Televisión
Futbol por TV
Tira y afloja para recuperar un filón

FUTBOL POR TV
En noviembre de 1951, la televisión argentina brindó a los contados espectadores de entonces uno de sus primeros y mayores sucesos: la transmisión de un partido de fútbol. La era del trabajo en exteriores comenzaba. Durante años el Canal 7 basó buena parte de su alcance sobre la explotación de este semanal filón popular. Hacia 1960, el filón se agotó: la Asociación del Fútbol (AFA) consideró que la TV le quitaba público a las canchas, canceló el convenio que tenía con el Canal 7 y lo dejó sin uno de sus ciclos de más audiencia.
Desde entonces, casi todas las emisoras de Buenos Aires han hostigado a la entidad para que se reimplanten las transmisiones; a esta altura, parece que toda posibilidad está sepultada. El Canal 7, inclusive, recurrió a ciertos paliativos para recuperar el antiguo imán y televisó encuentros de fútbol de divisiones inferiores y hasta matches de los llamados "deportes raros" (rugby, polo, etc.).
Solamente el boxeo quedó a salvo como espectáculo de atracción televisiva, y, a partir de 1962, el catch, que pasó a transformarse en un epicentro de delirio. Sin embargo, el fútbol nunca deja de tentar a las estaciones locales: con filmaciones se trata de restañar la pérdida de las emisiones directas y se suceden los programas de comentarios.
El miércoles último, la TV local decidió nuevamente valerse del fútbol para hechizar a su platea. Los canales 7 y 9 sabían que el partido entre los equipos de Boca Juniors y Santos (ver páginas 32/33) constituía un acontecimiento de lógica gravitación: ambos lo ubicaron en su cartelera del día y protagonizaron una inesperada carrera contra el tiempo. Por la operación, debieron pagar a Boca 1.300.000 pesos (un millón, el 7; 300.000, el 9), costo no demasiado excesivo si se piensa que la justa cubrió un prolongado espacio de la programación.
El canal 7 tuvo, en principio, el privilegio de la transmisión directa, aunque no para la capital y suburbios. Sus tres cámaras y camión de exteriores instalados en la cancha de Boca Juniors, debían enviar imágenes a los estudios de la planta, en avenida Alem y Viamonte, y desde allí, por medio de los cables coaxiles, esas imágenes viajarían hasta las estaciones repetidoras que la emisora posee en Rosario, Santa Fe, Resistencia y Chivilcoy (mercado estimado: 100.000 aparatos). Este tipo de transmisión de grandes acontecimientos a sectores distanciados del lugar de origen es habitual en los Estados Unidos, y desde el año pasado, en la Argentina. Sólo el Canal 7 posee la exclusividad de las repetidoras —-que le pertenecen—, y a menudo formaliza acuerdos con las otras emisoras porteñas para arrendar ese privilegio, mediante el pago de un arancel determinado. En 1962, realizó con el encuentro Boca Juniors-River Plate el mismo sistema que iba a utilizar el miércoles 11. Como es notorio, la ampliación da la zona de influencia conseguida por el Canal 7 resultó un codiciado aporte para sus finanzas, ya que lo pone en contacto con nuevos núcleos de población y, naturalmente con nuevos avisadores. En los últimos meses se ha producido un hecho curioso: el Canal 7 emite, para aquellas cuatro repetidoras —cuya función, como su nombre lo indica, consiste en recibir una transmisión y expandiría en su área—, el serial norteamericano Ben Casey, que es propiedad del Canal 11.

Derivación y multa
Pero esta transmisión quedó en proyecto: el chileno David Víctor Martínez, que la producía, debió conformarse con que el camión de exteriores del Canal 7 remitiera los pormenores del cotejo a los estudios y que allí quedaran registrados en videotape, para ser pasados a las 22,30 del mismo día.
La situación se complicó: el Canal 7 propuso a Martínez usar la grabación para una emisión más, que se lanzaría a las 18,30 y por la cual no se le cobraría espacio. El productor aceptó, pero las autoridades de Boca Juniors vetaron esa emisión, ya que el Canal 9 había conseguido autorización para ofrecer su versión del partido a las 19 horas.
Lo cierto es que a las 18,5 el Canal 7 comenzó a proyectar el video-tape del encuentro. Según Martínez, recién pudo avisar que suspendieran la transmisión de las 18,30 diez minutos antes de esa hora, y entonces le informaron que el programa estaba saliendo desde la 18,5, "bajo la responsabilidad del director artístico de la emisora". Se pasó toda la grabación.
Finalmente, Martínez fue castigado con una multa de 500.000 pesos que le aplicó Boca por el extemporáneo uso del material. "Los voy a tener que pagar —declaró el viernes a la noche—. No puedo pelearme con el 7 ni con Boca, porque trabajo con los dos. Pero quiero que sepan que no fue culpa mía."
Por su parte, el Canal 9 entregó la completa visualización del partido a sus espectadores a sesenta minutos de finalizado. En efecto: a las 19, las alternativas de Boca-Santos partían de los estudios ubicados en Palermo Chico, con una sólida fidelidad fotográfica y una mayor espontaneidad que la que puede lograr la filmación: ocurre que el encuentro también se grabó en videotape. El Canal 9 no dispone de unidad móvil (un elemento con que cuentan el 7 y el 11 únicamente), pero sus técnicos montaron una de emergencia en un camión cerrado que se alquiló para tal fin.
El director Augusto Riva y los cameraman Tumbeiro y Buranits mandaron así, del campo de juego a las máquinas grabadoras de la estación, imágenes que ocuparon 3.240 metros de video-tape. La transmisión se envió desde Boca a las antenas que el Canal 9 tiene en el Ministerio de Obras y Servicios Públicos, enlace que operó como repetidor y devolvió lo captado a los controles de Palermo Chico. El camión se acondicionó a las 9, a las 10 estaba en las afueras de la cancha y a las 20 regresaba al canal.
Revista Primera Plana
17/09/1963

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