El OTRO YO DE PUYETA
JORGE LUZ HA CREADO UNO DE LOS PERSONAJES COMICOS DE MAS EXITO EN TELEVISION: LA PUYETA ADORNA DE VIDELA, PERIODISTA BASTANTE SNOB QUE QUIERE SER ORIGINAL Y MULTIPLICA LOS LUGARES COMUNES. SUS ENTREVISTAS SIEMPRE TERMINAN MAL PERO EL PERSONAJE TIENE UN ROSTRO REAL, LA PUYETA VIDELA DORNA, GRAN AMIGA DE JORGE, CUATRO HIJOS, CUATRO NIETOS, Y EL SENTIDO DEL HUMOR SUFICIENTE COMO PARA REIRSE DE SU PROPIA CARICATURA. LA AUTENTICA Y LA TELEVISIVA JUNTAS.

"Decime, ¿te sentís realizada?". Jorge Luz se ríe de nuestra propia carcajada. Vuelve a impostar la voz, frunce los labios y otra vez es la Puyeta Adorna de Videla, la periodista semicursi y bastante snob que en el programa "La Baranda" se ha constituido en uno de los más resonantes éxitos de nuestra televisión. Puyeta es la periodista bienuda, pelo renegrido, con raya al medio, que quiere ser original en sus reportajes, pero no hace más que echar mano a todos los chiches y lugares comunes que terminan con alguna pregunta superindiscreta. El reporteado, siempre algún actor o personaje famoso que colabora con Jorge Luz, se retira indignado y a los gritos.
"Me divierto como loca con la Puyeta". Al lado de Jorge, nada menos que la vera Puyeta Videla Dorna, con el pelo negro partido por la raya al medio, periodista y divertidísima por la caricatura de su amigo Jorge Luz. "Yo misma le dije que le pusiera Adorna de Videla para que no hubiera problemas con la familia. Pero estoy encantada con el trabajo de Jorge. No me molesta".
Este reportaje insólito a un personaje famoso y a la personalidad que lo inspiró, le dio vida, comienza en un camarín del Maipo,
tapizado de fotografías que son parte de la pared. Jorge Luz conserva aún restos del maquillaje; envuelto en una bata, muy amable, muy cansado. Además de las dos funciones diarias en el teatro (tres los sábado y domingo) tiene las grabaciones de "Domingos 69" y "La Baranda".
—Apenas tengo tiempo para dormir.
—¿Cómo nació la Puyeta?
Su rostro lleno de las caras de sus personajes queda vacío por un instante. Aparece entonces la Puyeta, con el gesto, con la voz, y nos dice:
—¡Ay! ¿Vienen en nombre del cuarto poder?
—Puyeta existe, ya la conocieron. Cuando me la presentaron enseguida me hizo mucha gracia el nombre. Así que lo empecé a utilizar en un programa del canal 9 que se llamaba "La hostería encantada". Yo hacia una vieja que era la madre de la Puyeta. Pero el personaje de la periodista se me ocurrió después. Me inspiré en la verdadera Puyeta por su manera de hablar y por ciertas cosas que dice. Puyeta es una gran persona. Lo tomó con mucho humor y ella misma me hizo sugerencias.
—Fue todo un éxito. . .
—Sí, enorme. Yo creo que un personaje se mete en el público
cuando a uno lo identifican con él. Me ven por la calle y dicen: "ahí va la Puyeta", por ejemplo. Además todo el sketch es creación mía. Es totalmente improvisado.
—¿Y los invitados nunca se ofenden de veras?
—No, nunca. Pero en general prefiero que sea una persona seria. Cuando es un actor cómico no sabe muy bien cómo tiene que comportarse. No quiere competir en ese momento conmigo por una cuestión de ética, y entonces se cuidan un poco de lo que hacen o dicen, quitándose sin querer espontaneidad.
—¿Qué es lo que más le divierte a usted de su personaje?
—Bueno, primero sus preguntas remanidas, tales como: "¿te sentís realizado?", con las que le va dando al reportaje un tono sumamente formal, para salirse de repente con un "Callate, que todo el mundo sabe que sos de rapiña", o "¿Es cierto que todas las noches dormís en una comisaría distinta?"
—¿Qué tienen en común todos sus personajes?
—Creo que lo fundamental es que no son personajes dislocados. Tienen una coherencia. Cuando yo hacia a la vieja Etelvina Lapizlásuli Iturriberri, viuda de Menéndez Tareti (un poco la predecesora de la Puyeta), me encontraba con gente que me decía: "Te juro que tengo una tía que es igual."
—¿La Puyeta viene a ser el personaje que se contrapone a "Las Chusmas"? (otro éxito de Jorge Luz en "Domingos 69").
—Sí. Creo que a la gente le divierte mucho el contraste. Lo fundamental para crear uno de mis muñecos es la observación. A la gente le gusta ver seres reales caricaturizados.
Mientras tanto se empieza a cambiar. Un vestido chillón, una peluca rubia con un moño horroroso, pestañas postizas y mucho rouge. En un minuto estaba lista La Chusma.
—Un día iba por la calle y me paró una señora que estaba baldeando la vereda, hablando a los gritos con la vecina, con chancletas y zoquetes y llena de ruleros, y me dijo: (pone cara, pone voz chillona) "¡Aia! Yo no sé de dónde saca usted tantas cosas para hacer La Chusma. ¡Que imaginación!
Jorge se asoma al pasillo y le grita a una chica que pasa: ¡Chusma! ¡Mundicia!, y nos vamos muertos de risa a buscar a la verdadera Puyeta.
La encontramos en su casa de Avenida Libertador al 2400. Nos
espera tarde, a las 11 de la noche.
