JUAN JOSE PIZZUTI
SOLTERITO EN APUROS

"Cuando empecé a jugar al fútbol, en la quinta división de Banfield, a los 12 años sobraban pelotas de trapo y potreros para patear", suele recordar este porteño de 40 años de edad, 73 kilos de peso y 1,68 metros de estatura. A esta altura, su nombre Juan José Pizzuti, ("Con dos zetas y una te porque soy tano, pero tano de los del sur", tal cual agrega) suena como el de uno de los tres directores técnicos más respetados del ambiente futbolístico nacional, junto a los de Osvaldo Zubeldía y Renato Cesarini.
Juan José Pizzuti

En los últimos 36 meses creó, a partir de la nada, el plantel del primer campeón mundial de fútbol argentino: Racing. En ese lapso su equipo obtuvo dos primeros puestos, logró la Copa de Campeones de América y del Mundo, produjo notables series invictas y de efectividad, aún no igualadas.
Como desde que nació bajo el signo de Tauro, Juan José Pizzuti sigue viviendo (es soltero: un solterón empedernido, para más datos) en el barrio de Barracas, en Buenos Aires. Sus únicos hobbys son leer libros referidos al fútbol ("El mejor de todos es Hola, mister, el que escribió Alejandro Seopelli, por su buena intención") y de vez en cuantío trepar a una tertulia en el Teatro Colón, siempre y cuando el programa anuncie una ópera italiana.
Pizzuti, que se retiró de la practica activa hacia 1964 (tras pasar por Banfield, River, Racing, Boca, Rácing y Boca, respectivamente) es socio en una ferretería industrial, ubicada en el barrio sur de Buenos Aires, a donde llega montado en su Fiat 1500 gris, puntualmente, cada tarde a partir de las 14.
Últimamente, Racing declinó su rendimiento futbolístico y la opinión pública comenzó a preguntarse sobre el futuro del campeón del mundo.
Un torneo disputado en los primeros meses de 1968, en Chile, fue la piedra de la discordia: los diarios (algunos diarios) alimentaron la incertidumbre general. Para colmo, dos de los jugadores que habían contribuido a la obtención del campeonato mundial (el half Oscar Martín, 34 años; el interior izquierdo Juan José Rodríguez, 31 años) fueron declarados libres por decisión de Pizzuti. En venganza, tal vez, se dedicaron a agitar los sucios trapitos del despecho. Lo menos que dijeron sobre Pizzuti fue que hacía sufrir a los jugadores, que lentamente destruía el grupo humano, que era un tirano
EXTRA: ¿Usted es realmente un tirano o quienes lo acusan sangran por la herida?
JUAN JOSE PIZZUTI: Yo no me ocupo de llorones. Cuando el fútbol llega a su término hay que echar la vista hacia atrás y aceptarlo. Cuando yo llegué a Racing el señor Rodríguez estaba en la reserva y el señor Martin no tenía un peso. Ni él ni nadie, porque el plantel no cobraba desde hacia varios meses. Y ahora están llenos de plata. Usted se da cuenta que clase de gente será este Rodríguez que esperó a que yo estuviera afuera para hablar. Pese a todo lo que digan el grupo humano se mantiene. Y se va a mantener.
E.: ¿Por qué causa dejó libres a Martín y a Rodríguez?
JJP.: A Martín porque había terminado su ciclo y al otro porque tenía ese puesto bien cubierto por Salomone.
E.: Perfecto. Pero, ¿para qué esperó tanto tiempo en lo que respeta a la decisión de Rodríguez? ¿Buscaba perjudicarlo especialmente?
JJP.: En absoluto. El pase libre se lo ofrecí en Chile e incluso, le aclaré que no lo estaba echando. "Si usted quiere puede quedarse, a mí no me molesta", le dije, pero me parecía que podría ubicarse perfectamente en algún otro club. Ahora está en Quilmes: le dieron 1.500.000 pesos en la mano pero, claro, eso no lo dice.
E.: Rodríguez afirmó incluso que algunos jugadores del plantel hasta tuvieron intención de agredirlo a usted. ¿Es cierto?
JJP.: Que yo le diga no, ahora, que eso es una infamia, no tendría ningún valor. Pero le propongo que consulte uno a uno a los jugadores o mejor, que hagamos un debate público para aclarar si hay alguien que me quiera pegar.
E.: Mucha gente (periodistas, en especial) que lo tratan con frecuencia asegura que usted es hosco, que se afana para tratar muy mala la gente, que se ríe poco, que es, en fin, un amargado. ¿Qué opina al respecto?
