No fue necesaria una revolución cultural ni una
exhaustiva campaña de educación ideológica. Bastó
con que un periodista propusiera la idea a un
editor; así, en algo más de dos meses, Juan
Domingo Perón pudo tener —como Mao Tsé-tung, según
sus partidarios más radicalizados, un viejo amigo—
su propio Libro Rojo. El pequeño tomo, que respeta
el formato y las características físicas de su
modelo chino, inundó la semana pasada las
librerías porteñas, y en un par de días después,
la editorial A. Peña Lillo podía ufanarse de una
venta poco menos que arrasadora en las zonas
aledañas a algunas facultades porteñas (por
ejemplo Ingeniería, Ciencias Exactas y Filosofía y
Letras). ¿Acaso se trata de una biblia
peronista? No es para tanto: "Por supuesto, este
libro —que es, como se ha dicho, una guía—, no
pretende reemplazar la lectura de las obras
completas que se han tomado como base", previene
el prólogo del editor. La idea parece, pues,
convertir al Libro Rojo de Perón en una suerte de
compendio del pensamiento del líder justicialista,
pese a que no se sabe si el propio JDP aprobaría
la síntesis. Un procedimiento que reconoce
precedentes: Le petit livre rouge du General De
Gaulle; The Red Book, de Lyndon Johnson; el Libro
Verde, de Joseph Mobutu, y el propio antecedente
maoísta. Aun cuando no pretenda ser una
herramienta doctrinaria, el Libro Rojo de Perón
sigue textualmente el índice del pionero chino
(como en aquél, los capítulos se titulan El
tratamiento correcto de las contradicciones en el
seno del pueblo; Clases y lucha de clases; Línea
de masas; Crítica y autocrítica y otros). Sin
embargo, lo que en el libro chino son citas
especialmente pensadas y coordinadas para producir
un sencillo, masivo y fácilmente asimilable
proceso de educación ideológica, en el intento
argentino se remite a extractos de párrafos
contenidos en libros, reportajes y discursos.
La idea de realizar el libro y la tarea de
compilar el material correspondieron a Sonia
Pascual (foto), una abogada porteña que matiza
su profesión con el ejercicio del periodismo
(desde hace seis años es la responsable de Séptima
Jornada, un programa de comentarios y reportajes
políticos que se emite por una radioemisora
sanjuanina). En noviembre último, la autora
propuso el proyecto a Peña Lillo. En los primeros
días de marzo el tomo ganaba la calle.
Precisamente entonces Siete Días desgranó con
Sonia Pascual el siguiente diálogo: —¿Qué
motivó la idea de hacer este Libro Rojo? ¿La
intención de reproducir en la Argentina el
fenómeno producido en China con los pensamientos
de Mao? —Bueno, no exactamente. Incluso yo no
sé si ahora estará de moda el libro de Mao en
China, porque no sé qué importancia cultural puede
tener una vez desaparecido Lin Piao. Yo tenía los
dos libros, el de Mao y el de De Gaulle, y notaba
una gran diferencia entre ambos. Lo importante en
el Libro Rojo del líder chino es su método, que lo
convierte para los comunistas casi en una doctrina
de vida. El de De Gaulle es totalmente distinto;
se trata de una especie de enciclopedia que pasa
revista a los temas sobre los que habló el
estadista francés. Yo al Libro Rojo de Perón podía
haberlo enfocado desde varios puntos de vista: por
ejemplo el de sus obsesiones, como la que siente
por el caudillismo. Pero esos temas no los toqué,
porque desde el punto de vista doctrinario no me
parecían importantes. Compilé los trozos con
importancia doctrinaria. —¿A qué se debe la
puntillosa similitud con que fue seguido el Índice
del Libro Rojo de Mao? Porque el libro chino tiene
un objetivo concreto que no sé si es el mismo del
que usted preparó: es decir, se trataba de
promover la educación política de 700 millones de
chinos ... —Por supuesto, la idea mía era
distinta. Intenté obtener de Perón el definirse en
una serie de temas a través de sus propias
palabras. Porque todo el mundo habla de Perón como
si fuera siempre el mismo: en el 45, en el 55, en
el 73. Y no es así: Perón cambia. Entonces este
libro muestra un poco las contradicciones de Perón
a través de distintas épocas. —Pero,
concretamente, el Libro Rojo de Mao fue un
instrumento político. ¿Qué será el de Perón?
—El libro de Mao era, en efecto, un instrumento
político y estaba hecho por políticos; Lin Piao lo
quería utilizar en ese sentido. Esto no, esto es
una mera referencia para aquellos que quieran
saber qué piensa Perón acerca de diversos temas de
importancia. —El que usted preparó no es,
entonces, un libro peronista... —Es para
peronistas y para no peronistas. No es ni un
resumen de las obras completas ni un libro de
doctrina. Se limita simplemente a destacar algunos
puntos claves en el pensamiento de Perón.
—¿Cómo cree que llegará el libro a los peronistas?
