
ha equivocado —agregan— deberá corregir su
error, pero dentro de cuatro años." La idea
del gobierno compartido —una tesis partidaria
que permanece en vigencia— está situada en
plena zona de la espera, porque la UCR piensa
que la iniciativa corresponderá a los
dirigentes del. FREJULI, y que los hombres del
partido colaborarán en las medidas en que se
sigan las pautas programáticas; ninguno
aceptaría, por ejemplo, concesiones a empresas
extranjeras en las áreas petroleras. Por
fin, en las horas finales del lunes, los
medios informativos anticiparon que en caso de
ballotage, la UCR se abstendría, considerando
que el porcentaje del FREJULI era más que
suficiente para convalidar su elección. En
Realidad, la noticia había sido difundida en
sectores castrenses por Bernardo Grinspun y
Félix de Elizalde, y el Comité Nacional no
vaciló en dar a esas afirmaciones el carácter
de "inquietudes excluyentes", y en afirmar que
la actitud del partido sería decidida, sobre
cualquier evento, en la reunión del martes 13.
No obstante, el hecho, un síntoma de indudable
valor, ponía de relieve la inquietud de
algunos sectores del radicalismo, no sólo por
los resultados de la elección sino por el
comportamiento político del partido.
LA
ESCALADA DE MANRIQUE. Recién a las 10 de la
noche del domingo 11, el candidato de la
Alianza Popular Federalista (APF), Francisco
Manrique, decidió enfrentar a los periodistas
que desde el cierre de los comicios aguardaban
la definición en el local de la calle Cangallo
al 1500. Con el rostro cansado, serio y algo
triste, el ex ministro de Bienestar Social
reconoció la derrota cuando aún la suma de
votos totales sólo hacía prever la posible
tendencia que seguiría el electorado. El clima
de desaliento también se vivía entre sus
partidarios más cercanos. "Seguiremos
trabajando; yo sé que esto es algo, nuevo que
aún no fructificó. Hay que darle tiempo.
Además, la estructura no aguantó. Era
previsible." Sin embargo, ese desaliento,
compartido por Rafael Martínez Raymonda,
surgía del convencimiento de que el primero o
segundo puesto eran una meta inalcanzable;
algo que los manriquistas habían negado
calurosamente hasta el día anterior de las
elecciones. Pero esa perspectiva no era
compartida por los observadores. El porcentaje
conseguido por Manrique es a todas luces
importante, y nuclea a la derecha populista.
Manrique capitalizó los votos de la alta clase
media, decepcionada de la Nueva Fuerza, que
incluso en los últimos días instó a votar a
sus candidatos a diputados y elegir otros para
el Ejecutivo. Así, por ejemplo, en el barrio
de Belgrano —reducto de la alta burguesía
argentina— los porcentajes en favor de
Manrique fueron significativos. También captó
votos del electorado descontento con el
radicalismo, y canalizó, además, como se
preveía, los sufragios de la clase baja, sobre
todo en las provincias que recordaban su
gestión en el Ministerio de Bienestar Social.
Los porcentajes alcanzados —en casi todas las
provincias la APF quedó tercera, y en los
casos de Santa Fe y Tucumán segunda, a escasa
distancia del FREJULI— son notoriamente
significativos. Hay que pensar que, con un
movimiento constituido en escasos seis meses,
Manrique se encaramó como una de las más
claras opciones para el electorado
antiperonista, si descontamos, por supuesto, a
las fuerzas de izquierda. El trabajo previsto
por Manrique es ahora para dentro de cuatro
años, es decir, en las próximas elecciones
nacionales. En esa ocasión es posible que con
una estructura más armada, y de acuerdo a la
eventual evolución de la situación política,
el manriquismo podría convertirse en una
opción efectiva y que tal vez ocupe el lugar
dejado por el radicalismo, en franco descenso,
al menos en esta elección.
LAS
EMOCIONES DE OSCAR ALENDE. En el cuartel
general de la Alianza Popular Revolucionaria
(APR) se vivieron en la noche del domingo las
emociones que van desde la euforia del triunfo
—al conocerse los primeros cómputos favorables
a la APR— hasta la declinación de una
esperanza, cuando el manriquismo comenzó a
repuntar en la oleada de posibilidades. En
el segundo piso, rodeado por algunos
colaboradores de confianza —entre ellos
Nicéforo Castellanos—, Alende seguía
atentamente las alternativas de los guarismos.
