ESTAMOS en la era atómica, Pasamos de la fantasía
a la realidad. Se encardaron de esta profunda transformación de los
conocimientos los sabios Einstein, Bacher, Bainbridge, Breit,
Briggs, Compton, Dunning, Fermi, Kennedy, Lawrence, Wigner. Bohr y
otros hombres de ciencia, algunos de los cuales venían trabajando
desde hacía mucho tiempo sumidos en el más profundo anonimato. El 15
de agosto de 1945 se operó el cambio. Ese día histórico y memorable,
el corazón de Hiroshima fué pulverizado por el certero golpe de la
bomba atómica. Así lo anunció el primer cablegrama, de lacónico pero
expresivo texto. Luego vibraron otros, que, a medida que
transcurrían los minutos, acrecentaban la tensión nerviosa de los
habitantes de todo el mundo. Enseguida se habló de la fisión del
uranio. En los grandes rotativos, que eran devorados por la ansiedad
pública, aparecían títulos como éste: "El U-235 ha provocado la
explosión más intensa que se conoce; la liberación de la energía
intraatómica, encerrada en su núcleo, puede ocasionar la destrucción
del universo." Efectivamente, los investigadores
fisicoquímicos
habían logrado transmutar elementos como pensaban hacerlo los
alquimistas, obteniendo otros por el agregado de nuevos neutrones.
De esta manera, artificialmente, por pacientes y laboriosos trabajos
de gabinete, plasmaron extraños elementos que aún no se han
descubierto en la naturaleza. ¡Esto es realmente maravilloso! El
hombre conquista in vitro lo que todavía no pudo desentrañar del
subsuelo. Y todo esto ¿para qué? Para provocar la desaparición del
hombre, para extinguir sin piedad la vida. Es el triunfo del bien
aplicado al más grande de los males que pueda padecer la humanidad:
su destrucción. Repuestos los mismos sabios de la primera impresión
causada por el resonante éxito del ensayo efectuado en Álamo Gordo,
Nueva México, se dieron cuenta de los resultados catastróficos que
podría acarrear el descubrimiento. Se alarmaron, quedaron
completamente atónitos. No era para menos. La bomba atómica en manos
inexpertas, dijeron, puede tener el mismo efecto que un fósforo
encendido en manos de un niño atravesando un polvorín,
inmediatamente se pensó en sus posibles aplicaciones en tiempo de
paz. Por eso se formo la Comisión de Control de la Energía Atómica,
Actualmente, las investigaciones sobre el uranio se orientan hacia
un objetivo práctico de bien público, ¿Qué contribución podría hacer
en ese sentido la Argentina? ¿Habría inconvenientes para encarar el
proceso de la desintegración atómica de los minerales de uranio?
¿Qué riqueza hay de ellos en nuestro subsuelo? Como es lógico
comprender, necesitamos localizar, en primer término, los
yacimientos de minerales de uranio. Se ha elegido este elemento por
su permanente inestabilidad. Recordemos, someramente, que su átomo,
como todos los átomos, está constituido, como si fuera un sistema
planetario, por un núcleo de carga positiva, que se encuentra en el
centro, en torno del cual giran electrones, que son partículas de
carga negativa. Los físicos comprobaron que el núcleo está integrado
por protones, de cargas positivas, y de neutrones, que son materia
pura y no electricidad. El U 235, denominado con ese número por
tener esa cantidad de protones y neutrones, ha sido seleccionado
especialmente para la construcción de la bomba atómica, porque se
encuentra saturado de neutrones, y sólo basta uno más para que
estalle y comience a liberar la enorme concentración de energía que
contiene su núcleo. Por eso, todo ha consistido en bombardearlo con
neutrones, descubrimiento que logró el sabio italiano Fermi; en su
instituto de Física de Roma. El proceso, en teoría, es sumamente
fácil. Se obtienen los neutrones colocando emanaciones de radio
(radón) con polvo de berilo. El radón desprende partículas alfa, que
chocan con los núcleos de berilo, y éstos dejan en libertad
neutrones, que son frenados por una capa de parafina, para chocar
luego con el núcleo del U 235. Este se fragmenta con desprendimiento
de energía. Pero la partición del U 235 produce nuevos neutrones,
los que chocan con otros núcleos del U 235, liberando más energía.
