Qué es la Coordinadora
Entretelones, historia y magnitud de la
agrupación juvenil radical
Boinas, banderas blancas y rojas, euforia,
retumbar de bombos. Fueron sin lugar a dudas
la vedette de la campaña electoral que llevó a
la presidencia a Raúl Alfonsín. Los muchachos
y chicas de la Juventud Radical protagonizaron
a su modo —ya veremos con cuántas diferencias—
un fenómeno similar al que produjeron en los
años 70 las multitudes que paseaban su encono
bajo los carteles de la Juventud Peronista.
Quizás por eso hubo quienes temieron la
repetición de aquel proceso, ignorantes de que
la historia no se repite. Los jóvenes que hoy
gritan, saltan, se enfervorizan bajo los
carteles y pancartas de la Juventud Radical lo
hacen con una actitud vital definitivamente
diferente. Gritan, es cierto, y plantean a
veces agresivamente sus propuestas de cambio.
Pero su mensaje carece de las cadencias
fúnebres de quienes en los años 70 gritaban:
"FAR y Montoneros son nuestros compañeros", o
elevaban hieráticamente sus dedos en V al
grito de "duro, duro, duro, estos son los
Montoneros que mataron a Aramburu". Quizás
fue lo repentino de su aparición pública
masiva (los propios dirigentes ubican el pico
de su crecimiento en el período inmediatamente
posterior a la guerra de las Malvinas) pero lo
cierto es que la irrupción de la Juventud
Radical en el panorama político argentino fue
seguida desde algunos sectores con mucho de
suspicacia y no sin reservas. En parte como
reflejo de una actitud general de nuestra
sociedad, que dista de facilitar el acceso de
los jóvenes al circuito de la producción o al
nivel de las decisiones. Y en parte por el
recuerdo de los años violentos que precedieron
y siguieron a las elecciones del 11 de marzo
de 1973 que llevaron a la presidencia al
odontólogo Héctor Cámpora y al conservador
popular Vicente Solano Lima. Hubo además un
ingrediente preocupante. La misteriosa Junta
Coordinadora Nacional (llamada por los
conocedores la Coordinadora a secas) traía
reminiscencias de aquellas organizaciones
clandestinas, ocultas, de manejos casi
iniciáticos, que ensombrecieron la política de
los años 70. Muchos creyeron ver en esta
intangible Coordinadora el fantasma de las
organizaciones de aquellos días, las llamadas
"orgas" que devoraron desde adentro al
movimiento peronista desde la izquierda y la
derecha ante una sociedad atónita y
aterrorizada, incapaz de reaccionar ante la
insensata violencia desencadenada en su seno.
Ya antes de que Alfonsín alcanzara la
presidencia de la Nación había quienes
denominaban a los miembros de esta
Coordinadora juvenil los "montoneros" de
Alfonsín, la JP de los radicales, o más
directamente "la zurda infiltrada" en el
radicalismo. Basta saber si esas definiciones
podían (pueden) sostenerse a la luz serena de
la realidad. ¿Partido dentro del partido?
¿Organización de radicales disfrazados que
tienen un proyecto político diferente al de
Alfonsín y el radicalismo? ¿Secta juvenil que
pretende heredar para sus propuestas extremas
el proceso iniciado con la asunción
presidencial de Alfonsín? ¿Simples hombres y
mujeres jóvenes empinados a los cargos
públicos y las funciones de conducción merced
a un triunfo electoral cuya magnitud ni
siquiera ellos imaginaban? El intento de esta
nota es desentrañar esos interrogantes,
despejar las incógnitas. Poner a la Junta
Coordinadora Nacional en su justa proyección.
"Cuando fue el golpe que derrocó a Arturo
Illia en 1966 yo estaba en la escuela. Iba a
sexto grado en la escuela de Boedo y Chiclana
y mi maestro era Eduardo Vacca, un actual
dirigente peronista". Jesús Rodríguez (29)
diputado nacional, titular de la importante
Comisión de Presupuesto y Hacienda de la
Cámara Baja y presidente del Comité Nacional
de la Juventud Radical, se pierde en
recuerdos. Considerado uno de los popes
(también de los cucos) de la Coordinadora, es
el primer argentino de una familia de
asturianos, y milita en el radicalismo desde
que ingresó a la Universidad (es egresado de
Ciencias Económicas) en 1972. "En esa época
comprendimos que para modificar los criterios
autoritarios dentro de la Universidad era
preciso cambiar también la realidad política,
y que eso no era posible si no tomábamos como
referentes a los partidos políticos. Elegimos
el radicalismo precisamente porque nos
oponíamos a la violencia y la soberbia de la
patota, porque creíamos en la confrontación
democrática de las ideas", recuerda.
