Uranio Argentino para la Paz
escribe el doctor MICHAEL M. NATURAVITA
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ESTAMOS en la era atómica, Pasamos de la fantasía a la realidad. Se encardaron de esta profunda transformación de los conocimientos los sabios Einstein, Bacher, Bainbridge, Breit, Briggs, Compton, Dunning, Fermi, Kennedy, Lawrence, Wigner. Bohr y otros hombres de ciencia, algunos de los cuales venían trabajando desde hacía mucho tiempo sumidos en el más profundo anonimato. El 15 de agosto de 1945 se operó el cambio. Ese día histórico y memorable, el corazón de Hiroshima fué pulverizado por el certero golpe de la bomba atómica. Así lo anunció el primer cablegrama, de lacónico pero expresivo texto. Luego vibraron otros, que, a medida que transcurrían los minutos, acrecentaban la tensión nerviosa de los habitantes de todo el mundo. Enseguida se habló de la fisión del uranio. En los grandes rotativos, que eran devorados por la ansiedad pública, aparecían títulos como éste: "El U-235 ha provocado la explosión más intensa que se conoce; la liberación de la energía intraatómica, encerrada en su núcleo, puede ocasionar la destrucción del universo."
Efectivamente, los investigadores fisicoquímicos habían logrado transmutar elementos como pensaban hacerlo los alquimistas, obteniendo otros por el agregado de nuevos neutrones. De esta manera, artificialmente, por pacientes y laboriosos trabajos de gabinete, plasmaron extraños elementos que aún no se han descubierto en la naturaleza. ¡Esto es realmente maravilloso! El hombre conquista in vitro lo que todavía no pudo desentrañar del subsuelo. Y todo esto ¿para qué? Para provocar la desaparición del hombre, para extinguir sin piedad la vida. Es el triunfo del bien aplicado al más grande de los males que pueda padecer la humanidad: su destrucción. Repuestos los mismos sabios de la primera impresión causada por el resonante éxito del ensayo efectuado en Álamo Gordo, Nueva México, se dieron cuenta de los resultados catastróficos que podría acarrear el descubrimiento. Se alarmaron, quedaron completamente atónitos. No era para menos. La bomba atómica en manos inexpertas, dijeron, puede tener el mismo efecto que un fósforo encendido en manos de un niño atravesando un polvorín, inmediatamente se pensó en sus posibles aplicaciones en tiempo de paz. Por eso se formo la Comisión de Control de la Energía Atómica, Actualmente, las investigaciones sobre el uranio se orientan hacia un objetivo práctico de bien público, ¿Qué contribución podría hacer en ese sentido la Argentina? ¿Habría inconvenientes para encarar el proceso de la desintegración atómica de los minerales de uranio? ¿Qué riqueza hay de ellos en nuestro subsuelo?
Como es lógico comprender, necesitamos localizar, en primer término, los yacimientos de minerales de uranio. Se ha elegido este elemento por su permanente inestabilidad. Recordemos, someramente, que su átomo, como todos los átomos, está constituido, como si fuera un sistema planetario, por un núcleo de carga positiva, que se encuentra en el centro, en torno del cual giran electrones, que son partículas de carga negativa. Los físicos comprobaron que el núcleo está integrado por protones, de cargas positivas, y de neutrones, que son materia pura y no electricidad. El U 235, denominado con ese número por tener esa cantidad de protones y neutrones, ha sido seleccionado especialmente para la construcción de la bomba atómica, porque se encuentra saturado de neutrones, y sólo basta uno más para que estalle y comience a liberar la enorme concentración de energía que contiene su núcleo. Por eso, todo ha consistido en bombardearlo con neutrones, descubrimiento que logró el sabio italiano Fermi; en su instituto de Física de Roma. El proceso, en teoría, es sumamente fácil. Se obtienen los neutrones colocando emanaciones de radio (radón) con polvo de berilo. El radón desprende partículas alfa, que chocan con los núcleos de berilo, y éstos dejan en libertad neutrones, que son frenados por una capa de parafina, para chocar luego con el núcleo del U 235. Este se fragmenta con desprendimiento de energía. Pero la partición del U 235 produce nuevos neutrones, los que chocan con otros núcleos del U 235, liberando más energía. Se comprenderá, fácilmente, que desarrollado este proceso en cadena, la energía desprendida es enorme, incalculable. Y ahí está el poder explosivo de la bomba.
