RADICALES
La tregua interna

Interna Radical
Unas pocas personas iban y venían por las recalentadas veredas de Tucumán al 1600; de tanto en tanto algún automóvil se guarecía en las profundidades del garaje "La Paz" y desembarcaba legisladores, dirigentes nacionales y delegados de distrito que, apurados y sudorosos, buscaban refugio de inmediato en la vecina Casa Radical. Era el atardecer del sábado, y el partido fundado por Alem e Yrigoyen se aprestaba a celebrar un nuevo plenario de su Comité Nacional.
En el segundo piso de la sede, en un salón de proporciones reducidas, se desarrollaría el acto. Pero esta vez con características insólitas, porque una nutrida guardia de "gente de la casa" controló el paso al recinto de los delegados, impidiéndoselo al público y al periodismo. Es que, al final del día anterior —viernes 1º, en que deliberó la mesa directiva del Comité con una veintena de presidentes de distrito— se conoció el posible secreto —o reserva—, como más tarde se prefirió— que cubriría las deliberaciones.

EN SECRETO. Para fundar la medida, algunos dirigentes de la conducción oficial del partido esgrimieron el mismo argumento que luego expondría el delegado Juan Casas en la primera parte del plenario: si la UCR iba a trazar en esa asamblea algunos rasgos fundamentales de su estrategia política del futuro, la publicidad no correspondía, ni convenía, nada más que por motivos obvios. Por supuesto, algunos pesquisas no vacilaron en opinar —sin fundamentos menguados— que el motivo primordial del secreto era una clara posibilidad: que sectores internos precipitaran pareceres borrascosos y ánimos contradictorios a lo largo de la asamblea. Un supuesto muy lógico, porque en ese momento los observadores calculaban que gruesas diferencias separarían, llegada la hora del debate, a balbinistas y alfonsinistas; lo que se insinuó con rasgos precisos en el anochecer del viernes 1°, cuando a las promesas de victoria en las internas de Raúl Alfonsín, contestó el senador Luis León con un epigrama volteriano. Pero parece que poco de esto ocurrió.

EL PLENARIO. Tres horas y media después de la fijada, a las ocho y media de la tarde del sábado, el plenario comenzó su sesión. La moción de reserva prosperó. Pocos minutos más tarde ingresó Carlos Perette; su informe, como presidente del bloque de senadores nacionales de la UCR, junto al que pronunciaría Antonio Tróccoli como jefe de los diputados radicales, fue el preludio de la exposición en que Ricardo Balbín trazó una descripción política de la situación nacional. El "orden del día" abarcaba, además, la confección de una declaración sobre el tema anterior, y la fijación de la fecha límite para las elecciones internas en todos los distritos de la República.
Más retrasado que Perette llegó Raúl Alfonsín; en el mismo ascensor, apoyándose en muletas y ayudado por dos jóvenes amigos, arribó Hipólito Solari Yrigoyen, y también Conrado Storani. La actuación conocida de Alfonsín en el plenario fue breve; sólo se supo que había hecho moción para que se diera acceso al periodismo a la sala, y que la propuesta fue rechazada por una abrumadora mayoría de votos. Algún dirigente de la conducción partidaria subrayó, con lealtad, que de los 20 delegados faltantes —asistieron 75 sobre un total de 95— la mayor proporción había correspondido al sector alfonsinista.
Poco se sabe, a estas horas, de la deliberación radical; hasta los delegados más proclives a conversar con el periodismo respetaron a ultranza el secreto establecido. Uno de ellos, visiblemente agitado y con perfecta sinceridad, le dijo a un cronista amigo: ''Mire, discúlpeme, pero no le puedo decir absolutamente nada". Y no hubo la menor insistencia. Siguió el cuarto intermedio muy extenso, que empezó a las 23 del sábado 2 y concluyó a la 1 y 30 del día siguiente. A esa hora se sabía que existían tres proyectos de despacho, presentados, respectivamente, por la conducción oficial (línea balbinista), el Movimiento de Renovación y Cambio (MRC, línea alfonsinista), y el sector cordobés, éste suscripto por Víctor Martínez.
El cuarto intermedio sirvió —como es usual en las asambleas radicales— para que los dirigentes y la comisión respectiva intentaran ponerse de acuerdo en promulgar una declaración conjunta. Los resultados de estas conversaciones se vieron recién a las 4.15 del domingo 23. Mientras una lluvia muy fina comenzaba a enfriar el aire de una noche calurosa, los radicales concluyeron su debate: los tres despachos propuestos se habían refundido en una declaración única, y esa síntesis fijó la posición de la UCR ante la situación política nacional, además de establecer como fecha límite del comicio interno el tercer domingo de mayo del corriente año.
Revista Panorama
07.02.1974

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