El imperturbable GARY COOPER
ENRIQUE AZCOAGA
(sobre el autor ver https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Azcoaga)
Gary Cooper 
"Filmar"' es una cosa. "Televisar", otra. Cuando los actores del cine mudo tuvieron que adaptarse a las exigencias del cine sonoro se produjeron eclipses inevitables, porque una cosa es ser fotogénico y otra "fotogénico y dramático", como siempre debe serlo el actor de verdad. Lo "cinemascópico", enfermedad espectacular de nuestro tiempo, parece que no ha trastornado demasiado a los intérpretes. Pero la televisión sí.
Cuando el video convierte a nuestro comedor o nuestro "living"' en cinematógrafo doméstico, el gesto de los artistas predilectos se transforma en una orografía de condición extraña. Existe la actriz a la que sin saber por qué se le juntan las cejas convirtiéndose por culpa de la televisión en una aldeana tozuda. Tenemos al galán que se nos hace viejo, desenfocado y algo fofo, porque al televisar esas "macanas" a las que suelen llamárselas comedias algo falla y se transforma que confunde al espectador. Gary Cooper, aunque la televisión en sus pagos esté más adelantada, se ha desbordado para anticiparse a tan sensible catástrofe. Presentándosenos como puede verse, cantando, tocando y poniendo a prueba su conocida imperturbabilidad. Aunque aún no se sabe lo que han dicho sus admiradoras, ahí le tenemos asustando al miedo, entregado con todo entusiasmo a una piececilla mejicana o tirolesa. El refrán castellano dice aquello de que "a la vejez viruelas", sin prever que los hollywoodenses, cuando nos tienen un poco cansados de interpretaciones vaqueras o de hacer de "sheriff" en películas de buenos y malos, han de acabar así. El buen mozo de ojos claros que un día se puso la chistera con una naturalidad sorprendente, se ha dado a la farra. Recordando que cuando Frank Sinatra divulgó sus primeros vagidos las chicas norteamericanas se indisponían, es posible que el galán imperturbable, convertido en lírico rinoceronte, constituya una extraordinaria atracción. Se ha dicho demasiadas veces que no hay arte menor para el verdadero artista. Pero lo que no se ha dicho —ni se ha pensado— es lo que tienen que hacer estas gentes de cine para no perecer...
El "show" "Wide, Vide Wordl" (textual en la crónica, se refiere a "Wide Wide World") donde Gary Cooper luce esta cara es posible que sea algo extraordinario, aunque actualice sin querer lo que ningún hombre moderno permite a los cantantes de ópera. Pensar que la tiranía televisora ha convertido a un artista correcto, entonado, de una frialdad sugerente, en este animador pavoroso, patentiza el tributo que los artistas rinden a la televisión. Los mitos cinematográficos, inmarcesibles a fuerza de maquillajes, de enfoques, etc., se nos entran por el video desabrochados y un poco enloquecidos. Con una familiaridad demasiado reveladora. Con esa campechanía con que las gentes amigas llegan a nuestra casa a la hora del café. Demostrando tristemente que "no somos nadie". Y que después de muchos años de gestos hipnotiza dores y de primeros planos estremecientes hay que manejar el fuelle con la destreza con que Gary Cooper parece manejarlo y vociferar por las buenas, en vista de que los años y las canas devoran a un
galán.
Revista Mundo Argentino
21/12/1955

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