Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

El misterio del obispo
La renuncia de monseñor Jerónimo Podestá

Durante la semana pasada, importantes sectores de la prensa argentina y extranjera juzgaron que la renuncia de Jerónimo Podestá se debía a un irreconciliable enfrentamiento entre el gobierno y el ex obispo de Avellaneda. Confirmar o desmentir esas apreciaciones es virtualmente imposible. Pese a ello, SIETE DIAS no vaciló en hurgar los entretelones que circundaron la renuncia. Una versión, de ninguna manera verificable pero proveniente de fuentes generalmente bien informadas aseveró sin embargo que, a mediados de junio o principios de julio, tuvo lugar en la Casa de Gobierno una reservadísima entrevista de 50 minutos entre el presidente Onganía y el entonces obispo de la diócesis de Avellaneda. El diálogo habría sido el siguiente:

Onganía: Me preocupa mucho más la actividad que usted está desarrollando que la de todos los partidos políticos juntos. ¿Por qué le pone piedras al gobierno? Su prédica, que se desarrolla en sindicatos de color opositor, tiene sentido político.

Podestá: Me limito a predicar el Evangelio, el Concilio y la Populorum Progressio. Yo no le pongo piedras al gobierno. Hablo de la Populorum Progressio en cualquier lugar que se me invite. Mi deber es concientizar.

Onganía: Se pretende de la revolución lo que ésta no puede dar todavía.

Podestá: Si no tienen nada que darle a los trabajadores por lo menos no hay que quitarles lo poco que ellos todavía tienen.

La entrevista habría finalizado abruptamente. Cada uno —siempre según las versiones— permaneció en su posición irreductible. Quince días después, al regresar de un viaje secreto y relámpago a Roma, Podestá habría confiado a sus amigos más íntimos: "He logrado desbaratar en el Vaticano una sucia maniobra para liquidarme".
Hasta aquí, las versiones. El viernes por la noche, cronistas de SIETE DIAS pudieron hablar con un sacerdote muy allegado a Jerónimo Podestá. Él ex obispo de Avellaneda, hablando con él, casi a nivel de confesión, le habría dicho: "Renuncié para no someterme a una obediencia falsa. Querían cambiar mi actitud ante los problemas sociales argentinos. Para lograrlo no vacilaron en acusarme de concubinato. De haber sido cierto esto último no hubieran logrado alejarme de mis funciones: precisamente Roma, fuente de la discreción, hubiera acallado esas injurias ...".

LOS 5 DIAS DECISIVOS
Cada día de la semana pasada estuvo convulsionado por algún hecho sorprendente. Para llegar a una total comprensión de los vertiginosos acontecimientos que se vivieron en los ambientes eclesiásticos se puede confeccionar la siguiente y sintética agenda:

Lunes: En horas de la tarde, monseñor Podestá reunió a 85 curas de la diócesis de Avellaneda en el colegio San Ignacio de la calle Bragado 64 de esa localidad. Por una de las ventanas del instituto, los periodistas de SIETE DIAS pudieron escuchar parte del largo monólogo con el que el ex obispo de Avellaneda explicó su posición. Dijo Podestá: "Ofrecí mi total sumisión al pedido de Roma pero no sé aún qué actitudes mías los han escandalizado. Muchos me atribuyeron debilidad porque no sancioné debidamente algunas faltas en mis sacerdotes. Yo respondo públicamente ante ustedes que mi actitud ha sido de profundo respeto y confianza hacia todos ustedes. Se me acusó de flojo, de aceptar cualquier lineamiento. Pero no he dejado de afirmar reiteradamente que yo aceptaba y respetaba la multiplicidad de formas que existen dentro de la Iglesia".
Poco después de su alocución, un grupo de sacerdotes afirmó que no aceptaba su actitud de renuncia. En esos instantes comenzaron a originarse tensas situaciones personales. Los ánimos estaban por estallar. Fue entonces cuando un sacerdote agradeció a monseñor Podestá "en nombre de todos los presentes, por ser el único exponente jerárquico de la Iglesia posconciliar en la Argentina". Estas palabras bastaron para que varios grupos de curas abandonaran airadamente la escuela. Adentro quedaron apenas 20, decididos a redactar una carta al Papa Paulo VI acusando "las actividades del nuncio apostólico Umberto Mozzoni y aclarando expresamente que los curas de Avellaneda no cejarían en su apoyo a Podestá".