Rodríguez se encrespa cuando escucha que
algunos sectores comparan a la Juventud
Radical con los grupos de superficie del
terrorismo que actuaron durante la década del
70. "Fue —dice— exactamente al revés. Nosotros
en la Universidad derrotamos a los grupos que
propiciaban la violencia, a través de la
discusión y de las urnas. En 1973, cuando
ellos estaban en el apogeo de su crecimiento
político, nosotros tomamos el control de la
Federación Universitaria Argentina y llevamos
a la presidencia de ese organismo a Federico
Storani." Mario Negri (31), de Córdoba,
vicepresidente del Comité Nacional de la
Juventud Radical, coincide en todo con
Rodríguez. "En Córdoba —hace memoria— nosotros
sufrimos en carne propia la acción de los
grupos de choque. Recuerdo que en una elección
que habíamos ganado en la Universidad la
conducción estaba leyendo desde un balcón los
resultados del escrutinio que nos daban el
triunfo por 900 votos contra alrededor de 700
de los sectores peronistas. Pero abajo los
militantes de Franja Morada en lugar de
festejar peleaban, porque los perdedores los
corrían a cadenazos por el patio. "Hay que
recordar que en esos años nadie se preocupaba
realmente por formular una propuesta concreta
para la Universidad. Los grupos que planteaban
la violencia tomaban la Universidad como un
campo de reclutamiento de militantes,
exclusivamente. Y en esto participaban la
izquierda y la derecha. Nosotros quedamos en
medio del fuego cruzado de esos sectores, que
transformaron las facultades en su campo de
batalla." Para la década del 70.
precisamente, se dio a nivel nacional un
fenómeno de crecimiento sostenido de Franja
Morada, un agrupamiento estudiantil que
albergaba a los grupos reformistas más
diversos (la insignia morada fue la que
utilizaron los reformistas en las luchas entre
laicos y libres durante el gobierno de
Frondizi) y que por entonces pasó a
constituirse en el grupo universitario
orgánico del radicalismo. Para entonces
empezaba a tomar forma y a desarrollarse
numéricamente el agrupamiento que bajo el
nombre de Junta Coordinadora Nacional de la
Juventud Radical había sido constituido por un
centenar de militantes juveniles del
radicalismo en una quinta de Setúbal, en la
provincia de Santa Fe. La reunión constitutiva
se había desarrollado en 1968, como forma de
unificar la acción política de los grupos
radicales desperdigados tras el derrocamiento
de Arturo Illía (junio de 1966), y de ella
habían participado entre otros el actual
gobernador de Misiones, Ricardo Barrios
Arrechea, los actuales diputados nacionales
Luis "Changui" Cáceres (Santa Fe) y Leopoldo
Moreau (provincia de Buenos Aires), y el
actual subsecretario de Acción Social Enrique
"Cotí" Nosiglia. La Junta Coordinadora
comenzó a trabajar a partir de 1969 en
relación directa con el entonces presidente
del comité de la provincia de Buenos Aires,
Raúl Alfonsín. planteando sus discrepancias,
día a día mayores, con la conducción nacional
del partido, ejercida por Ricardo Balbín.
