Qué es la Coordinadora
Entretelones, historia y magnitud
de la agrupación juvenil radical

   
Boinas, banderas blancas y rojas, euforia, retumbar de bombos. Fueron sin lugar a dudas la vedette de la campaña electoral que llevó a la presidencia a Raúl Alfonsín. Los muchachos y chicas de la Juventud Radical protagonizaron a su modo —ya veremos con cuántas diferencias— un fenómeno similar al que produjeron en los años 70 las multitudes que paseaban su encono bajo los carteles de la Juventud Peronista. Quizás por eso hubo quienes temieron la repetición de aquel proceso, ignorantes de que la historia no se repite. Los jóvenes que hoy gritan, saltan, se enfervorizan bajo los carteles y pancartas de la Juventud Radical lo hacen con una actitud vital definitivamente diferente. Gritan, es cierto, y plantean a veces agresivamente sus propuestas de cambio. Pero su mensaje carece de las cadencias fúnebres de quienes en los años 70 gritaban: "FAR y Montoneros son nuestros compañeros", o elevaban hieráticamente sus dedos en V al grito de "duro, duro, duro, estos son los Montoneros que mataron a Aramburu".
Quizás fue lo repentino de su aparición pública masiva (los propios dirigentes ubican el pico de su crecimiento en el período inmediatamente posterior a la guerra de las Malvinas) pero lo cierto es que la irrupción de la Juventud Radical en el panorama político argentino fue seguida desde algunos sectores con mucho de suspicacia y no sin reservas.
En parte como reflejo de una actitud general de nuestra sociedad, que dista de facilitar el acceso de los jóvenes al circuito de la producción o al nivel de las decisiones. Y en parte por el recuerdo de los años violentos que precedieron y siguieron a las elecciones del 11 de marzo de 1973 que llevaron a la presidencia al odontólogo Héctor Cámpora y al conservador popular Vicente Solano Lima.
Hubo además un ingrediente preocupante. La misteriosa Junta Coordinadora Nacional (llamada por los conocedores la Coordinadora a secas) traía reminiscencias de aquellas organizaciones clandestinas, ocultas, de manejos casi iniciáticos, que ensombrecieron la política de los años 70. Muchos creyeron ver en esta intangible Coordinadora el fantasma de las organizaciones de aquellos días, las llamadas "orgas" que devoraron desde adentro al movimiento peronista desde la izquierda y la derecha ante una sociedad atónita y aterrorizada, incapaz de reaccionar ante la insensata violencia desencadenada en su seno.
Ya antes de que Alfonsín alcanzara la presidencia de la Nación había quienes denominaban a los miembros de esta Coordinadora juvenil los "montoneros" de Alfonsín, la JP de los radicales, o más directamente "la zurda infiltrada" en el radicalismo. Basta saber si esas definiciones podían (pueden) sostenerse a la luz serena de la realidad.
¿Partido dentro del partido? ¿Organización de radicales disfrazados que tienen un proyecto político diferente al de Alfonsín y el radicalismo? ¿Secta juvenil que pretende heredar para sus propuestas extremas el proceso iniciado con la asunción presidencial de Alfonsín? ¿Simples hombres y mujeres jóvenes empinados a los cargos públicos y las funciones de conducción merced a un triunfo electoral cuya magnitud ni siquiera ellos imaginaban? El intento de esta nota es desentrañar esos interrogantes, despejar las incógnitas. Poner a la Junta Coordinadora Nacional en su justa proyección.
"Cuando fue el golpe que derrocó a Arturo Illia en 1966 yo estaba en la escuela. Iba a sexto grado en la escuela de Boedo y Chiclana y mi maestro era Eduardo Vacca, un actual dirigente peronista". Jesús Rodríguez (29) diputado nacional, titular de la importante Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara Baja y presidente del Comité Nacional de la Juventud Radical, se pierde en recuerdos. Considerado uno de los popes (también de los cucos) de la Coordinadora, es el primer argentino de una familia de asturianos, y milita en el radicalismo desde que ingresó a la Universidad (es egresado de Ciencias Económicas) en 1972.