Hay que tener presente que se requieren muchas toneladas de minerales de uranio, tal cual se encuentra en el subsuelo, para lograr cierta cantidad efectiva de U 235. Se calcula que cada cien gramos de uranio común contiene 0,7 gramos de U 235. Por eso se está empleando el Plutonio (U 239), maravillosamente logrado en el gabinete por bombardeos de neutrones sobre el U-238, que se lo halla más abundantemente en la naturaleza.
Esta última conquista de laboratorio, lograda después de incesantes esfuerzos y de no pocos ensayos de física nuclear, ha sido superada por el descubrimiento que acaba de anunciar al mundo el doctor Glenn T. Seabor, quien aisló el neptunio 237, de un poder explosivo semejante al uranio. Dicho elemento no es difícil de producir, pues, a igual que el plutonio, se lo consigue a partir de U 238, en su proceso de transformación por efecto de los neutrones. El neptunio libera intensa energía en su partición, y si bien en la actualidad es poca la cantidad que se ha conseguido purificar, se espera proporciones mayores cuando se abandone la etapa experimental y se inicie el estudio desde el punto de vista de su rendimiento económica.
Son pocas las investigaciones conocida que se han hecho en el país sobre los minerales de uranio. Ave Lallement, Remigio Rigal, Luciano R. Catalano y Augusto Chaudet realizaron fundamentales estudios sobre este apasionante tema.
Rigal, actual director de la Dirección de Minas y Geología, puso en evidencia los minerales de uranio radioactivo en la Cañada de Álvarez, en el departamento de Calamuchita, Córdoba.
El esforzado investigador argentino describió la gummita (producto de alteración del uranato de uranilo con plomo, torio, zirconio, nitrógeno, etc.), la autunita (hidrofosfato uránico, cálcico) y la torbernita (hidrofosfato uránico cúprico). Pudo observar que la primera se presenta en forma de nódulos, de color anaranjado y lustre grasoso, conteniendo 71,71 per ciento de uranio. La autunita, que se ha originado por transformación de la gummita, es transparente y de lustre adamantino y perlado, cristaliza en el sistema ortorrómbico y contiene 28,80 por ciento de óxido de uranio. La torbernita clasificada por Rigal es de color verdoso amarillento, transparente y de aspecto micáceo perlado; contiene 28.90 por ciento de óxido de uranio.
Catalano, ex asesor técnico de la Dirección de Fabricaciones Militares, trabajó intensamente en la búsqueda de estos minerales. Su constancia tuvo un premio valioso. Luego de varios viajes, pudo dar a conocer las pruebas de presencia de uranio y radio en más de diez lugares distintos de las sierras de San Luis, de Comechingones
y Chica, de Córdoba. En 1931 determinó uranio radífero en unos fragmentos de pegmatita de Quines, San Luis, que venían acompañados de tantalita, berilo y volframita. ¡Grande fué la sorpresa de Catalano cuando pudo observar que los minerales extraídos de la pegmatita impresionaban la placa fotográfica! Las comprobaciones de uranio alentaron a este estudioso, y en 1935, en calidad de titular de la Dirección de Minas de Córdoba, efectuó una serie de exploraciones, cada vez más intensas, en las pegmatitas de esta provincia, lo que le permitió localizar varios focos de minerales de uranio radífero en las sierras Grande y Chica.
