SOCIALISTAS Desparramados, ¿qué
hacemos?
LOS ORIGENES. "En el salón del Club Alemán
Vorwarts celebróse ayer el anunciado congreso
socialista, abriéndose a las nueve de la
mañana para terminar luego a las cuatro de la
tarde y con una interrupción a la hora del
almuerzo". Esos escasos renglones publicados
en La Prensa del 29 de junio de 1896
registraban tímidamente el nacimiento del
Partido Socialista en la Argentina. El
acontecimiento no cayó como un rayo en cielo
sereno. Venía prefigurándose en las
organizaciones proletarias de inmigrantes que,
desde hacía más de un lustro, preparaban el
terreno para la fundación. Primero fue,
justamente, la Asociación Obrera Alemana
(Vorwärts) integrada por gremialistas y
militantes que llegaron a estas playas huyendo
de las leyes represivas dictadas por Bismark.
De entre ellos surgió el creador del primer
periódico marxista del país (El Obrero),
Germán Ave Lallemant. Más tarde se constituyó
el grupo obrero francés Les Egaux —Los
Iguales— y aun más tarde, en abril de 1894, el
Fascio dei Lavoratori, obviamente italiano,
editor de La Giustizia. Ese embrión
cosmopolita asentado en el puerto de Buenos
Aires se desplegaría aún durante varios meses
antes de dar lugar al partido. En 1894 —el 17
de abril— aparece el primer número de La
Vanguardia; las últimas palabras del editorial
redactado por Justo señalaban el sesgo liberal
de su prédica: "Venimos a difundir las
doctrinas económicas creadas por Adam Smith,
Ricardo y Marx". Durante 1895 "la idea"
conquistó adeptos en Barracas y Balvanera, y
el 13 de octubre de ese año floreció el
antecedente partidario más cercano: el
Socialismo Obrero Internacional, alumbrado en
los sótanos del teatro Onrubia de San José y
Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen). Fue elegido
secretario general un jovencito de 18 años,
José Ingenieros. Desde ese peldaño se organiza
el Congreso Constituyente del 28 y 29 de junio
de 1896, al que contribuirá con su ímpetu y
capacidad Juan B. Justo, ya de vuelta de un
largo viaje por Europa. A instancias de él se
descartan los adjetivos obrero e internacional
del nombre partidario. Por fin, en las
históricas sesiones de la calle Rincón al 1100
se estructurará definitivamente el Socialismo
Argentino. Las primeras resoluciones de la
convención serían un repudio al diario La
Prensa y el pedido de "que sean expulsados del
partido los que se batan a duelo". Las vueltas
de la vida harían que en ese movimiento, y no
en otro, militasen uno de los más contumaces
duelistas del país —Alfredo Lorenzo Palacios—
y acaso los mayores defensores del diario de
los Paz.
TODA UNA VIDA. En quince
lustros el "viejo y glorioso PS" adquirió mil
formas, sin perder, con todo, la original. Sus
dirigentes más antiguos —educados en las
luchas contra el tabaco y el alcohol— lograron
una longevidad envidiable y coexistieron con
nuevas y novísimas promociones; asistieron
además al crepúsculo del mundo agrario y
comercial que los vio nacer y al surgimiento
de una nueva sociedad industrial y urbana.
Por sus filas pasaron hombres de ideas tan
heterogéneas como Alejandro Di Tomasso y
Federico Pinedo, defensores del capital
extranjero; Alexis Latendorf y Ricardo Monner
Sanz, castristas; Manuel Dobarro y Roberto
Grabois, hoy peronistas, convivieron con José
Luis Romero —un historiador antiperonista— y
con Elias Semán, ahora caudillo del maoísmo.
Pero quienes mantuvieron más viva la llama
encendida 75 años atrás fueron, sin duda
alguna, los desaparecidos Nicolás Repetto y
Alfredo Palacios y los actuales líderes Alicia
Moreau y Américo Ghioldi. ¿Seguirán separados
por mucho tiempo? "Las posibilidades de
unión socialista son hoy inmensas —confió a
Panorama Luis Pan, director de La Vanguardia
que edita el PSD—. Hay una palpitación
colectiva que nosotros interpretamos". Con
todo, el entusiasmo de Pan no halla eco en su
colega Víctor García Costa, director de la
otra Vanguardia, el órgano del PSA: "Hay sumas
que restan' —dictaminó—; ellos quieren
juntarse con nosotros porque si no van al
muere. Pero al Socialismo Argentino no le
conviene esa operación".