En mangas de camisa. moviéndose casi con la
misma agilidad de los jóvenes comunistas que
lo ayudaban, recorría la casa saludan do a los
núcleos de partidarios y recibiendo, en
compensación a su presencia, el aplauso y los
vítores; el grupo que ocupaba cierta porción
de la vereda sumó su aplauso cuando la policía
obligó a despejar la calle y los hizo entrar
al edificio. Cuando la línea demarcatoria
del escrutinio ubicó las posibilidades de la
APR por debajo del manriquismo, Alende se
mostró más cauteloso en su diálogo. Sobre todo
con la gente de prensa que aguardaba su
palabra. Se quejó de "la política torpe del
gobierno" que, según sus estimaciones,
"terminó favoreciendo al FREJULI". De
cualquier Forma, se mostró complacido porque
'en adelante tendremos pautas seguras, y los
que prometieron tendrán que cumplir su
promesa". Haciendo memoria, dedujo Alende que
"los partidos que puntean en este escrutinio
levantaron banderas antioligárquicas". Pero no
se animó, sin embargo, y en ausencia de sus
asociados, a predecir cuál será la actitud
inmediata de la Alianza. "Oportunamente se
reunirá el consejo superior y determinaremos
cuál es la política que crea esta
circunstancia, para decidir en consecuencia",
aseveró. Menos discretos fueron los
lugartenientes de Alende. En improvisada rueda
se les oyó afirmar: "Es una decisión demasiado
seria como para abrir desde ya conjeturas.
Debemos analizar todos los elementos
concurrentes, así como las perspectivas que de
ellos surjan". El interés fundamental es
mantener la APR y hacerla jugar como tal en
todas las circunstancias. Calculaban, desde
ya, que el parlamento será la primera palestra
en que demostrarán "la unidad de acción del
conjunto a partir de la institucionalización
del país". Afirmado en este principio, el
sueldista Carranza proclamó con la firmeza
de quien levanta un estandarte: "No se
negociará a nivel de cargos sino sobre bases
programáticas".
LA ESCASEZ DE NUEVA
FUERZA. "El triunfo del Frente
Justicialista ha sido un hecho previsible. La
polarización se ha dado en favor del
peronismo. Es justo reconocer que se abre un
ciclo de extrema importancia para el futuro de
la República", afirmó el candidato a diputado
nacional por Nueva Fuerza Fernando Meijide.
Para Meijide "lo significativo es que las
cifras arrojadas por la elección sorprendieron
hasta al propio FREJULI, que no las esperaba".
La Nueva Fuerza entiende que debe entregarse
el poder al Frente Justicialista, y que muchos
integrantes de éste son más conservadores que
los radicales, aunque hay que pensar que habrá
una puja interna entre la juventud y la
dirección partidaria del FREJULI para trazar
la línea política de gobierno. El vocero de NF
reconoció que la elección de su partido "fue
débil, pero estamos satisfechos porque hemos
comprobado que mucha gente que nos hubiera
votado decidió optar en la fórmula
presidencial por Manrique, y cortó la boleta
en el caso de diputados y senadores". Para
la agrupación fundada por los seguidores de
Álvaro Alsogaray, Francisco Manrique se ubica
en el campo de la nueva fuerza política que
habrá de fortalecerse en el futuro. Consideran
que una parte de los votos manriquistas
tuvieron su explicación en un hecho simple: la
gente pensó que la fórmula de la APF era más
ganadora que la nuevafuercista. Otro caso
de magra votación en el espectro de la
centroderecha fue el protagonizado por la
Alianza Republicana Federalista (ARF). La
novedosa aventura que encabezaran el brigadier
Ezequiel Martínez y el bloquista Leopoldo
Bravo dejó un amargo sabor a algunos partidos
provinciales que decidieron correr el riesgo y
el albur de una campaña política nacida
abruptamente y, para algunos, con graves
compromisos genéticos. Los demócratas
mendocinos y los liberales de Corrientes
fueron arrollados por el FREJULI en zonas
donde siempre fueron ganadores, y el bloquismo
sanjuanino triunfó por escaso margen en su
territorio cuyano. El brigadier Martínez
declaró que "el proceso electoral ha tenido un
desarrollo normal, excelente" y no abrió
juicio sobre sus resultados. En cambio,
informó que "el miércoles (14) se decidiría el
camino a seguir".