JJP.: Pero, ¿que pretenden, que sea un monito? Le confieso: yo no vi tantos periodistas como los que hay ahora. Entonces les explico:
ustedes son 20 y yo, uno solito. Dejen trabajar a los que trabajan en serio y cumplan las órdenes. Al jugador se lo puede ver antes o después del entrenamiento, nunca durante. No se puede hablar con él hasta que no se haya tranquilizado, después de finalizar el partido. Pero no; los periodistas quieren hacer lo que se les da la gana. No van a tener nada de suerte, porque por ahora en mi casa mando yo.
E.: Se lo ve nervioso. Dicen que está histérico, porque a esta edad todavía es soltero. ¿Por qué no se casó?
JJP.: Y, a lo mejor porque me gustan todas. O porque no me gusta ninguna.
E.: Decían que alguna vez supe ser el novio de la célebre Tita, la hija del canchero de Racing.
JJP.: Ja ja ja ja ja ja ja. Es un invento. Como el de la vedette. ¿No lo leyó?
E.: Si. Pero, ¿qué ocurrió realmente?
JJP.: Nada. Que al final les tuve que poner un abogado y hacerles juicio. Era una chica que conocí en una fiesta, dos veces la vi en mi vida. ¡Si por lo menos hubiera pasado algo.!
E.: Para estructurar al equipo de José improvisó por lo menos a media docena de jugadores. Los buenos resultados posteriores qué indican: ¿que es un hombre de mucha suerte o que realmente sabe de este juego?
JJP.: Suerte, no hubo. En esas circunstancias sí que fui un tirano. Se trabajó a muerte. Entre nosotros: el jugador argentino es muy buena persona, gambetea corto y muy bien, pero, lamentablemente es hijo del rigor. En los últimos años, por suerte, están entrando en la onda real: que sin sacrificio no se consigue nada.
E.: Al octogonal disputado en enero pasado en Chile, Racing concurrió pésimamente entrenado en contra de la opinión de su equipo técnico. ¿Ese hecho no representa una clara invasión de los dirigentes en sus jurisdicciones, un viejo vicio que usted aseguró no iba a tolerar?
JJP.: Lo de Chile fue un compromiso firmado con muchos meses de anterioridad y no se pudo esquivar. A propósito: antes de la partida yo me reuní con los dirigentes y les anticipé un resultado nada feliz; el mismo preparador físico envió una nota advirtiendo las probables consecuencias. Pero no hubo nada que hacer y entonces dije: "bueno, vamos". Pero el que armó todo el lio fue el mocoso ese, el periodista Monzo, que La Razón envió a Chile. La Razón, siempre nos tira a matar. La gente que escribe en ese diario cree que se las sabe todas. Cesarini hace 30 años que está en esto y se equivoca; yo hace 20 y me falta un montón. Ellos con cuatro años de tablón se creen que son la Biblia.
E.: Otra cosa que prometió en vano. Aseguró a mitad de 1967 que cualquiera fuera el resultado dejaría a Racing a fines de ese año.
JJP.: Primero que jamás dije tal cosa. Segundo, que es algo muy elástico. Porque si en el 68 tenemos la suerte de repetir, Racing me seguirá pagando millones.
E.: Diez, por ejemplo. Como los que va a ganar, durante el año.
JJP.: ¿Tanto? ;No me diga! Todavía no me fijé en el sobre, no lo conté. Pero hay técnicos que ganan más que yo, sin haber hecho nada todavía.
E.: ¿Es cierto que se lleva mal con los actuales dirigentes, que otro era su trato con la gente que capitaneaba Saccol?
JJP.: Con los dirigentes tuve y tengo escaso trato, salvo con los señores Cúneo y Prieto, mis contactos de la subcomisión de fútbol profesional. Eso no quita que no si fuera un tirano no hablaría con nadie y, como ve, yo estoy muy abierto al diálogo.
E.: ¿Qué ocurriría con Pizzuti si Racing llega a fracasar en este campeonato?
JJP.: ¿A qué llama andar mal? Ultimo, estoy seguro, no va a salir. Va a andar bien.
E.: ¿Usted es hincha de Racing o de Boca, como se comenta?
JJP.: Hincha de Racing. Imagínese: los mejores años de mi vida los he pasado en ese club. Como jugador y como técnico.
E.: Realmente. Lo único, que le falta es casarse.
JJP.: Oiga, viejito: ¿tiene alguna hermana para presentarme, que me lo pregunta tanto?
E.: Exactamente una hermana no. Tengo una tía vieja, hincha de Lanús.
JJP.: ¡Bah! Si se casó Tucho Méndez a los 46, yo con mis 40 todavía tengo esperanzas.
Revista Extra
abril 1968

 

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