"En esa época comprendimos que para modificar los criterios autoritarios dentro de la Universidad era preciso cambiar también la realidad política, y que eso no era posible si no tomábamos como referentes a los partidos políticos. Elegimos el radicalismo precisamente porque nos oponíamos a la violencia y la soberbia de la patota, porque creíamos en la confrontación democrática de las ideas", recuerda.
Rodríguez se encrespa cuando escucha que algunos sectores comparan a la Juventud Radical con los grupos de superficie del terrorismo que actuaron durante la década del 70. "Fue —dice— exactamente al revés. Nosotros en la Universidad derrotamos a los grupos que propiciaban la violencia, a través de la discusión y de las urnas. En 1973, cuando ellos estaban en el apogeo de su crecimiento político, nosotros tomamos el control de la Federación Universitaria Argentina y llevamos a la presidencia de ese organismo a Federico Storani."
Mario Negri (31), de Córdoba, vicepresidente del Comité Nacional de la Juventud Radical, coincide en todo con Rodríguez. "En Córdoba —hace memoria— nosotros sufrimos en carne propia la acción de los grupos de choque. Recuerdo que en una elección que habíamos ganado en la Universidad la conducción estaba leyendo desde un balcón los resultados del escrutinio que nos daban el triunfo por 900 votos contra alrededor de 700 de los sectores peronistas. Pero abajo los militantes de Franja Morada en lugar de festejar peleaban, porque los perdedores los corrían a cadenazos por el patio.
"Hay que recordar que en esos años nadie se preocupaba realmente por formular una propuesta concreta para la Universidad. Los grupos que planteaban la violencia tomaban la Universidad como un campo de reclutamiento de militantes, exclusivamente. Y en esto participaban la izquierda y la derecha. Nosotros quedamos en medio del fuego cruzado de esos sectores, que transformaron las facultades en su campo de batalla."
Para la década del 70. precisamente, se dio a nivel nacional un fenómeno de crecimiento sostenido de Franja Morada, un agrupamiento estudiantil que albergaba a los grupos reformistas más diversos (la insignia morada fue la que utilizaron los reformistas en las luchas entre laicos y libres durante el gobierno de Frondizi) y que por entonces pasó a constituirse en el grupo universitario orgánico del radicalismo.
Para entonces empezaba a tomar forma y a desarrollarse numéricamente el agrupamiento que bajo el nombre de Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical había sido constituido por un centenar de militantes juveniles del radicalismo en una quinta de Setúbal, en la provincia de Santa Fe. La reunión constitutiva se había desarrollado en 1968, como forma de unificar la acción política de los grupos radicales desperdigados tras el derrocamiento de Arturo Illía (junio de 1966), y de ella habían participado entre otros el actual gobernador de Misiones, Ricardo Barrios Arrechea, los actuales diputados nacionales Luis "Changui" Cáceres (Santa Fe) y Leopoldo Moreau (provincia de Buenos Aires), y el actual subsecretario de Acción Social Enrique "Cotí" Nosiglia.
La Junta Coordinadora comenzó a trabajar a partir de 1969 en relación directa con el entonces presidente del comité de la provincia de Buenos Aires, Raúl Alfonsín. planteando sus discrepancias, día a día mayores, con la conducción nacional del partido, ejercida por Ricardo Balbín.
Ya en 1972 la alianza entre los jóvenes y el caudillo de Chascomús florecería en la constitución del Movimiento de Renovación y Cambio, cuya acta fundacional se produjo en la ciudad de Rosario, con un documento cuya redacción corrió por cuenta de Leopoldo Moreau y Marcelo Stubrin. dos de los fundadores de la Coordinadora
Los actuales líderes del agrupamiento insisten en puntualizar que la Coordinadora no es ni nunca pretendió ser un aparato con autonomía dentro del Partido Radical. "Somos solamente la línea mayoritaria dentro de lo que es la Juventud Radical, pero orgánicamente militamos dentro del Movimiento de Renovación y Cambio", señala una otra vez Jesús Rodríguez.