LOS RAZONAMIENTOS
SOCIALISTAS. Desde la sede del Partido
Socialista de los Trabajadores (PST), Juan
Carlos Coral analizó la elección: "Lo esencial
es que la clase trabajadora y los sectores
explotados del pueblo repudiaron masivamente
la política económica de la dictadura militar
a través del apoyo al Frente Justicialista;
allí encontraron un punto de confluencia para
dar una respuesta contundente. Por otra parte,
Lanusse actuó como catalizador y convirtió al
Frente en el polo positivo del enfrentamiento.
Fue el Braden de 1973". El PST había planteado
antes de las elecciones que su objetivo
fundamental era la consolidación de su
estructura en todo el país, con un programa
claro y sin concesiones. Para el PST dentro
del electorado del FREJULI existe un sector
importante que coincide con su posición, y
sólo votó tácticamente. La agrupación de Coral
planea "seguir trabajando en el proceso de
aglutinamiento de la izquierda", y si llegara
a plantearse la alternativa de un golpe
militar, defendería "con la fuerza de nuestra
militancia los resultados electorales".
Mientras tanto, en su despacho del primer piso
de Rivadavia al 2300, Amé-rico Ghioldi siguió
con interés, aunque con escaso apasionamiento
personal, las alternativas del escrutinio.
Sobre la medianoche del domingo quedaban a su
lado una docena de fieles seguidores; no
registraban las cifras; las retenían
mentalmente, y miraban al profesor como
esperando su explicación. Pero Ghioldi se
enfrascó en un tranquilo silencio ante el
periodismo; sólo afirmó que creía que "el
momento era demasiado serio para emitir
opiniones responsablemente, sin haber
analizado primero los hechos". Sus
colaboradores, en cambio, tuvieron el
privilegio de escuchar apreciaciones del jefe
nacional del Partido Socialista Democrático
(PSD)). Le oyeron decir que "aunque no
extraordinaria", el socialismo democrático
había hecho "una buena elección". Luego,
Ghioldi aseguró que frente al resultado
general del comicio había que sacar como
conclusión un hecho poco tranquilizador: "El
país volverá a las horas inciertas". Por fin,
calculó que acaso los socialistas lograran una
banca en la Cámara de Diputados de la Nación;
de no ser así, "se habría demostrado que el
PSD involucionó, y me daría mucha pena".
Concluyó diciendo que "de cualquier manera
debemos estar muy satisfechos", porque el
partido se ha manifestado "como la expresión
socialista auténtica".
UN FRENTE AL
FINAL. Jorge Enea Spilimbergo, candidato a
diputado nacional por el Frente de Izquierda
Popular, resaltó las características
esenciales que para su partido revistió el
acto eleccionario del domingo 11: "El FREJULI
ha aplastado al gobierno y el pueblo ha usado
las urnas que ganó con la sangre. Consideramos
que es un gran triunfo de la clase
trabajadora, con las banderas del 17 de
octubre y el 29 de mayo. Creemos que el
FREJULI va a sacar más del 50 por ciento en la
primera vuelta, y, en el caso que hubiera
segunda, el porcentaje sería netamente mayor.
En ese caso, el apoyo del FIP al FREJULI se
mantiene". Con respecto a la elección de su
propio partido, Spilimbergo la calificó de
"modesta" y de "producto de la polarización
que, por razones obvias, se ha producido en
torno al Justicialismo". PANORAMA, MARZO
15, 1973
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del sitio
En el atardecer del domingo 11 los
radicales encendieron las luces del
salón frontal del segundo piso del
Comité Nacional; entre tableros,
cámaras de televisión y receptores, la
UCR se aprestaba a seguir la elección
desde su propio centro de cómputos; el
repicar de los teléfonos y los
comentarios del periodismo marcaba la
llegada de los primeros resultados.
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