A comienzos de la semana pasada, los turistas que
visitan San Carlos de Bariloche comenzaron a atravesar en
automóviles o en ómnibus especiales los fascinantes diez kilómetros
de bosques que unen la localidad con el cercano Cerro López. En
esos mismos bosques, a fines de diciembre, había acampado un juvenil
grupo de estudiantes universitarios, con sus clásicas carpas y
mochilas. Al poco tiempo, los jóvenes habían comenzado a observar un
constante desplazamiento de tropas por las inmediaciones. La
explicación inevitable era que se estaban realizando maniobras de
rutina. Tan lógica era la clave de los movimientos de camiones
militares con soldados, que cuando algunos oficiales se decidieron a
descansar en un lugar cercano al campamento, y como se trabara en
seguida un ocasional diálogo entre éstos y los jóvenes, un
estudiante no pudo dejar de preguntar: —¿Cuánto nos salen a
nosotros estas maniobras? Los oficiales pertenecían al batallón
de ingenieros motorizados 6º, que estaba construyendo la ruta entre
San Carlos de Bariloche y Cerro López. Hace diez días, el camino era
inaugurado por el comandante en jefe del Ejército en persona, ante
la sorpresa de no pocos veraneantes, para quienes resultaba novedoso
y algo insólito conocer que existía alguna vinculación entre las
obras públicas y la función específica de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, esa vinculación no es ocasional. Constituye, de acuerdo
con la doctrina más contemporánea sobre el papel de las Fuerzas
Armadas, una función que hace a los fines mismos de la Defensa
Nacional: la contribución militar a la evolución económica de un
país. Precisamente, al inaugurar el camino entre Bariloche y Cerro
López, el teniente general Juan Carlos Onganía definió exactamente
ese aspecto: "Tareas como la que hoy ha finalizado conforman el
sentido cívico militar que ha promovido el progreso del Sur y el
verdadero alcance que da la institución al mismo. La acción cívica a
desarrollar se ajustará al papel que deben desempeñar las fuerzas
militares en los países latinoamericanos, contribuyendo al progreso
socio-económico del país". Ideas similares había expresado el
secretario de Guerra, general Ignacio Avalos, cuando inauguró la
línea telefónica entre Paraná y Victoria, en Entre Ríos, poco tiempo
antes: "En el concepto de bienestar de la comunidad figuran las
obras públicas, y si el Ejército, sin desatender su misión
fundamental, contribuye a la realización de las mismas, no hace más
que cumplir con el espíritu de la Constitución Nacional en el
aspecto ya señalado. De allí su ansiedad de realizarlas, para lo
cual hacemos un llamado a todos los departamentos de gobierno,
nacionales, provinciales y comunales, para que formulen sus
inquietudes y necesidades, de manera de poder colaborar con ellos y
coordinar tareas que el país reclama". Lo importante es que en lo
referente a la contribución del Ejército al desarrollo de la
sociedad hay dos aspectos: las obras que el arma realiza por propia
iniciativa, sea por la observación espontánea de necesidades básicas
o porque son indispensables desde el punto de vista de la soberanía
nacional, y aquellas que puede desarrollar recogiendo las
inquietudes de la comunidad. La opinión pública y sus sectores
representativos no saben, en general, que pueden hacer llegar
iniciativas de bien público a las autoridades militares de cada
guarnición. Inclusive, sé ha fijado ahora un plazo — antes del 15 de
marzo de cada año— para informar a las guarniciones correspondientes
las distintas zonas de requerimientos concretos. En esos casos,
los organismos de bien público pueden acompañar planes concretos
para las obras consideradas como útiles, incluyendo desde la forma
de financiación propuesta hasta los detalles técnicos. Si es
necesario ampliar un hogar de niños, por ejemplo, las autoridades
del mismo pueden reunir materiales y pedir la colaboración del
Ejército en hombres, desde ingenieros hasta soldados. Las variantes,
en ese sentido, son casi infinitas. Lo cierto es que sectores
representativos de la comunidad (autoridades provinciales y
comunales, responsables o directivos de escuelas, cooperadoras
escolares, sociedades de fomento, clubes deportivos, centros de
recreación, comedores populares) tienen oportunidad de conseguir la
cooperación militar para el cumplimiento de sus proyectos en cuanto
éstos sean considerados viables por el personal castrense.