Quizá por eso a los muchachos do la Coordinadora se les eriza la piel cuando se los compara con los grupos de la Juventud Peronista de las Regionales que en los años '70 unían sus banderas
a las de Montoneros y Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en las multitudinarias concentraciones públicas del peronismo.
Es Jesús Rodríguez, una vez más, quien niega enfáticamente la validez de la comparación. "Nosotros hemos levantado una consigna, decimos que somos la vida en contraposición a los que creían en las banderas de la muerte. Pero no la hemos levantado ahora sino en la época en que la mayor parte de la juventud adscribía a esos conceptos y planteaba la toma del poder por la vía armada. En 1974 nosotros abandonamos las Juventudes Políticas Argentinas, que era un organismo multipartidario, por considerar que desde allí se pretendía plantear un proyecto de derrota para la juventud argentina, asociado a la violencia y la muerte.''
Quienes recuerdan los agitados, violentos años que marcaron la irrupción de la juventud en el escenario político argentino, con un vigor que sólo decreció durante los años del gobierno militar iniciado en 1976, pueden dar fe de que Rodríguez dice la verdad.
Nadie puede dudar de que la Juventud Radical representa el ala izquierda del radicalismo, y que la línea expresada por la Junta Coordinadora es la que más significativamente representa a ese sector. Pero nadie puede acusar a la Juventud Radical de haber planteado jamás la vía armada como fórmula para conquistar el poder político, ni de constituir un aparato u organismo infiltrado dentro del cuerpo partidario para imponer desde allí un proyecto político propio.
Basta con ver las críticas que desde la izquierda se hacen a los jóvenes radicales para comprender una simple verdad: aunque la Coordinadora es el sector ubicado más a la izquierda dentro del radicalismo, sus postulados siguen recibiendo el mote de reformistas, cuando los que opinan son los grupos y partidos que se asumen a sí mismos como de izquierda, marxistas, propiciadores del socialismo.
Las incógnitas planteadas al comienzo de esta nota van develándose a medida que se profundiza en la mecánica, comportamiento y formulaciones de los jóvenes radicales de la Coordinadora.
Cuando en 1966 el gobierno de Arturo Illia fue desalojado del poder, una pregunta sin respuesta inquietó a los radicales, especialmente los jóvenes: ¿Cómo era posible que un gobierno democrático cayera ante la indiferencia de la mayoría de la ciudadanía? Podrá argüirse que contra Illia había sido montada por entonces una poderosa campaña de acción psicológica y que su propia debilidad (había nacido a la vida merced a la proscripción del peronismo, contabilizando sólo el 25 por ciento de los votos) lo empujaba al abismo. Pero los radicales comenzaron a planearse el futuro desde otra perspectiva, y ése fue uno de los ejes de las largas discusiones sostenidas —mate de por medio— en las largas tenidas de Setúbal, en 1968. La solución apareció entonces luminosa. El radicalismo debía su falta de crecimiento y su incapacidad para hacer frente a los levantamientos militares a una malformación congénita: era un partido anquilosado, compuesto por afiliados en lugar de militantes. Y la solución estaba al alcance de esa nueva generación de jóvenes forjados en la lucha universitaria: había que transformar lentamente al radicalismo en un partido de cuadros políticos, de militantes. Terminar con la perniciosa práctica del comité y adecuarse a los tiempos nuevos donde el protagonismo político exigía nuevas formas de participación y movilización.
Ya hemos mencionado las dificultades que se le plantearon al radicalismo en su conjunto, y a la juventud de la Coordinadora en particular, durante los años violentos. Lo cierto es que algunos de sus pronósticos parecen haberse cumplido, ya que su máximo crecimiento coincidió precisamente con el rechazo generalizado de los argentinos hacia cualquier forma de violencia.
"Notamos que nuestro crecimiento masivo empezó a darse a partir de la guerra de las Malvinas —dice al respecto Mario Negri—, porque salimos con una propuesta clara y diferenciada de la de otros partidos. Una apuesta por la vida y por la participación de todos para la consolidación de la democracia. Claro que nuestro crecimiento estuvo estrechamente ligado al crecimiento del fenómeno Alfonsín. es decir, el surgimiento de un líder confiable, en el que miles de argentinos vieron la posibilidad concreta del país de salir de años que fueron muy trágicos.
