Parlamento
Record de proyectos
314 antes de entrar en funciones el Congreso

Parlamento argentino 
Desde el momento en que presentaron sus diplomas, los 192 legisladores que integran la Cámara de Diputados sometieron a la presidencia del cuerpo a un bombardeo de proyectos pocas veces visto en la historia parlamentaria: pocos días antes de asumir el doctor Illía el poder, los cronistas de PRIMERA PLANA ya habían registrado 314 iniciativas que, en su mayoría, parecían tener un destino común: "Dormir el sueño de los justos", como señaló un experimentado funcionario del Congreso.
El presidente Illía había hecho conocer, a partir del primer momento, su preocupación por la elaboración de proyectos muchas veces inútiles o impracticables. Las autoridades del bloque radical del Pueblo recogieron esa idea y trataron de controlar las ansias legislativas de muchos de los diputados de ese sector. Pero, en general, la situación no mejoró y dio pie a un replanteo de la alarma con que muchos profesores de Derecho se han referido a la inmovilización parlamentaria por exceso de temas y falta de trabajo concreto, que podría contribuir al desprestigio de la labor de las Cámaras. Viejas ideas sobre reformas de reglamentos para obligar a los diputados a ceñirse esencialmente a la tarea concreta en las comisiones, fueron así reapareciendo.

Senado cauto
Es necesario hacer constar que el cuadro ofrece características agudas solamente en lo que se refiere a la Cámara de Diputados. El Senado ha sido mucho más cauto: hasta fines de la semana anterior, solamente tres proyectos habían sido depositados en la mesa de entradas: uno, presentado por el señor Olmedo (UCRI, Misiones), solicita la inversión de 50 millones de pesos para la terminación de las obras del Colegio Nacional de Posadas; otro, del señor Aguirre Lanari (Federación de Centro, Corrientes), pide la creación de una junta de juristas para el ordenamiento de la legislación; y un tercero, del señor Fernández (Unión Popular, La Pampa), relativo a la prórroga de la ley de locaciones urbanas hasta 1966.

Primeros: UCRI
Pero en la Cámara de Diputados, el interés aparente de los parlamentarios es batir records de productividad. El extraño certamen es encabezado hasta ahora por la UCRI, que elevó nada menos que 124 proyectos; siguen los radicales del Pueblo, con 104; los socialistas argentinos, 26; los Movimientos Populares Provinciales, 16; la Unión del Pueblo Argentino, 12; la Confederación de Partidos Provinciales, 12; la Federación de Partidos de Centro, 6; los socialistas democráticos, 6; los demócratas progresistas, 5, y los demócratas cristianos, 3.
Al comentar la situación, el señor Jorge Horacio Fraga (conservador incorporado a la lista demoprogresista como extrapartidario) acotaba que, por de pronto, debían limitarse todos los proyectos que demandaran erogaciones del Estado —subsidios, expropiaciones, planes de previsión, obras públicas—, mediante una reglamentación que impidiese registrar toda iniciativa que presuponga la "generosidad del Estado" sin detallar concretamente la forma de financiación en relación con el presupuesto, salvo en los casos de autofinanciación.

Razones de los proyectos
Pero lo cierto es que el extraño caso de la fiebre de proyectos puede explicarse a partir de la "impunidad" de los autores de iniciativas, que son siempre recibidas sin análisis ni establecimiento de condiciones de ninguna índole: los diputados no obtienen sino beneficios de la presentación de proyectos. Raras veces, sin embargo, se preocupan en arbitrar los medios para que los mismos se concreten realmente; casi siempre les basta con haberlos elevado.
En primer lugar, los diputados logran un beneficio publicitario. "Es una forma de propaganda subliminal", acotaba un empleado del bloque ucrista. Los periodistas recogen la iniciativa, así sea en dos líneas, y un diputado desconocido, a fuerza de presentar proyectos, comienza a convertirse en un parlamentario famoso. La popularidad de un legislador depende, en gran parte, más que de sus iniciativas concretas convertidas en legislación, de su intervención en los debates parlamentarios y del número de veces que consigue aparecer en los diarios como autor de proyectos. De esos dos métodos marginales, el segundo es el más barato: participar en un debate presupone siempre determinada capacidad polémica y tiene, como riesgo, la eventualidad de un papelón.
En segundo lugar, los proyectos son un instrumento casi insuperable para las relaciones públicas de los diputados. Cada legislador tiene algún amigo empresario que le sugiere, por ejemplo, alguna idea —buena o mala— que le sería útil económicamente; una conocida viuda de algún ilustre protagonista de remotas guerras o azarosas
contiendas educacionales solicita una pensión; algún sacerdote necesita terminar su capilla. Una manera muy fácil de congraciarse consiste, entonces, en recoger la sugerencia o el pedido en un proyecto de ley que, como el mismo diputado sabe, está luego rigurosamente destinado al voluminoso archivo del Congreso Nacional.
Además, nadie ignora que los proyectos son un medio de conseguir apoyos políticos: siempre es interesante para un legislador conquistar la simpatía de un sindicato a través de una iniciativa que se vincula con el otorgamiento de subsidios a su obra social.
Finalmente, las iniciativas parlamentarias —generalmente a través de las formas de "pedidos de informes" o "pedidos de investigación"— tienen el fin suplementario de conseguir el desprestigio de adversarios —políticos o económicos— mediante el simple recurso de solicitar informes al Poder Ejecutivo sobre el otorgamiento de algún crédito o alguna concesión. El adjudicatario del crédito o el favorecido por la concesión se ven entonces desgastados ante la opinión pública y "puestos en tela de juicio" sin tener la posibilidad de recursos legales contra lo que muchas veces fue considerado como una forma de injuria indirecta. Los "pedidos de informes" suelen, por su carácter sensacionalista, ser recogidos por los diarios, lo que les da el beneficio adicional de la publicidad.

