Respuesta de Ortega Peña —No se trata de
realizar una prospectiva para consumo de ejecutivos entusiastas o
sociólogos del Sistema. Tampoco de lanzar un programa utópico
inalcanzable. Señalar las características de lo que será el
socialismo nacional en la Argentina no es más que indicar cuál
hubiera sido la dinámica del peronismo en el Poder si no hubiese
sido alcanzado por la contrarrevolución setembrina. Para ello hay
que marcar las tendencias necesarias y superadoras del capitalismo
de estado peronista (1945-1955) para después fortalecer su proyecto
económico y su poder político-social, que 16 años de esfuerzo
liberal-desarrollistas han tratado vanamente de alterar, de cambiar
de signo. Esa tendencia es la que pensamos se restablecerá en
poco tiempo e invenciblemente con el retorno de la revolución
peronista al Poder, un peronismo vigente que no viva de recuerdos
sino que realice una programación socialista de la revolución
nacional. Por lo que señalamos, para hablar de socialismo
nacional en nuestra patria no se trata de volcar ningún modelo
externo sobre la sociedad, calcando en algún "ismo" ajeno lo que en
verdad está ínsito en el propio desenvolvimiento social argentino.
Por otra parte, ese lineamiento esencial, que se recuperará con la
lucha que está llevando a cabo el pueblo y sus formaciones
especiales, no integra parte del esquema mental de los economistas
del Sistema, que han adherido a las políticas de destrucción
intentadas desde 1955, sino que, aunque de modo rudimentario, está
presente en forma activa y actual en la conciencia de las masas.
Es en función de lo dicho que pensamos una Argentina que: I)
Realizará en cuanto el pueblo retome el Poder el modelo económico de
la revolución nacional. II) Afirmada la política revolucionaria y
para el necesario fortalecimiento interno y ante las presiones
externas se dará un modelo nacional de socialismo. Ambos son
momentos de un mismo proceso, que provocarán la oposición y complot
de los sectores minoritarios afectados y la posible crítica de
seudos intelectuales, ante un modelo argentino de nuestra sociedad
civil sin adscripción a los ya conocidos. El modelo económico de
la revolución nacional y el socialismo nacional comprenderán
entonces:
1ª Etapa: Modelo económico de la revolución
nacional argentina: 1. Nacionalización del capital extranjero.
2. Inversión pública como fuerza dinámica y conductora del
crecimiento económico. 3. Canalización de la inversión privada
hacía la actividad productiva. 4. Reforma agraria. 5. Función
social de la propiedad. 6. Intervención de los trabajadores en la
producción y asimismo en la administración de las empresas y
distribución de los bienes. 7. Control de la Nación de los
sectores básicos: bancos, petróleo, electricidad, siderurgia y los
frigoríficos nacionalizados. 8. Rechazo de los compromisos
financieros firmados ante organismos internacionales que afecten las
posibilidades de crecimiento económico. 9. Aplicación rigurosa de
1a ley de monopolios, para lograr su expulsión sin compensación
económica alguna. 10. Control del comercio exterior y control de
cambios.
2ª Etapa: Con esta base de apoyo, que permita por
lo menos reconstruir la situación económico-social existente hacia
1955 el paso hacia el modelo de socialismo nacional queda
posibilitado, y podría comprender: 1. Reforma constitucional que
asegure a los trabajadores la propiedad de los medios de producción.
2. Revolución agraria: propiedad agraria a manos de los trabajadores
rurales o sistema de cooperativas según la mayor conveniencia
revolucionaria. 3. Socialización de la cultura: descolonización
cultural a nivel de una recuperación popular de la argentinidad.
4. Ascenso de la clase trabajadora y afectados y la posible crítica
de seudos intelectuales, ante un modelo argentino de nuestra
sociedad civil sin adscripción a los ya conocidos.
El modelo
económico de la revolución nacional y el socialismo nacional
comprenderán entonces:
1ª Etapa: Modelo económico de la
revolución nacional argentina: 1. Nacionalización del capital
extranjero. 2. Inversión pública como fuerza dinámica y
conductora del crecimiento económico. 3. Canalización de la
inversión privada hacia la actividad productiva. 4. Reforma
agraria. 5. Función social de la propiedad. 6. Intervención de
los trabajadores en la producción y asimismo en la administración de
las empresas y distribución de los bienes. 7. Control de la
Nación de los sectores básicos: bancos, petróleo, electricidad,
siderurgia y los frigoríficos nacionalizados. 8. Rechazo de los
compromisos financieros firmados ante organismos internacionales que
afecten las posibilidades de crecimiento económico. 9. Aplicación
rigurosa de la ley de monopolios, para lograr su expulsión sin
compensación económica alguna. 10. Control del comercio exterior
y control de cambios.
