CHISMES AL PIE DE LA DECIMO QUINTA FIESTA DE APTRA
 

Aunque la sorpresa de los integrantes de la lista opositora Marrón fuera notoria —esperaban hacer una buena elección pero no esperaban encontrarse con la victoria—, el episodio no es casual. La derrota de la lista Verde peronista (cosechó 2.919 votos contra 3.177 de la ganadora) tiene raíces que se afirman en el cordobazo (1969), continúan a través de la ocupación de todas las fábricas automovilísticas (1970), cruzan el viborazo y la experiencia de los disueltos sindicatos SITRAC y SITRAM.
La línea directriz de este proceso se afirma en dos pilares: la bandera de la democracia sindical y la movilización activa de las bases obreras para formular sus reivindicaciones. Todo lo que se opone a esta corriente está siendo progresivamente barrido del panorama sindical cordobés.

LA HISTORIA. El triunfo adquiere características notables porque de 7 mil obreros anotados en los padrones votaron cerca de 6.800, un excelente promedio para una prometida época de consultas populares. Esa masa de votantes cambia la conducción de un gremio que, después de la caída peronista en 1955 impulsó la reconstitución de la CGT de Córdoba. A partir de 1960 SMATA pivoteó el movimiento obrero de la provincia acompañando el desarrollo de la industria automovilística. Desde 1958 era conducido por el peronista Elpidio Torres. El Negro, uno de los pocos caudillos de Córdoba, protagonizó un papel decisivo en el juego gremial local. Así, Torres fue condenado a varios años de prisión junto a Agustín Tosco por su responsabilidad en el cordobazo. Pero en 1970 el enorme prestigio de Torres se derrumbó y sus limitaciones políticas quedaron reveladas. Desde la fábrica Perdriel (de Ika-Renault) se insinuó la primera oposición seria y tenaz contra Torres cuando se vertebró la ocupación masiva de las plantas automotrices. La toma se verificó en mayo de 1970 y entonces, a raíz del secuestro de Aramburu, Juan Carlos Onganía impuso la pena de muerte.
Como los obreros retenían a personal jerárquico en sus ocupaciones, la legislación fue dirigida también contra ellos. En ese momento decisivo Torres y el resto de la conducción dispusieron el abandono de las plantas. Fueron cesanteados más de 500 obreros y la figura combatiente de Torres, el Vandor cordobés, quedó reducida a polvo. Un año después el Negro renunciaba, abruptamente, a su reelección. Atemorizado y deteriorado por la seguidilla de sucesos que se fueron produciendo en la provincia, Torres se fue sin explicar nunca por qué.
Sin embargo, el torrismo —encabezado por Bague y Primo González— quedó intacto. Y quizá para reivindicarse se acercaron a otro Negro, Atilio López. Este veterano conductor gremial, jefe de los trasportistas (UTA), acaudilló el llamado bloque "legalista" de las 62 Organizaciones: esto es, la izquierda del agrupamiento que, por oposición a los "ortodoxos", planteó y ejecutó una política de alianza con los gremios independientes de Agustín Tosco, adheridos, a su vez a la Comisión Nacional Intersindical. Los "ortodoxos" los motejaron por esta en tente de "traidores" y de desobedecer la consigna de "unidad-solidaridad-organización" emitida por Juan Perón. Es aquella conducción de SMATA, ligada a lo mejor del sindicalismo peronista mediterráneo, la que acaba de ser derrotada. Sus causas profundas hay que buscarlas en los despidos de 1970; la pobre conducción desplegada por los sucesores de Torres; el retiro de éste, que dejó sin cabeza a los verdes y el hábil trabajo desarrollado por la lista Marrón.

