TV
EN LA ETAPA DE LA "EVASION-DIVERSION"

Televisión
Julio de 1962, las salas cinematográficas y teatrales casi vacías, el "centro" despoblado, las confiterías apenas ocupadas. ¿Qué sucedía? Se corrían rumores cada vez más alarmantes de "golpes" de estado, ruidos de sables y bayonetas que llegaban desde Campo de Mayo. Pero el porteño estaba, sin embargo, galvanizado contra ellos, y hasta que no viese los tanques por la avenida Santa Fe, nunca postergaría una salida al cine o una cena en un restaurante de la calle Corrientes.
Era otra la causa: ese pequeño y niquelado monstruo de la sociedad moderna: la televisión. Cada vez más al alcance del bolsillo de la clase media, el aparato de TV se había convertido en una necesidad a nivel de la heladera y el lavarropas, las antenas poblaban las azoteas porteñas desde el Barrio Norte hasta Villa Miseria, un payaso argentino, reimportado de Cuba, anclaba en sus hogares a más de 800.000 espectadores cada vez que aparecía en la pantalla, y una nueva clase de ejecutivos se restregaba las manos sonriendo, con la certeza de haber hecho el gran negocio del siglo.
De pronto, el golpe de estado; se incendia la usina Dock Sur y grandes zonas de Buenos Aires y alrededores se quedan sin corriente eléctrica. El nivel de audiencia del mes de agosto baja espectacularmente. El "crac". Los funcionarios se mueven a velocidad supersónica hasta conseguir que reparen la usina, que vuelva la tranquilidad a los hogares. . ., pero ya la TV argentina no alcanzaría nunca más las cifras siderales de ese mes y ese año.
Se siguen comprando televisores: en los últimos cuatro años, la cantidad de aparatos se ha triplicado, de 550.000 en 1960 a 1.211.760 en enero de 1965, sin contar los no registrados que suman varios millares más.
Sin embargo, cada año desciende un punto el interés de los televidentes.
Es que la TV argentina ha dejado ya de ser el "chiche" nuevo, asombroso. A la típica "primera ola" de los comienzos, ha sucedido una calma real, que tiende a estabilizarse cada vez más y a dar la imagen verdadera de lo que será la TV en los años futuros. Hecho que se observa también en los niveles de audiencia de cada programa. Biondi no recuperó los ratings elevados de sus primeros años, el televidente ha aprendido a seleccionar y la dura lucha competitiva entre los cuatro canales ha permitido que ninguno de ellos sea el caudillo absoluto del interés popular.
¿Cómo se dividen los gustos del espectador argentino? Dos empresas se ocupan de averiguarlos: IVA e IPSA. La primera, constituida por representantes de los
cuatro canales de TV, hace sus encuestas telefónicamente, sistema que provoca ciertos reparos ya que su "muestreo" toma en cuenta solo a las familias que poseen teléfono y televisor. Los detractores consideran que, a causa de eso, dejan al margen por lo menos un 40 por ciento de televidentes, pertenecientes, en su mayor parte, a las clases más humildes.
IPSA, en cambio, recurre a la visita personal, evaluando también el estado social de los entrevistados en tres niveles, clase alta, media y modesta.
Se objeta a este sistema su falta de rigor sociológico, ya que determinar el nivel económico de los encuestados por 'la calidad de la vivienda en un país donde las leyes de alquileres han distorsionado tanto ese "status", sufre el peligro de desfigurar la realidad. Sin embargo, con un amplio margen de error, las encuestas de IPSA nos ofrecen una imagen bastante clara de los gustos del público en relación con su nivel
económico. De acuerdo a sus investigaciones, los 10 primeros programas se dividirían de la siguiente manera:
CLASE ALTA
1) El amor tiene cara de mujer.
2) El fugitivo.
3) Combate.
4) Viendo a Biondi.
5) Ruta 66.
6) Tato siempre en domingo.
7) Disneylandia.
8) El repórter Esso.
9) Casino Philips.
10) El especial del 9.
CLASE MEDIA
1) Viendo a Biondi.
2) El fugitivo.
3) Disneylandia.
4) El amor tiene cara de mujer.
5) El flequillo de Balá.
6) Telecómicos.
7) Casino Philips.
8) El show de Dick V. Dicke.
9) La familia Falcón.