Lejos de las fantasías La doctrina de la interacción entre la
sociedad civil y la estructura militar atravesó por múltiples
facetas a lo largo del tiempo. Todavía algunos tratadistas
contemporáneos ponen en duda de alguna manera la conveniencia de que
las Fuerzas Armadas co-participen con la sociedad civil en empresas
de utilidad económica. En 1959, por ejemplo, Presses Universitaires
de France editó un libro del coronel Charles Chandessais llamado La
Psychologie dans l'armée (La Psicología en las Fuerzas Armadas),
donde se insiste en la concepción más clásica y ortodoxa sobre la
función del Ejército: "El fin último es la conservación de la
independencia y la soberanía nacional. Para lograr este fin último,
ellas (las Fuerzas Armadas) tienen un objetivo que les es
específico, a saber, la preparación para la guerra, en torno al
cual, en definitiva, se organiza toda su actividad y el conjunto de
los fines intermedios. La existencia de fines civiles puede
interferir, sobre todo en los reclutas, en los fines militares".
El mismo autor reconoce cuatro funciones de las Fuerzas Armadas en
tiempo de paz. Cita, primero, la misión de movilización; segundo, la
de protección de esa movilización; tercero, las misiones de
mantenimiento del orden y de pacificación y, sólo en cuarto lugar,
habla de misiones eventuales de cooperación en las obras de interés
nacional. Señala: "Este último punto se refiere a una idea muy
reciente según la cual, en tiempos de paz, las fuerzas armadas no
serían sólo una escuela de combatientes sino también una escuela de
ciudadanos y un cuerpo de requerimientos permanentes que
participaría en todas las obras de interés nacional". Las citas
sirven para demostrar que hace muy pocos años todavía era una
fantasía, para tratadistas militares eminentes, hablar de una
función cívica de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, la tradición de
algunos ejércitos —como el argentino— anticipaba un nuevo criterio,
profundamente revolucionario en la materia. Y el mismo tomaría
definitivamente forma de tesis en el trabajo presentado por el
Comando en Jefe del Ejército Argentino al XX Congreso Internacional
de Sociología que se realizó en Córdoba, en setiembre de 1963. Allí
el Ejército redefinió su propio papel y dio nacimiento a una
doctrina absolutamente original sobre la misión de las Fuerzas
Armadas, que se aleja tanto de las concepciones clásicas como de las
teorías sobre guerra revolucionaria, de moda actualmente, aunque
adopta elementos de ambas. Si en la década del 50, el Ejército
comienza a estudiar los nuevos puntos de vista franceses sobre el
particular, es en la década del 60 cuando los elabora, los
transforma y fija quehaceres propios de la función militar en la
Argentina. Es interesante comenzar destacando que en la
comunicación al Congreso de Sociología, en que se precisan las tesis
del Ejército Argentino, se parte de las últimas contribuciones en
materia de sociología militar: el libro más antiguo citado como
antecedente pertenece a Theodore Schultz (Capital Formatic by
Education) y fue editado por primera vez en los Estados Unidos en
diciembre de 1960. En cuanto a las conclusiones del informe,
resaltan por las profundas innovaciones que introducen en la
concepción del papel del Ejército: • Define al Ejército como un
instrumento de acción económica y social. • Caracteriza a las
necesidades de la defensa nacional como no exclusivamente militares,
como consecuencia de lo cual deduce que hace a la defensa nacional
asegurar al país un mínimo de independencia, tanto industrial como
económica, que impida quedar expuestos a la asfixia total. •
Delimita los campos abarcados por esa caracterización de defensa
nacional: la educación, la investigación científica, la tecnología,
la industria, la economía y la acción cívica. Esos seis aspectos
no militares de la defensa nacional fueron caracterizados
teóricamente como tales antes y después que una experiencia concreta
hubiera hecho, ya, que fueran parte de las funciones reales del
Ejército Argentino. Pero es a partir de este año —precisamente,
del 2 de enero de 1964— en que, mediante una "Directiva
Territorial", el comandante en jefe del Ejército aunó las
realizaciones prácticas anteriores, con el consiguiente antecedente
que significan, y las nuevas tesis, para fijar la contribución del
arma al desarrollo nacional. Esa "Directiva Territorial" era
indispensable, como se señala en el mismo texto, pues toda la acción
de las Fuerzas Armadas en ese sentido no estaba, hasta entonces,
canalizada metódicamente. Por lo demás —expresa el documento—, "las
armas y servicios se encuentran frecuentemente en condiciones de
satisfacer necesidades de la comunidad mediante la utilización
racional de su personal y elementos de dotación, en particular
cuando ello no afecta su capacidad profesional".
