9 DE JUNIO
LA PATRIA FUSILADA
A partir de qué clave histórica se puede explicar y entender que un libro editado en abril de 1964, que relata sucesos acaecidos en junio de 1956, hoy, en 1972, al plantearse su reedición, inaugure su presentación con el siguiente texto: Comunicado Nº 4: La conducción de los Montoneros comunica que hoy, lunes 7 de junio de 1970, a las 7 horas, fue ejecutado Pedro E. Aramburu. Que Dios, Nuestro Señor, se apiade de su alma. Perón o Muerte. Viva la Patria.
La coordenada que une, sin signos aparentes de contradicción, estos dos hechos se encuentra en el trasfondo permanente de todo el acaecer político-social de nuestro país. El libro es Mártires y Verdugos, de Salvador Ferla, y el tema que abarca, el levantamiento cívico-militar de junio de 1956 y los fusilamientos ejecutados por el Gobierno de la revolución libertadora.

La patria fusilada
EL FACUNDO PERONISTA
Salvador Ferla, un autodidacto, hombre que viene del cristianismo, decidió, en 1963, abordar la investigación de "los fusilamientos" por dos razones fundamentales: "La idea surgió de una apreciación del libro Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, donde se hacía aparecer los fusilamientos de José León Suárez como un hecho aislado del contexto general del asesinato de 27 patriotas. Walsh, a quien respeto y admiro por la valentía con que asumió su tarea de denuncia, deslizó el error de no denunciar que todos los fusilamientos fueron ilegales, salvo el de Cogorno y Abadie, en La Plata, los que sí estaban contemplados en la Ley Marcial". Sin embargo, no fue éste el único impulso que motorizó la tarea de Ferla. "El sábado 9 de junio, a las 13 horas, me invitaron a participar del Movimiento. Yo les dije que no me sentía con ánimo para una empresa así. Quizás esa especie de deserción fue la que me creó la necesidad de hacer algo sobre el 9 de junio " Mártires y Verdugos es un libro clave para entender uno de los hechos más sangrientos de la vida política nacional. Una información seria y meticulosa desnuda crudamente la barbarie de la revolución libertadora. Revanchismo y odio se expresan ese día en una sola decisión: hay que destruir, físicamente, a todos aquellos que pretenden retornar a la época de la "dictadura". "Muchos me acusan de que el libro no es neutral —se enorgullece Ferla—, y es cierto; es apologético. pero lo que es objetivo es la documentación. Quise hacer una especie de Facundo de nuestro lado."
Y esa premisa, que presidió el libro de Ferla, es la que está presente hoy con más fuerza que nunca; esa vieja antinomia que fundamentó por parte de la revolución libertadora la necesidad de "fusile nomás", sigue vigente en la vida nacional. "La ejecución de Aramburu me pareció grave, pero no absurda —aclara Ferla—; estuvo encuadrada dentro de una lógica política. La misma razón política con la cual Aramburu y su Gobierno podían justificar las ejecuciones esta vez operó en su contra. La única diferencia que existió con un asesinato era la motivación política." Y propone la superación:
"Ya en mi libro indiqué que los fusilamientos del 9 de junio no se castigan en individuos, sino haciendo la Revolución Nacional y Popular".
Esa es la tremenda fuerza de Mártires y Verdugos, que hoy espera ansioso su reedición. Agotado, es un documento de latente actualidad. Ferla, al intentar actualizarlo, se encontró con algunas novedades. "Lo invité a Rodríguez Moreno, responsable de la masacre de José León Suárez, a que viniera a darme su versión —relata—: «Fue una misión —se disculpó él para aclarar—; si yo los hubiera llevado esposados no se salva ninguno». Hay que recordar que esa innovación que introdujo Rodríguez Moreno de matarlos en bloque y de espaldas posibilitó que se salvaran entre 12 y 14 compañeros. Paradojas de la historia, señala Ferla.
Asimismo, el libro denuncia cómo algunos actuales personajes de la vida política nacional, que pretenden infiltrarse en el peronismo por la ventana, actuaron en esa oportunidad sin mayores sutilezas. "Frondizi concurrió a la Casa Rosada y le llevó al Gobierno de la RL la solidaridad de su partido, solicitando que se releve de la pena de muerte a los civiles", detalla Ferla en la página 188.
Su tarea actual no se remite solamente al recuerdo de los sucesos de junio; "ahora estoy trabajando en un libro sin título definitivo, que versa sobre la Revolución de Mayo". Anticipa que "es un libro de iniciación política. Intento destruir el mito de nuestros orígenes democráticos. Hay constantes que hoy siguen teniendo plena vigencia, el rechazo a la presencia popular en la vida política por parte de los intereses antinacionales y el rotundo NO a las provincias".