Ya en 1972 la alianza entre los jóvenes y el
caudillo de Chascomús florecería en la
constitución del Movimiento de Renovación y
Cambio, cuya acta fundacional se produjo en la
ciudad de Rosario, con un documento cuya
redacción corrió por cuenta de Leopoldo Moreau
y Marcelo Stubrin. dos de los fundadores de la
Coordinadora Los actuales líderes del
agrupamiento insisten en puntualizar que la
Coordinadora no es ni nunca pretendió ser un
aparato con autonomía dentro del Partido
Radical. "Somos solamente la línea mayoritaria
dentro de lo que es la Juventud Radical, pero
orgánicamente militamos dentro del Movimiento
de Renovación y Cambio", señala una otra vez
Jesús Rodríguez. Quizá por eso a los
muchachos do la Coordinadora se les eriza la
piel cuando se los compara con los grupos de
la Juventud Peronista de las Regionales que en
los años '70 unían sus banderas a las de
Montoneros y Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR) en las multitudinarias concentraciones
públicas del peronismo. Es Jesús Rodríguez,
una vez más, quien niega enfáticamente la
validez de la comparación. "Nosotros hemos
levantado una consigna, decimos que somos la
vida en contraposición a los que creían en las
banderas de la muerte. Pero no la hemos
levantado ahora sino en la época en que la
mayor parte de la juventud adscribía a esos
conceptos y planteaba la toma del poder por la
vía armada. En 1974 nosotros abandonamos las
Juventudes Políticas Argentinas, que era un
organismo multipartidario, por considerar que
desde allí se pretendía plantear un proyecto
de derrota para la juventud argentina,
asociado a la violencia y la muerte.''
Quienes recuerdan los agitados, violentos años
que marcaron la irrupción de la juventud en el
escenario político argentino, con un vigor que
sólo decreció durante los años del gobierno
militar iniciado en 1976, pueden dar fe de que
Rodríguez dice la verdad. Nadie puede dudar
de que la Juventud Radical representa el ala
izquierda del radicalismo, y que la línea
expresada por la Junta Coordinadora es la que
más significativamente representa a ese
sector. Pero nadie puede acusar a la Juventud
Radical de haber planteado jamás la vía armada
como fórmula para conquistar el poder
político, ni de constituir un aparato u
organismo infiltrado dentro del cuerpo
partidario para imponer desde allí un proyecto
político propio. Basta con ver las críticas
que desde la izquierda se hacen a los jóvenes
radicales para comprender una simple verdad:
aunque la Coordinadora es el sector ubicado
más a la izquierda dentro del radicalismo, sus
postulados siguen recibiendo el mote de
reformistas, cuando los que opinan son los
grupos y partidos que se asumen a sí mismos
como de izquierda, marxistas, propiciadores
del socialismo. Las incógnitas planteadas
al comienzo de esta nota van develándose a
medida que se profundiza en la mecánica,
comportamiento y formulaciones de los jóvenes
radicales de la Coordinadora. Cuando en
1966 el gobierno de Arturo Illia fue
desalojado del poder, una pregunta sin
respuesta inquietó a los radicales,
especialmente los jóvenes: ¿Cómo era posible
que un gobierno democrático cayera ante la
indiferencia de la mayoría de la ciudadanía?
Podrá argüirse que contra Illia había sido
montada por entonces una poderosa campaña de
acción psicológica y que su propia debilidad
(había nacido a la vida merced a la
proscripción del peronismo, contabilizando
sólo el 25 por ciento de los votos) lo
empujaba al abismo. Pero los radicales
comenzaron a planearse el futuro desde otra
perspectiva, y ése fue uno de los ejes de las
largas discusiones sostenidas —mate de por
medio— en las largas tenidas de Setúbal, en
1968. La solución apareció entonces luminosa.
El radicalismo debía su falta de crecimiento y
su incapacidad para hacer frente a los
levantamientos militares a una malformación
congénita: era un partido anquilosado,
compuesto por afiliados en lugar de
militantes. Y la solución estaba al alcance de
esa nueva generación de jóvenes forjados en la
lucha universitaria: había que transformar
lentamente al radicalismo en un partido de
cuadros políticos, de militantes. Terminar con
la perniciosa práctica del comité y adecuarse
a los tiempos nuevos donde el protagonismo
político exigía nuevas formas de participación
y movilización. Ya hemos mencionado las
dificultades que se le plantearon al
radicalismo en su conjunto, y a la juventud de
la Coordinadora en particular, durante los
años violentos. Lo cierto es que algunos de
sus pronósticos parecen haberse cumplido, ya
que su máximo crecimiento coincidió
precisamente con el rechazo generalizado de
los argentinos hacia cualquier forma de
violencia. "Notamos que nuestro crecimiento
masivo empezó a darse a partir de la guerra de
las Malvinas —dice al respecto Mario Negri—,
porque salimos con una propuesta clara y
diferenciada de la de otros partidos. Una
apuesta por la vida y por la participación de
todos para la consolidación de la democracia.