LOS TRIUNFADORES. La oposición victoriosa es un bloque heterogéneo que comprende cuatro sectores principales y un núcleo de independientes. Entre aquéllos se ubican la agrupación "1º de mayo"; la Vanguardia Obrera Mecánica; militantes del partido Comunista y adictos al Peronismo de Base. Los marrones son herederos de la Comisión de Acción que intervino en las ocupaciones de fábricas de 1970 y sucesores del MRS (Movimiento de Recuperación Sindical), un frustrado intento para batir al torrismo. Por su parte, la actitud del peronismo en SMATA dibujó un tríptico: la conducción alineada en el legalismo marchó a la reelección; un sector del peronismo de base —ubicado a la izquierda del peronismo combativo que inspira nacionalmente Julio Guillán y simpatizantes de Raimundo Ongaro— decidió votar en blanco; y otro sector de ese mismo bloque, más radicalizado aún, optó por aliarse con la izquierda. Estos peronistas son los sucesores de la lista Azul que por varios comicios enfrentara a Torres y siempre fuera ajustadamente batida por éste.
Así las cosas, las bases dieron su apoyo a la coalición, no porque dejaran de ser peronistas y se convirtieran repentinamente al marxismo-leninismo, sino porque deseaban sacarse de encima una conducción burocrática. Esto, por cierto, sin dejar de tener en cuenta que las ideas de izquierda tienen hoy mayor receptividad en la clase obrera.
Es imposible considerar el cambio de guardia en SMATA sin remitirse a la experiencia de SITRAC-SITRAM. Aparentemente, la nueva conducción será más cauta que la ejercida en los disueltos gremios de Fiat. Reprimirá la tendencia a confundir el sindicato con un partido revolucionario y buscará evitar las tendencias ultraizquierdistas. "Habrá dentro del SMATA —dijo Salamanca a Panorama— un ejercicio auténtico de la democracia sindical. Todo se hará en consulta permanente con las bases. En nuestras listas hay peronistas y otras tendencias. No prevalecerá un criterio político sino esencialmente sindical." Según Salamanca, el Smata seguirá dentro de la CGT de Córdoba y respecto a la permanencia en las 62 legalistas puntualizó: "Eso, como todo, también lo decidirán las bases".
En el peronismo provinciano se observa con preocupación la influencia de esta nueva línea y se aguarda, con expectativa, el cambio de guardia, que tiene que producirse el sábado 20. El derrotado secretario Bague definió al grupo vencedor como "izquierdista", no impugnó los resultados y prometió: "Los peronistas lucharemos dentro de la fábrica para recuperar el sindicato".

UN GOLPE EN LA CGT. Si bien el peronismo mantiene una cómoda mayoría en el organismo conductor del movimiento obrero regional, su ala izquierda ha sufrido un serio revés. Tal vez por ello López guardó un sistemático silencio durante la semana pasada. En cambio, los "ortodoxos" emitieron un pronunciamiento disolviendo su sector e invitando a los "legalistas" de López a que los imitaran. Un desafío que, por lo bajo, susurra que la política de la izquierda peronista "abre el camino a los bolches". Una falacia, sin duda, porque las posiciones opositoras a las conducciones burocráticas en Córdoba han avanzado en muchos gremios, por ejemplo, en el de municipales conducido por la ortodoxia. Allí, los comicios que favorecieron a los clasistas fueron, finalmente, anulados.
Habrá que entender la tendencia profunda que indican estos comicios. Porque la victoria fundamental del clasismo se produjo en la planta Santa Isabel de IKA-Renault, la más importante del gremio: allí los marrones vencieron por 2.432 a 1.734 a los verdes. También lograron la victoria en Grandes Motores Diesel (Fiat), (290 votos contra 130), revelación que la influencia de SITRAC-SITRAM se trasmitió a la única fábrica del grupo italiano unida al sindicato mecánico
Pero el mayor desafío, sin duda, está planteado al gobierno nacional. Cuando el Ministerio de Trabajo resolvió disolver el año pasado SITRAC-SITRAM confió en que la estructura de SMATA sería fuerte para contener a los protestantes. No fue así, sin embargo. ¿Qué hará ahora Rubens San Sebastián? ¿Entregará las fábricas Concord y Materfer a la seccional de la Unión Obrera Metalúrgica dirigida por Alejo Simo? No hay que confiar demasiado en cierta retórica sindical que no sirve para convencer a bases tozudas y, sobre todo, desconfiadas. A fin de año San Sebastián insistía en asegurar que sería Simo, precisamente, la cabeza de la CGT de Córdoba. Esa previsión —¿o deseo?— se frustró. Y hoy la política para amansar a Córdoba revela su impotencia. Más allá, por cierto, de que se confirmen los rumores circulantes sobre una impugnación de la Junta Nacional Electoral del SMATA a la Marrón, el resultado de estas elecciones es revelador: comienzan a ser repudiadas por bases peronistas aquellas conducciones burocráticas que, escudándose en la "camiseta" trabajan para el pactismo.
PANORAMA. MAYO 11. 1972

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La sorpresa estalló frente a todos, vencedores y vencidos, en los comicios del Sindicato de Mecánicos (SMATA) de Córdoba, el sábado 29 de abril. Por vez primera en su historia este sindicato, el más numeroso de Córdoba y el más decisivo políticamente, dejaba de ser conducido por una dirección peronista y pasaba a ser regido por una coalición de izquierda "clasista". De tal modo será René Salamanca (31 años), quien pase a ocupar el sillón que deja vacante Mario Bague en la secretaría general del sindicato que protagonizó el cordobazo.


Sindicato de mecánicos