2ª Etapa: Con esta base de apoyo,
que permita por lo menos reconstruir la situación económico-social
existente hacia 1955, el paso hacia el modelo de socialismo nacional
queda posibilitado, y podría comprender: 1. Reforma
constitucional que asegure a los trabajadores la propiedad de los
medios de producción. 2. Revolución agraria: propiedad agraria a
manos de los trabajadores rurales o sistema de cooperativas según la
mayor conveniencia revolucionaria. 3. Socialización de la
cultura: descolonización cultural a nivel de una recuperación
popular de la argentinidad. 4. Ascenso de la clase trabajadora y
sectores medios populares al aparato estatal con poder decisional.
5. Planificación quinquenal de la economía. 6. Delimitación de
los alcances jurídicos de la propiedad privada —en función social—
mediante una reforma del Código Civil. 7. Canalización del ahorro
nacional hacia una política revolucionaria industrial que prevea un
esfuerzo intensivo hacia la industria pesada. 8. Reforma total de
la ley de marcas y patentes. Control de las regalías por tecnología
extranjera. Apoyo al "know how" nacional. Control sobre las carreras
profesionales con incentivos para evitar profesiones liberales.
9. Industrialización del interior del país. Acceso de las provincias
al poder decisional revolucionario. 10. Creación de los
Institutos de Tecnología Nacionalista e Instituto de Control del
Comercio Exterior. 11. Reforma urbana: socialización de la
propiedad urbana. Dentro de una política de construcciones de
vivienda tipo, con intervención estatal. 12. Recreación de la
Fundación Eva Perón, con atención obligatoria por estudiantes y
funcionarios públicos. 13. Justicia popular revolucionaria.
Modificación substancial de la legislación. 14. Comercio
multilateral en Comercio Exterior. Búsqueda de relaciones efectivas
con el mundo socialista y tercer mundo. 15. Ley de prensa que
asegure que la prensa no sea una industria privada. 10. Ubicación
de la Argentina en la perspectiva revolucionaria de la unidad de la
América latina.
Opinión de Puiggrós Rodolfo Puigrós,
historiador, periodista, secretario general del Movimiento de
Solidaridad Latinoamericana, que preside Perón, nos respondió:
—Los agrupamientos políticos formados en los últimos tiempos —bajo
el estímulo de la proyectada apertura del gobierno militar a una
salida electoral— tienen como objetivo común (coincidencia,
encuentro) el de revitalizar a los viejos partidos dentro del orden
constitucional planificado en 1853. Si pregonan "cambios
estructurales", "reformas sociales" y otras innovaciones, lo hacen
previo respeto al régimen liberal que en economía y política rigió
durante los años de opulencia agrodependiente de la Argentina. Creen
los organizadores de esos agrupamientos que su proyecto será viable
en tanto el movimiento peronista se amolde a él, es decir, renuncie
a la hegemonía que le otorga la adhesión masiva del pueblo argentino
y acepte la disciplina de la partidocracia. Pero una reiterada
experiencia demuestra, sin ningún hecho que la desmienta, que basta
el ingreso en el ámbito oficial, o su participación en los círculos
políticos mediatizados donde se incuban programas electorales, para
que el dirigente peronista pierda su condición de tal por decisión
de la despierta conciencia de millones de argentinos. El rechazo,
en particular por la juventud, de los caminos trillados que le
ofrecen los partidos no implica, ni mucho menos, una actitud
escéptica o de despreocupación frente a la problemática nacional. El
país (los trabajadores, las fuerzas productivas, los ciudadanos no
hipotecados al pasado) quiere otra cosa y está evidenciando, a
través de la lucha, su decisión de obtenerla. De ahí la antítesis,
cada día más vital, que opone la voluntad de construir una sociedad
socialista al anacrónico y gastado sistema que organizó una nación
capitalista dependiente de los centros mundiales del poder
financiero y político. Perón interpretó esa voluntad y esa necesidad
al definir al justicialismo como el socialismo nacional, pues en la
síntesis se unen, por primera vez en la Argentina, el movimiento
nacional y popular con el paso concreto a un orden social superior
que surja de las entrañas mismas de nuestro país. Por imposición
del espacio resumiré las características del socialismo nacional
latientes ya en la realidad argentina: 1. Un nuevo Estado que sea
el fruto de la victoria del movimiento nacionalista popular, un
Estado que represente, unifique, organice y cuente con el apoyo
activo de los trabajadores y de las fuerzas productivas nacionales;
2. Nacionalización de los timones de la economía (bancos, comercio
exterior, transportes, servicios públicos), de los yacimientos,
minas, caídas de agua y demás fuentes de energía, en los términos
del artículo 40 de la Constitución de 1949; 3. Cogestión o
autogestión, según los casos, en toda empresa industrial,
agropecuaria, etc., con más de diez trabajadores; 4.
