ATAHUALPA YUPANQUI,
UNA GUITARRA Y UNA VOZ
PARA NUESTRA TIERRA. Y ALGO MAS. . .

NO HACE FALTA PRESENTAR A "DON ATA" —SOBRENOMBRE CARIÑOSO DE NUESTRO GRAN ATAHUALPA YUPANQUI— ESTUVO UNOS DIAS EN BUENOS AIRES, EN PLAN DE DESCANSO, Y "GENTE" CHARLO CON EL, DE SUS EXITOS ACTUALES, DE SUS PLANES FUTUROS. LUEGO DE SEIS AÑOS DE VOLUNTARIO EXILIO EUROPEO REGRESA EN EL '74 PARA QUEDARSE Y DAR RECITALES A LO LARGO Y A LO ANCHO DEL PAIS. PRINCIPAL RESPONSABLE DE LA MODA DE NUESTRO FOLKLORE EN EUROPA, ATAHUALPA DEFIENDE NUESTROS VALORES MAS GENUINOS Y EVITA TODO FALSO PINTORESQUISMO. UN EMBAJADOR "DE LUJO" PARA LA ARGENTINA.

Nació el 31 de enero de 1908, pero ese dato estadístico que indicaría que Atahualpa Yupanqui tiene 65 años miente a la verdad de ese rostro increíble, sin edad, que viene desde el fondo de los tiempos, como esa voz que, al entonar una milonga o una zamba, dice como pocas los dolores, angustias, alegrías y esperanzas de nuestra condición humana.
Amable y digno, Atahualpa tiene el andar y la expresión de quien ha recorrido todos los caminos, la mirada de quien ha visto la vida y la muerte de frente, las manos de quien ha trabajado duro y parejo para encontrar su verdad.
Sin embargo, esa presencia, que despierta un respeto no falto de reverencia, provoca, inmediatamente, una corriente amistosa. Y uno no puede menos que sentir que este hombre íntegro es, a la vez, sencillo, sin vueltas. Y que lo que dirá es lo que siente, sin disfraces ni adornos.
—Así es, no más. Nunca me gustó hablar mucho, sabe, ni hacer lo que no siento como mío. Por eso detesto que los aventureros del folklore hagan mí música, esos que se vuelven artistas para levantarse tarde. Fijese que componer un buen tema exige conocer bien los ritmos precisos, propios de cada región. Y para eso hay que estudiar. No es cuestión de salir con una guitarra y un poncho y después sacar patente de artista.
Ha dicho esto sobriamente, sin levantar la voz. Pero en cada palabra quiso decir lo que dijo, ni más ni menos. Cosa rara, ¿no?, sobre todo cuando cada palabra suele sobrellevar la pesada carga de distintas y contradictorias implicancias. No en Yupanqui, por cierto.
—No está mal que se hagan las cosas al tuntún si no se tienen pretensiones profesionales. Pero esta gente que hace boleros y los quiere hacer pasar por zambas. . . no, mi amigo. Para boleros, Agustín Lara. También están esos que para hacer pasar algo por correntino, por ejemplo, le ponen la palabra "sapukay" en cualquier verso y creen que con eso le dan "comarcaneidad". Entonces nos ofrecen una Corrientes pintoresca y abaratada. Y eso es una falta de respeto para con una hermosa provincia argentina. Por eso no tolero a eses malversadores de nuestra riqueza poética y musical.

EL PAISAJE DE ATAHUALPA
La charla se desarrolla en una oficinita de Antigua Casa Núñez, la responsable de las guitarras que utiliza don Atahualpa. "Siempre cito a la gente aquí. No sé por qué, me siento cómodo. Después salimos a tomar algo, ¿eh?", dice con su fraseo cadencioso, en el que uno cree descubrir reminiscencias norteñas. Se lo digo.
—Claro, yo viví mucho tiempo en el Norte. Pero soy de Campo de la Cruz, cerca de Pergamino, en la provincia de Buenos Aires. En e| fondo, soy de toda la República: me la he recorrido de punta a punta, en toda condición y tiempo, llevando en el alma ese claroscuro que configura la vida de un hombre y que es también la vida de un pueblo. Pero todas mis deudas son de Tucumán, aunque recuerdo con mucho cariño a Pergamino, una de las ciudades más cultas y criollas de la provincia.
—Pero, en definitiva, ¿cuál es su paisaje? ¿Qué sitio prefiere?
—Siento como míos todos los paisajes, la montaña y la pampa. Lo que no me gusta son las acuarelas, usted me entiende. Ni en los paisajes ni en los hombres. Quiero decir eso que se parece a una tarjeta postal. Yo aspiro a tener un sentido cósmico de la belleza y de mi tierra.