Claro que nuestro crecimiento estuvo
estrechamente ligado al crecimiento del
fenómeno Alfonsín. es decir, el surgimiento de
un líder confiable, en el que miles de
argentinos vieron la posibilidad concreta del
país de salir de años que fueron muy trágicos.
Los popes de la Coordinadora eluden
obstinadamente un tema: el de su
funcionamiento interno. Hábiles
prestidigitadores de la política se obstinan
en aparecer como simples militantes
encumbrados a cargos de conducción política
merced al triunfo electoral de octubre, y se
denominan militantes del radicalismo
provenientes del sector juvenil. "La
Coordinadora no es un aparato como se ha
pretendido insinuar, precisamente porque lo
nuestro es totalmente diferente de lo de las
'orgas' del peronismo que ocultaban proyectos
políticos diferentes y pugnaban por imponerlas
dentro y fuera cíe su movimiento. Nosotros
somos orgánicos, trabajamos dentro del partido
en cada circunscripción. en cada sección
electoral, en cada parroquia. Dentro del
radicalismo es impensable que un dirigente
ingrese a los puestos de conducción por la
ventana como estamos cansados de verlo en
otros partidos. Aquí el que no junta sus
propias fichas no es nadie. Si no tiene
representatividad no puede aspirar a ninguna
candidatura ni a conducir a nadie." Una vez
más es Jesús Rodríguez el que habla, aunque en
esto coincide con todos los radicales
consultados, procedan del sector que sea.
Pero aquellos que conocen íntimamente la
realidad de la Coordinadora, por haber pasado
largos años militando en sus filas, no
coinciden totalmente con los criterios
públicamente expresados por sus integrantes.
Aseguran que la Coordinadora es efectivamente
una escuela de cuadros políticos, cuyos
miembros esperan heredar no sólo la estructura
del partido sino la vitalidad política de
Alfonsín. Para ello se habrían fijado una
estrategia a largo plazo. Sabedores de que el
peronismo está sufriendo un inevitable proceso
de descomposición interna, y convencidos de
que los militares no volverán a constituir una
opción política válida en el país, suponen que
el tiempo correrá en su favor. La idea, por
el momento, es trabajar laboriosamente las
internas en los distritos —con esa paciencia y
dedicación tan típicamente radicales para las
tareas de bordado fino— y conquistar todos los
espacios posibles en la estructura partidaria,
sin dar todavía la batalla en el nivel del
comité nacional partidario. Las metas son
por ahora modestas. Aspiran —dicen los
entendidos— a consolidar las posiciones
conquistadas pacientemente por sus hombres de
primera línea y ampliar su base de
sustentación a nivel nacional, sabedores de
que hasta ahora su única plaza verdaderamente
fuerte es la Capital Federal. Dentro de tres
años presentarán a muchos de sus hombres como
precandidatos a gobernadores y a partir de
allí pondrán a regular los motores con vistas
al Gran Premio: la presidencia de la Nación.
Para entonces —al menos así lo aseguran
allegados al influyente Enrique "Coti"
Nosiglia, eminencia de la Coordinadora en el
distrito capitalino— habrá sido posible limar
todas las diferencias internas, y algunos
precandidatos habrán quedado por el camino.
Las insinuaciones parecen dirigidas al gran
challenger de Nosiglia dentro de la
Coordinadora, Luis "Changui" Cáceres, al que
no faltan quienes atribuyen como a Nosiglia
pretensiones presidencialistas. Pero el
diputado santafesino está en un cono de
sombras desde que en abril de 1984 planteó la
renuncia de Alfonsín a la titularidad del
comité nacional con la excusa de otorgarle más
tiempo para cumplir sus tareas de gobierno. No
fue la única gaffe del dirigente santafesino.
También planteó que el partido radical debía
cumplir una tarea de vigilancia sobre el
Gobierno y servir de polea de transmisión al
Ejecutivo de la realidad social. La seca
respuesta —aparente reflejo de la opinión de
las más altas esferas del Gobierno— le habría
llegado a Cáceres de boca del presidente del
bloque de diputados del radicalismo. El
partido debe ser el escudo del Poder
Ejecutivo. Protegerlo de las criticas que se
le formulan, le habría indicado César
Jaroslavsky. La puja entre el sector
Capital (Nosiglia) y el interior
(especialmente Cáceres. perteneciente al
distrito Santa Fe) permite a los integrantes
de la Coordinadora entregarse con ardor a uno
de sus quehaceres favoritos: la interna. No
satisfechos con urdir alianzas y
contraalianzas en la interna partidaria con
éxitos resonantes en distritos como Capital
Federal, donde han adquirido una nada
desdeñable cuota de poder (30 concejales
propios sobre un bloque municipal de 37
representantes), se dedican ahora a dilucidar
sus propios antagonismos. Los viejos
militantes del partido sostienen que en
realidad no existe algo que pueda denominarse
un proyecto alternativo de la Coordinadora, o
que si acaso existió, eso es cosa del pasado.