Los popes de la Coordinadora eluden obstinadamente un tema: el de su funcionamiento interno. Hábiles prestidigitadores de la política se obstinan en aparecer como simples militantes encumbrados a cargos de conducción política merced al triunfo electoral de octubre, y se denominan militantes del radicalismo provenientes del sector juvenil.
"La Coordinadora no es un aparato como se ha pretendido insinuar, precisamente porque lo nuestro es totalmente diferente de lo de las 'orgas' del peronismo que ocultaban proyectos políticos diferentes y pugnaban por imponerlas dentro y fuera cíe su movimiento. Nosotros somos orgánicos, trabajamos dentro del partido en cada circunscripción. en cada sección electoral, en cada parroquia. Dentro del radicalismo es impensable que un dirigente ingrese a los puestos de conducción por la ventana como estamos cansados de verlo en otros partidos. Aquí el que no junta sus propias fichas no es nadie. Si no tiene representatividad no puede aspirar a ninguna candidatura ni a conducir a nadie." Una vez más es Jesús Rodríguez el que habla, aunque en esto coincide con todos los radicales consultados, procedan del sector que sea.
Pero aquellos que conocen íntimamente la realidad de la Coordinadora, por haber pasado largos años militando en sus filas, no coinciden totalmente con los criterios públicamente expresados por sus integrantes. Aseguran que la Coordinadora es efectivamente una escuela de cuadros políticos, cuyos miembros esperan heredar no sólo la estructura del partido sino la vitalidad política de Alfonsín. Para ello se habrían fijado una estrategia a largo plazo. Sabedores de que el peronismo está sufriendo un inevitable proceso de descomposición interna, y convencidos de que los militares no volverán a constituir una opción política válida en el país, suponen que el tiempo correrá en su favor.
La idea, por el momento, es trabajar laboriosamente las internas en los distritos —con esa paciencia y dedicación tan típicamente radicales para las tareas de bordado fino— y conquistar todos los espacios posibles en la estructura partidaria, sin dar todavía la batalla en el nivel del comité nacional partidario.
Las metas son por ahora modestas. Aspiran —dicen los entendidos— a consolidar las posiciones conquistadas pacientemente por sus hombres de primera línea y ampliar su base de sustentación a nivel nacional, sabedores de que hasta ahora su única plaza verdaderamente fuerte es la Capital Federal. Dentro de tres años presentarán a muchos de sus hombres como precandidatos a gobernadores y a partir de allí pondrán a regular los motores con vistas al Gran Premio: la presidencia de la Nación.
Para entonces —al menos así lo aseguran allegados al influyente Enrique "Coti" Nosiglia, eminencia de la Coordinadora en el distrito capitalino— habrá sido posible limar todas las diferencias internas, y algunos precandidatos habrán quedado por el camino.
Las insinuaciones parecen dirigidas al gran challenger de Nosiglia dentro de la Coordinadora, Luis "Changui" Cáceres, al que no faltan quienes atribuyen como a Nosiglia pretensiones presidencialistas. Pero el diputado santafesino está en un cono de sombras desde que en abril de 1984 planteó la renuncia de Alfonsín a la titularidad del comité nacional con la excusa de otorgarle más tiempo para cumplir sus tareas de gobierno. No fue la única gaffe del dirigente santafesino. También planteó que el partido radical debía cumplir una tarea de vigilancia sobre el Gobierno y servir de polea de transmisión al Ejecutivo de la realidad social.
La seca respuesta —aparente reflejo de la opinión de las más altas esferas del Gobierno— le habría llegado a Cáceres de boca del presidente del bloque de diputados del radicalismo. El partido debe ser el escudo del Poder Ejecutivo. Protegerlo de las criticas que se le formulan, le habría indicado César Jaroslavsky.
La puja entre el sector Capital (Nosiglia) y el interior (especialmente Cáceres. perteneciente al distrito Santa Fe) permite a los integrantes de la Coordinadora entregarse con ardor a uno de sus quehaceres favoritos: la interna.