Una nueva
perspectiva El análisis de la "Directiva Territorial" incluye
aspectos que resultarían sorprendentes para cualquier mentalidad
demasiado clásica, al verlos definidos como funciones del Ejército.
La perspectiva que se abre al Ejército es, así, notablemente
novedosa. Muchos ciudadanos, por ejemplo, llegan a absorber como
natural que los militares se ocupen de trazar líneas de
comunicaciones o de construir caminos: en cierto modo, esas
funciones son asimilables, por lo demás, a la misma logística. Pero
esos mismos ciudadanos no sospecharían que ahora, a través del rubro
"acción cívica", se incorporan a la defensa nacional temas tales
como: • Alojamiento, en establecimientos militares, de
contingentes escolares, para posibilitar un mejor conocimiento del
país. • Fomento de actividades técnicas (del estilo de las de
radioaficionados, etcétera) . • Desinfección de escuelas. •
Formación de bancos de sangre y organización de dadores voluntarios.
• Colaboración en la construcción de centros asistenciales. •
Construcción y reparación de escuelas. • Estadísticas, encuestas.
• Estudios sobre riquezas materiales. • Preservación de obras de
arte. • Forestación de zonas agrestes. • Irrigación, desagües
y recuperación de tierras. En cuanto a los seis rubros
(educación, investigación científica, tecnología, industria,
economía y acción cívica) que la tesis del Ejército Argentino
incorporó al concepto de defensa nacional, su vinculación con los
mismos está lejos de constituir una abstracción teórica: •
Educación: Diversos organismos militares cumplen con funciones
educativas específicas. Se trata, en primer término, de los
institutos educacionales militares, que abarcan niveles
universitarios (como el Centro de Altos Estudios o la Escuela
Superior de Guerra), superiores (como el Colegio Militar de la
Nación), de enseñanza media (como los liceos militares) y técnicos.
Pero uno de los aspectos más interesantes de la cuestión es la
promoción de la educación primaria y — especialmente— la tarea de
alfabetización que cumple el Ejército con los soldados incorporados
a sus filas. En 1962 —por ejemplo— fueron llamados a filas, para
cumplir con el servicio militar obligatorio, 70.485 ciudadanos, de
los cuales 4.934 eran semi-analfabetos (7 % del total) y 5.568
analfabetos (7,9%). Al terminar su conscripción, el 85,6% de los
semianalfabetos había terminado de aprender a leer y escribir
correctamente (solamente 710 quedaron semianalfabetos). De los 5.568
analfabetos, 4.117 aprendieron a leer y escribir correctamente (73,9
%) y 1.077 avanzaron en el mismo sentido, aunque sin llegar a
completar su evolución. Solamente 374 permanecieron en su condición
de analfabetos. El dato es muy importante si se considera también
que, para esos ciudadanos, se trataba virtualmente de su última
oportunidad de tomar contacto con la palabra escrita. La tesis
por la cual el Ejército entiende que tiene un papel que cumplir
en materia educativa se vincula a la defensa nacional por el
concepto de que la acción económica es inherente a la función
militar de protección de la soberanía nacional. La doctrina
establecida por el Comando en Jefe en su comunicación al Congreso de
Sociología precisa en ese sentido que la educación, desde el punto
de vista económico (que es el que la hace entrar al concepto de
defensa nacional) desempeña una triple función: a) es un factor de
producción; b) es un bien de consumo; c) constituye una inversión.
