La semana pasada en la página editorial 1a
comentó el diario "La Nación". En otros medios informativos también
circuló la versión de que la presidente María Estela Martínez de
Perón se mudaría de la residencia de Olivos al Palacio Errázuriz,
actual sede del Museo de Arte Decorativo. Recorra con nosotros la
posible casa de la presidente.
PASE AL PALACIO ERRAZURIZ:
RECORRALO Libertador y Pereyra Lucena. Un jardín, una verja
imponente. Detrás, un pasado hecho de tradición y refinamiento.
Palacio Errázuriz. Ayer, la residencia de la familia Errázuriz y
Alvear. Hoy, la sede de una serie de instituciones culturales —Museo
de Arte Decorativo, Museo de Arte Oriental, Academia de Artes y
Letras, Academia Nacional de Bellas Artes y Complejo de Artes y
Ciencias— de las que, sin duda, la primera es la más conocida y
visitada por el público. ¿Mañana? Quizá la sede de la residencia
presidencial, una noticia, una presunción que ha hecho que en los
últimos días las visitas de| público hayan aumentado en una
inusitada proporción. ¿Curiosidad? Por supuesto. Una curiosidad de
la que yo participé, periodística y personalmente, y que me llevó a
recorrer la residencia con ojos que iban, esta vez, más allá de los
numerosos y calificados tesoros artísticos que encierra, para verla
como lo que alguna vez fue: una casa, un hogar. Venga conmigo,
crucemos juntos aquel jardín y aquella verja. Una escalinata,
llamada escalera de honor, permite el acceso a un vestíbulo. Ambos
Luis XVI, estilo que domina en gran parte de los ambientes. Luego
una antecámara, presidida por un gran retrato de Josefina de Alvear
de Errázuriz. Comencemos el recorrido de la planta baja por la
derecha, es decir, por la sala Luis XVI, "enmarcada" por una
magnífica "boiserie" de la época y ambientada por muebles del siglo
XVIII, naturalmente firmados y estampillados; piezas de antigua
porcelana china, cristales, cuadros de Corot y Bellot, una pieza
única de Rodin y, muy especial mente, por una valiosísima alfombra
de Ispahán, del siglo XVI. A continuación, el salón de baile
Regencia, un prodigio de buen gusto, con paredes de mármol, en el
que se destacan algunas porcelanas de Sévres, una de las cuales
perteneció a La Dubarry; un clavicordio de laca roja con motivos
chinos dorados, y centralmente un espléndido mueble Regencia con
paneles en laca negro y oro. Antes de entrar en el comedor se pasa
por el jardín de invierno. Sus paredes estucadas son una muestra de
uno de los más refinados trabajos artesanales. Allí entre dos
quimeras chinas, una Bacante, de Carpeaux, autor de los grupos
escultóricos de la Opera de París, luce su grácil figura de
bailarina. En el comedor Luis XIV se repiten los mármoles del salón
de baile. A la derecha, los ventanales que dan al jardín permiten
ver una pequeña fuente copiada de una de Versailles. En seguida,
unas elaboradísimas puertas talladas permiten el acceso a uno de los
mayores motivos de asombro de la residencia: un majestuoso hall
Renacimiento (19,5 metros de largo por 15,65 de ancho y 10,80 de
alto) con enormes ventanales, que culmina en una importante galería
superior. Una gran chimenea divide una de las paredes; las tres
restantes están ocupadas por tapices de Bruselas, tejidos con hilos
de oro y plata. En esta amplísima sala se nota, más que en ninguna
otra, el criterio ecléctico con que Matías Errázuriz formó sus
colecciones. Aquí conviven armoniosamente sillas fraileras, obras
medievales y renacentistas, un Greco, una colección de lacas
japonesas del siglo XVIII, armas antiguas y una virgen románica del
siglo XII. Mirando hacia la altísima galería de madera encontramos
una valiosa reja salmantina y debajo una decoración de mármol con
los escudos de las familias Errázuriz y Alvear. Saliendo por la
antecámara se pasa a una de las oficinas del Museo de Arte
Decorativo, que antes fuera un escritorio Luis XVI. Sobre la
izquierda, una escalinata de mármol permite el acceso a los dos
pisos superiores. Yo preferí subir por el ascensor. Una puerta de
grueso vidrio, con un enrejado de hierro negro, da paso a otras dos
de madera. E| interior del pequeño ascensor es una muestra de buen
gusto y calidez, logrados, fundamentalmente, por el uso de boiserie.
