JOHN LENNON Y YOKO ONO EN SU NUEVO HOGAR
EL BULIN CALLE LANDBUSH
Una suntuosa mansión en el barrio londinense de Ascot alberga, desde la semana pasada, al polémico matrimonio: los muebles brillan por su ausencia y en el jardín florecen las hortalizas
John Lennon y Yoko Ono
"El hogar es el espejo del alma", reza un refrán no menos combatido que divulgado. Es que para los oídos de la juventud moderna el adagio suena como inequívoca loa al orden y a la pulcritud, algo demasiado aburrido aun para el más pacato de los teen-agers. Sin embargo, esa implícita moralina casera posee todos los atributos de la verdad. El hogar de John Lennon y Yoko Ono, por ejemplo, no deja lugar a dudas: una fugaz incursión a la enorme casona que la pareja posee en Welbridge, localidad cercana a Londres, advertiría al visitante más desprevenido sobre la forma de vida de sus ocupantes, sus gustos y creencias; una singular manera de indagar las costumbres de los Lennon, y que movió a muchos de sus admiradores a intentarla desde que los sofisticados artistas decidieron mudarse, la semana pasada, al aristocrático barrio de Ascot, abriendo así una gran incógnita en cuanto a la renovación de sus hábitos caseros.
"No pude aguantar más el desorden de mi casa en Welbridge —confiesa John—; todo allí era desprolijo y nada tenía un lugar determinado. Podía encontrar mi equipo de grabación enchufado en la cocina, o algún camisón de Yoko dentro del horno. Para colmo, las siete mucamas se acostumbraron al caos reinante, de modo que todos perdíamos un tiempo precioso buscando cosas perdidas u olvidadas en algún rincón de la casa." Pero la escueta explicación del ex Beatle resulta poco convincente: con mucho menos esfuerzo, y ahorrando los 360 mil dólares que costó la adquisición del flamante inmueble de la calle Landbush, el matrimonio podría haber destinado
un apacible fin de semana a la limpieza y restauración de su morada en Welbridge. Una posibilidad que sus mismos destinatarios admiten cuando especifican que "el desorden es, en realidad, apenas el pretexto que necesitábamos para abandonar una casa que representó toda una etapa en nuestra vida. Al entrar en Ascot, pretendemos dejar atrás una época turbulenta, en la que tanto Yoko como yo buscábamos la felicidad a través de nuestras excentricidades".
Por cierto, los detalles insólitos de la mansión de Welbridge no podían escapar al ojo clínico de ninguno de sus visitantes. Así, la enorme pileta de natación ornamentada con mosaicos multicolores que ostentaban, cada uno de ellos, el nombre y apellido del dueño de casa, o el enorme salón de biliar nunca usado ("Porque detesto ese juego —confiesa J.L.—; sólo me gusta como decoración"), fueron argumentos esgrimidos con entusiasmo por los detractores del popular artista para reprocharle su autoproclamada "vocación revolucionaria". En una postura similar, muchos criticaron lo inconducente de las explosivas declaraciones y los escándalos protagonizados por la pareja durante la "época turbulenta" aludida por John, y que precisamente coincidió con su estadía en Welbridge. Un período iniciado el 19 de marzo de 1969 —cuando Lennon y Yoko Ono se casaron en Gibraltar—, y durante el cual los hechos se precipitaron vertiginosamente: el enfrentamiento de John con Paul McCartney y la posterior disolución de Los Beatles (presumiblemente alentada por Yoko Ono); el hijo prematuro del flamante matrimonio; el sorpresivo corte de pelo de John y la donación del importe obtenido en su remate al black power estadounidense; la devolución de la medalla imperial por Lennon en protesta por la actitud inglesa frente a Nigeria y Vietnam, y los siete días en que John y Yoko permanecieron acostados a la vista del público para denunciar "la violencia en el mundo" fueron apenas los hechos más salientes de la mencionada etapa.
"Por lo general, en aquellos días lograba los efectos contrarios a los que me proponía —recapacita el politizado artista al referirse a sus actitudes de protesta—. Mientras por un lado gritaba a los cuatro vientos que soy un comunista cristiano, el Daily Mirror me calificaba de delirante, proclamándome el Payaso del Año." Para evitar estas atrevidas respuestas a su rebeldía, Lennon está firmemente propuesto a cambiar su modus vivendi. "Deberé encontrar una mayor sobriedad en mis juicios y no buscar únicamente un efecto chocante —reflexiona—, puesto que ésa es la forma en que las ideas se perpetúan. Probablemente la gente tenga más en cuenta un ensayo mío sobre la guerra de Vietnam que todos los escándalos que pueda realizar con Yoko para llamar la atención."
Por supuesto, el marco en que Lennon planificará su futura acción política —la flamante casa de Ascot— no escapará a los ánimos de renovación que alientan John y Yoko. En ese sentido, la simpática nipona asegura que "si bien la mansión es grande y está dotada de muchas comodidades, no habrá en ella lujos innecesarios. Nuestros opositores ya no podrán censurarnos por la tenencia de cosas suntuarias; pero lo importante es que ahora nos sentiremos más a gusto. Tenemos varias habitaciones pintadas de blanco y absolutamente vacías, que simbolizan la sabiduría y claridad que ansiamos tener en la mente. En cuanto a los jardines, plantaremos en ellos todo tipo de frutas y hortalizas. Así podré poner en práctica una vieja idea mía: la de procurar mis propios alimentos".
Claro que cuando los Lennon aseguran proveerse de lo "estrictamente necesario" en materia de equipamiento hogareño, no deben esperarse claudicaciones esenciales: los planes de austeridad impulsados por la discutida pareja no obstaron para albergar en el nuevo hogar una espaciosa pileta de natación, un salón de té en el más ortodoxo estilo Tudor y una cancha de cricket cubierta. Tres pecados que, dispersos dentro de las treinta hectáreas que componen la finca, acaso logren ser disimulados por sus moradores.
Revista Siete Días Ilustrados
13.12.1971

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Yoko Ono y John Lennon