Prefieren simplificar la cuestión y conciben a
los jóvenes radicales como políticos de raza
entregados a ganar espacio más que como
conspiradores embozados. Lo que nadie
discute es que el modo operativo de la
Coordinadora, su énfasis en la movilización,
su estilo de trabajo político y de formación
de cuadros representan una novedad difícil de
digerir para los tradicionales dirigentes del
partido. Y una diferencia tan marcada no podía
sino generar una oposición, que en algunos
casos se hace cerrada. Dentro de Capital
Federal, donde la Coordinadora tiene su más
alta cuota de poder propio y donde el triunfo
de Alfonsín fue demoledor (62 por ciento
contra sólo 26 del peronismo), los dirigentes
históricos del Movimiento de Renovación y
Cambio han comenzado a enhebrar nuevas
alianzas. Para ello han acudido a la Línea
Nacional balbinista. al viejo unionismo de
Juan Trilla y a un grupo alfonsinista no
integrado a Renovación y Cambio, que se
denomina "Nucleamiento interparroquial". A ello
se suman contactos con la Intransigencia
Popular del recientemente fallecido Rubén
Rabanal y con el sector liderado por el
diputado Liborio Pupillo. un laborioso
acumulador de fichas de afiliación. Para
enfrentar esa alianza que hace peligrar el
predominio de la Coordinadora sobre la media
docena de circunscripciones metropolitanas que
actualmente ostenta (sobre un total de 28),
los juveniles cuentan con el control sobre la
bancada de concejales que preside Facundo
Suárez Lastra (29). Facundo fue el candidato
de la Coordinadora a ocupar la intendencia
municipal en lugar de Julio Saguier, su rival
en la circunscripción 19, y actualmente deberá
extremar su política de contactos para no
perder las próximas elecciones internas En
muchas circunscripciones el modo de trabajo
impuesto a los afiliados y la falta de tareas
concretas (pasado el período preelectoral)
han alejado a los militantes de los comités
hasta el punto de que muchos han cerrado sus
puertas. El propio "Cotí" Nosiglia, hábil
tejedor de alianzas, ha comenzado a
preocuparse —según sus allegados— ante la
posibilidad de que tambalee su predominio en
su propia circunscripción, la 20. En cuanto
a Jorge Gómez, aliado de la Coordinadora que
ocupa la presidencia del Comité Capital desde
que fue abandonado por Juan Trilla, acaba de
sufrir un serio deterioro no hace mucho cuando
se vio en figurillas para controlar una
rebelión interna en su propio local de Formosa
al 100 en la sección sexta (Caballito). Si
no imposible, resultaría difícil hoy precisar
el caudal concreto de adherentes o la
capacidad de movilización de la Junta
Coordinadora, aunque resulta indudable su
importancia en la Capital Federal y Santa Fe y
su presencia en distritos también relevantes
como Mendoza o la provincia de Buenos Aires.
En este último distrito, sin embargo, deben
hacer frente a la presencia de Juan Manuel
Casella, a quien todas las encuestas sindican
como el seguro candidato para ocupar la
presidencia del comité provincial, con el aval
de todos los sectores y hasta de algunos ex
integrantes de la Coordinadora, como Leopoldo
Moreau (San Isidro), que aspira a la
reelección como diputado en las elecciones de
noviembre, y del que se dice que integrará la
lista de candidatos en segundo término,
precisamente detrás del propio Casella. En
Santa Fe, una provincia peronista, que
paradójicamente es una de las plazas fuertes
de la Coordinadora, la interna radical
enfrentará a Luis "Changui'' Cáceres (hasta no
hace mucho dirigente indiscutido del
radicalismo provincial) con el actual
intendente de Rosario, Horacio Usandizaga.