No satisfechos con urdir alianzas y contraalianzas en la interna partidaria con éxitos resonantes en distritos como Capital Federal, donde han adquirido una nada desdeñable cuota de poder (30 concejales propios sobre un bloque municipal de 37 representantes), se dedican ahora a dilucidar sus propios antagonismos.
Los viejos militantes del partido sostienen que en realidad no existe algo que pueda denominarse un proyecto alternativo de la Coordinadora, o que si acaso existió, eso es cosa del pasado. Prefieren simplificar la cuestión y conciben a los jóvenes radicales como políticos de raza entregados a ganar espacio más que como conspiradores embozados.
Lo que nadie discute es que el modo operativo de la Coordinadora, su énfasis en la movilización, su estilo de trabajo político y de formación de cuadros representan una novedad difícil de digerir para los tradicionales dirigentes del partido. Y una diferencia tan marcada no podía sino generar una oposición, que en algunos casos se hace cerrada. Dentro de Capital Federal, donde la Coordinadora tiene su más alta cuota de poder propio y donde el triunfo de Alfonsín fue demoledor (62 por ciento contra sólo 26 del peronismo), los dirigentes históricos del Movimiento de Renovación y Cambio han comenzado a enhebrar nuevas alianzas.
Para ello han acudido a la Línea Nacional balbinista. al viejo unionismo de Juan Trilla y a un grupo alfonsinista no integrado a Renovación y Cambio, que se denomina "Nucleamiento interparroquial". A ello se suman contactos con la Intransigencia Popular del recientemente fallecido Rubén Rabanal y con el sector liderado por el diputado Liborio Pupillo. un laborioso acumulador de fichas de afiliación.
Para enfrentar esa alianza que hace peligrar el predominio de la Coordinadora sobre la media docena de circunscripciones metropolitanas que actualmente ostenta (sobre un total de 28), los juveniles cuentan con el control sobre la bancada de concejales que preside Facundo Suárez Lastra (29). Facundo fue el candidato de la Coordinadora a ocupar la intendencia municipal en lugar de Julio Saguier, su rival en la circunscripción 19, y actualmente deberá extremar su política de contactos para no perder las próximas elecciones internas En muchas circunscripciones el modo de trabajo impuesto a los afiliados y la falta de tareas concretas (pasado el período preelectoral) han alejado a los militantes de los comités hasta el punto de que muchos han cerrado sus puertas. El propio "Cotí" Nosiglia, hábil tejedor de alianzas, ha comenzado a preocuparse —según sus allegados— ante la posibilidad de que tambalee su predominio en su propia circunscripción, la 20.
En cuanto a Jorge Gómez, aliado de la Coordinadora que ocupa la presidencia del Comité Capital desde que fue abandonado por Juan Trilla, acaba de sufrir un serio deterioro no hace mucho cuando se vio en figurillas para controlar una rebelión interna en su propio local de Formosa al 100 en la sección sexta (Caballito).
Si no imposible, resultaría difícil hoy precisar el caudal concreto de adherentes o la capacidad de movilización de la Junta Coordinadora, aunque resulta indudable su importancia en la Capital Federal y Santa Fe y su presencia en distritos también relevantes como Mendoza o la provincia de Buenos Aires.
En este último distrito, sin embargo, deben hacer frente a la presencia de Juan Manuel Casella, a quien todas las encuestas sindican como el seguro candidato para ocupar la presidencia del comité provincial, con el aval de todos los sectores y hasta de algunos ex integrantes de la Coordinadora, como Leopoldo Moreau (San Isidro), que aspira a la reelección como diputado en las elecciones de noviembre, y del que se dice que integrará la lista de candidatos en segundo término, precisamente detrás del propio Casella.
En Santa Fe, una provincia peronista, que paradójicamente es una de las plazas fuertes de la Coordinadora, la interna radical enfrentará a Luis "Changui'' Cáceres (hasta no hace mucho dirigente indiscutido del radicalismo provincial) con el actual intendente de Rosario, Horacio Usandizaga. Este último ha realizado una amplia tarea de captación y afiliación en su distrito, mantiene buenas relaciones con el justicialismo y será seguramente candidato a la gobernación para 1986, si para entonces ha logrado imponerse internamente sobre Cáceres, cuya estrella parece estarse opacando.