Se comprenderá, fácilmente, que desarrollado este proceso en cadena,
la energía desprendida es enorme, incalculable. Y ahí está el poder
explosivo de la bomba. Hay que tener presente que se requieren
muchas toneladas de minerales de uranio, tal cual se encuentra en el
subsuelo, para lograr cierta cantidad efectiva de U 235. Se calcula
que cada cien gramos de uranio común contiene 0,7 gramos de U 235.
Por eso se está empleando el Plutonio (U 239), maravillosamente
logrado en el gabinete por bombardeos de neutrones sobre el U-238,
que se lo halla más abundantemente en la naturaleza. Esta última
conquista de laboratorio, lograda después de incesantes esfuerzos y
de no pocos ensayos de física nuclear, ha sido superada por el
descubrimiento que acaba de anunciar al mundo el doctor Glenn T.
Seabor, quien aisló el neptunio 237, de un poder explosivo semejante
al uranio. Dicho elemento no es difícil de producir, pues, a igual
que el plutonio, se lo consigue a partir de U 238, en su proceso de
transformación por efecto de los neutrones. El neptunio libera
intensa energía en su partición, y si bien en la actualidad es poca
la cantidad que se ha conseguido purificar, se espera proporciones
mayores cuando se abandone la etapa experimental y se inicie el
estudio desde el punto de vista de su rendimiento económica. Son
pocas las investigaciones conocida que se han hecho en el país sobre
los minerales de uranio. Ave Lallement, Remigio Rigal, Luciano R.
Catalano y Augusto Chaudet realizaron fundamentales estudios sobre
este apasionante tema. Rigal, actual director de la Dirección de
Minas y Geología, puso en evidencia los minerales de uranio
radioactivo en la Cañada de Álvarez, en el departamento de
Calamuchita, Córdoba. El esforzado investigador argentino
describió la gummita (producto de alteración del uranato de uranilo
con plomo, torio, zirconio, nitrógeno, etc.), la autunita
(hidrofosfato uránico, cálcico) y la torbernita (hidrofosfato
uránico cúprico). Pudo observar que la primera se presenta en forma
de nódulos, de color anaranjado y lustre grasoso, conteniendo 71,71
per ciento de uranio. La autunita, que se ha originado por
transformación de la gummita, es transparente y de lustre adamantino
y perlado, cristaliza en el sistema ortorrómbico y contiene 28,80
por ciento de óxido de uranio. La torbernita clasificada por Rigal
es de color verdoso amarillento, transparente y de aspecto micáceo
perlado; contiene 28.90 por ciento de óxido de uranio. Catalano,
ex asesor técnico de la Dirección de Fabricaciones Militares,
trabajó intensamente en la búsqueda de estos minerales. Su
constancia tuvo un premio valioso. Luego de varios viajes, pudo dar
a conocer las pruebas de presencia de uranio y radio en más de diez
lugares distintos de las sierras de San Luis, de Comechingones y
Chica, de Córdoba. En 1931 determinó uranio radífero en unos
fragmentos de pegmatita de Quines, San Luis, que venían acompañados
de tantalita, berilo y volframita. ¡Grande fué la sorpresa de
Catalano cuando pudo observar que los minerales extraídos de la
pegmatita impresionaban la placa fotográfica! Las comprobaciones de
uranio alentaron a este estudioso, y en 1935, en calidad de titular
de la Dirección de Minas de Córdoba, efectuó una serie de
exploraciones, cada vez más intensas, en las pegmatitas de esta
provincia, lo que le permitió localizar varios focos de minerales de
uranio radífero en las sierras Grande y Chica. Pero el doctor
Catalano no se conformó con el trabajo geopetrográfico. Profundizó
sus investigaciones en el laboratorio, y tras un examen minucioso
del material que extrajo en distintos lugares, pudo determinar las
características de las rocas que abrazan al uranio. Este estudioso
llegó a la conclusión de que los minerales de uranio se encuentran
en las pegmatitas, que en su proceso de intrusión fueron
acompañadas, además de sus componentes normales, feldespato, cuarzo
y mica, de distintas proporciones de tantalita y berilo. Este
principio de Catalano, de valor incalculable, abre perspectivas
insospechables para las futuras investigaciones geológicas y
petrográficas de los minerales de uranio. Por eso es necesario no
desfallecer. Les toca a los geólogos emprender esta ardua tarea.