Este último ha realizado una amplia tarea de
captación y afiliación en su distrito,
mantiene buenas relaciones con el
justicialismo y será seguramente candidato a
la gobernación para 1986, si para entonces ha
logrado imponerse internamente sobre Cáceres,
cuya estrella parece estarse opacando. Los
hombres de la Coordinadora son. sin duda, los
protagonistas de uno de los fenómenos
políticos más curiosos de la Argentina de hoy.
Por momentos, cuando se habla con sus
dirigentes, parece que ellos mismos estuvieran
asombrados del poder que les ha caído en las
manos. Pero no dan la sensación de albergar
proyectos políticos extremos, alternativos al
que corporiza desde el Poder Ejecutivo Raúl
Alfonsín. Quizás una buena definición sea la
aportada sobre ellos por el peronista Guido Di
Tella, quien en carta abierta al presidente de
la Nación hizo referencia a los temores
suscitados en la City, por lo que algunos
medios calificaron como un avance de la
Coordinadora sobre el Banco Central (a través
del nombramiento de algunos de sus hombres en
el directorio) destinado a jaquear al ministro
Sourrouille. Dijo Di Tella: "No son tan
temibles como los pintan, son inteligentes,
sólo quieren acelerar su ascenso en el
partido. Con el poder económico en las manos
se agarrarían tal susto que se volverían
prudentes''. Luis Castellanos
Investigación: Eduardo Parise, Andrés Gramajo
y Carlos Varas Fotos: Gerardo Prego y
Eduardo Mosteirín
Los popes de
la juventud radical Son, sin duda,
muchos más. Pero a la hora de sintetizar en
algunos nombres lo que podría denominarse
cúpula de la Junta Coordinadora Nacional, son
estos los que no pueden faltar. Algunos tienen
por función ocupar la vidriera política, lo
que los hace más conocidos por el gran
público. Otros tejen desde la penumbra las
alianzas, idas y venidas de la Coordinadora en
función de la interna radical y de la política
general. Veamos quién es quién dentro de la
estructura actual de conducción de la
Coordinadora. - Enrique
"Cotí" Nosiglia (35) es unánimemente
considerado el dueño de la estructura juvenil
en la Capital Federal, lo que significa
dominar el distrito donde el agrupamiento
tiene mayor peso específico y una más amplia
capacidad de movilización. Es el hombre de
consulta permanente de los dirigentes de
primera y segunda línea, aunque sólo se lo
molesta para los grandes lemas. Desde su
bunker del Ministerio de Acción Social (donde
actúa como subsecretario) mantiene un férreo
control sobre la conducción capitalina de la
Coordinadora. De escaso diálogo con el
periodismo (incluyendo a los amigos de la
juventud radical diseminados por los distintos
medios de comunicación social) rehúye la
figuración pública mientras se entrega a su
pasión: el tejido político. Temido, respetado,
tomado constantemente como referencia por sus
compañeros de militancia, es para muchos el
estratega fundamental de la Coordinadora y
aquel de sus integrantes que tiene mayor v más
fluida relación con el presidente Raúl
Alfonsín. Desde que asumió su cargo en
Acción Social apareció en público en muy
contadas ocasiones, para anunciar el envío a
las provincias del nordeste del Tren de la
Solidaridad que en marzo de 1984 envió ayuda a
los damnificados por las inundaciones, o para
referirse al Programa Alimentario Nacional
(PAN) una de las iniciativas que se le
atribuyen. Cuando Juan Vital Sourrouille
asumió recientemente la cartera de Economía en
reemplazo de Bernardo Grinspun, Nosiglia
compartió una cena íntima con él y con el
banquero Mario Brodherson, titular del Banco
Nacional de Desarrollo, sobre la que se
tejieron conjeturas varias. La llegada de
Sourrouille a la conducción económica
coincidió con el alejamiento del Banco Central
de Enrique García Vázquez, uno de los
funcionarios más cuestionados por la
Coordinadora. Apenas conocido por el gran
público, Nosiglia trabaja —aseguran sus
íntimos— con la mirada hipnóticamente fija en
el largo plazo. Será entonces, quizás, el
momento de echar a correr en pos del máximo
trofeo de la interna partidaria: la codiciada
candidatura presidencial para 1989. Por el
momento su actitud es la que lo muestra (en el
dibujo que ilustra esta nota) ubicado detrás
de los dirigentes más notorios, esperando el
momento de producir su irrupción pública, pero
cuidando celosamente su imagen hasta entonces.