Pero el doctor Catalano no se conformó con el trabajo geopetrográfico. Profundizó sus investigaciones en el laboratorio, y tras un examen minucioso del material que extrajo en distintos lugares, pudo determinar las características de las rocas que abrazan al uranio. Este estudioso llegó a la conclusión de que los minerales de uranio se encuentran en las pegmatitas, que en su proceso de intrusión fueron acompañadas, además de sus componentes normales, feldespato, cuarzo y mica, de distintas proporciones de tantalita y berilo.
Este principio de Catalano, de valor incalculable, abre perspectivas insospechables para las futuras investigaciones geológicas y petrográficas de los minerales de uranio. Por eso es necesario no desfallecer. Les toca a los geólogos emprender esta ardua tarea. Observar todas las pegmatitas que se encuentran en estas condiciones es la voz de mando de este hombre de ciencia, que se ha arriesgado a vaticinar, sobre hechos serios y documentados a través de su experiencia, que los minerales de uranio deben existir en las pegmatitas de La Rioja, San Juan, Catamarca y territorio nacional de Los Andes. Probablemente, con minuciosos análisis físicoquímicos, auxiliados con un buen espectógrafo de masa, se han de determinar otras variedades o nuevos minerales de uranio y de tierras raras a los que ya se conocen en Córdoba.
Nuestra contribución para la paz puede ser de interés en estos momentos, en que se estudian las posibilidades prácticas con fines humanitarios. En todos los países del mundo, caravanas de geólogos están tratando de enfocar los yacimientos de uranio, al mismo tiempo que se organizan modernos y bien equipados laboratorios, en donde se ensaya su valor pragmático. Se sabe ya que se está buscando de emplear su energía para mover pesados aviones, lo mismo que automóviles, de estructura y construcción adaptada al combustible atómico.
Los estudios prosiguen afanosamente. Los ingenieros se preocupan por reformar las turbinas que podrían ser impulsadas por la energía intraatómica. No sería difícil que con el tiempo se llegara a modificar hasta el clima de una región determinada, y con ello el desarrollo de la flora y de la fauna, pues se han hecho ensayos, con resultados halagüeños, para elevar la temperatura de las aguas de un río. Observamos que la desintegración atómica del uranio y de otros elementos que se estudian y abalizan actualmente comienza por abrir grandes horizontes de bienestar social, a no ser que agentes malignos vuelvan a inundar al mundo de lágrimas, sudor y sangre .
Los minerales, de uranio de la Argentina se encuentran como reserva del Estado. Las cantidades hasta ahora localizadas, de acuerdo con la autorizada opinión del doctor Catalano, podrían servir para las experiencias de gabinete, como reactivo, para su empleo en la cerámica como colorante, para la fabricación de pinturas y de algunas substancias químicas. Por eso es necesario efectuar un intensivo estudio geofísicoquímico de todas nuestras formaciones de material metamórfico o ígneo.
Deberá obtenerse un muestrario real de todas las rocas que puedan encerrar los minerales de uranio, para realizar luego una serie de investigaciones sobre sus componentes elementales, con análisis tecnológicos que permitan apreciar cuantitativamente nuestra riqueza.
Estamos en la era de la energía atómica encerrada en el núcleo de uranio. La Argentina no puede evadirse de la colaboración con las grandes naciones del mundo.
Debe, pues, comenzar por conocer sus yacimientos de uranio, como base fundamental para los futuros estudios, si es que se quiere participar de los beneficios que reportará para la humanidad su energía.
Revista Vea y Lea
14.11.1946

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ESTAMOS en la era atómica, Pasamos de la fantasía a la realidad. Se encardaron de esta profunda transformación de los conocimientos los sabios Einstein, Bacher, Bainbridge, Breit, Briggs, Compton, Dunning, Fermi, Kennedy, Lawrence, Wigner. Bohr y otros hombres de ciencia, algunos de los cuales venían trabajando desde hacía mucho tiempo sumidos en el más profundo anonimato. El 15 de agosto de 1945 se operó el cambio.
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