Observar todas las pegmatitas que se encuentran en estas condiciones
es la voz de mando de este hombre de ciencia, que se ha arriesgado a
vaticinar, sobre hechos serios y documentados a través de su
experiencia, que los minerales de uranio deben existir en las
pegmatitas de La Rioja, San Juan, Catamarca y territorio nacional de
Los Andes. Probablemente, con minuciosos análisis físicoquímicos,
auxiliados con un buen espectógrafo de masa, se han de determinar
otras variedades o nuevos minerales de uranio y de tierras raras a
los que ya se conocen en Córdoba. Nuestra contribución para la
paz puede ser de interés en estos momentos, en que se estudian las
posibilidades prácticas con fines humanitarios. En todos los países
del mundo, caravanas de geólogos están tratando de enfocar los
yacimientos de uranio, al mismo tiempo que se organizan modernos y
bien equipados laboratorios, en donde se ensaya su valor pragmático.
Se sabe ya que se está buscando de emplear su energía para mover
pesados aviones, lo mismo que automóviles, de estructura y
construcción adaptada al combustible atómico. Los estudios
prosiguen afanosamente. Los ingenieros se preocupan por reformar las
turbinas que podrían ser impulsadas por la energía intraatómica. No
sería difícil que con el tiempo se llegara a modificar hasta el
clima de una región determinada, y con ello el desarrollo de la
flora y de la fauna, pues se han hecho ensayos, con resultados
halagüeños, para elevar la temperatura de las aguas de un río.
Observamos que la desintegración atómica del uranio y de otros
elementos que se estudian y abalizan actualmente comienza por abrir
grandes horizontes de bienestar social, a no ser que agentes
malignos vuelvan a inundar al mundo de lágrimas, sudor y sangre .
Los minerales, de uranio de la Argentina se encuentran como reserva
del Estado. Las cantidades hasta ahora localizadas, de acuerdo con
la autorizada opinión del doctor Catalano, podrían servir para las
experiencias de gabinete, como reactivo, para su empleo en la
cerámica como colorante, para la fabricación de pinturas y de
algunas substancias químicas. Por eso es necesario efectuar un
intensivo estudio geofísicoquímico de todas nuestras formaciones de
material metamórfico o ígneo. Deberá obtenerse un muestrario real
de todas las rocas que puedan encerrar los minerales de uranio, para
realizar luego una serie de investigaciones sobre sus componentes
elementales, con análisis tecnológicos que permitan apreciar
cuantitativamente nuestra riqueza. Estamos en la era de la
energía atómica encerrada en el núcleo de uranio. La Argentina no
puede evadirse de la colaboración con las grandes naciones del
mundo. Debe, pues, comenzar por conocer sus yacimientos de
uranio, como base fundamental para los futuros estudios, si es que
se quiere participar de los beneficios que reportará para la
humanidad su energía. Revista Vea y Lea 14.11.1946
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ESTAMOS en la era
atómica, Pasamos de la fantasía a la realidad. Se
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conocimientos los sabios Einstein, Bacher, Bainbridge,
Breit, Briggs, Compton, Dunning, Fermi, Kennedy,
Lawrence, Wigner. Bohr y otros hombres de ciencia,
algunos de los cuales venían trabajando desde hacía
mucho tiempo sumidos en el más profundo anonimato. El 15
de agosto de 1945 se operó el cambio.
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