Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Elecciones: Rompecabezas para el oficialismo
Una incógnita de difícil pronóstico: ¿cómo se pronunciará el electorado en marzo de 1965?

En marzo del año próximo, la mitad de las bancas del Parlamento Argentino volverán a estar en juego, Como en abril de 1962, cuando se realizaron elecciones presidenciales, ahora, la situación se presenta confusa en cuanto al probable resultado de la votación, pero la integración de los partidos se halla ya, a seis meses de la justa electoral, casi definida. Una investigación a fondo de las luchas políticas y de la pugna interna de los partidos permite anticipar que las alianzas, los frentes y los contubernios secretos solo se concretarán en el nivel minoritario, No habrá, en este sentido,
grandes sorpresas. Los votos propios de los partidos mayoritarios habrán de definir en la contienda el agitado proceso político que vive el país.
La historia política ha explicado con frecuencia los fracasos institucionales del país por medio de las eminencias grises y los complots subterráneos. Pero, entre nosotros, las bofetadas son devueltas. Nadie quiere cargar con la culpa de los otros. De Illia, por ejemplo, se dice que "no gobierna" y no que "gobierna mal", porque lo primero se concilia mejor con el slogan de la eminencia gris culpable de sus fracasos (que se convierten así en éxitos no alcanzados). Se dice: "El presidente está atado. El comité nacional no lo deja moverse; cualquier movimiento de independencia de la Casa Rosada inmediatamente es contrarrestado desde el despacho de Balbín". Empiezan a moverse legisladores, ministros, funcionarios y caudillos que afirman : "Las elecciones no las ganó Illia, sino el partido". O bien: "Hay que cumplir con el programa"; o: "No puede olvidarse a los que lucharon durante 34 años para volver al poder".
A un año de gobierno constitucional, el oficialismo y también la oposición preparan la estrategia de las futuras elecciones para renovación de la Cámara de Diputados. Los de arriba se defienden y buscan culpables; los del llano devuelven la bofetada y tratan de pegar más fuerte. El damnificado es el país, cuyos verdaderos intereses quedan ocultos en la maraña de las maquinaciones partidistas. Y también el pueblo, cada día más desconcertado ante acontecimientos cuyo sentido escapa a su comprensión.
A la pugna se suman las voces de los que disienten con unos y con otros, y sorprenden por la originalidad de su planteo. Tal lo que dijo, por ejemplo, un diputado nacional cordobés: "Las elecciones no las ganó el partido. Illia necesitó el aporte de los electores de muchos otros partidos. Hay que gobernar también con esos partidos y para esos partidos. Eso de que hay que cumplir con el programa es relativo. Balbín quiere que gobierne el comité. Salvando las circunstancias, Balbín es el Frigerio de este gobierno, con la diferencia de que a Frigerio, Frondizi lo defendió y lo mantuvo a su lado en todo momento, mientras que a aquel, Illia trata de sacárselo de encima".
Ya está lanzada la idea. Un alto funcionario "no radical", al término de la audición de televisión, en la que habló Balbín, dijo lo mismo, pero con otros términos: "Siempre igual: palabras y guitarra. Estas son las cosas que le hacen mal al gobierno. Illia tendría que radiar a todo ese material obsoleto".
La idea está llegando a la calle, pero se le acoplan otros conceptos disimulados tras el impacto de la crítica aparentemente "constructiva". "Illia —se dice— tiene que gobernar con un gabinete de coalición, integrado por representantes de todos los partidos que lo ayudaron a subir al poder. Es imposible que siga con el gabinete que le impuso el comité nacional."
Este es precisamente el argumento de los conservadores de la Federación de Centro. Seguir apoyando a Illia, pero presionarle para que forme un gabinete no radical. Un viejo político del
partido oficialista, allegado a Balbín, dio una definición muy distinta de la dualidad comité-gobierno: "Don Ricardo hizo muy mal en aceptar nuevamente la presidencia del comité nacional. Pierde horas y horas en recibir diariamente las quejas de los dolidos, en convencer a los pedigüeños de que el gobierno no les puede dar nada; en calmar a los colorados, en pactar con los azules... Y al fin ¿para qué? ¿Para que los cordobeses, que ya han fracasado en el gobierno, le echen la culpa de todo? Balbín tendría que haberse ido como representante ante las Naciones Unidas y dejar todo ese pequeño juego, que le queda chico, en manos de otros. Quiso quedarse para participar en las grandes batallas estratégicas, pero solo le dejan las escaramuzas, y en ese juego estéril se va a ir quemando..."
Dentro de pocos meses (en marzo de 1965), el partido gobernante se verá otra vez frente a la incógnita electoral del "justicialismo". Deberá, pues, tomar decisiones. No puede decirse, sin embargo, que los radicales, a pesar de las cuestiones internas, hayan ignorado que las elecciones se les vienen encima.