¿No pueden afectarlos las connotaciones que
algunos pensamientos de su líder tomen fuera del
contexto en que fueron emitidos? —Pienso que
les llegará bien, que no puede contrariarlos.
Además la gente que vota al Frejuli o que espera
un gobierno peronista, tiene que conocer las ideas
de ese movimiento. —¿Por qué le interesó
precisamente Perón? —Porque no hay en la
Argentina otro personaje como él. —¿Existen
afinidades ideológicas entre usted y el peronismo?
—No, ninguna. No he tenido nunca militancia
política. Tampoco me satisfacen las opciones
existentes en este momento. —Usted tomó como
parámetros los libros de Mao y de De Gaulle. Ahora
bien: De Gaulle apareció siempre —incluso él se
autodenominó así y ello se vió en las elecciones
que siguieron a los sucesos de mayo de 1968— como
una barrera frente al avance de las izquierdas.
Mao, por su parte, encabezó una revolución
socialista. Usted, a través de su trabajo para la
realización del Libro Rojo de Perón: ¿cerca de
quién ubica al líder justicialista? —Cerca de
De Gaulle. Perón es una barrera contra la
izquierda. Lo que sigue es un extracto de las
citas incluidas en el Libro Rojo de Perón. Las
mismas se traducen textualmente con la indicación
de los textos de donde, a su vez, fueron
extractadas por la compiladora. • Creía que la
lucha de clases es un agente de destrucción y no
de construcción, y para que la humanidad vaya a un
puerto seguro, no lo será nunca por el sistema de
destrucción; lo será siempre por el de la
construcción (De Manual de Conducción, 1951, p.
298). • En muchas cosas (los chinos) piensan
como nosotros, y no se puede negar que Mao
Tsé-tung es el gran Mao, como he dicho ya varias
veces. (De Mayoría, 28 de enero de 1973, pág. 11.)
• Ningún peronista debe sentirse más de lo que es
ni menos de lo que debe ser. Cuando un peronista
comienza a sentirse más de lo que es, comienza a
convertirse en oligarca. (De un discurso
pronunciado el 17 de octubre de 1950.) • No
será problema tampoco liberarse de los yankis. Yo
lo hice una vez de los ingleses y de los yankis
juntos. (De Mayoría, 14 de enero de 1973.) • Si
nos dejan, actuamos legalmente; si no tendremos la
ventaja de hacerlo ¡legalmente, donde nos
agrandaremos. (De La fuerza es el derecho de las
bestias, pág. 22.) • Señores: el pueblo ha de
equivocarse muchas veces, pero, desgraciadamente,
ésa es la única escuela que le va a enseñar a
elegir bien, porque si se los elijo yo, que
también me puedo equivocar, no aprenderá nunca a
elegir a sus hombres. Hay que dejar que el pueblo
elija; si se equivoca, peor para él. (De un
discurso, 25 de julio de 1949.) • Normalmente
las ideologías no cambian sino en largos períodos
de la historia; ha habido ideologías para la Edad
Media, ha habido para la etapa capitalista, hay
ahora una para la etapa socialista ... en fin,
pero duran siglos las ideologías. (Del testimonio
fílmico realizado por el grupo Cine Liberación.)
• Preparar a los dirigentes para la nueva etapa.
Ese es el trasvasamiento generacional del que
nosotros hablamos. Yo siempre les digo que le
metan nomás. ¡Porque peor que nosotros, los
viejos, no lo van a hacer! Vea el mundo que les
dejamos: por macanas que hagan, peor de lo que
nosotros hemos hecho, no lo van a hacer. (Del
testimonio fílmico realizado por el grupo Cine
Liberación.) • Tan distante del uno como del
otro de los imperialismos dominantes, lógicamente,
el Tercer Mundo está en la tercera posición. La
evolución de la Humanidad ha ido hacia
integraciones mayores: del hombre a la familia, la
tribu, el Estado primitivo, el Estado feudal, la
nacionalidad, que hemos vivido los de mi
generación. Ahora ustedes vivirán la etapa que
sigue: continentalismo. Y es posible que sus
nietos y sus bisnietos lleguen a la futura y
última generación, que es el universalismo como
aspiración de una Humanidad realizada. (Del
testimonio fílmico realizado por el grupo Cine
Liberación.) • También conviene al capitalismo
adoptar nuestro sistema. Y cuando los
justicialistas podamos ofrecer al mundo nuestra
nueva teoría y los capitalistas sepan que por esta
nueva teoría ganan más, la aceptarán, porque ellos
lo que quieren es ganar más. Esto es lo que hay
que ir realizando. Nosotros no convenceremos al
mundo capitalista para que abandone las formas que
el capitalismo ha establecido sobre la miseria,
diciéndole que es necesaria cambiarlo por otro
sistema de abundancia; con palabras no los
convenceremos nunca. Cuando los capitalistas
descubran que ganan más con nuestro sistema, no
tengan la menor duda de que lo aceptarán y serán
sus defensores. Y habremos resuelto sus problemas
y habremos resuelto el problema que más nos
interesa, que es el que afecta a los pueblos. (De
Conducción Política,...) • A mí me tomaron a
los quince años en el Colegio Militar; me
enseñaron la disciplina, me sometieron a ella; me
dieron los conocimientos militares necesarios y me
dejaron listo para que fuera a mandar... Ejercí
durante cuarenta años la disciplina mandando y
obedeciendo... Cada vez que fui a hacerme cargo de
un puesto de responsabilidad, me dieron un número
de hombres, mi grado y el código de justicia
militar... Yo mandé, y todo el mundo obedeció...
