Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

EL ARTE DE GUILLERMO ROUX
Por FEDERICO MARTINO
La clave de la obra de Roux es un anhelo de comunicación nostálgica. Su alta calidad artística fue expuesta en Marlborough Fine Art de Londres y en la Galería Buchholz de Munich, con significativo éxito.

LA obra de Guillermo Roux ejecutada mediante técnicas y valores tradicionales expresa y da referencia a la concepción y realidad de una forma de vida cotidiana desaparecida. Con visión plástica actual describe un mundo desmantelado y rescata de él lo que aún queda vital en el resto, aportándole la correspondiente carga de corrientes emotivas, propias de personales experiencias que tocan profundas raíces sentimentales.
Cuerpos fragmentados, gestos suspendidos, trastoque y desproporción de los elementos, insólita selección y asociación de formas entrelazadas libremente con el color son los permanentes argumentos nostálgicos del contenido de sus trabajos. Los objetos y sus detalles llaman poderosamente la atención por su condición de fundamentos a los que apela para la incitación a la persistencia de la memoria, actitud generadora de nuevas asociaciones siempre cambiantes con las que posibilita un encadenamiento de ideas para reflejar una imagen donde los medios se acoplan con resultados catastróficos en una escena que generalmente trasmite un comentario de agrio humor.

Viajes y estudios
Nació en 1929. Asistió hasta tercer año a la Escuela de Bellas Artes, la que abandonó porque no le brindaba ninguna satisfacción. Viajó a Europa, donde concretó su real experiencia trabajando durante cinco años en el taller de un decorador que lo tomó como ayudante. Durante quince horas diarias realizaba todo tipo de tareas necesarias dentro del oficio familiarizándose así con la pintura al fresco, mosaico, diseño de muebles y elementos de la arquitectura; cuando le era posible se dedicaba a hacer copias de los museos.
Cumplidos casi 30 años de edad regresó a nuestro país. Acuciado por problemas económicos, su única solución era emplearse en una agencia de publicidad. Rechazó esa posibilidad y en cambio aceptó un puesto de maestro de escuela en Jujuy, donde vivió seis años, durante los cuales realizó gran cantidad de cuadros que nunca fueron mostrados, a la vez que completaba un profundo estudio del arte iniciado en Italia con el período clásico.
Frente a la necesidad de conocer el mundo contemporáneo y entendiendo en ese momento que Nueva York era quien mejor representaba a nuestra sociedad se trasladó a Estados Unidos donde pasó nueve meses siempre estudiando y trabajando. Después del impacto recibido a través de lo vivenciado en ese país, poco a poco se fue abriendo su mundo actual que demarca su relación afectiva con los objetos, conducta no premeditada sino producto de un natural encuentro
con el mundo de impresiones de su niñez y parte de su adolescencia. Con fuerza increíble y enérgica vitalidad decidió rescatar ciertos climas familiares y particulares de Buenos Aires. Roux explica su tarea actual de la siguiente manera: "Cuando empecé a pintar estos cuadros me di cuenta de lo que estaba haciendo y por temor guardé los trabajos; los guardé porque en primera instancia pensé si esto no era demasiado individual para ser mostrado. Había una especie de pudor, me parecía una confesión demasiado abierta o demasiado explícita de mis nostalgias. Tímidamente empecé luego a hacerlos conocer a
ciertos amigos y con sorpresa mía la gente empezaba a reconstruir pedazos de su propia vida junto con esa misma emoción nostálgica y placentera. Lo curioso es que también en Europa la reacción del público fue la misma, especialmente en Alemania el interés fue enorme". Expuso en 1973 en Marlborough Fine Art, Londres, y en 1974 en Galería Buchholz, Munich.
Roux posee un completo dominio de la técnica de la acuarela y logra en sus pinturas alto valor expresivo. Con su capacidad obvia, por medio de una ajustada dosificación de ciertos efectos, caer en un falso preciosismo.
Respecto a esto dice el artista: "Pinto a la acuarela porque me resulta más simple poder ir lavando los trazos. Mi pintura va naciendo de a poco como a través de la niebla, donde casi no se distingue nada. Mi imagen, que va cobrando precisión pausadamente en un trabajo lento de todos los días, está hecha por capas que se van asentando. El único secreto está en el cuidado con que se ubican los medios tonos que deben ser lo más rico posible en la infinita gama que hay entre el blanco y el negro, para así lograr la transparencia deseada":
Sus pinturas ponen en evidencia a un excelente dibujante, ya que de otro modo sería imposible alcanzar la claridad con que modela y da corporeidad a las formas en una precisa síntesis. Su alta capacidad como dibujante la alcanzó a través de un sufrido y extenso proceso donde con persistente práctica y experimentación fue acrecentando el adiestramiento que le permitió concretar el conocimiento de las formas exteriores y su representación así como también auscultar y sondear su intimidad.
Roux estima necesario e imperioso volcar con impulso irresistible su personal comunicación. Ello le ha hecho sostener que aun no pudiendo verse sus obras igual las haría y el hecho de que gusten, interesen o las compren es una circunstancia; afirma que si esa circunstancia no existiera haría exactamente lo mismo "corno un fatalismo que lo impele a no hacer otra cosa". Fundamentalmente Roux concreta su pensamiento cuando sostiene que el arte es como todas las cosas de la existencia del hombre, al cual le dedica muchas horas de su vida, su vida misma, porque considera que tal dedicación es el máximo de lo que puede hacer a través de una exigencia única y total; el cuadro es un objeto precioso y una razón de respeto a uno mismo y al público y su condición primera es su excelente ejecución; se conformaría con que quedara a través de sus trabajos una lección humana. Estos son sus particulares credos.
Para el futuro inmediato tiene proyectadas tres exposiciones importantes en Munich, París y Roma.
Roux en sus trabajos demuestra el poder de comunicación intrínseco que tiene su pintura. Su alto nivel trascendente está ligado siempre a un arte de tensiones y desasosiegos.
Todo es reconocible en sus cuadros. es comprensible lo que emplea intencionalmente pero sin embargo todo queda sumergido en lo enigmático.
Revista Redacción
5/1975

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