Peronismo con Perón
El primer experimento del gobierno —vía Perette— de dividir al justicialismo, su enemigo más peligroso en las urnas, no ha dado resultados satisfactorios. El "peronismo sin Perón" de Matera, Anglada, Sapag y Serú García, luego de un comienzo feliz, ha empezado el proceso de desintegración. La "orden" lo puede todo. La gran división entre Vandor y Framini —esperanza del neoperonismo— queda siempre dentro del partido. Framini —que es minoría, pese a aparecer como el más irascible— sabe contener sus ímpetus y no deja que el agua le llegue al cuello. En resumen: el justicialismo con Perón se presentará unido a las elecciones de marzo.
Es precisamente en esos comicios donde se juega gran parte del destino del gobierno. No tanto por la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados, sino por la de las legislaturas provinciales y colegios comunales. Los gobiernos de la UCRP —que actúan ya en minoría en sus legislaturas— verán acrecentar la oposición con la presentación de los justicialistas. La UCRP no se hace ninguna ilusión. El desgaste del primer año y medio de gobierno, en medio de la crisis económica y con los desaciertos propios de los iniciados, se reflejará negativamente en las urnas, En Diputados, es probable que el oficialismo pase de primera a segunda minoría. Los resultados de marzo también incidirán en la renovación del tercio del Senado Nacional, para 1966. La UCRP corre el peligro de perder su mayoría de mitad más uno con que cuenta actualmente.
A seis meses de las elecciones, el problema justicialista todavía no está claro. "El peronismo legal es más peligroso que el subversivo", expresó un legislador que estudia el nuevo estatuto de los partidos políticos: "Nos va a ir ganando el país de a poco, desde la oposición. Entonces será el momento en que los azules se den cuenta de que los militares colorados eran unos patriotas que sabían leer en el futuro".
Mientras en la parte política, el justicialismo, metido en el chaleco constitucional, escala peldaño a peldaño, en lo gremial, desde la CGT, José Alonso sigue con su jaque perpetuo al gobierno. "El justicialismo —concluyó el citado legislador— realiza un movimiento de pinzas: por un lado acorrala al gobierno con la ocupación de fábricas, mientras que por el lado político pronto ensayará la "ocupación" de bancas. Pero el comando azul todavía está convencido de que sin pactar con el peronismo no se puede gobernar al país."

Alende y Frondizi
Los otros partidos, en tanto, piensan jugar a ganar. Alende y Frondizi han emprendido la conquista del importante electorado de la UCRI. Los dos hacen largas giras semanales, hecho insólito en la tradición política argentina, que solo veía moverse a los líderes partidarios en las últimas semanas precomiciales. Mientras Alende tiene sus fuertes en la Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Tucumán, La Patagonia y San Luis, Frondizi asienta sus reales en Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y La Pampa.
"Es una cuestión de tiempo —dicen los hombres que rodean a Frondizi en el Centro de Estudios Nacionales de la calle Luis María Campos—. Alende llegó a la cumbre con una organización montada, mientras que Frondizi partió de cero y ya tiene delineado un partido nacional". El Alendismo considera ganada la batalla.
¿Qué es lo que separa a la UCRI del MIR a un año y medio del fracasado Frente Nacional? "Frigerio", habría sido la respuesta del ex gobernador de Buenos Aires. Pero no solo es Frigerio. Los dos partidos hablan de desarrollo nacional, pero las cuestiones personales son en nuestro país más difíciles de superar que las diferencias ideológicas.

Desarrollistas contra...
La escisión conservadora se ha basado, en cambio, en las distintas concepciones ideológicas: "desarrollista", para Cueto Rúa; "agraria", pura los Partidos de Centro. La discusión pre-electoral de aramburistas contra colorados terminó por dividir al partido. Cueto Rúa, que no pudo imponer su línea de apoyo a Aramburu en las elecciones presidenciales, escindió el partido y lleva adelante el PRAR( Partido Republicano Argentino) muy afín ahora a Frondizi. La línea colorada, con Hardoy y González Berguez, se mostró irreductible a todo arreglo con los rebeldes del PRAR. Signen con su apoyo al gobierno para obligarlo al gabinete de coalición. Pero ahora ha surgido con fuerza la línea conservadora ortodoxa: los cordobeses, con Aguirre Cámara y el ingeniero Olmos, cuyo lema es: ni desarrollo ni colaboracionismo, conservadorismo. Los mendocinos, mientras tanto, con un caudal de votos innegable y con derecho a dar directivas en la Federación de Centro, observan con preocupación la escisión partidaria y la línea dura Hardoy-Bergez. Pero tampoco pueden negarse a "dar una mano" al oficialismo, mientras su mentor, Adolfo Vicchy, esté de embajador en Londres, y el gobierno provincial de Gabrielli no pueda cortar el cordón umbilical económico que lo hace depender del gobierno central.