YUPANQUI Y EUROPA
—Queriendo como usted quiere a nuestra tierra, ¿cómo explica su estadía en París?
—Es una larga historia. ..
—¿Una larga historia?
—Sí, le quiero significar que hay varias razones que se mezclan. Le voy a explicar de a poco ¿eh?
—Bueno.
—La cuestión es que yo me fui hace ya seis años, contratado a España para hacer un programa. Di casi sesenta recitales. No me querían dejar ir.
—Pero se fue. ¿Por qué?
—No hay que cebarse con el éxito fácil. Por eso me fui a París. Geográficamente está muy bien ubicado. De ahí me desplazo a España, Suiza, Inglaterra, Bélgica. Y también recorro Francia, dando recitales en teatros y salas de provincia. Cada villa de Francia tiene su casa de cultura. Y les interesa mucho el folklore sudamericano.
—¿A qué atribuye ese interés?
—El público europeo está culturalmente maduro, aunque su conocimiento de las cosas de esta tierra no sea muy profundo. Al decirle "culturalmente maduro" le quiero significar que no se va detrás de la primera zambita que escuchan, sino que saben apreciar lo genuino.
—¿Qué es lo que más interesa de nuestro folklore?
—Las vidalas, las milongas de la pampa, las bagualas. Olfatean lo que nuestra música tiene de auténtico. Y lo saborean. No vaya a creer que se quedan en la música. Todos los programas de mis recitales tienen las letras de las canciones en francés y español. Y usted ve a la gente que, mientras canto, sigue el hilo en la traducción. El público europeo sabe aprehender lo esencial. ya no se lo puede engañar con la cáscara.
—¿Y nuestro público? ¿Qué piensa de nuestro público?
—Ha avanzado muchísimo. Antes, por ejemplo, venia cualquier grupo español con un par de guitarristas y un cantaor y era suficiente para deslumbrar. Ahora, nuestro público busca las raíces, los rasgos profundos de una cultura, lo puro. Quiero decir que nuestro público ha avanzado. Fíjese que antes la gente se emocionaba con Soiza Reilly. Ahora discute a Roberto Arlt, a Borges. Aplica su inteligencia con relación a los auténticos valores.
—Volvamos a Europa. ¿En qué medida nuestro folklore está "de moda"?
—En la medida en que usted ve que los muchachos se compran su quena, su charango, su flautita. En la medida en que temas como "El carnavalito" o "El cóndor pasa" se escuchan por todos lados. Más todavía: además de los conjuntos formados por sudamericanos (como "Les Calchakis"), hay conjuntos formados por muchachos franceses, "Los Chacos", por ejemplo, cinco muchachos de Lyon que han llegado a grabar varios discos. Tocan instrumentos como la anata, y el fucuví y hacen lo nuestro con bastante idea, sobre todo las danzas populares andinas.
—¿Cuáles cree usted que son las razones del éxito suyo?
—Yo diría que fui quien llevé temas de reflexión, representaba algo muy argentino: el hombre que medita con su guitarra. Eso era nuevo para allá. Y ese resultado de nuestro determinismo geográfico —el hombre argentino absorto en la soledad del paisaje— gustó. La nuestra es una música muy peculiar. Piense que somos 25 millones de habitantes para 3 millones de kilómetros cuadrados. Una enormidad de tierra. Por eso los argentinos somos 25 millones de solitarios. Y los solitarios son gente seria. No triste: seria. Nuestro paisano, por ejemplo. Un tipo de hombre sobrio, un caballero enlutado, nada de ponchos de colores. Y eso, todo eso era algo nuevo en Europa cuando yo me fui por primera vez.
—Todavía no me explicó por qué se quedó estos seis años en París.
—Algo le dije. Pero hay más, claro. París me interesa como mercado: he conseguido meter vidalas, bagualas, milongas. . . Los cantantes populares ya utilizan el ritmo de la milonga en sus temas. Esos son, en alguna medida, los años de "infiltración" que yo llevo allí.