Los hombres de la Coordinadora son. sin duda, los protagonistas de uno de los fenómenos políticos más curiosos de la Argentina de hoy. Por momentos, cuando se habla con sus dirigentes, parece que ellos mismos estuvieran asombrados del poder que les ha caído en las manos. Pero no dan la sensación de albergar proyectos políticos extremos, alternativos al que corporiza desde el Poder Ejecutivo Raúl Alfonsín. Quizás una buena definición sea la aportada sobre ellos por el peronista Guido Di Tella, quien en carta abierta al presidente de la Nación hizo referencia a los temores suscitados en la City, por lo que algunos medios calificaron como un avance de la Coordinadora sobre el Banco Central (a través del nombramiento de algunos de sus hombres en el directorio) destinado a jaquear al ministro Sourrouille. Dijo Di Tella: "No son tan temibles como los pintan, son inteligentes, sólo quieren acelerar su ascenso en el partido. Con el poder económico en las manos se agarrarían tal susto que se volverían prudentes''.
Luis Castellanos
Investigación: Eduardo Parise, Andrés Gramajo y Carlos Varas
Fotos: Gerardo Prego y Eduardo Mosteirín

Los popes de la juventud radical
Son, sin duda, muchos más. Pero a la hora de sintetizar en algunos nombres lo que podría denominarse cúpula de la Junta Coordinadora Nacional, son estos los que no pueden faltar. Algunos tienen por función ocupar la vidriera política, lo que los hace más conocidos por el gran público. Otros tejen desde la penumbra las alianzas, idas y venidas de la Coordinadora en función de la interna radical y de la política general. Veamos quién es quién dentro de la estructura actual de conducción de la Coordinadora.
- Enrique "Cotí" Nosiglia (35) es unánimemente considerado el dueño de la estructura juvenil en la Capital Federal, lo que significa dominar el distrito donde el agrupamiento tiene mayor peso específico y una más amplia capacidad de movilización. Es el hombre de consulta permanente de los dirigentes de primera y segunda línea, aunque sólo se lo molesta para los grandes lemas. Desde su bunker del Ministerio de Acción Social (donde actúa como subsecretario) mantiene un férreo control sobre la conducción capitalina de la Coordinadora. De escaso diálogo con el periodismo (incluyendo a los amigos de la juventud radical diseminados por los distintos medios de comunicación social) rehúye la figuración pública mientras se entrega a su pasión: el tejido político. Temido, respetado, tomado constantemente como referencia por sus compañeros de militancia, es para muchos el estratega fundamental de la Coordinadora y aquel de sus integrantes que tiene mayor v más fluida relación con el presidente Raúl Alfonsín.
Desde que asumió su cargo en Acción Social apareció en público en muy contadas ocasiones, para anunciar el envío a las provincias del nordeste del Tren de la Solidaridad que en marzo de 1984 envió ayuda a los damnificados por las inundaciones, o para referirse al Programa Alimentario Nacional (PAN) una de las iniciativas que se le atribuyen. Cuando Juan Vital Sourrouille asumió recientemente la cartera de Economía en reemplazo de Bernardo Grinspun, Nosiglia compartió una cena íntima con él y con el banquero Mario Brodherson, titular del Banco Nacional de Desarrollo, sobre la que se tejieron conjeturas varias. La llegada de Sourrouille a la conducción económica coincidió con el alejamiento del Banco Central de Enrique García Vázquez, uno de los funcionarios más cuestionados por la Coordinadora. Apenas conocido por el gran público, Nosiglia trabaja —aseguran sus íntimos— con la mirada hipnóticamente fija en el largo plazo. Será entonces, quizás, el momento de echar a correr en pos del máximo trofeo de la interna partidaria: la codiciada candidatura presidencial para 1989. Por el momento su actitud es la que lo muestra (en el dibujo que ilustra esta nota) ubicado detrás de los dirigentes más notorios, esperando el momento de producir su irrupción pública, pero cuidando celosamente su imagen hasta entonces.