Bien: yo trasladé eso a mi nuevo oficio, el de
gobernar, y empecé a apreciar la situación: aquí
los hombres no me los dan; aquí me los tengo que
ganar yo... "...están a sus órdenes". No, están a
mis órdenes aquellos que me gano yo, que es otra
cosa... Segundo asunto: No tengo el grado.
Tercero: No tengo el código. De manera que esto es
otra cosa. (De Conducción política, página 330.)
• La existencia de una Rusia comunista no sería un
peligro en un mundo justicialista. Pero aun
desaparecida Rusia el comunismo sería temible para
un mundo capitalista. Todos estamos de acuerdo en
oponernos al comunismo en el orden interno, pero
nadie estaría convencido de la eficacia,
conveniencia o necesidad de hacerlo mediante otra
guerra mundial que, como remedio, puede resultar
peor que la enfermedad. (De Los vendepatria, pág.
185.) • Para los pueblos el problema se
presenta como el nacimiento de un nuevo
imperialismo que reemplazará al anglosajón que
llega a su fin. Varios siglos de dominio lo han
desgastado y desprestigiado frente a los pueblos,
que ahora comienzan a preguntarse si el nuevo
imperialismo soviético podrá ser mejor o peor que
el que la humanidad ha soportado durante los
últimos siglos. Esa es la realidad, aunque muchos
la oculten o tengan temor de expresarla. (De Los
vendepatria, pág. 156.) • Otro mal,
desgraciadamente algo difundido, es la murmuración
y la difusión de rumores contra los peronistas por
los propios peronistas. He dicho muchas veces que
para un peronista no debe haber nada mejor que
otro peronista. Ello no quiere decir que han de
taparse las malas acciones de los peronistas, pero
el procedimiento es otro. Cuando un mal peronista
comete una mala acción, hay que llamarlo y
decirle: "Vea, señor, usted ha cometido esta mala
acción". Pero hay que decírselo a él y no
difundirlo por ahí. Lo más conveniente, cuando a
un peronista le traen una murmuración o una
difamación de otro peronista, es decirle a ese
señor si se anima a repetirla delante de él. Si no
lo hace es un miserable... Señores: cuando yo
llegué a la Casa de Gobierno, venía todos los días
algún informante oficioso a traerme algún chisme
de cualquier naturaleza. Yo terminé con los
chismes diciéndoles: "¿Es cierto?". "Sí, señor",
me contestaban. "Entonces —le decía yo— siéntese,
escríbalo y fírmelo." Se acabaron las
informaciones... Por eso hemos creado en la Casa
de Gobierno una dirección que se llama "Control de
Estado". Cuando alguien tiene alguna denuncia que
hacer contra la honorabilidad, la honradez o el
procedimiento de un funcionario va a "Control de
Estado", la escribe y la firma, y yo la paso a la
Justicia. Así aquél se debe ver con el otro en la
Justicia. (Del discurso del 25 de julio de 1949.)
• Primero hay que formar esa masa. Sobre ella
edificar y, al final, en el vértice de la
pirámide, ahí va a estar el conductor, y esa masa
lo va a llevar al conductor cuando el conductor no
pueda llevarla a ella, porque la conducción no se
hace sólo por medio del conductor. (De Conducción
política, pág. 31.) • La doctrina ha de estar
por sobre los hombres, porque los hombres mueren y
la doctrina no. El día más feliz de mi vida sería
aquel en que un peronista me criticara haber
violado la doctrina, porque en ese momento
comprobaría fehacientemente que la doctrina ha
llegado a estar por sobre el hombre. (De Enseñar
con la palabra y educar con el ejemplo.) •
Peronista, para mí, como conductor del Movimiento,
es todo aquel que cumple la ideología y la
doctrina peronistas. Por otra parte, nosotros esto
lo hemos aclarado bien en el Movimiento: hay un
decálogo peronista, que dice cuáles son las diez
condiciones básicas que debe llenar un hombre para
ser, sentirse y poderse decir peronista. (Del
testimonio fílmico realizado por el grupo Cine
Liberación.) • El peronismo desea la unidad
nacional y no la lucha. Desea héroes y no
mártires. (De Sobre las verdades fundamentales del
justicialismo, discurso pronunciado el 17 de
octubre de 1950.) Revista Siete Días Ilustrados
12.03.1973
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