¿Parliamo de Licio Gelli? Umberto
Ortolani, considerado el número dos de la P2,
habla por primera vez
El que sigue es el texto
completo: -¿Desde hace cuánto tiempo está fuera
de Italia? —Desde el 13 de mayo de 1981. el día
en que atentaron contra el Papa en Plaza San
Pedro. Pero, obviamente, mi alejamiento de Italia
no tiene nada que ver con ese episodio (riendo).
-¿Usted se convirtió después en ciudadano
brasileño? —No, para nada. Yo era ciudadano
brasileño desde 1978, pero vivía en Brasil desde
1957. -Usted fue el único que recordó con un
aviso fúnebre el primer aniversario de la muerte
del banquero Roberto Calvi, en junio de 1983.
¿Dónde lo conoció a Calvi? —Fue en 1974 o 1975,
no recuerdo bien. Me lo presentó el señor Licio
Gelli. -¿Cree que Salvi se suicidó o que lo
asesinaron? —Estoy convencido que fue
asesinado, porque de las conversaciones que
mantuve con él, en el campo espiritual y temporal,
el suyo no era el carácter de un tipo que algún
día, por la razón que fuese, se pudiese suicidar.
-¿Recuerda cuándo lo encontró por última vez?
—Sí, fue el 13 de mayo de 1981. No era un hombre
desesperado. Ese día estaba por tener un
importante coloquio con una alta personalidad del
mundo bancario. -¿Cree que el Papa le pidió
consejos financieros a Calvi? —Esto no lo sé,
no tengo información al respecto. . . -¿Es
cierto que Calvi desconfiaba profundamente de
Gelli, como sostiene Clara Calvi, su esposa?
—No creo. Tenían contrastes, eso sí, sobre todo en
el último período antes de su muerte, pero no
desconfiaba de Gelli. -Cuénteme cómo era Calvi.
. . —Yo lo admiraba, sobre todo como un gran
técnico bancario. Y coincidía con él en muchas
cosas desde el punto de vista profesional.
-Algunos dicen que el IOR (Instituto de Obra
Religiosa del Vaticano) debe descargar operaciones
financieras sobre el Opus Dei. ¿Le resulta posible
esto? —No sé nada de este asunto. Son fantasmas
nacidos más tarde, con el escándalo desatado por
la Propaganda Due, que hacen parte de los chismes
y las leyendas, puestas en circulación sobre todo
dentro del Vaticano. -Pero esto lo sostiene la
señora Clara Calvi. ¿Quién miente? ¿Ella o el
Vaticano, que lo niega? —Yo la entiendo a la
señora Calvi. Es una pobre mujer que perdió a su
marido, un hombre que primero era reverenciado por
todos y que después, muy injustamente, fue
olvidado también por todos. -¿Cuándo conoció a
Gelli? —A principios de 1973. Yo era perseguido
por una agencia informativa llamada "OP" que era
de un señor de apellido Pecorelli (Nota del
corresponsal: asesinado posteriormente en
circunstancias nunca aclaradas). En un determinado
momento, este señor escribió en su agencia que si
se querían arreglar de una vez las cosas en la
Argentina había que eliminar a tres personas:
Oberdan Sallustro, Aurelio Peccei y Umberto
Ortolani. Yo estoy seguro de que esto no era
harina de su costal. Estaba escrito en forma
demasiado lineal, por ciertas frases. Estoy seguro
de que no era cosa suya, pues Pecorelli —después
se supo— tenía sólidos contactos con los servicios
secretos. Sallustro y Peccei eran hombres de la
Fiat en la Argentina: el primero, director
general, el segundo presidente. Lo cierto es que
en un determinado momento Sallustro fue asesinado
y Peccei relevado inmediatamente por la Fiat, que
lo llamó de nuevo a Italia. Yo me encontré frente
a un grave problema: iba y venía de la Argentina,
donde vivían mis hijos. Más que preocupación, el
tema se convirtió en una obsesión. Busqué un
camino para solucionarlo. Y me indicaron a Gelli.
-¿Ya Gelli era muy poderoso en la Argentina?
—Mire, ése de principios de 1973 no era todavía el
período en que Gelli era dueño de mucho poder en
Argentina. Incluso no era muy conocido. Su
importancia vino después, cuando volvió Perón de
quien era muy amigo. Su intervención, de cualquier
manera, sirvió para arreglar el problema. Yo
recibí después en mi oficina a Pecorelli. Fue una
escena muy desagradable. Me quedé de pie y
Pecorelli me preguntó: "¿Cómo, no se sienta,
así
podemos charlar? ¿Para qué aceptó este encuentro?"
Yo le respondí: "Sólo porque quería ver cómo era
la cara de un chantajista". Toqué el timbre, llamé
a un asistente y lo hice acompañar a la puerta.
-¿Desde hace cuanto tiempo que no tiene noticias
de Gelli? —Desde abril de 1982, cuando abandoné
Ginebra para radicarme en Brasil. -¿Es cierto
que Gelli preparaba un golpe de Estado en Italia?
—Pero por favor, quién puede pensar en semejante
estupidez. Yo jamás oí de sus labios un desatino
tal. A Gelli sólo le interesaban los negocios.
-Déme una definición de la logia masónica
Propaganda Due. —Le confieso que muchas cosas
de la P2 las supe por los diarios, por ejemplo,
las cuentas corrientes bancarias que tenía.
Además, a muchos de sus afiliados no los conozco
siquiera. Hicieron de ella un fantasma cuando en
realidad en Italia todos conocían su existencia.