- Luis "Changui" Cáceres (41). Abogado
santafesino, diputado nacional por su
provincia, y primer secretario del Comité
Nacional del radicalismo dedicado a trabajar
en el ámbito gremial, es considerado como la
contra-figura de Nosiglia. No sólo en el
aspecto físico (es macizo donde el otro
mantiene celosamente la línea, su cinturón
tiene tendencia a deslizarse hacia abajo
impulsado por el abdomen prominente, es
enemigo de la corbata) sino también en lo
político. Changui participó —al igual que
Nosiglia— del legendario congreso de la
Juventud Radical realizado en Setúbal (Santa
Fe) en 1968, donde se dejó formalmente
constituida (ver cuerpo de nota) la Junta
Coordinadora. Pero su estilo directo,
estentóreo, desengolado, lo ha hecho chocar
con los hombres de Capital Federal
capitaneados por Nosiglia, que aparentemente
habrían decidido lateralizarlo de las grandes
decisiones, aunque mantengan con él y su gente
las relaciones aparentemente más cordiales.
Cáceres sufrió un serio deterioro cuando en
abril de 1984 planteó (con más pena que
gloria) que Raúl Alfonsín debía renunciar a
presidir el comité nacional del partido, para
dedicarse exclusivamente a las tareas de
gobierno. A fines de diciembre del mismo año,
cuando en Tucumán se realizó el congreso de la
Federación Universitaria Argentina, un sector
de los asistentes (con hegemonía absoluta de
hombres de Franja Morada, la tendencia radical
en la universidad) comenzó a corear un
estribillo que llamó la atención del
periodismo. Alerta, alerta, que camina, el
changuicacerismo por América Latina, decían
los jóvenes seguidores de Cáceres.
Contradictorio, impulsivo —sus íntimos
aseguran que está poco y mal asesorado—
Cáceres tiene sin embargo, un reconocido
carisma personal y es el más importante
dirigente de la Coordinadora opuesto al sector
Nosiglia. Aunque con las acciones
aparentemente en baja, tiene no obstante, una
estructura propia en el interior del país, y
su palabra pesa a la hora de las grandes
discusiones. También tiene —se dice—
aspiraciones presidenciales ) para 1989. -
Federico Storani (33) También es abogado y
reconoce antecedentes radicales de primera
línea. Su padre, el actual secretario de
Energía Conrado Storani, fue compañero de
fórmula de Alfonsín en la lucha por las
precandidaturas presidenciales de 1972, en las
que se impuso el binomio Balbín-Gamond.
Federico trabajó a partir de 1973 en el Senado
junto al entonces senador nacional Hipólito
Solari Yrigoyen, víctima de un atentado
criminal que se atribuyó la Triple A. Es
miembro de la Asamblea Permanente de los
Derechos Humanos y fue durante 3 años
presidente de la Federación Universitaria
Argentina. Preside ahora la importante
Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara
de Diputados, lo que le permitió lucirse como
principal expositor en el debate por la
aprobación del tratado de paz y amistad
suscripto entre Argentina y Chile para zanjar
la cuestión del Beagle. Es el principal
dirigente de la Coordinadora en la provincia
de Buenos Aires, pero se enfrenta allí al
sólido aparato manejado por el ex ministro de
trabajo Juan Manuel Casella, que se perfila
como seguro vencedor en las internas para
presidir el comité provincial. Esto si llega a
haber internas, ya que es posible que
Storani-Casella lleguen a un acuerdo
caballeresco previo para evitar que la sangre
llegue al río generando un nuevo foco de
tormenta para la administración radical.
Tercermundista pero pragmático, defensor de
mantener buenas relaciones con el peronismo,
pero no con la "burocracia sindical'', Storani
cuenta entre sus amigos y/o aliados al
subsecretario de Asuntos Latinoamericanos,
Raúl Aleonada Sempé, al presidente de Gas del
Estado, Juan Gazzani y al subsecretario de
Asuntos Universitarios, Hugo Storani.