"El desarrollo de las regiones subdesarrolladas —dice el informe—
se basa en la realización de inversiones en el material humano."
• Investigación científica: En 1954 fue creado el Instituto de
Investigaciones de las Fuerzas Armadas. La entidad se dedica tanto a
la investigación pura como a las aplicaciones técnicas, y abarca
desde la biología hasta la moderna cohetería. La Dirección General
de Fabricaciones Militares incluye en sus funciones la de realizar
investigaciones para la producción de materiales y elementos de
guerra. Realizó y realiza —también— estudios geológicos-mineros que
se concretan en exploraciones, estudios fotogeológicos, geoquímicos
y geofísicos; utilización de técnicas científicas contemporáneas,
como los métodos magnéticos y de radiactividad. "El Ejército, a
través de la Dirección General de Fabricaciones Militares, realizó
investigaciones concretas relativas a las cargas de profundidad para
estudios sismográficos en la industria petrolera y sobre explosivos
para minas. En colaboración con DINFIA (Dirección Nacional de
Fabricaciones de la Industria Aeronáutica) estudió métodos modernos
y racionales de trabajo, entre los que se pueden mencionar los
cursos sobre metrología dimensional. Una parte importante de los
alumnos de esos cursos fueron luego absorbidos por la industria
privada (especialmente la automotriz). A solicitud de firmas
privadas, Fabricaciones Militares realiza investigaciones técnicas y
exploraciones, a precio de costo, y con fines de promoción interna.
Se dedica también al reconocimiento de yacimientos vírgenes o minas
abiertas, para determinar la conveniencia o no de una exploración
exhaustiva. Entre las funciones de investigación científica del
Ejército se destacan también las vinculadas con la fotogeología
(estudio de las fotografías aéreas para información geológica),
geoquímica y geofísica. • Tecnología e Industria: La
contribución del Ejército al desarrollo de la tecnología y la
industria es realizada básicamente a través de la Dirección General
de Fabricaciones Militares. Aquí tiene valor, de alguna manera, la
clásica tesis de que la industria debe estar capacitada para una
producción extraordinaria en caso de guerra, lo cual vincula a las
Fuerzas Armadas con la promoción de todo cuanto haga a la
organización eficiente de los establecimientos industriales.
Entre las contribuciones de la Dirección General de Fabricaciones
Militares al desarrollo de la tecnología, pueden citarse los cursos
para directivos de empresa sobre los siguientes temas: conceptos
modernos en la administración y gobierno de las empresas; difusión
de las técnicas empleadas en ese sentido por Fabricaciones Militares
y prácticas usuales en los campos comercial, técnico, económico y
financiero. Durante los últimos 15 años, las investigaciones del
Ejército pusieron en evidencia la magnitud de yacimientos como en
los casos de la Sierra de Zapla y Puesto Viejo, en Jujuy, y de
Sierra Grande, en Río Negro. A través de sus establecimientos y
de las sociedades mixtas promovidas. Fabricaciones Militares produce
anualmente una variada gama de materias primas básicas de uso civil.
Por ejemplo: a) 3.600 toneladas de ácido nítrico concentrado y
diluido; b) 38.000 toneladas de ácido sulfúrico: c) 11.000
toneladas de amoníaco líquido anhidro; d) 590 toneladas de
nitrocelülosa; e) 600 toneladas de nitrato de amonio; f)
260.000 litros de éter; g) 23.000 toneladas de azufre. La
importancia de la producción de materias primas por Fabricaciones
Militares puede comprenderse claramente si se evalúan los
porcentajes comparativos: el 60 % de la nitrocelülosa de consumo
nacional es producido por el Ejército, así como el 40 % de éter, el
90 % del xileno, el 80 1 del tolueno, el 80 % del nitrato de amonio,
el 60 % del amoníaco y el 80 % del ácido nítrico. entre otros
rubros. La elaboración de materias primas por el Ejército está muy
lejos ya de tener un carácter meramente simbólico o decorativo.