(En el hall hay una escalera caracol de madera, pero su función fue
siempre ornamental. Normalmente la familia utilizaba este ascensor o
la escalera de mármol). En el primer piso hay diecisiete
habitaciones. Una mínima parte (el corredor que corresponde a la
galería y dos salas) pertenece al Museo de Arte Oriental; el resto
(en su mayoría, porque no todas están habilitadas), a oficinas.
Originariamente había en este piso dos baños, íntegramente
recubiertos de mármol. Actualmente sólo se conserva uno; el otro, el
pompeyano, ha sido adaptado para ser usado como oficina. El
segundo piso correspondió a dependencias de servicio. Ahora es usado
como mayordomía y depósito. La casa cuenta también con un gran
subsuelo (en el hall central hay una escalera clausurada que
conducía allí), que se usaba como cocina, leñera y baulera.
Actualmente una de sus partes se encuentra en reforma porque existía
la idea de habilitar en el lugar oficinas, biblioteca y una salita
cinematográfica. La Academia Argentina de Letras y la Academia
Nacional de Bellas Artes funcionan en otra ala del palacio, que
tiene entrada por Bustamante. Allí hay oficinas, salas de reuniones
y bibliotecas. Ahora que conocemos íntegramente la residencia
podemos examinar, desde un punto de vista práctico, sus
posibilidades funcionales para ser habilitada como vivienda.
Originariamente contaba, en parte, con calefacción, pero actualmente
no funciona. Sus materiales han sufrido la lógica acción del tiempo.
Lo mismo ocurre con las cañerías, en desuso desde hace casi cuarenta
años. En los pisos superiores hay numerosas goteras. El personal que
trabaja aquí encuentra el palacio "helado e inhóspito". No sólo las
grandes dimensiones de las salas dificultan la expansión del calor
sino también la peculiar estructura de algunas. En el caso del salón
de baile y del comedor, sería necesario romper el piso o las paredes
de mármol para poder instalar la calefacción, motivo por el que
nunca se pensó en hacerlo. E| estado de los pisos superiores dista
bastante de las condiciones mínimas de confort. E| artístico
ascensor se niega a funcionar la mayoría de las veces. El sótano es
actualmente una verdadera caverna, "visitada" frecuentemente por las
ratas, cuya presencia ha movilizado a un verdadero ejército de gatos
que suelen vagar por el parque. Sólo existen en funcionamiento
los baños destinados al público y otros dos, uno arriba y otro
abajo, para el personal. Ninguno de ellos corresponde, ni
remotamente, a la suntuosidad de la importante planta baja. En suma:
la mansión necesita complejas y largas obras de refacción para ser
habitable. En cuanto a sus dimensiones, se piensa que no son lo
suficientemente amplias como para albergar a todo el personal que
vive habitualmente en la residencia de Olivos (custodia, servicio de
comunicaciones, mayordomía, servicio doméstico, personal afectado al
servicio personal de la Presidente, etc.). El palacio Errázuriz,
inaugurado en 1913, fue morada de Matías Errázuriz y su esposa.
Josefina de Alvear de Errázuriz. Su dueño, innegable amante y
coleccionista de obras de arte, lo hizo construir con la idea de que
algún día fuera convertido en museo. Los planos de la residencia
son originales del famoso arquitecto René Sergent; el jardín,
dominado por oscuros cipreses, fue dibujado por Achille Duchesme,
gran paisajista francés, quien se inspiró para hacerlo en famosos
jardines parisienses. Dos capiteles barrocos, atribuidos a Bernini,
y un estanque, logran darle un mágico clima. En ese parque bailó la
casi mítica Anna Pavlova. El 17 de marzo de 1937 el palacio fue
comprado por el Estado para ser convertido en museo. El Poder
Ejecutivo pagó por la casa y todas sus colecciones 2.600.000 pesos
viejos. NELLY LOERI Revista Gente y la Actualidad
22.05.1975
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