Inicialmente inclinado a adherir al proyecto
del Changui Cáceres en la polémica que aquel
sostiene con los juveniles capitalinos,
Storani dedica ahora todos sus esfuerzos a
dirimir la compleja interna de provincia de
Buenos Aires. Se mantiene lejos de la zona de
combate. -Marcelo Stubrin (33) También
abogado, también ex dirigente universitario y
también diputado nacional, este atildado
legislador es vicepresidente del bloque de
legisladores radicales, y uno de los
principales popes de la coordinadora en
Capital Federal. Aunque mantiene una sólida
alianza con Nosiglia, Stubrin prioriza en la
actualidad sus labores legislativas y se
considera a sí mismo como un dirigente con
peso propio, cuya ligazón con la Coordinadora
se deriva de su adscripción al nucleamiento en
sus años de militancia juvenil. Sus acciones
dentro del radicalismo han crecido al amparo
de una brillante labor parlamentaria, y
seguramente será el primer candidato a
diputado en las elecciones de noviembre, en
las que tendrá que volver a disputar su banca
legislativa. -Jesús Rodríguez (29). Su
juventud le ha permitido, en diciembre de
1984, convertirse en presidente del Comité
Nacional de la Juventud Radical. Es hombre de
Capital Federal, estrechamente ligado a
Nosiglia y su aparato, pero es uno de los
dirigentes que tiene contacto directo con el
presidente Alfonsín. Egresado en Ciencias
Económicas preside en la actualidad la
Comisión de Presupuesto y Hacienda de la
Cámara de Diputados. Muchos creyeron ver en su
acceso al cargo (en reemplazo del fallecido
Rubén Rabanal. adversario capitalino de la
Coordinadora) la conquista de una plaza fuerte
por parte del sector juvenil. Dirigentes con
mayor experiencia menearon sin embargo, la
cabeza. No sé en qué beneficia a un sector
como la Coordinadora, cuya clientela juvenil
es afecta a las recetas extremas en materia
económica, presidir una comisión en la que
deberá limitarse a defender la política
oficial sin cortapisas. sentenció ante SOMOS
un diputado radical. Lo cierto es que la
asunción de la importante comisión por parte
de Rodríguez coincidió con el desplazamiento
de García Vázquez en el Banco Central y el
acceso al Ministerio de Economía de Juan
Sourrouille, un hombre al que la Coordinadora
siempre respetó, y sobre el que jamás descargó
sus críticas. Rodríguez, junto al senador
entrerriano Ricardo Laferriere (único menor de
40 años, también integrante de la
Coordinadora) es uno de los principales
difusores de la necesidad de atacar a lo que
denomina la Patria Financiera, entre otras
cosas, impulsando una reforma de fondo al
sistema financiero. L. C. _____________
Cómo se los ve No todos los
políticos consultados por SOMOS quisieron dar
su opinión sobre la Junta Coordinadora
Nacional de la Juventud Radical. Actitud
comprensible en los radicales de las otras
tendencias internas que conviven dentro del
partido, y también en representantes de
agrupaciones partidarias que por distintos
motivos prefirieron no ingresar en las
cuestiones íntimas del partido gobernante. Tal fue la actitud, por
ejemplo, del Partido Intransigente, expresada
por el recientemente incorporado Néstor
Vicente. Otro que se abstuvo fue el
ingeniero Álvaro Alsogaray, de la Unión de
Centro Democrático. "Carezco de los elementos
suficientes como para emitir una opinión
certera". se limitó a responder. El
peronista Diego Guelar, en cambio, afirmó que
la Coordinadora ' "es una importante fuerza de
sustento del presidente Alfonsín, que ha
proyectado fundamentalmente a los jóvenes
dirigentes que surgieron de la actividad
política en el ámbito universitario. Considero
totalmente infundadas las acusaciones que se
le han formulado de constituir un grupo
filomarxista, aunque debo señalar que ellos
motorizan un proyecto de transformación del
radicalismo en un partido socialdemócrata
moderno''. Ricardo Balestra. diputado
nacional por el Pacto Autonomista Liberal de
Corrientes, calificó a la Coordinadora como un
"grupo minoritario" dentro del radicalismo,
pero "con un sesgo ideológico de izquierda".
Juan Carlos Dante Gullo, uno de los máximos
dirigentes de la Juventud Peronista en los
años 70, dijo durante la campaña electoral
creímos que representaba la posibilidad de
renovación y cambio para el radicalismo, pero
hoy vemos que las expectativas no se colmaron,
y que la Coordinadora vive más la interna
radical que la interna del país''. L.C.
revista Somos 22.03.1985
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