La ofensiva Terrorista

Terrorismo
En la madrugada del jueves 26 de julio, tres días antes de la llegada al país del emisario norteamericano Nelson Rockefeller, producida el domingo 29, trece supermercados de la cadena Minimax, en Buenos Aires (arriba e izquierda), fueron violentamente sacudidos por una impresionante seguidilla de explosiones, casi simultaneas. El atentado —el más espectacular de los perpetrados durante el año— provocó la total destrucción de ocho de los locales agredidos: fue una manera (los autores, hasta hoy, no han sido descubiertos) de protestar por la visita de Rockefeller, quien tiene intereses en la cadena Minimax, y cuyo paso por la Argentina desató también otras tormentas menores.

Con todo, no era la primera vez, durante el año, que el país se convulsionaba por la acción del terrorismo. El 5 de abril, un comando perfectamente camuflado, integrado por diez hombres, pudo copar, a bordo de un camión militar robado, la guardia del Regimiento 1 de Infantería, ubicada en la puerta Nº 4 de Campo de Mayo. La célula actuó provista de modernos elementos y conocía el "santo y seña" exigido para penetrar en la guarnición A mediados de junio, una entidad denominada Fuerzas Armadas de Liberación (o Fuerzas Armadas Peronistas), se atribuyó la autoría del hecho. Pero lo cierto es que, hasta hoy, la investigación sobre ese atentado (y sobre otros producidos en la misma época, como el asalto a Radio El Mundo de Buenos Aires, ejecutado el 10 de abril, y las agresiones a varias unidades militares, entre ellas el Hospital Naval de Río Santiago, donde murió un centinela el sábado 19 del mismo mes), no ha dado ningún resultado.

Es probable, no obstante, que la policía haya creído encontrar una pista cuando el martes 22 de abril, por la noche, allanó un departamento de la calle Paraguay 2655, en la Capital. El procedimiento epilogó en un sangriento tiroteo, durante el cual Carlos Alberto Caride ultimó al oficial principal Jorge Alfredo Matto (a la derecha, una escena de su sepelio); de todos modos, el hecho no aportó mayores precisiones acerca de los sucesos que en esa época agitaban a la opinión pública.

Sin embargo, 1969 no fue sacudido, como ocurrió en otros años, con el descubrimiento de ningún foco guerrillero. Excepto falsas alarmas difundidas por asustadizos campesinos, los últimos 12 meses mostraron el apogeo del terrorismo urbano, una modalidad insurreccional acaso más detonante y, además, menos peligrosa para sus autores que la guerra en la selva. El jueves 20 de noviembre, aniversario del combate de Vuelta de Obligado, doce firmas extranjeras (Panamerican Oil, Braniff, Alitalia, Ducilo, Refinerías de Maíz S.A., Banco de Londres, Cities Service, John Deere, Bourroghs, Banco Shaw, Pepsi Cola, Dow Chemical) y las sedes del Banco Interamericano de Desarrollo y del Club Americano, todos en Buenos Aires, temblaron ante la explosión de potentes artefactos que habían sido colocados durante el día y que estallaron entre la 1 y las 3 de la madrugada. La sincronizada operación fue atribuida, otra vez, a las Fuerzas Armadas Peronistas, en un misterioso comunicado que llegó a todas las redacciones.

Pero el año que finaliza también fue el que registró la mayor cantidad de asaltos a bancos de los últimos tiempos. En total, fueron saqueadas 35 instituciones bancarias; los delincuentes (en algunos casos miembros de grupos extremistas) se llevaron 561 millones de pesos.

Revista Siete Días Ilustrados
15/12/1969

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