Terroristas
Cuando los hijos normales son asesinos
Terrorismo
La reacción ante las primeras noticias fue idéntica: estupor e incredulidad en el hogar de un parsimonioso dirigente de la UCRP, en Bell Ville, casi en el centro geográfico de la Argentina; en el despacho de un alto funcionario de una compañía de seguros, en Córdoba; en la casa de un viejo y honorable jubilado del Banco Nación, en Buenos Aires.
Los hechos desencadenantes ocurrieron en el lapso de unos pocos días y casi una veintena de hogares muy similares, desparramados en todo el país, recibieron la descarga y enmudecieron. Los periodistas no han podido todavía, muchos días después, arrancar declaración alguna a ninguno de los padres. En rigor, ellos no parecen escuchar las preguntas; quedaron fijados a la primera noticia: "Su hijo fue arrestado por terrorismo"; "Se le secuestraron armas y explosivos"; "Su hijo es un asesino".
Durante las últimas semanas, dos campamentos de jóvenes comunistas que intentaban organizar guerrillas al estilo castrista fueron descubiertos en Talahuasi, cerca de Villa Carlos Paz, Córdoba, y en un paraje salteño, cerca de Orán. Casi simultáneamente, y pocas horas después de un cruento tiroteo entre comunistas v derechistas en Rosario, un afiliado de Tacuara, disfrazado de cartero, golpeaba a la puerta del joven dirigente izquierdista Raúl Alterman, en el barrio del Once, en Buenos Aires. Cuando Alterman acudió, recibió cuatro balazos y cayó muerto.
De entonces a ahora, un ejército de gendarmes, policías, periodistas, agentes de los servicios secretos y preocupados observadores extranjeros se ha lanzado a desmenuzar las entrañas de lo que parece ser una ola de furiosa violencia.
Mientras el público recibe todos los días un cúmulo de nuevos detalles, los encargados de "hacer la inteligencia" de la información —según la jerga especializada— procuran ahora trazar un esquema más profundo: si se asiste en la Argentina a algo más que a un esporádico brote de histerismo juvenil, parece indispensable conocer íntimamente, ubicar y cercar, desde el comienzo, a los sectores más expuestos a la contaminación. Con esta óptica, les expertos analizan ahora los parentescos psicológicos y las constantes sociológicas más que las eventuales discrepancias políticas entre los protagonistas.
• Las edades de los aspirantes a guerrilleros y de los acusados por el asesinato de Alterman oscilan entre los 17 y los 30 años .
• En su mayoría se trata de universitarios medianamente bien conceptuados por compañeros y profesores. Algunos, una minoría, son obreros (Roque Argüello, de Córdoba, metalúrgico, de 22 años) o empleados (Wenceslao Benítez Araujo, 20 años, empleado de la sección Descuentos del Banco de la Nación, en Buenos Aires, acusado por el asesinato de Alterman). pero, aun en estos casos, el nivel cultural y social es comparable al de los universitarios. Algunos (por lo menos el tacuarista Ángel de Elía Cavanagh, 23 años, hijo de un estanciero santafecino, también implicado en el caso Alterman, y el comunista Delfor Rey, 20 años, hijo de un respetado dirigente de la UCRP de Bell Ville, provincia de Córdoba) pueden ser lisa y llanamente clasificados como "clase alta".
• Todos los muchachos proceden de hogares normales y sedantes, muy "estilo clase media". Sus hábitos de vida son también parecidos: lecturas intensas, poco cine y casi nada de televisión, escasas amistades fuera del círculo de los camaradas (curiosamente, comunistas y tacuaristas son en la Argentina los únicos grupos políticos que utilizan esta denominación para referirse a los adeptos), ausencia de aventuras amorosas conocidas, obsesiva dedicación a la militancia partidaria, a las "lecturas serias", a las "cosas serias". Los tacuaristas son profundamente religiosos, todos católicos; los castristas son grandes devoradores de literatura filosófica y política.
Dentro de sus respectivas posiciones políticas, casi todos coinciden en un matiz: ser miembros de minorías aún dentro de sus propios partidos, pertenecer a grupos selectos de fieles guardias de la ortodoxia partidaria. Delfor Rey, por ejemplo, poco antes de caer detenido en Salta había sido expulsado de la juventud comunista de Córdoba, por su virulenta oposición a lo que consideraba "actitud contemplativa" del partido Comunista argentino; él, por cierto, se inclinaba en favor de la línea marcada por Pekín.
En Córdoba, Gustavo Roca, hijo de Deodoro Roca, uno de los líderes de la Reforma Universitaria de 1918, tomó a su cargo la defensa de algunos de los castristas detenidos. El abogado Roca cuenta con un alto prestigio profesional en el foro cordobés.
En Buenos Aires, en cambio, un oscuro y nervioso abogado de 27 años, Osvaldo Nelo Tieghi, era hasta la pasada semana el único defensor nombrado por Tacuara para los implicados en el caso Alterman. Si se concreta su intervención, Nelo Tieghi cobrará los honorarios que fije el juez "porque —explicó— yo no soy nacionalista ni miembro de Tacuara y, además, tengo que vivir".
Nelo Tieghi vaciló ante los periodistas y mordisqueó otra vez sus uñas ya increíblemente cortas. "Sí, en Tacuara no todos estaban de acuerdo en que fuera necesario asesinar a Alterman —dijo por fin—. Mis defendidos son muchachos normales. No, todavía no los he visto; están incomunicados. Estuve con la madre de Mansilla (uno de los estudiantes tacuaristas detenidos) en su casa. El padre está muy enfermo. Ella es joven todavía, morocha, tiene 48 años: no cree que su hijo sea culpable. No, no recuerdo si la casa es de uno o dos pisos. Son muchachos normales, le repito."
En la pasada semana, mientras unos cuantos muchachos normales de izquierda y de derecha esperaban ser juzgados, en Córdoba, en Salta, en Buenos Aires, padres y maestros, compañeros de estudios y de trabajo seguían preguntándose, obstinadamente, qué habían olvidado, qué habían ignorado, cuál era el remoto indicio que habían dejado escapar en alguna esquina de los años de convivencia. "Porque yo no lo entiendo. Porque estas cosas no suceden, porque estas cosas no pueden suceder", dijo a su abogado la todavía joven madre del estudiante Mansilla.
Página 31 - PRIMERA PLANA
17 de marzo de 1964

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