ALGUNOS "PORQUES" DE ATAHUALPA
Mientras tanto, ya caminamos por alguna calle de Buenos Aires. Yupanqui anda despacio, sin urgencias. Cada tanto hace un silencio que no se vuelve infranqueable ya que recupera su fluida palabra en cuanto se le propone una pregunta. La invitación "a tomar algo" quedó en el camino: lo que quiere Yupanqui es caminar un rato, tomar aire, respirar Buenos Aires.
—¿Qué hace en París? ¿Qué ambientes frecuenta?
—Mis dos actividades principales en París son la difusión de nuestra música y la charla con mis amigos.
—¿La charla con sus amigos? ¿Quiénes, por ejemplo?
—A mi me interesa "desasnarme". Y tengo la suerte de disfrutar la amistad de gente que me enseña: Arciniegas, Asturias, Cortázar...
—¿Qué le enseñan Arciniegas, Asturias, Cortázar?
—De ellos aprendo un sistema, un rigor de pensamiento. A veces no estoy de acuerdo con ellos, con su manera de mirar América. Pero me estimulan y no me separan del pueblo, me hacen entender mejor al pueblo. Charlando con ellos me doy cuenta, cada vez más, de que la cultura es para todos, no un privilegio de unos pocos ni, mucho menos, una cosa aburrida y fuera de la realidad.
—Recién habló de que a veces no está de acuerdo con la manera de mirar América que tienen sus amigos en París. ¿Cuál es la manera de Atahualpa Yupanqui?
—Creo en la fuerza de las tradiciones, que, de alguna manera, deciden la índole y el futuro de los pueblos. Hay una especie de determinismo histórico en esto. Creo, además, que no se puede descubrir el universo sino a través de la circunstancia local. "Describe tu aldea y serás universal", ésa es la verdad. Creo además que nosotros, los argentinos, tenemos una música, un lenguaje propios. Y eso nos hace universales. Una música y un lenguaje que participan de la simplicidad, que cualquiera puede entender. Y se hace cierto, entonces, lo de Balzac, que leía sus manuscritos a la mucama, y si ella no entendía, no publicaba. La cultura, insisto, no es una cosa de élites ni exquisitos: es para todos.

COMO REPRESENTAR UN PAIS
—Pero, volviendo a lo que decía al principio, no hay que subestimar al público y ofrecerle algo que puede pasar por auténtico y no es más que una vulgarización de nuestra idiosincrasia.
—¿A qué se refiere?
—Me refiero a que no me puedo presentar en un teatro —al que para entrar hay que pagar 1.000 pesetas por cabeza— con la cara transpirada y botas sucias. En París toco de esmoquin, por respeto al público y al arte que llevo. En este momento estoy representando el país, de alguna manera soy el país. No puedo hacer el payaso y entrar a caballo en el escenario, como hacía Buffalo Bill.
Vamos en coche rumbo a Palermo. Atahualpa ha dicho que le gustaría ser fotografiado allí. Se habla de "El último tango en París". Inevitablemente, surge el nombre del Gato Barbieri.
—¿Qué piensa de su música, Yupanqui?
—Es un esfuerzo valioso y verdadero. Utiliza timbres que son nuevos para el jazz, timbres que vienen de nuestro folklore. A pesar de no ser hombre de folklore. Pero, usted sabe, no hace falta haber sido elefante para conocer el marfil.
—Hablando de músicos, ¿por cuáles siente usted respeto?
—Por Carlos Guastavino, por Gilardo Gilardi. Y entre los que ya dejaron de respirar, por Carlitos López Buchardo. No era un gaucho y sin embargo en su "Canción del carretero" captó como pocos nuestras particularidades esenciales. También amo los "Cinco tristes", de Julián Aguirre.
A pesar del día nublado, Palermo refulge. Yupanqui camina sobre el césped con las manos a la espalda. "Está lindo, ¿no?", dice con una semisonrisa.
—¿Cómo encuentra el país, Atahualpa?
—Noto un anhelo generalizado de enderezar las cosas para la buena marcha del país, un anhelo que está más allá de los partidos políticos.
—¿Piensa volver?
—Sí. El año que viene ya estoy acá. Pondré casa en Buenos Aires y de ahí, de acuerdo con mi temperamento andariego, saldré de gira y pasearé mi música y mi poesía por el resto del país. Pero lo importante es que ya me quiero volver. Aquí está el aire que amo.
"Aquí está el aire que amo", ha dicho como si tal cosa, y uno piensa que este hombre vive en estado de poesía y que no es nada casual que se haya ido a Europa a dar un recital y lo hayan "obligado" a quedarse seis años. Atahualpa Yupanqui sería un lujo para cualquier país, como lo es ahora para Francia, para Europa Cuando, en el transcurso de 1974, Atahualpa vuelva a nosotros habremos recupera do uno de nuestros perfiles más arraigados y genuinos. Que, además, ha sido eficacísimo embajador de nuestra índole en estos seis años de voluntario exilio europeo.
EMILIO GIMENEZ ZAPIOLA
Fotos: EDUARDO FORTE

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