CONVERSACIONES
EN EL HOSPITAL. Al parecer, la verdad debe
ubicarse en el centro. Al llamado unitario de
Américo Ghioldi no hubo por el momento ninguna
respuesta orgánica de la fracción rival, pero
sí contactos amistosos entre dirigentes.
Américo Ghioldi y el mismo Pan visitaron a la
doctora Moreau en ocasión de su convalecencia
de una enfermedad; aunque la sala de un
sanatorio no es el lugar indicado para
negociaciones políticas, salieron optimistas
de la visita. Más tarde Ghioldi volvió a
charlar el tema con la señora. Pan por su
parte se entrevistó en dos ocasiones con Jorge
Selser, representante del socialismo argentino
en la coincidencia de la Hora del Pueblo.
Según Pan, "Selser comprende la necesidad de
unirse". Hay peñascos difíciles de salvar
en ese camino. "Los democráticos —exige García
Costa— deben rever muchos puntos. Los enumero:
la función del Estado en el país, ya que ellos
se consideran antiestatistas; el peronismo, ya
que ellos viven congelados en un antiperonismo
urticante; el juicio que les merecen la
revolución cubana y el proceso chileno; por
último, el papel del imperialismo en América
latina: ellos piensan que hablar de
imperialismo es una paparruchada y Ghioldi
llegó a aprobar en su momento los contratos
petroleros de Arturo Frondizi". Son demasiados
requerimientos. Es cierto que Antonio Solari,
uno de los acólitos más cercanos de Ghioldi
"saludó al pueblo chileno" pero no fue más que
una formalidad: "Lo mejor que puede sucederle
a Chile y al socialismo es que Allende no
abandone el camino pluripartidista que
prometió", supone Pan. Al castrismo, en
cambio, lo califica sin tapujos: "Una
dictadura, una caricatura de socialismo".
En otro ángulo, Carlos Coral,
'dirigen-socialistas democráticos' (textual en
la crónica) es el de Perón. "Para qué negarlo,
ése es el tema más delicado —reconoce Pan—;
pero nosotros pensamos que las circunstancias
contribuirán a atenuarlo ya que La Hora del
Pueblo, cumplido su objetivo de obtener
elecciones, tiene poca vida por delante.
¿Adonde van a ir entonces los socialistas
argentinos?". "Nuestro destino —replica García
Costa— es acompañar a los trabajadores
peronistas". En otro ángulo, Carlos Coral
dirigente de otra fracción socialista
argentina y alzado contra la dirección está
convencido de que la unidad llegará: "Ellos no
debieron separarse: se dividieron por razones
de oportunismo y por los mismos motivos se
reconciliarán. Nosotros, en cambio, queremos
poner al partido en la hora de América". Sin
embargo, este estudioso de Lenin, este
admirador de Fidel Castro y Salvador Allende
también admira a Juan Bautista Justo, el
fundador: "En el primer programa están las
bases de un partido clasista". La semilla
plantada 75 años atrás sigue viva.
¿Sobrevivirá al estatuto dictado por el
gobierno? Revista Panorama 06.07.1971
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El 28 de junio pasado,
mientras los funcionarios oficiales
celebraban recatadamente el quinto
aniversario del poder militar, los
distintos grupos socialistas que
reivindican la herencia de Juan
Bautista Justo —el fundador de la
escuela en la Argentina— evocaban el
cumpleaños número 75 de su propio,
fraccionado partido. Lo hacían en
medio de propuestas y discusiones
tendientes a reunir nuevamente, en un
solo haz, los dispersos gajos del
"viejo y glorioso" tronco partidario:
Américo Ghioldi, primera espada del
Partido Socialista Democrático,
convocó públicamente, hace algunas
semanas, al Partido Socialista
Argentino —la tendencia en la que
milita Alicia Moreau de Justo, la
viuda del fundador— a constituir una
Federación de Fuerzas Socialistas. Una
manera de alcanzar el número de
afiliados que exige el estatuto de los
partidos políticos y, acaso, de
repetir los pasos de los pioneros de
hace tres cuartos de siglo.
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