La Dirección General de Fabricaciones Militares se dedica, además, a
la construcción de vagones ferroviarios, discos de arado, garrafas,
etc. Su papel es también muy importante en la integración de
sociedades mixtas como SOMISA (Sociedad Mixta Siderúrgica
Argentina), ente creado para la elaboración de acero en productos
laminados (se calcula que, una vez terminada la planta, producirá
300.000 toneladas de lingotes de acero por año) y la producción de
arrabio. Algunas de las otras sociedades mixtas en que participa el
Ejército son: Mathieson Atanor SAIC (plaguicidas y fertilizantes),
Duranor (fenol sintético) y Plásticos Atanor (resinas, emulsiones).
• Economía: El ejemplo más contundente de la preocupación del
Ejército por el desarrollo económico —además del especificado en
los rubros anteriores— lo constituye la suma de esfuerzos volcados
en la promoción patagónica. • Acción Cívica: La acción cívica
cumplida por el Ejército es permanente y extraordinariamente amplia.
Basta recordar, en ese sentido, la extinción de incendios en lugares
tales como los Parques Nacionales del Sur, la participación cumplida
después del trágico terremoto de San Juan, la tarea cumplida
—material y moralmente— cada vez que se produjeron inundaciones de
gravedad, etc. Siguiendo el ejemplo belgraniano, el Ejército fundó
escuelas y reparo aulas. Por lo demás, trazó miles de kilómetros de
líneas telefónicas y telegráficas; tendió puentes en todo el país;
construyó caminos, viaductos y canales; brindó asistencia médica,
comida y alojamiento a pobladores de zonas pauperizadas, etcétera.
Una rápida revisión de las obras de acción cívica realizadas o en
realización por parte del Ejército resulta casi imposible, por su
cantidad y extensión. Algunas de las mismas son: • Reconstrucción
de la línea telefónica-telegráfica Paraná-Victoria y empalme con
Diamante, en Entre Ríos. • Construcción de caminos y puentes
entre Monte Caseros y colonias vecinas, en Corrientes. •
Construcción de un canal de riego 3e 7 kilómetros en la zona Los
Perales. Jujuy. • Defensa marginal sobre la margen derecha del
-Río Grande, en Jujuy. • Encauzamiento del río Yala, en Jujuy.
• Puente sobre la ruta nacional Nº 168, Salta. • Perforación para
el abastecimiento de agua en la escuela "República de Italia", en
Santa Fe. • Puente sobre la ruta nacional Nº 168, en Santa Fe.
• Campamento para niños indigentes. • Donación de textos
escolares. Por lo demás, resulta significativo establecer que, en
los últimos años, el Ejército tendió 7.642 kilómetros de líneas
telefónicas, a través del arma de comunicaciones. Toda esa
trayectoria de participación militar en los más diversos aspectos de
la vida nacional es la que ahora ha sido sistematizada
coherentemente en una doctrina orgánica de la Defensa Nacional. El
actual comandante en jefe del Ejército se preocupó también de
establecer las bases para la coordinación de esfuerzos y de
organizar la forma y modos de acción a través de los cuales la
fuerza a su mando responderá a los requerimientos de la población.
De alguna manera, se completa así el ciclo iniciado en las jornadas
de setiembre de 1962, que restauraron la vigencia de la vida
constitucional. Descartadas las posibilidades cesaristas, el nuevo
Ejército ha elaborado una nueva doctrina que, recogiendo los
aspectos más positivos de su propia tradición, le permite compartir
las esperanzas de progreso de la comunidad nacional y ser
copartícipe activo de su evolución. PRIMERA PLANA 25 de
febrero de 1964
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