Martes: A las 12 de este día se procedió a la entrega del Obispado en el Colegio María Auxiliadora de Avellaneda. Durante la ceremonia se leyó un documento de Umberto Mozzoni por el que aceptaba la renuncia de Podestá "haciendo uso del poder que me da la Santa Sede y a la espera de las bulas papales". En la oportunidad habló Podestá: "Hay momentos —dijo— en que crece nuestra alma con actos interiores, con sacrificios, con renunciamientos. Este es uno de ellos...". Fue en esos instantes cuando los combativos curas que apoyaban a Podestá comenzaron a acusarlo de "debilidad, de abandono de posiciones y de sustentarse en una falsa espiritualidad".
El martes por la noche —de 21 a 3 de la madrugada— los cronistas de SIETE DIAS participaron como únicos representantes de la prensa en la reunión convocada para decidir medidas de fuerza en apoyo a Podestá y rechazo a las actividades del nuncio Mozzoni. Había 58 personas entre sacerdotes, representantes de la Juventud Obrera Católica de La Plata, Avellaneda, Quilmes, Bernal, Loreto, Barrio La Fraternidad y Villa Luro; miembros de la Juventud Universitaria Católica, estudiantes del Seminario de Villa Devoto, dirigentes sindicales de Avellaneda y representantes de la Acción Católica, rama masculina. Allí se planearon diversos actos de fuerza. Se redactó también un virulento manifiesto acusando al nuncio Mozzoni y al arzobispo de La Plata, acusado de ser uno de los gestores de la defenestración de Jerónimo Podestá.

Miércoles: Fracasa el primer acto de apoyo a Podestá organizado por la CGT de Avellaneda. Tras algunos escarceos con la policía en la plaza Alsina, un grupo de 100 manifestantes se reúne ante la curia y da vivas melancólicos al ex obispo. Por la tarde se da a publicidad una enérgica declaración de Podestá: "El motivo ocasional por el que me fuera solicitada la renuncia —dice uno de sus párrafos— se funda en el hecho simple para todo hombre de actividad pública de contar con la ayuda de una secretaria . ..". El comunicado sólo crea mayor confusión: ¿Por qué aceptó Podestá esa acusación? ¿Había pruebas concretas que él no podía desdecir? Por la noche del miércoles, reducidos grupos de católicos recorrieron las calles de Avellaneda, pincel y tachos en mano, pitando en los frentes de las casas frases de apoyo al obispo .

Jueves: Muy temprano en la mañana, monseñor Podestá concelebró una misa con monseñor Pironio. Fue en la curia de Avellaneda. A la misma hora, un grupo importante de curas obreros se reunía en lugar céntrico para juzgar su actitud renunciante. "Ahora —habría dicho uno de ellos— nos cortarán la cabeza a todos."
Viernes: Voceros eclesiásticos de Avellaneda hacen saber que la posición de monseñor Eduardo Pironio en el obispado es muy firme. "Se habló de transitoriedad —dijo un sacerdote—, y se dijo que sólo estaría en el cargo 90 días. Hoy puedo asegurar que monseñor Pironio será obispo de Avellaneda por mucho tiempo." Estas suposiciones se basan en la posición "espiritualista y moderada" de Pironio quien, pese a compartir la actitud posconciliar de Podestá no está de acuerdo en mantener su abierta política de acercamiento a los sindicatos. De alguna manera, ésta es también la culminación del proceso Podestá. El ex obispo de Avellaneda, mientras tanto, se encerró el viernes por la noche en la casa de su hermano, en el piso cuarto "B" de la calle Córdoba 937. Con él, estaba su madre, muy enferma.

PODESTA CON SIETE DIAS
A las 16.15 horas del jueves pasado, monseñor Jerónimo Podestá, ex obispo de Avellaneda, acudió a una cita con el cronista de SIETE DIAS. El lugar no fue convencional: la playa de estacionamiento de la avenida 9 de Julio y Córdoba. Paseando entre los automóviles estacionados, el obispo era un manojo de nervios; su traje arrugado, el cuello deshilachado, la barba crecida y unos ojos de chico bueno le daban un aspecto casi místico. Este es el primer diálogo que mantuvo con el periodismo argentino desde su renuncia:
SIETE DIAS: Monseñor Podestá, ¿qué armas tiene usted hoy para defender su actuación como obispo de Avellaneda?
Monseñor PODESTA: Yo soy profundamente católico. Mi norma de conducta, absolutamente límpida y trasparente, es mi mejor arma. Tengo mi conciencia tranquila.
S. D.: ¿Por qué renunció al obispado de Avellaneda?
M. Podestá: Tuve motivos personales para hacerlo. Yo no podía luchar contra todos los intereses que se oponían a mi obispado.
S. D.: ¿Cuáles son esos intereses?
M. Podestá: No quiero hablar, no sé. Estoy muy confundido. Perdone.
S. D.: Pero usted se ha caracterizado por ser un sacerdote combativo...
M. Podestá: Yo no soy un sacerdote combativo. Simplemente cumplo con mi deber: predicar las enseñanzas de Cristo, aceptar el mandato de la Iglesia, respetar las doctrinas del Concilio... Si Cristo murió en la cruz... yo estoy dispuesto a derramar mi sangre... (Al decir esto, monseñor Podestá estaba profundamente conmovido. No pudo ocultarlo. Balbuceaba.)
S. D.: ¿Por qué se oculta?
M. Podestá: Yo no me oculto.
S. D.: ¿Se irá del país?
M. Podestá: No por ahora.
S. D.: ¿Qué piensa hacer?
M. Podestá: Haré un retiro espiritual por varios días.

Revista Siete Días Ilustrados
12.12.1967

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