- Luis "Changui" Cáceres (41). Abogado santafesino, diputado nacional por su provincia, y primer secretario del Comité Nacional del radicalismo dedicado a trabajar en el ámbito gremial, es considerado como la contra-figura de Nosiglia. No sólo en el aspecto físico (es macizo donde el otro mantiene celosamente la línea, su cinturón tiene tendencia a deslizarse hacia abajo impulsado por el abdomen prominente, es enemigo de la corbata) sino también en lo político. Changui participó —al igual que Nosiglia— del legendario congreso de la Juventud Radical realizado en Setúbal (Santa Fe) en 1968, donde se dejó formalmente constituida (ver cuerpo de nota) la Junta Coordinadora. Pero su estilo directo, estentóreo, desengolado, lo ha hecho chocar con los hombres de Capital Federal capitaneados por Nosiglia, que aparentemente habrían decidido lateralizarlo de las grandes decisiones, aunque mantengan con él y su gente las relaciones aparentemente más cordiales. Cáceres sufrió un serio deterioro cuando en abril de 1984 planteó (con más pena que gloria) que Raúl Alfonsín debía renunciar a presidir el comité nacional del partido, para dedicarse exclusivamente a las tareas de gobierno. A fines de diciembre del mismo año, cuando en Tucumán se realizó el congreso de la Federación Universitaria Argentina, un sector de los asistentes (con hegemonía absoluta de hombres de Franja Morada, la tendencia radical en la universidad) comenzó a corear un estribillo que llamó la atención del periodismo. Alerta, alerta, que camina, el changuicacerismo por América Latina, decían los jóvenes seguidores de Cáceres. Contradictorio, impulsivo —sus íntimos aseguran que está poco y mal asesorado— Cáceres tiene sin embargo, un reconocido carisma personal y es el más importante dirigente de la Coordinadora opuesto al sector Nosiglia. Aunque con las acciones aparentemente en baja, tiene no obstante, una estructura propia en el interior del país, y su palabra pesa a la hora de las grandes discusiones. También tiene —se dice— aspiraciones presidenciales ) para 1989.
- Federico Storani (33) También es abogado y reconoce antecedentes radicales de primera línea. Su padre, el actual secretario de Energía Conrado Storani, fue compañero de fórmula de Alfonsín en la lucha por las precandidaturas presidenciales de 1972, en las que se impuso el binomio Balbín-Gamond. Federico trabajó a partir de 1973 en el Senado junto al entonces senador nacional Hipólito Solari Yrigoyen, víctima de un atentado criminal que se atribuyó la Triple A. Es miembro de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos y fue durante 3 años presidente de la Federación Universitaria Argentina. Preside ahora la importante Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, lo que le permitió lucirse como principal expositor en el debate por la aprobación del tratado de paz y amistad suscripto entre Argentina y Chile para zanjar la cuestión del Beagle.
Es el principal dirigente de la Coordinadora en la provincia de Buenos Aires, pero se enfrenta allí al sólido aparato manejado por el ex ministro de trabajo Juan Manuel Casella, que se perfila como seguro vencedor en las internas para presidir el comité provincial. Esto si llega a haber internas, ya que es posible que Storani-Casella lleguen a un acuerdo caballeresco previo para evitar que la sangre llegue al río generando un nuevo foco de tormenta para la administración radical. Tercermundista pero pragmático, defensor de mantener buenas relaciones con el peronismo, pero no con la "burocracia sindical'', Storani cuenta entre sus amigos y/o aliados al subsecretario de Asuntos Latinoamericanos, Raúl Aleonada Sempé, al presidente de Gas del Estado, Juan Gazzani y al subsecretario de Asuntos Universitarios, Hugo Storani. Inicialmente inclinado a adherir al proyecto del Changui Cáceres en la polémica que aquel sostiene con los juveniles capitalinos, Storani dedica ahora todos sus esfuerzos a dirimir la compleja interna de provincia de Buenos Aires. Se mantiene lejos de la zona de combate.