LA EVOLUCION NECESARIA
Ferla se autoasume dentro del revisionismo : "Soy admirador de José María Rosa y Fermín Chávez, y con respecto a una nueva vertiente en el campo del pensamiento nacional con orígenes izquierdistas, caso Rodolfo Puiggrós y J. J. Hernández Arregui, afirma, "les tengo una simpatía crítica. No soy antimarxista. En mi segundo libro, Cristianismo y Marxismo, trato de demostrar que no son una antítesis en profundidad. El cristianismo comenzó siendo la forma de militancia social del proletariado cuando no existía otra. Desde esa perspectiva, la de los pobres, descubrió al Dios verdadero. La Iglesia en su origen eran los pobres organizados —explica, pero aclara—: lo único que temo es el dogmatismo de izquierda". Un dato que irrita y molesta a Ferla son las suspicacias acerca de los orígenes ideológicos: "Es una tontería pensar que porque alguien viene de la derecha es reaccionario; Perón también fue evolucionando, hoy plantea el Socialismo Nacional, y con él lo hace todo el Movimiento Peronista. El peronismo no podría repetir la experiencia del 45 al 55; habría que realizar cambios profundos, la reforma financiera y agraria, por ejemplo".
Es en estas definiciones y afirmaciones donde se descubre el porqué de la vigencia de sucesos trágicos ocurridos en la madrugada de 1956, cuando, en medio de acusaciones falsas y distorsionadas, un Gobierno de claro contenido antinacional y antipopular decidió que había que fusilar a 27 patriotas. La tortura, la muerte y la represión dan el enmarque cabal a la necesidad de reeditar Mártires y Verdugos.

ALGO MAS QUE UN LIBRO
"Esta nueva edición tiene algunas dificultades —observa el autor—; si no encuentro editor voy a tener que juntar algunos pesitos y financiarla yo mismo, como hice con las ediciones anteriores se lamenta.
Sin embargo, Mártires... ya cumplió su objetivo histórico. La información volcada en forma contundente, acusatoria, se difundió en forma subterránea con esa manera peculiar y rica que tiene el pueblo para levantar a sus héroes y mártires. Cada 9 de junio, el Peronismo rinde homenaje a los caídos bajo las balas de la revolución libertadora. Todos los años, el cementerio de Olivos sirve de recordatorio solidario a la sangre derramada. Dos consignas enronquecieron las gargantas de los militantes que se acercaron al lugar a testimoniar su adhesión "Valle, / Vallese, / la Patria se estremece" y "Ni olvido / Ni perdón". En la primera se sintetizan dos formas de represión antiperonista: el general Juan José Valle, líder del movimiento de junio, fusilado sin atenuantes por un régimen que se ufanaba del odio y la revancha; y Vallese, un peronista de base, obrero metalúrgico, fue la primera víctima de esta larga lista de muertos en las atrocidades de la tortura y la picana. Secuestrado por el Gobierno de Frondizi, y posteriormente desaparecido, Vallese se une a Valle en el grito de rebeldía y repudio para un sistema que fríamente elimina los defensores de la causa popular. En la segunda, se expresa el enfrentamiento y la actualidad de aquella gesta. Y en esto Ferla tuvo mucho que ver: "Yo escribí y publiqué mi libro cuando todavía había coroneles que no se animaban a decir una palabra frente a la tumba de Valle —recuerda—. Fui, asimismo, uno de los organizadores de la memorable Marcha del Silencio y durante diez años secretario y principal animador de la Comisión de Homenaje a los caídos. Por lo cual puedo afirmar que contribuí, junto con otros, pero más que
otros, a que el 9 de junio no se perdiera en la intrascendencia y formara conciencia del carácter criminal de la ejecución".
El documento de Ferla es, indudablemente, un objeto golpeador, shockea a un lector desprevenido; es una globalidad que denuncia, acusa y señala sin vacilación. Todo es claro, límpido, y determina con exactitud quién es quién. "Mi libro es algo más que un libro, es acción, rubrica, lúcido. Y esa es una definición exacta. Cuando un testimonio modifica el estado de conciencia del lector, y moviliza, se cumple un viejo objetivo: la trascendencia y la recuperación histórica del hecho, bajo la forma de un arma de combate. Valle, en una carta póstuma a Aramburu, ya había vislumbrado las previsibles ulterioridades de su muerte: "Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija a través de sus lágrimas verán en mí a un idealista, sacrificado por la causa del Pueblo. Las mujeres de ustedes verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos . . . Aunque vivan cien años sus víctimas los seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones".
6/VI/72 • PRIMERA PLANA Nº 488
Ferla

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