Inquietud de los otros partidos
En los otros partidos no ocurrirán sorpresas por el momento. Es muy difícil que la democracia cristiana pueda repetir la experiencia con el materismo. Los socialistas democráticos seguirán prestando su apoyo a la UCRP y estarían dispuestos a formar parte de un gabinete colorado; los "argentinos" seguirán con su línea clasista, pero atemperada, y en marzo, nuevamente, basarán el éxito de su campaña en la figura de Alfredo Palacios, que termina su mandato.
El impulso dado por Thedy a la democracia progresista, a través de su ventajosa alianza con Aramburu en las últimas elecciones, ha permitido llevar "gente seria" al Congreso. Thedy no se queda quieto y quiere dar otro campanazo. De allí sus permanentes reuniones con dirigentes de otros partidos, en procura de alguna nueva alianza, procedimiento que le sirvió ya para sacar a su partido del olvido y la decadencia.
Aramburu (que por sí mismo constituye la UDELPA) espera. Ha sufrido muchos reveses morales con su estructura partidaria, en la que se infiltraron elementos que luego debió eliminar con mano fuerte y hasta por vía judicial. La experiencia de UDELPA duele a Aramburu. En marzo podrá salir de dudas: ¿el 7 de julio de
1963 se votó a Aramburu o a UDELPA? Evidentemente, se votó a Aramburu. ¿Qué pasará entonces en marzo si Aramburu no encabeza la lista de candidatos a diputados?
El panorama político se sintetiza, como queda expuesto, en un oficialismo con las fisuras propias de un partido formado en torno a un sentimiento más que de una ideología definida. A este se suma una oposición constructiva o colaboracionista —para usar los motes calificativos de simpatizantes o no del gobierno— en la que están empeñados conservadores y socialistas democráticos, y de la que ya han desertado los grupos denominados "ultra-gorilas", tales como el partido de la Revolución Libertadora y el Frente Democrático Revolucionario. Y una oposición política o "destructiva" (para hablar con términos antagónicos) ejercida por el MIR de Frondizi, el PRAR de Cueto Rúa y la UDELPA de Aramburu. La UCRI se afirma en una estrategia que tiende a erigir a su partido en una fuerza decisiva. Por último hay que considerar al justicialismo, que también juega con su propia organización. "A ganador", según sus partidarios. "Buscando el golpe", según el oficialismo. Frente a ellos, el partido gobernante, también dividido, deberá nuclear sus fuerzas y esconder por un tiempo prudencial el pleito "comité-Casa Rosada". Para ganar, como creen los optimistas; para perder, pero por un mínimo de votos, como definen los "realistas" las posibilidades electorales de la UCRP. O en todo caso —tal el juicio de los escépticos— para que la derrota sea lo menos aplastante posible. El futuro del oficialismo dependerá en gran parte de la unidad interna de sus filas y también, naturalmente, de las medidas de gobierno que el partido gobernante siempre se reserva para la época de elecciones, las que, por aquello de que es "mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer", podrían tener una influencia decisiva sobre el electorado.

Pie de fotos
1) El ingeniero Alberto Iturbe, incansable correo, representa al sector neutralista (ni derecha ni izquierda) en el "peronismo con Perón" y se atribuye la representación oficial del "líder", pero la mayoría de los partidarios lo resisten. 2) Oscar Alende trata de inyectar a la UCRI una dinámica "desarrollista acoplada a la justicia social". 3) Frondizi, promotor, por segunda ves, de su propio partido, rechaza las acusaciones y aspira a sentarse en el sillón de Illia, pero sin planteos. No cree en la tesis de limitar a tres años el período constitucional. 4) Aramburu, otro ex presidente (pero no derrocado) que quiere llegar a la Casa Rosada por el camino de los votos. Ahora debe resolver el dilema de presentar candidatura de diputado o arriesgarse al fracaso de una Adela Aramburista sin Aramburu. 5) Cueto Rúa, "desarrollista", está al frente de su propio partido, que ha reto con la línea conservadora tradicional. 6) Balbín, en el comité partidario, se consuela con ser el presidente de los radicales, pero según sus adversarios es negativo factor de presión sobre la Casa Rosada.

Revista Panorama
09/1964

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