-Marcelo Stubrin (33) También abogado, también ex dirigente universitario y también diputado nacional, este atildado legislador es vicepresidente del bloque de legisladores radicales, y uno de los principales popes de la coordinadora en Capital Federal. Aunque mantiene una sólida alianza con Nosiglia, Stubrin prioriza en la actualidad sus labores legislativas y se considera a sí mismo como un dirigente con peso propio, cuya ligazón con la Coordinadora se deriva de su adscripción al nucleamiento en sus años de militancia juvenil. Sus acciones dentro del radicalismo han crecido al amparo de una brillante labor parlamentaria, y seguramente será el primer candidato a diputado en las elecciones de noviembre, en las que tendrá que volver a disputar su banca legislativa.
-Jesús Rodríguez (29). Su juventud le ha permitido, en diciembre de 1984, convertirse en presidente del Comité Nacional de la Juventud Radical. Es hombre de Capital Federal, estrechamente ligado a Nosiglia y su aparato, pero es uno de los dirigentes que tiene contacto directo con el presidente Alfonsín. Egresado en Ciencias Económicas preside en la actualidad la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados. Muchos creyeron ver en su acceso al cargo (en reemplazo del fallecido Rubén Rabanal. adversario capitalino de la Coordinadora) la conquista de una plaza fuerte por parte del sector juvenil. Dirigentes con mayor experiencia menearon sin embargo, la cabeza. No sé en qué beneficia a un sector como la Coordinadora, cuya clientela juvenil es afecta a las recetas extremas en materia económica, presidir una comisión en la que deberá limitarse a defender la política oficial sin cortapisas. sentenció ante SOMOS un diputado radical. Lo cierto es que la asunción de la importante comisión por parte de Rodríguez coincidió con el desplazamiento de García Vázquez en el Banco Central y el acceso al Ministerio de Economía de Juan Sourrouille, un hombre al que la Coordinadora siempre respetó, y sobre el que jamás descargó sus críticas. Rodríguez, junto al senador entrerriano Ricardo Laferriere (único menor de 40 años, también integrante de la Coordinadora) es uno de los principales difusores de la necesidad de atacar a lo que denomina la Patria Financiera, entre otras cosas, impulsando una reforma de fondo al sistema financiero.
L. C.
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Cómo se los ve
No todos los políticos consultados por SOMOS quisieron dar su opinión sobre la Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical. Actitud comprensible en los radicales de las otras tendencias internas que conviven dentro del partido, y también en representantes de agrupaciones partidarias que por distintos motivos prefirieron no ingresar en las cuestiones íntimas del partido gobernante.
Tal fue la actitud, por ejemplo, del Partido Intransigente, expresada por el recientemente incorporado Néstor Vicente.
Otro que se abstuvo fue el ingeniero Álvaro Alsogaray, de la Unión de Centro Democrático. "Carezco de los elementos suficientes como para emitir una opinión certera". se limitó a responder.
El peronista Diego Guelar, en cambio, afirmó que la Coordinadora ' "es una importante fuerza de sustento del presidente Alfonsín, que ha proyectado fundamentalmente a los jóvenes dirigentes que surgieron de la actividad política en el ámbito universitario. Considero totalmente infundadas las acusaciones que se le han formulado de constituir un grupo filomarxista, aunque debo señalar que ellos motorizan un proyecto de transformación del radicalismo en un partido socialdemócrata moderno''.
Ricardo Balestra. diputado nacional por el Pacto Autonomista Liberal de Corrientes, calificó a la Coordinadora como un "grupo minoritario" dentro del radicalismo, pero "con un sesgo ideológico de izquierda".
Juan Carlos Dante Gullo, uno de los máximos dirigentes de la Juventud Peronista en los años 70, dijo durante la campaña electoral creímos que representaba la posibilidad de renovación y cambio para el radicalismo, pero hoy vemos que las expectativas no se colmaron, y que la Coordinadora vive más la interna radical que la interna del país''.
L.C.

revista Somos
22.03.1985

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"Somos la patota de Alem y de Yrigoyen, somos la Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical". (Cántico juvenil popular)


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