Participación de los sindicatos, del empresariado y del Estado en la
planificación de la economía nacional; 5. Un Congreso o Asamblea
cuyos miembros sean elegidos directamente por los diversos sectores
sociales comprometidos en la lucha por una Argentina dueña de su
propio destino, bajo el signo de la desaparición de la explotación
del hombre por el hombre y la erradicación del hambre y la miseria;
y 6. Solidaridad activa con los gobiernos y movimientos
nacionalistas populares y socialistas de la América latina, que
desde distintos puntos de partida y por diversos caminos avanzan unos y se preparan a hacerlo otros hacia el orden superior, que
será la base de la unidad continental.
Volevici: diez
"mangos" Mario Volevici, secretario general de la Federación
Nacional de Estudiantes - Peronismo ortodoxo, nos envió su opinión:
—Socialismo nacional es la construcción de una sociedad basada en el
proceso histórico, realizada por los sectores populares, que elimine
todo lo que hace a la esencia de dominación del imperialismo y su
dominación. Es decir, terminar con la explotación de una clase por
otra. También desprenderse dé la dependencia de los bloques de
naciones. La erradicación del capital monopolista, entendiendo por
éste al que extrae sus ganancias del país hacia el exterior. En
cuanto a la propiedad, su eliminación alcanza sólo a aquel tipo de
propiedad que implique un modo de injusticia social. La propiedad
como bien social y no para usufructo individual. El capital no debe
estar al servicio de sí mismo, así como rechazamos la idea de que
hay capital humanista y capital malo; la esencia del dinero es la
reproducción de si mismo. Lucro, es la superganancia de los
gerentes; de este modo es inaceptable dentro de un régimen
socialista. Nacionalización significa, en definitiva, una justa
distribución de las riquezas. Todo esto no expresa que los
capitalistas con etiquetas de argentinos pasen a poseer o ser
titulares de capitales para que éstos se consideren nacionales. El
capitalismo como internacional, donde sus integrantes están
interrelacionados, donde existen sectores enfrentados, pero esto no
refleja actitudes justas sino más o menos ambición de lucro; las
grandes corporaciones no tienen patria. Por supuesto, no habrá
expropiación del almacenero; una cosa es la industria familiar y
otra es la gran empresa monopolista, que, incluso, es la que impide
el desarrollo de esta industria. No es cosa de pasar a degüello al
que tenga diez "mangos" juntados. El socialismo va a afectar al
monopolismo que depende de quienes atentan contra el crecimiento de
la nación.
Revista Extra julio de 1971
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En el anterior número
de EXTRA comenzamos, con la opinión de Jorge Abelardo
Ramos, una indagación sobre cómo podría aplicarse en la
Argentina una "receta política" que muchos, en los
últimos tiempos, propugnan con entusiasmo. En efecto, se
habla de "socialismo" con llamativa asiduidad, pero, a
veces, se omite caracterizar su aplicación eventual en
nuestro medio. Parar averiguarlo, recurrimos hoy a la
opinión de Rodolfo Ortega Peña (abogado, escritor,
editor, defensor de uno de los acusados en el "caso
Aramburu", Rodolfo Puiggrós (conocido ideólogo de
izquierda con frecuentes contactos justicialistas) y
Mario Volevici (miembro de una organización juvenil
enrolada en el peronismo ortodoxo).
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