10) Dr. Cándido Pérez.
CLASE MODESTA
1) Viendo a Biondi.
2) Telecómicos.
3) El flequillo de Balá.
4) Felipe.
5) Disneylandia.
6) Dr. Cándido Pérez.
7) La Nena.
8) Casino Philips.
9) El fugitivo.
10) Marrone.
La clase más modesta, la más popular, es, pues, la que sostiene con mayor, vigor la alta audiencia de los programas cómicos. La serie de aventuras (El fugitivo) recién está en noveno lugar, para ceder nuevamente el décimo a la comicidad de Marrone. En cambio, la clase media divide sus primeros puestos entre el programa cómico, la serie y el teleteatro, revelando mayor diversificación de gustos. La clase alta, como era de esperarse, relega a un cuarto lugar a Biondi, e incluye entre sus diez primeros puestos a programas de "élite" como Tato Bores, otorgando más interés al Repórter Esso que a dos shows importantes como Casino Philips y El especial del 9. La composición de la audiencia, dividida en sexos y edades, revela que lo mismo que antes con la radiofonía, el público femenino es el principal cliente de la televisión. Incluso los programas periodísticos, series de aventuras, noticiarios, etc., o programas de tipo cultural como Teatro del sábado (Canal 9), Teatro universal (Canal 7), La transmisión del teatro Colón) (Canal 7), Teatro como en el teatro (Canal 11) y Universidad del aire (Canal 13), tienen un decidido público femenino, a pesar de transmitirse en horarios nocturnos. El hombre vuelve de trabajar, cansado y lleno de problemas, busca la evasión, los shows, los programas cómicos, las series de aventuras y los programas deportivos. El único teleteatro donde los índices de audiencia masculino y femenino corren a la par es Dos en la ciudad (Canal 7), debido a su temática vigorosa y ajena a la melaza empalagosa de las "tiras" diarias.
El novelón teleteatral, hijo directo del viejo y familiar radioteatro, no ha logrado en TV el impacto que alcanzara en la Edad de Oro de la radiofonía, quizá debido a que las limitaciones técnicas (3 escenografías como máximo, por capítulo) no les permite mucho brillo y menos aún imaginación. Así, han tenido que resignarse a una mezcla de cursilería y realismo cotidiano.
El amor tiene cara de mujer y el Teleteatro del 9 son los preferidos de las clases altas, mientras que La novela de la Tarde y Teatro del Aire se dirigen casi exclusivamente a las clases más humildes, con sus temas directos y sin complicaciones psicológicas.
También los sábados "monstruos" se han estabilizado en distintos estratos de público. Si los shows de Nicolás Mancera (Sábados circulares) y de Emilio Ariño (Sábados Continuados) compiten encarnizadamente en los niveles medios y bajos, Antonio Carrizo en el Canal 7, con su Bienvenido Sábado, ha afinado la puntería, logrando los niveles de audiencia de más cultura.
Los programas infantiles constituyen uno de los rubros menos explotados por nuestra televisión. El Canal 9 apenas si les concede un uno por ciento de su tiempo de transmisión. La experiencia de los productores es quizá el argumento más valedero para justificarlo: los niños no escuchan programas infantiles, prefieren la riqueza técnica de Disneylandia, o, lo que es más común, las series de violencia y aventura. Es significativo el hecho de que la serie con más carga de violencia y sadismo (Los Intocables, Canal 7), a pesar de que previene a los padres de alejar a los chicos del televisor, es más escuchada por el público infantil. De acuerdo con el cómputo de IPSA, de 4 personas por televisor que ven Los intocables, 1,2 son hombres, 1,1 son mujeres, 0,4 son adolescentes y 1,3 son niños.
Las series de aventuras también han dividido las preferencias de las tres clases sociales.
Las clases medias y modestas, se inclinan decididamente por Los acuanautas, Caza submarina, El hombre del rifle y El llanero solitario (que, a su vez, agrupa frente al televisor a más mujeres que niños). En cambio, los niveles más acomodados prefieren Combate, El fugitivo y Ben Casey.
Nuestra TV no ha superado el esquema "evasión diversión". La cultura y el verdadero arte siguen exigiéndonos el esfuerzo de abandonar el cómodo sillón de entre-casa.
Revista Panorama
12/1965

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