No tenía nada de secreto. Yo que combatí por la
libertad contra los nazis considero que haberla
puesto fuera de la ley fue un acto antiliberal,
represivo. -¿Asistió a alguna ceremonia de
iniciación? —Sí, por invitación de Gelli. ¿Por
qué? Cuando se produjo el "affaire Pecorelli",
Gelli me dijo que habría sido natural y oportuno y
que sería un acto de consideración hacia su
persona, algo que favorecería toda la protección
que él me podría dar, que yo entrase en la
masonería. Le contesté que no podía. Porque era (y
soy) católico practicante, un católico dispuesto
al último sacrificio por mi fe. Y le expliqué que
era Gentilhombre de Capa y Espada de Su Santidad y
Caballero de Gracia Magistral de la Orden Militar
Soberana de Malta, de la que pasé después a ser
embajador en Montevideo, hasta que fui sometido a
un proceso del que estoy saliendo indemne, pues no
han encontrado pruebas contra mi persona.
-¿Sigue estando cerca de Gelli? —Le voy a
explicar: cuando el juez de Ginebra me preguntó
por el asunto ENI Petromin y las famosas coimas
pagadas y si era amigo de Gelli, le contesté que
sí, que lo era y que lo sigo siendo. No tengo
motivos para serlo. Además, no tengo la costumbre
de abandonar jamás a los amigos en dificultad.
-¿Qué errores cometió Calvi? ¿Fueron ellos los que
determinaron su caída? —Cometió uno. Mejor
dicho, lo cometimos juntos. O probablemente nos lo
hicieron cometer. Si Calvi me hubiese hecho saber
cuál era su exacta situación financiera yo lo
habría podido ayudar. —¿ Y los errores de
Gelli? —Gelli se encontró también él a la
deriva de un día para el otro, sin saber bien por
qué. Tanto él como yo somos perseguidos políticos,
pues las imputaciones que nos hacen —por ejemplo,
la de conspiración contra el Estado son políticas.
Gelli tuvo un pasado político, yo tuve otro, fui
perseguido por las SS durante el nazismo, estuve
preso en la famosa cárcel romana de Vía Tasso. ahí
sí conspiré contra el ocupante y por la libertad.
-¿Es cierto que Gelli se hizo la cirugía plástica?
—Pero por caridad. . . Gelli no es tipo de hacer
esas cosas. Se habrá teñido los cabellos, eso sí.
pero no es un pecado. De mí hasta dijeron que me
teñía los pelos del pecho. -Del trío Gelli,
Calvi y Ortolani, a usted le atribuyen la mayor
inteligencia, la mayor habilidad para los
negocios. —Yo les agradezco esta distinción.
Soy un hombre que se interesó siempre por
problemas financieros, así como soy incapaz de
entender nada que sea mecánico. Tengo un
patrimonio de relaciones mundiales y esto le
interesaba no sólo a Calvi y a Gelli sino a otras
personalidades mundiales. Trabajé para ellas y
para muchas instituciones extranjeras. -Querría
proponerle tres retratos. . . ¿Quién era Calvi?
—Calvi era un hombre de quien se olvidan tantas
cosas que le hacen honor. Fue un gran soldado,
sobre todo durante la retirada italiana en Rusia,
donde se preocupó por salvar la vida de sus
hombres más que la propia. Fue también un hombre
muy capaz en técnica bancaria y en concepción
financiera. Tuvo la desgracia de entrar en
conflicto con ciertos grupos de poder económico
italianos muy fuertes, muy arraigados, que sacaron
ventajas con la bancarrota del Banco Ambrosiano.
-¿Y Gelli? ¿Quién era? —Gelli es un hombre que
tuvo una vida muy agitada, de la que se ha hablado
y escrito tanto. Pero es un hombre con una
inteligencia respetable, una voluntad de actuar y
poseedor de grandes responsabilidades en su
momento. Y algo más: todos lo reverenciaban, todos
lo buscaban. Si hubiera accedido a todas las
demandas de ingreso a la masonería que le hacían,
la masonería se habría convertido en un apéndice
de la P2. -¿Y Ortolani? ¿Cómo se ve usted?
—Qué quiere que le diga, yo me encontré de un día
al otro en una situación impensada. Estaba bien,
había creado un pequeño banco, el Bafisud. que
había ido creciendo sobre todo gracias al trabajo
de mis hijos. El Bafisud era respetado por todos y
había llegado a ser el segundo en Uruguay, con
extensión a Brasil y Argentina. En un determinado
momento perdí todo. -¿Usted lo conoció a
Michele Sindona. el banquero siciliano con
vinculaciones con la mafia? —Sí, lo conocí y
tuve relaciones de colaboración con él. Fui yo el
que presenté a su vice al Vaticano y después hice
dos operaciones, la de Condotte d'Acqua y la
Inmobiliaria. —¿Cómo se ubica usted
políticamente? —Yo fui uno de los fundadores
del Partido Socialista italiano. Contaré todo en
un libro que se llamará "Técnica de un golpe de
Estado". Cuidado, a no confundir con el de Curzio
Malaparte. "Técnica del Golpe de Estado". Porque
en definitiva fue eso. un golpe de Estado, lo que
se produjo en Italia entre 1981, cuando estalló el
escándalo P2. y hoy. Revista Somos
22.03.1985 Bruno Passarelli (Corresponsal en
Italia) Acerca del autor de la crónica en
https://futbolfierrosytango.wordpress.com/
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A Umberto Ortolani. el banquero
italiano que hoy vive en San Pablo, le
atribuyen el rol de numero dos en
la logia masónica Propaganda Due, hoy
fuera de la ley en Italia. El primero
de febrero pasado, el periodista
italiano Enzo Biagi lo entrevistó, en
el que es el primero y único reportaje
concedido por Ortolani a periodista
alguno, difundido posteriormente por
la RAI (Radiotelevisión Italiana) en
el programa "Línea Directa"
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