Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Argentina no tendrá villas miseria
Nacidas de problemas nunca resueltos, las villas de emergencia son un mal crónico en la Argentina. En el nuevo plan de erradicación tienen un destacado papel los organismos militares

Hace un cuarto de siglo que se las llama "villas de emergencia". Según estimaciones extraoficiales las habitan cerca de un millón de argentinos, bolivianos, paraguayos y chilenos. Donde hay una gran ciudad, alrededor de las zonas fabriles, crecen sus chozas de madera y zinc sobre el piso de barro. No son viviendas; son habitáculos precarios, superpoblados, promiscuos, antihigiénicos. De vez en cuando un incendio o una inundación las arrasa inclementemente. Pero poco tiempo después vuelven a crecer incansables, obstinadas, como una enfermedad crónica. La gente las bautizó gráficamente: son las "villas miseria".

UNA SOCIEDAD PARALELA
¿Qué gobierno no soñó con la desaparición, casi mágica, de las villas? ¿Qué intendente no deseó que esos barrios fueran, realmente, de emergencia? En el desván de los proyectos frustrados se acumulan decenas de planes de erradicación. "No somos sobrenaturales", confiesan los urbanistas. Y agregan: "Sin desarrollo económico y, sobre todo, sin un incremento de la calidad y la cantidad de las construcciones no podrá solucionarse realmente el problema de la vivienda, del cual las villas son sólo una manifestación".
El déficit habitacional argentino es de alrededor de dos millones de unidades y cerca del 40 % está radicado en el conglomerado urbano del Gran Buenos Aires. A un costo promedio de un millón de pesos la unidad su eliminación demandaría invertir dos billones de pesos, la mitad del producto bruto interno y el doble de la deuda externa argentina. Cada año el déficit crece en 150.000 unidades.
La población con escasos recursos constituye las tres cuartas partes de los afectados por la falta de viviendas. Los precios sólo son accesibles a la cuarta parte restante, que es la única para la que, en la práctica, se construye.
Las consecuencias de esta situación son no sólo la proliferación de las "villas", sino el creciente hacinamiento urbano y la formación de verdaderas sociedades paralelas, con leyes y costumbres propias, aisladas del contexto circundante por sutiles barreras sociales o infranqueables vallas materiales.

EL ULTIMO PLAN
Cuando las inundaciones del año pasado dejaron a innumerables familias sin hogar y despejaron los terrenos antes ocupados por varias villas, la Secretaría de Vivienda lanzó un nuevo desafío a décadas de fracasos. Su plan de erradicación para el Gran Buenos Aires comprende la construcción de 8.000 viviendas transitorias con una inversión de 1200 millones de pesos, incluidos los trabajos de infraestructura, a un costo de 150.000 pesos por unidad.
Los 15 metros cuadrados de superficie cubierta de estas viviendas abarcarán dos habitaciones, cocina y baño. Cada manzana de 128 familias será asistida por un equipo especial de asistentes sociales, encargado de controlar y ayudar a la preparación psicológica para el traspaso a la vivienda definitiva. Los pobladores de estas nuevas villas de emergencia que cuenten ya con un terreno, podrán optar por un crédito de 300.000 pesos para terminar de pagarlo y construir una casa sencilla. Estos recibirán una cáscara de vivienda (elementos prefabricados de materiales imperecederos que solamente proveen la estructura básica de paredes y techo), y en base a su trabajo y a sus ahorros terminarán de construirlas.
Para las viviendas transitorias se han buscado terrenos fiscales bajo jurisdicción de los municipios, que podrán desalojar a cualquier individuo o familia con las fuerzas de seguridad si se hiciera necesario. Anualmente 8.000 familias serán trasladadas de las villas de emergencia a las viviendas transitorias, donde permanecerán un año a la espera de que se construyan las definitivas.
Los que teniendo ahorros suficientes no posean terrenos en propiedad necesitarán la provisión de una vivienda lista y en condiciones de ser habitada, es decir, con tierra e infraestructura. En estos casos se otorgará una financiación que, como en el caso anterior, los beneficiados deberán devolver íntegramente.
Pero el grupo más numeroso, calculado por las autoridades en un 60 por ciento del total de pobladores de las villas, es el que, por su poca capacidad de pago, necesita el auxilio del Estado mediante la provisión de viviendas de interés social. Se trata de 42.000 familias que recibirán un número idéntico de unidades, a razón de 6.000 por año, en uso y habitación, cobrándose un canon de ocupación. Estas viviendas, por lo tanto, no se entregarán en propiedad y serán una erogación irrecuperable del erario público.
La inversión prevista deberá hacerse a razón de 6.000 millones de
pesos por año, de los cuales un tercio estará a cargo de la Municipalidad de Buenos Aires y otro correrá por cuenta de la provincia de Buenos Aires, de modo que el Estado sólo deberá aportar 2.000 millones de pesos anuales.

PARTICIPACION DEL EJERCITO
Las obras del nuevo plan de erradicación están en pleno desarrollo. El Comando Militar de Ingenieros, constituido al efecto, ha asumido ya la responsabilidad de completar la construcción y ocupación de las villas de tránsito. Sus conscriptos ya trabajan en la limpieza, preparación y nivelación de los terrenos, tendiendo líneas eléctricas y sanitarias, construyendo los pisos de hormigón sobre los que se erigirán las casillas y pavimentando los caminos peatonales.
Serán también tareas básicas del Comando de Ingenieros el traslado de los pobladores de las villas de emergencia elegidas hasta las villas, de tránsito, su instalación en las nuevas viviendas, con los medios de trasporte que se destinen al efecto, la demolición de las zonas evacuadas y la entrega de los predios a las municipalidades correspondientes.
Organismos militares se ocuparán también de la coordinación con las diferentes reparticiones nacionales, provinciales y municipales que puedan suministrar el uso de redes generales de infraestructura y maquinarias y equipos requeridos para las tareas en ejecución. El Cuerpo de Ingenieros tendrá asimismo a su cargo la coordinación con la Secretaría de Vivienda en lo concerniente a provisión de viviendas y materiales, y en general en todo lo relacionado con la ejecución de la primera etapa, inclusive la planificación de su desarrollo.

UNA CARRERA CONTRA EL TIEMPO
Los cálculos oficiales para eliminar en 7 años los barrios de emergencia se basan en un censo según el cual habitan los mismos 70.000 familias, 14.000 de las cuales formarían un grupo de eliminación espontánea.
Buenos Aires se ha convertido así en el escenario de una experiencia piloto para encarar un problema que es de alcance mundial. Si tuviera éxito sería la clave para Nueva York, Londres, París, Roma y todas las grandes capitales en cuyos alrededores proliferan, con diversos nombres, las más variadas versiones del drama habitacional contemporáneo.

Revista Siete Días Ilustrados
06.02.1968

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