Reacciones
La fiebre de proyectos demostrada ya en casi todas las corrientes del Congreso movió al bloque de UDELPA a emitir una resolución según la cual ningún proyecto podía ser presentado a la Cámara Baja sin la previa aprobación del sector. Esto provocó la primera escisión en el partido, pues el diputado Luis Amura (Capital) se rebeló y expresó que de ninguna manera el bloque podía constituirse en censor de las iniciativas de sus integrantes. Como resultado, Amura se separó de la mesa directiva.
En cambio, los demócratas cristianos declararon que no era éste el momento adecuado para inundar el Parlamento de proyectos que, debido a su número, nunca tendrían posibilidad de ser considerados.

Algunas iniciativas
Las iniciativas elevadas hasta ahora trazan una tupida escala de temas. La vieja polémica sobre dónde debería estar ubicada la Capital Federal ha sido reeditada por Luis L. Boffi (UCR Intransigente, Capital), quien propone se la traslade al interior. También la política petrolera seguida durante la gestión de Frondizi preocupó al bloque de la UCRI, cuyos integrantes hicieron varias presentaciones para que se informe respecto de diversos anuncios sobre su nulidad. La tragedia del "Ciudad de Asunción" hizo que los señores Elena y Musitani (UCRP, Capital) pidieran al PE informes sobre las medidas tomadas para prevenir, en el futuro, los desastres fluviales. También al señor Elena pertenecen varias iniciativas tendientes a donar a entidades vecinales —sobre todo en la barriada de la Boca— terrenos o fondos económicos.
El plano de la previsión social sigue monopolizado por el señor Manuel Belnicoff (UCRP, Capital), de cuyos trabajos se ocupó PRIMERA PLANA en el número anterior.
Por su parte, el caso Penjerek ha tenido repercusión en el Parlamento: el diputado Cárdenas (UCRI, Tucumán) solicitó una resolución de repudio por los atentados de que fueron objeto los periodistas que pretendieron filmar las actividades de Pedro Vecchio en Florencio Varela y, además, pidió la creación de una comisión legislativa especial para que investigue el crimen. La iniciativa está actualmente en la comisión de Asuntos Constitucionales.
El estudio de la organización del turismo en la Boca fue solicitado también por Reinaldo Elena; el diputado Fernández Mendy (UCRI, Buenos Aires), requirió la creación de un edificio para la escuela normal de San Justo, mientras que la pavimentación de un tramo de carretera fue pedida por varios legisladores de Santa Fe.
Una completa enumeración de los asuntos que abarca el aluvión de iniciativas desatado por los flamantes legisladores obligaría a una vasta pérdida de espacio. La sola nómina de los proyectos presentados, le ha demandado, a los funcionarios de mesa de entradas de la Cámara de Diputados, la confección de un grueso bibliorato de más de 50 carillas. Diariamente, a cada bloque le llegan informes sobre diez o doce iniciativas elevadas por legisladores de distintos sectores. No ha sido posible obtener datos estadísticos sobre la cantidad de papel consumido desde que cada legislador comenzó a lucubrar su proyecto, pedido de informes o solicitud de subsidios, hasta que empleados de experiencia le otorgaron el toque final; pero estimaciones fidedignas hacen ascender el total a alrededor de una tonelada. Esto, sin contar las copias, que normalmente son distribuidas con prodigalidad.
En los bloques de la UCRI y de la UCRP, donde la fiebre ha prendido con más fuerza, atribulados empleados contemplan temerosos, todos los días, el portafolio del legislador que entra. Incluso se dio el caso de que un exhausto empleado se negara a sacar copias de un abundante trabajo del señor Belnicoff, cuando éste se las requirió para presentarlas en la comisión de Previsión Social.
Un empleado de bloque decía: "Si esto sigue así, yo renuncio." En cambio, otro estaba contento. Resulta que no sabía escribir a máquina con rapidez y el trabajo que sus diputados le demandaban era un formidable entrenamiento.
Los más veteranos funcionarios del Congreso explican la avalancha de proyectos como consecuencia de la necesidad que los diputados tienen de cumplir ante su electorado. En los comités de parroquia o en los lejanos pueblos de provincia se sigue con atención la actuación de sus representantes. Una de las maneras de calibrar esa actuación —sobre todo cuando el período de receso impide los discursos— es dada por la cantidad de iniciativas que el diputado haya elevado en favor de sus electores. De ahí la abundancia de pedidos de subsidios, creación de escuelas o contribuciones para sociedades de fomento.
No se sabe si la forma en que la elección proporcional ha repartido las bancas permitirá que el número de leyes que sancionen los actuales legisladores sea muy elevado. Todo hace presumir que no, ya que la sola discusión llevará ahora mucho más tiempo que antes, cuando sólo dos sectores, o a lo sumo tres, contaban con representantes. En cambio, esa misma heterogénea composición de la Cámara contribuiría a fomentar el ansia de proyectos que cunde hoy, a la cual el presidente Illía calificó, en preocupado momento, de "proyectomanía".

PRIMERA PLANA
15/10/1963

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