Educación
Marines de USA para niños criollos
   
En las últimas semanas, una historia que cuenta con dos meses de vida agitó con insólito revuelo las oficinas del Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires. Su origen (al menos en forma pública) puede fijarse a principios de mayo, cuando la columna periodística "Flash Exclusivo" de "Clarín", escrita por Gastón Morell (ver PRIMERA PLANA, Nº 14), le dedicó un largo espacio. Llegado al Ministerio, en La Plata, el recorte de "Flash Exclusivo" desencadenó una curiosa guerra: la guerra de la escuela Nº 78. Julio César Orero, director, cuatro marines norteamericanos que cumplen su servicio militar en la embajada de USA, dieciséis maestras, trescientos niños y un barrio (El Cencerro, Partido de La Matanza) militan en uno de los bandos. Un criterio educativo del Ministerio provincial enarbola la bandera del otro.
Orero (33 años, casado), trabajaba junto con su esposa en la embajada de USA. Después de la Revolución del 55 (que llevó a Juan Canter, ex profesor de Orero, al Ministerio de Educación) Orero, que es maestro, pudo obtener un puesto en la escuela de Tapiales (pasando de un sueldo de 1.500 pesos a uno de 900). Pero "la docencia —según dice— es una especie de enfermedad". Orero, ascendido a director en 1961, pasó con su nuevo cargo a la escuela 78. "Por las mañanas trabajo en la Secretaría de Cultura de La Matanza, y por la tarde en la escuela. De modo que con mi esposa sólo nos vemos por la noche. Y yo siempre le he ido comentando las dificultades y los progresos de mi escuela".
Dificultades y progresos que la señora de Orero transmitía a sus compañeros de trabajo, con un resultado imprevisto: los marines en servicio militar en la embajada se contagiaron de la "enfermedad docente" y ofrecieron sus servicios como instructores de educación física en la lejana escuelita.
Orero solicitó permiso a la Inspección del Distrito, que lo concedió por escrito a título de "ensayo". De este modo los marines (Jimmy de Chicago, George de Nueva York, William de Nueva Jersey y Bob de los Ángeles) empezaron a ir a la escuela de El Cencerro, provistos de pelotas, bats, guantes especiales, zapatos de fútbol, camisetas, en las horas libres de los viernes, único día franco con que cuentan.
El efecto fue fulminante. "Los chicos se portan bien durante la semana para poder asistir a las clases de educación física; tratan de no estropearse durante los recreos para no perder una clase de los marines. Hablan palabras en inglés. Están entusiasmadísimos."
¿Quiénes son estos chicos? El Cencerro es un barrio formado por la migración interna que trajo a los suburbios de la Capital a miles de norteños, y hoy cuenta con más de 3.000 habitantes. "En la escuela el equipo de maestras es muy entusiasta, y trabajamos con un criterio comunitario, de intercambio con la vecindad. Los miembros de la Cooperativa Escolar son peones, obreros no calificados, algún policía, algún guarda de tren. Los más prósperos tienen un pequeño almacén. Con ellos hacemos obritas de teatro, pequeñas fiestas. Existe un problema pavoroso en El Cencerro: la falta de trabajo. Y la escuela no puede ser una cosa aislada de los problemas que angustian a las casas de los alumnos."
Todo fue muy bien hasta que intervino "Flash Exclusivo". Ese mismo día Orero recibía un balde de agua fría. Se trataba de una nota que ordenaba "regularizar inmediatamente la situación" y "a) informar detalladamente las actividades que se cumplen; b) agregar nota escrita de la entidad a la que se solicita autorización para actuar con el discipulado de la escuela; c) informar sobre el personal docente de la escuela que asiste a dichas actividades en función supervisora; d) informar al director de la escuela que como excepción se autoriza a continuar actuando exclusivamente en horario extraescolar a las personas mencionadas...", esto es, a Jimmy, George, William y Bob.
Orero, que ha apelado (según permite el reglamento), concluye con una exclamación: "¡Horario extraescolar! ¡Todos los alumnos de la escuela trabajan: lecheritos, diarieros, lustradores! Y las nenas cuidan las casas mientras las madres van como domésticas u obreras. Yo sólo digo una cosa: Nosotros estábamos haciendo, en forma práctica, viva, la Alianza para el Progreso. Éramos un grano de arena a favor de la solidaridad. ¿Y ahora?"
2 de julio de 1963.
PRIMERA PLANA

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