—Pasen. En el dormitorio vamos a estar más cómodos. ¿Whisky? ¡Ay! ¿Las fotos van a ser en color? ¿No? Qué pena. No van a salir las cortinas tan monas que hice yo misma. ¿Me van a sacar fotos así de repente? ¡Ay! Qué horror. ¡Suelen ser tan traicioneras!
Por la ventana del décimo piso se ve Palermo y entran ráfagas de viento. Puyeta explica que su vida es una trayectoria "agitada y alternada". Los ojos, como metidos en la cara, podrían ser terribles si no fuera porque su actitud alegre y jocosa los hacen suaves y tiernos. Empieza a hablar y uno enseguida tiene la sensación de que no la va a detener nada ni nadie. Pero dan ganas de escucharla.
—Tuve cátedras de taquigrafía, fui modelo y también periodista. Empecé a trabajar en televisión cuando solamente existía el canal 7, y déjenme que les cuente, porque es una anécdota increíble. Y se empieza a reír ya pensando en lo que se va a reír cuando llegue lo más gracioso. Le encendemos un cigarrillo.
—Mercí. Mercí.
Se ajusta el pañuelo que le sujeta el pelo negrísimo en la nuca. Se baja un poco el ruedo del vestido de algodón blanco y celeste. Levanta las cejas perfectamente dibujadas con lápiz negro, respira hondo y empieza a contarnos.
—Bueno, yo siempre dije que las cosas vienen detrás mío y que no es que yo vaya detrás de las cosas. Resulta que era un carnaval, y veníamos de un baile. ¡Ah! ¡Yo en un baile me divierto como una atacada! Y estábamos en La Bordalesa, ya saben cómo son esas cosas; había un gran montón de amigos, y bueno, al fin alguien dijo: Puyi, cantá. Porque yo canto muy bien, tangos sobre todo. Además hago imitaciones. Pero no se imaginan. Lo hago exacto. Son de morirse de risa. De llorar con pañuelo. Bueno, hasta que al fin saqué a bailar al maitre porque hasta habían traído una guitarra y todo el mundo se mataba de risa y resulta que al lado nuestro había una mesa con dos parejas que miraban todo el tiempo y se divertían muchísimo. Al fin, cuando nos íbamos, —a las ocho de la mañana— uno de los señores me preguntó quién era. Puyeta Videla Dorna, le dije. Mucho gusto, me dijo; yo soy gerente general de canal 7. ¿Qué está haciendo ahora? —me preguntó—. A punto de hombrear bolsas en el puerto —le contesté.
—Total que me dijo que con mis condiciones artísticas no podía ser que no estuviera haciendo nada y al fin me citó para ir al canal, donde me tiró con un libreto de nueve páginas que me tenía que aprender para el otro día.
Toma aliento, enciende un cigarrillo. Nuevos "mercí" y continúa.
—Bueno, me aprendí la letra de memoria y caí al canal como un aerolito. Me tomé un Placidón y "buenas, —dije—, "soy la nueva." Me plantaron delante de las cámaras y arranqué, ¡qué parte! Pero cuando terminé apareció el director gritando: ¡Usted no existe! ¡Es una maravilla!, y, resultado, me quedé. El programa duró ocho meses.
—Y ¿el programa en qué consistía?
—Se llamaba "Momento Femenino". Pero el libro era un caché, no se imaginan. Yo enseñaba cómo comportarse, cómo hablar, cómo. .. ¡qué sé yo! ¡Cualquier cosa enseñaba! Al fin empecé a inventar los libretos yo, porque esos cacherios no los iba a decir, así que al fin me convertí en libretista también.
Puyeta tiene cuatro hijos y cuatro nietos. —Pero pongan que en realidad soy muy jovencita. —Nuevo ataque de risa.
—¿Y Puyeta qué hace ahora?
—Tengo una mensajería. Y también diseño modas. Y tengo proyectado un programa de televisión.
Corre a buscar unos papeles y se pone un par de anteojos.
—No digan que soy miope. Digan que los compré cuando fui a Europa para no perderme ningún detalle.
Nos lee el plan del programa. Es un programa femenino muy completo, que incluye lecciones de "maquillage" (bien pronunciado en francés) y un psiquiatra infantil (bien pronunciada la p.).
—Yo fui la primera persona en la Argentina que empezó a utilizar material filmado en televisión, además de haber hecho hace una punta de años eso de los desfiles de modelos bailando.
Puyeta sigue hablando de todo un poco. En vez de "no importa" dice "no existe" o "nada que ver" Si alguien está loco, dice que "anda con las poleas cortadas".
Nos contó también —se arrepintió un poquito después—, que por un tiempo fue empresaria de revistas en el teatro Florida, junto con Miriam Sucre. Ellas también cantaban y bailaban, pero se fundieron.
—Eso sí, nos divertimos como atacadas.
El sobrenombre de Puyeta se lo puso un camarero napolitano que había en el hotel Savoy, donde paraban cuando venían de la estancia.
La llamaba Pulleta, que en italiano quiere decir pulguita. Y al fin le quedó Puyeta.
—No saben las desventajas de tener un sobrenombre tan original. Una nunca puede pasar desapercibida.
—¿Y qué piensa Puyeta Videla Dorna de la otra Puyeta?
—¡Ah! Me encanta la idea. La Puyeta de Jorge es un poco mi otro yo. Es también un poco lo que yo quisiera hacer. Me encantaría hacer payasadas en el Maipo, por ejemplo. Soy una burguesa, pero quiero ser lo menos formal posible. Me encanta lo insólito. Me encanta que la gente se divierta. Soy la primera admiradora de Puyeta Adorna de Videla y de Jorge Luz.
Mara Sala
Fotos: Alvarado y Galata

 

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